sábado, 16 de mayo de 2020

Presentación de los resultados de la encuesta en twitter



EL ASCENSOR SALARIAL

@asdromero


A la hora y fecha del capture de los resultados de la encuesta que organicé a través de la red social Twitter –ver arriba la figura-, habían respondido 2110 miembros de la comunidad tuitera. Ya cuando iban unas mil respuestas, la Ley de los Grandes Números había comenzado a cumplirse estabilizando la foto del marcador ganador. Con un 32,8 %, resultó seleccionada como el área de mayor prioridad la Educación. Me permitiré algunos comentarios preliminares, antes de desarrollar la tesis principal que me propongo desplegar en este primer trabajo de una serie que he planificado sobre los retos que plantea la Reconstrucción de Venezuela en un escenario post chavista.

1.      Estoy de acuerdo con todos aquellos que, a través del hilo de comentarios, se pronunciaron sobre la necesidad del simultáneo abordaje de las cuatro áreas incluidas en la encuesta por parte del Gobierno de Transición. Todas ellas, así como otras que la limitación impuesta por el instrumento no me permitió incluir –como el área Salud por señalar la ausencia más significativa-, son vitales, urgentes y mutuamente dependientes de las otras para la consecución de logros concretos. La selección era difícil pero había que escoger una. La relativa uniformidad porcentual del cuadro final refleja la significancia de todas ellas.

2.      Habiendo dedicado toda mi vida profesional a la Educación, me complace el resultado, porque es un indicativo que la ciudadanía ha internalizado la fuerte correlación entre nuestras carencias educativas y la dura lección que hemos recibido a lo largo de estos veinte años. Con otra educación no nos hubiésemos permitido llegar a esta situación de ESTADO CATASTRÓFICO y, lo que es más importante, el reconocimiento que necesitamos una muy buena educación para que no se vuelva a repetir lo que nos ha ocurrido. Dicho esto, debo confesarles que la ganadora no fue mi selección. La razón del porqué está directamente vinculada a la tesis que les pretendo presentar.

3.      Me identifico plenamente con el comentario del prof. René Dorta[1], gran amigo, el cual cito: “Como docente, uno está tentado a responder que la prioridad 1 es la Educación; pero dado el deterioro -nunca antes visto- del poder adquisitivo del venezolano, es imperativo que la reconstrucción de Venezuela comience por recuperar el nivel de vida de sus ciudadanos”. Estas palabras concuerdan a la perfección con una cierta implícita intencionalidad que deseaba imprimirle a mi encuesta y que, debo reconocer, no logré. No fui feliz en el logro de las palabras que transmitieran ese sentido de urgencia; de imprescindibilidad; de identificación del primer gran desafío con el que se encontraría “cualquier” gobierno de transición y sobre el que deseaba poner a pensar a quienes respondieran mi encuesta. Lo de cualquiera entre comillas: porque me atreveré a decir que este desafío es no dependiente del tipo de gobierno de transición en cuanto al mecanismo como se hubiese posesionado de tan tremenda responsabilidad. Quizás, las limitaciones impuestas por la herramienta, me condujeron a sintetizar en el calificativo de “prioritario”, lo suficientemente ambiguo desde la perspectiva de la temporalidad, el espíritu de lo indagado. Intenté remendar en el hilo explicativo, pero tampoco podía excederme. Cualquier experto en encuestas me hubiese regañado por diseñar una pregunta que inducía a una respuesta. Que, ahora que lo pienso, era lo que buscaba. No me importa confesarlo, porque mi objetivo era poner a pensar, desde la debacle socio económica a la que hemos arribado, en cuál es esa primera gran e imprescindible meta para cuya consecución es indispensable tener un plan. De su logro depende que se pueda continuar hacia adelante en un proceso de reconstrucción sostenible. Este es un tema en el que cualquiera que aspire, individual o grupalmente, a participar en “ese” gobierno de transición debería sentirse obligado a tener una propuesta lista.

