lunes, 28 de noviembre de 2016

¡¡Comprendiendo, Comprendiendo!!


Maduro 1/7/2017: Un Mal Resultado


Asdrúbal Romero M. (@asdromero) 


Desde meses antes a la celebración del anestesiante diálogo, dentro de las filas opositoras ha circulado, profusamente, una narrativa política que se puede sintetizar en los siguientes términos: a) Estamos cerca de la victoria; b) La estrategia electoral exitosa de la MUD es la que nos ha traído hasta aquí; c) Tenemos que mantenernos unidos apoyando a la MUD y mejor es que no la critiques.

Aunque corro el riesgo de que no se me crea, yo les he comprado ese discurso a sus difusores en los diversos círculos de opinión en los que participo –excepto en lo de abstenerme de las críticas constructivas-. Es gente a la que respeto. Un factor aglutinador que observo entre los que, tozudamente, siguen sosteniendo esa tesis es el del miedo a cambiar. ¿Vamos a ponernos a estas alturas a cambiar algo que ha funcionado? ¿Cuánto tiempo tomaría construir una nueva plataforma política opositora que sustituya a la MUD?  ¿Se daría el consenso para ese proceso de reingeniería o se generaría una división?

Son preguntas pertinentes. Poderosas. Resulta comprensible que muchas personas, al producir en sus cerebros sus propias respuestas a tan inquietantes interrogantes, asuman una posición conservadora. Se escuchan, entonces, frases como esta: “Al único que beneficiaría una aventura, desconociendo lo hecho hasta ahora, es al gobierno”. Insisto, les comprendo que cierren filas alrededor de la MUD aún en el caso del inadmisible comunicado donde la MUD valida el discurso de la “Guerra Económica” del Régimen. El temor a que se libere una caja de pandora en el flanco opositor es libre y hasta válido.

El problema es que…comprendiendo, comprendiendo, ¿hasta dónde podremos llegar? Apegándonos al argumento de la inconveniencia de reemplazar la MUD por una entidad que sea más representativa del sentimiento opositor, podríamos llegar a tener a Maduro gobernándonos en el 2019, cientos de miles de venezolanos muertos, millones de niños desnutridos y los más privilegiados cargando baldes de agua por las escaleras de edificios en los que no funcionen ni las bombas ni los ascensores, también tablas para quemar cocinando arepas de harina de ocumo porque gas no habrá y en lo político: ¡comprendiendo, comprendiendo! ¡Si es que lo están destruyendo todo, qué más necesitamos ver para proyectar!

Por otra parte, no resulta admisible que estos señores que dirigen a la MUD, por el hecho de haber obtenido unos importantes éxitos –y traídos hasta estado de supuesta cercanía de la victoria-, se hayan ya ganado el derecho de seguirnos dirigiendo per secula seculorum, independientemente, de los resultados que obtengan de ahora en adelante. Por estas razones que he señalado, semanas antes del paralizador comunicado venía planteando en los chats de opinión: la necesidad de generar una discusión de la que pudieran derivarse objetivos a conseguir y límites específicos en el tiempo para su consecución, de manera tal que dispusiéramos de criterios concretos para hablar de buenos o malos resultados y poder justificar las decisiones a tomar tanto a nivel individual como colectivo.

No hubo respuesta, pero yo insisto en este artículo y formalizo mi planteamiento. Y lo hago porque también resulta incalable, para uno, que se pretenda extender en el tiempo la validez del argumento del temor al cambio, sólo sobre la base de éxitos del pasado que están próximos a su fecha de caducidad. Hay que arrancar con esta discusión. Es hora de acotar el campo de los logros y asignarles lapsos máximos para su cumplimiento –deadlines- . Para saber a ciencia cierta cuándo estamos avanzando o cuando hemos traspasado las fronteras hacia el terreno de los malos resultados. Esto último es bien importante porque nos permitirá demandar un cambio de la plataforma política opositora, sin necesidad de tener que soportar ese chantaje que ya está haciéndose extremadamente reiterativo. O mejor aún: debería constituirse en un campanazo de alerta para hacer saber a los permanentes directores de la conveniencia de poner sus cargos a la orden -¿demasiado optimista?- para facilitar una renovación de los cuadros.