4.      “Mi querido profesor, veo la situación del venezolano como la del superviviente que ha caído en estado comatoso. Por eso creo que antes que nada hay que ponerlo en pie, por lo que el tema económico es de todos el más urgente. Muy pertinente su encuesta”. ¡Ponerlo en pie! He aquí la clave. Uno de mis hijos académicos, y también de René, había acertado en el espíritu buscado pero no transmitido. ¿Coincidencia que los tres nos hayamos formado para enfrentarnos con visión algorítmica y sistémica a problemas complejos? Por cierto, el profesor Wilmer Sanz[2], debe estar a punto de jubilarse si es que ya no lo ha hecho. Y debe tener hijos académicos, que serían mis nietos, que en pocos años puedan hacerlo. También tengo “padres académicos” vivos. Un asunto que, aparentemente, no viene a cuenta, pero que lo menciono de soslayo como uno de esos antipáticos tópicos que habremos de abordar si de verdad queremos arreglar los balances y equilibrios de nuestro país. De esto hablaremos en futuras entregas de esta serie que iniciamos con este trabajo.

5.      Obvio que tendremos que abordar las cuatro áreas en paralelo y otras más que se quedaron fuera del tintero, pero hay algo que cualquier gobierno de transición debe tener muy en claro de cara a iniciar su gestión: no se van lograr avances sostenibles si primero no montamos en un “ascensor salarial” a una buena parte de la población cuyas familias están percibiendo entradas muy por debajo de un ingreso mínimo vital. Máxime, cuando buena parte de esa población depauperada, a la cual es indispensable recuperarle un poder adquisitivo que le permita vivir, está ubicada, justamente, en áreas vitales de la gestión pública de servicios fundamentales como educación, salud y justicia. Es decir, no se va a poder iniciar el proceso de recuperación de la educación que debiera ser obligatoria con profesores de diez dólares al mes. Ni se van a poder recuperar las universidades públicas, si acaso las cuentas den para que pueda continuar existiendo una educación superior pública, con profesores universitarios de veinte dólares. E igual en la salud, con enfermeros y bioanalistas de ocho dólares, y médicos de diez. Y, por supuesto, del lado pobre de la creciente brecha salarial que se ha venido instituyendo en el país están los jubilados y pensionados. ¿Qué vamos a hacer con ellos? He aquí el primer gran y magnífico desafío al cual debe enfrentarse cualquier gobierno de transición.

Creo que la tesis principal está develada. ¿Cuándo fue la primera vez que cruzó por mi mente esta metáfora del “ascensor salarial”? Me retrotraigo a unos años atrás, no muchos pero no puedo precisar cuántos porque comienzo a padecer de desmemoria de corta distancia. El grupo de “Dolarización” del Tren organizó una serie de reuniones preparatorias de un evento que organizamos en el Hotel Hesperia para impulsar la propuesta. Contamos con invitados internacionales, entre ellos con un economista ecuatoriano que, al frente del banco central de ese país, le correspondió coordinar el proceso de dolarización que se activó el nueve de enero de 2000 –hace veinte años-. Nos contó, como con cierta audacia, habían decretado un salario mínimo casi 50% mayor que el calculado para el año anterior 1999 conforme a la tasa de conversión promedio de sucres a dólares -$57 frente a $40-. Los venezolanos que estábamos en la reunión nos miramos a las caras. Con el proceso de erosión salarial tan violento que se estaba viviendo en Venezuela, llegaría un momento en que para poder dolarizar –no sólo los gastos de los ciudadanos como está ahora, sino también los ingresos-, habría que dedicar una porción significativa de los créditos que se le otorgarían a Venezuela para poder montar a buena parte de la población en un “ascensor salarial”.

La dolarización de los costos: ¡esa siempre ha sido fácil implementar! De hecho, este régimen tan pregonador de su sensibilidad social, se ha visto obligado, por la vía de los hechos, a reconocerla y hasta apadrinarla. La ha puesto en práctica, inclementemente, sin reconocer la tragedia ni pedir disculpas. Reconoce tablas de precios concertados en dólares, pero con sus ya tradicionales care’tablas no osan asomarse a los predios de los salarios y pensiones. Fanfarrias introductorias: ¡Señoras, señores, y la Pensión del Seguro Social: dos dólares! Fanfarrias conclusivas.