En aras de lanzar un fósforo a fin de que prenda la discusión y a manera de ilustrar por dónde arrancar: pensaba hace ya algún tiempo en lo que yo podría asumir como un mal resultado si me encontrare en la posición de los permanentes directores y la respuesta de mi cerebro, casi automática, fue Maduro todavía al frente del Gobierno en marzo 2017.   Luego traté de racionalizarla. Recordemos que todo comenzó por la necesidad que tenía el país de salir de este funesto gobierno. Por esa vía llegamos al RR sobre el cual llevamos meses hablando. Si este se realizara antes del 31 de diciembre de este año -como debió haber sido-, todavía quedarían pendientes las elecciones para sustituir al revocado, lo cual nos colocaría con una relativa proximidad a la finalización del primer trimestre.

También, por los mismos meses, se produjeron insinuaciones de que el Régimen estaba más inclinado a proponer unas elecciones generales –quizás esto era un mito o un canto de sirena más-, en consecuencia: habría tenido sentido plantearse una negociación para canjear el RR por unas elecciones generales, así fueran éstas en el 2017 e involucraran a los miembros de la Asamblea Nacional que no tienen sus períodos vencidos. El dando y dando político de esta imaginaria negociación sí está perfectamente retratado, cuestión que no viene ocurriendo en el fulano diálogo actual.

Luego seguí meditando y me dije que quizás el 31 de marzo 2017 era un hito demasiado optimista. Podría flexibilizar. Un objetivo más razonablemente alcanzable: Maduro fuera del Gobierno al final del primer semestre del 2017. Más allá de esta fecha, a la velocidad que campea la destrucción, no quiero ni imaginármelo.

Definitivo: considero, desde mi perspectiva personal, que Maduro gobernando a Venezuela un primero de julio 2017 constituye un mal resultado que estos permanentes directores deberían aceptar. Si desean extenderlo más allá, madre mía en manos de quién estamos. Pero, al fin y al cabo, es sólo una propuesta para iniciar el debate sobre cuál sería el escenario inaceptable que nos convocaría a todos a rediseñar la organización opositora.



domingo, 20 de noviembre de 2016

¿Cómo recomponemos LA ESPERANZA?

LA ESPERANZA COMO ELEMENTO AGLUTINADOR DE FUTURO


Prof. Pedro Villarroel
@pedvill

Noviembre 17 / 2016  

El lenguaje de la clase política hace rato que no expresa, ni habla, ni se conecta con el idioma de la gente. Ese ser del día a día, que trabaja, que sufre, que entra en desesperanza, desánimo, crispación, miedo y soledad.

El lenguaje de la clase política perdió su naturaleza ontológica. Ese espacio que permite un diálogo en reflexión con los elementos que constituyen el horizonte de la existencia.

Sus actos de habla se refieren a cosas, a entidades. No responden ni dan cuenta, ni mucho menos establecen itinerarios que resignifiquen la esperanza.  

La gente está sola, arrojada a la nada, sin mapa ni bitácora, cual náufragos. La pregunta en las colas infinitas, en las calles, en las plazas, en los sitios de trabajo es ¿Qué pasa, que no pasa nada?

Quiero recoger este testimonio que es expresión del sentimiento de frustración, desolación e incertidumbre de una venezolana.

Cito:

Ayer cobré mi quincena de trabajo…en mí casa habíamos pasado todo el día sin comer…sólo logré comprar: un pan campesino, un litro de aceite y un kilo de hígado de res…solo me quedaron 400 bolívares para el pasaje de hoy. Mayor frustración y arrechera, se suma a que también anteayer se me fue del país mi segundo sobrino, aquel que sostenía con su alegría a mi madre de 84 años, mis dos hermanos discapacitados gracias a la inseguridad de este régimen maldito. Hoy amanezco con un duelo profundo en el corazón que me la sostiene mi fe profunda en un Dios vivo y actuante en mi vida. Quise creer en una MUD que se crecía por el apoyo popular y que nuevamente me decepciona al demostrar que su ego y sus intereses personales están por encima de los intereses de una nación. Un ego en donde creen que se la saben todas más una y no le dan oportunidad a otros para que demuestren que también pueden aportar… y entonces, recuerdo las palabras de Bolívar cuando manifestaba algo así como “si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”… Dios, perdónanos por nuestra ingenuidad, por nuestros pecados y por nuestra soberbia.

El horizonte es una nube negra, es una alforja vacía. Se requiere en esta hora hacer un alto. Pensar, pensar, pensar.  