 El verdadero reto estribaba en la dolarización de los ingresos de las familias. Porque cuando esta se decretara ya no habría forma ni manera de ocultar la pobreza en la que se había sumido a la población. Para la época en la que se celebra la reunión citada, ya existía una brecha importante entre la realidad de los costos y los ingresos. Tan significativa, que varios de los que nos encontrábamos allí manifestamos que para poder atrevernos a promover la Dolarización, era necesaria presentarla, conjuntamente, con una propuesta de recuperación del poder adquisitivo del sector poblacional afectado –mayormente asalariados del sector público y pensionados-. Por supuesto, la única propuesta factible dependería de la pretendida inyección externa de recursos financieros –ayuda crediticia- de la que siempre se ha hablado. ¡Al menos, se debían presentar los cálculos!


Bueno, ya todo es historia. Nosotros, tan preocupados por lo reveladora que sería la dolarización de nuestra miseria. Y venga ya, que el Régimen la impone sin mayores contemplaciones. La debacle salarial ha continuado con toda su furia. Y ahora la brecha se ubica en el reino de lo antinatural e inhumano: ¿Cómo las desconocemos? ¿Cómo nos atrevemos a hablar de algún proceso de reconstrucción de algo sino planteamos primero cómo vamos a resolver esa brecha? ¿Alguien está pensando en esto? Los del Tren hemos trabajado en ello. Con el brillante Francisco Contreras al frente del departamento de cómputos del poder adquisitivo, hemos hecho cálculos, y el tiempo pasa mientras nada pasa allá afuera. Volvemos a recalcular para darnos cuenta que el costo del ascensor salarial será más alto y que, lo más seguro, se tenga que bajar el nivel deseado al inicio. Pasan unos meses y volvemos a recalcular. Y volvemos  a reducir nuestras ambiciones, que no dejan de ser quimeras porque no  se tiene conexión con ese “think thank” ubicado en el extranjero donde supuestamente todo se está planificando. ¿De verdad existe? ¿Estarán pensando lo mismo que nosotros? ¿Por qué nadie le habla al país que se ha tomado consciencia del primer gran desafío que hay que superar y que se ha venido trabajando para tener una propuesta desde el primer día del arranque?

La recuperación del poder adquisitivo de la gente obtuvo un honroso segundo lugar en nuestra encuesta, un 25,8 % de las respuestas. No la vendí bien. Tampoco es que me correspondiera del todo venderla. Muy cerca llegó el área de la institucionalidad política, con un sorprendente 23,2 %. Es absolutamente correcto que si no alcanzamos el objetivo de concretar una institucionalidad política sana, libre de corrupción y con una estructura de valores adaptada a nuestra realidad y a los nuevos tiempos de país pobre por muchos años, nada de lo que intentemos hacer en las otras áreas será sostenible. Esto es una verdad de Perogrullo, pero pensar que el primer desafío es resolver el problema político mientras todo el sector de educadores, personal sanitario, etc. se pone a trabajar por el país y se  muere de mengua, es tan indolente como el régimen mismo.

Me pueden decir, y me lo han dicho, que muchos empleados públicos se han tenido que buscar un “resuelve” para poder sobrevivir y que sus salarios devengados en las instituciones donde ya no pueden trabajar se han convertido en becas. Mucho de cierto puede haber en esta apreciación pragmática de la realidad, pero aun siendo así: ¿Me podría alguien explicar cómo conseguimos que retornen a dedicación completa –los que vayan a retornar- para abocarse a trabajar en la reconstrucción de esas áreas fundamentales para el país?


En lo personal, para mí está claro cuál es el mayor desafío. Y, por cierto, este involucra poner orden en muchas áreas de la esfera pública. Por ejemplo, en el sistema de pensiones que Chavéz se hartó de terminar de desordenarlo. Y arrancar a resolver este gran problema de la recuperación de un poder adquisitivo de sobrevivencia, puede ser emprendido hasta por un gobierno de corte militar que logre el beneplácito de la ayuda financiera externa – sin ésta: que Dios nos agarre confesados- Por supuesto, esta premisa  luce poco factible. Pero la bosquejo, para que se visualice de manera incontrovertible como la urgencia vital le pasa por encima a cualquier pretensión de poner la solución política en primer plano. Esto, a estas alturas del insondable drama social, sería como poner la carreta a arrastrar los caballos. Creo que algunos de nuestros políticos todavía lo perciben de esta manera, y quizás sea esta una de las varias razones por la que estamos como estamos. 




[1] René se inició conmigo en la docencia universitaria en el año 1974, en el Departamento de Sistemas y Automática de la escuela de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Carabobo.
[2] Prof. Wilmer Sanz, también del mismo departamento. Promoción de Ingenieros Electricistas de 1991.

4 comentarios:

  1. Gracias Asdrubal Romero por tan importante análisis para Venezuela. Yo voté por la recuperación económica nivel adquisitivo de los ciudadanos. Considero que mientras eso no ocurra no saldremos del nivel 1 de la piramide de maslow. Solo cubrir necesidades básicas o sobrevivencia.el país requiere ciudadanos que se puedan dedicar a lo que aprendimos. Excelente tu Estudio.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Asdrubal Romero por tan importante análisis para Venezuela. Yo voté por la recuperación económica nivel adquisitivo de los ciudadanos. Considero que mientras eso no ocurra no saldremos del nivel 1 de la piramide de maslow. Solo cubrir necesidades básicas o sobrevivencia.el país requiere ciudadanos que se puedan dedicar a lo que aprendimos. Excelente tu Estudio.

    ResponderEliminar
  3. Yo voté por la educación y lo mantengo.
    También creo que la economía es de vital importancia, tenemos que producir para poder financiar a la primera.

    ResponderEliminar
  4. Yo voté por la educación y lo haría nuevamente, agregaría la cultura. La educación + cultura es pilote o ancla del desarrollo y transformación individual y colectivo. Cuando mejoramos nuestra educación de tal manera q somos capaces de identificar y transformar hábitos tóxicos, somos Seres conscientes, autónomos y libres; incluso de nosotros mismos (miedos-limitaciones). Es importante aprender a tomar el volante y conducir con responsabilidad nuestra vida, esto es básicamente: RESPETAR A LOS DEMÁS y APRENDER A CONVIVIR de manera PACÍFICA, sin relaciones de dominio activas: amos - subditos. Este es un impedimento real de la armonía social. Una sociedad de castas=privilegios es inaceptable por generadores de inequidades estructurales q masifican la ignorancia =pobres q manipular=pobreza. La inversión en educación y cultura para la vida,con objetivos definidos y productivos de manera sostenida y sustentable, puede perfectamente crear condiciones para corregir las deficiencias y fallas de infraestructura y servicios públicos. Mejorar el poder adquisitivo de las personas a traves de su empoderamiento, redefinir la institucionalidad politica y otros. Sí, "esa institucionalidad" en último nivel. No porque así lo diga. Por los niveles deficitarios de su liderazgo, q es obvio por resultados. Lamento mucho diferir de usted profesor, pero sé q es suficientemente inteligente para no bloquear al libre pensamiento. No coincidimos en la respuesta a la encuesta, y tampoco en términos de tiempo. Necesitamos superar el "tabú tiempo". Yo no creí ni creo ni creeré q debo esperar q caiga o tumben un gobierno para hacer lo que es correcto respecto a la educación y la cultura. Es importante, imprescindible, urgente y prioritario. Todo el tiempo perdido es atribuible a este "tabú tiempo". Un abrazo y mi respeto.

    ResponderEliminar

Aunque lo he intentado por múltiples vías a mi se me hace imposible responder comentarios en este blog. No quiere decir esto que no los lea.