Irremediablemente hemos sido arrojados al impersonal “se”. Se desea de esa forma. Se piensa de esa forma. Se siente de esa forma. Se cree de esa forma.

Por lo tanto, toda la sociedad, incluida la clase política, ha caído en el campo de la inexistencia y la inautenticidad; lugar que hace imposible el proceso de apropiación de la persona como valor fundamental.

Se establece una barrera infranqueable al cambio y a la emancipación en libertad, que convierte al ser humano en un ser banal, en una masa amorfa, sin sentido ni propósito. Pingüe negocio para los proyectos igualitarios que desencadenan irremediablemente regímenes totalitarios.

Es un momento de freno y reflexión, de pausa necesaria para pensar, pensar y volver a pensar. Quebrar el ritornelo que nos sujeta a un eterno presente.

Es propicia la hora para que la clase política que hace como referente de su existencia el cambio, trabaje para el cambio. Trabajar para el cambio es conectar, decidida y ampliamente con la gente. Con la gente que sufre, con la gente que siente rabia, que odia, con la gente que demanda. Con esa gente que está arrojada irremediablemente a este terrible y doloroso precipicio.

Si no hacemos nada que refiera a actitudes ciertas, a movimientos con precisión hacia el propósito fundamental de cambiar los modos de vida, la sociedad venezolana va a fallecer.

La sociedad venezolana va a fallecer, porque se fallece como cosa, no como ser. Ni siquiera vamos a morir. Para morir se requiere haber vivido, haber reflexionado sobre nuestra existencia y sus límites, experiencia además intransferible.

Lo que está en juego es la construcción de una voluntad colectiva que establezca como propósito la profundización de la democracia con toda su carga valorativa, unido a un relato articulador de las diferencias y las múltiples demandas.

Finalmente, la esperanza como elemento aglutinador de futuro que sea susceptible de ser entendido a través de una operación discursiva clara, prístina, que a decir del Dr. Nelson Acosta, emocione para convencer. Esa esperanza que como escribió Alberto Barrera Tyszka, no se improvisa.


Qué no triunfe la vehemencia sobre el discernimiento. ¡Jamás!

miércoles, 9 de noviembre de 2016

La auténtica "Piedra en el Zapato" del Diálogo

¿Diálogo sin Leopoldo?


Asdrúbal Romero M. (@asdromero)


No pueden imaginarse cuánto he evadido el tener que repetirme en ese inagotable debate que se ha venido dando en el país sobre las bondades y/o errores en las actuaciones de la MUD. Sobre todo, después de escuchar a Fernando del Rincón decir, al inicio de uno de sus más recientes programas en CNN, que en Venezuela todo parecía haber girado en 360 grados: habíamos completado toda una vuelta para quedar en lo mismo; todo un ciclo para darnos el gusto de repetir, como si hubiésemos reprobado una materia de bachillerato.

La verdad es que quienes nos atrevemos a exteriorizar planteamientos críticos sobre las ejecutorias de la MUD, algunos con excesiva frecuencia y otros que nos vamos cuidando hasta que explotamos, conformamos un amplio espectro de opiniones. Los hay desde los que acusan a los jerarcas de la MUD de colaboracionistas vendidos que negocian el sentimiento opositor a cambio de billetes verdes, -este no es mi caso y además nunca he creído en esa monserga-, hasta los que osamos de vez en cuando argumentar sobre algún aspecto con relación al cual creemos que la MUD lo está haciendo mal.  Argumentar, es decir: exponiendo razones. Pero al final, todos: desde los ominosos guerreros del teclado hasta los sabelotodos, somos lanzados al mismo infierno de Dante, que por estos días Tom Hanks lo ha puesto de moda, por esos ardorosos espadachines de la lengua que pretenden blindar a la MUD ante cualquier señalamiento crítico.

Aunque suene a pedantería decirlo, me he  auto ubicado en el grupo de los sabelotodos, también calificados con sarcástico encono de incómodos managers de tribuna.  Me baso para este atrevimiento en el hecho de haber especializado mis críticas en el área de los errores sistémicos cometidos por la MUD. El de la obstinada negativa a construir una articulación orgánica con las diversas organizaciones de la sociedad civil es uno, importante por lo demás. Entenderán porque hablo de la posibilidad de repetirme si consultan, por ejemplo: “Otra vez el debate sobre la MUD” (http://quepasaenlauc.blogspot.com.es/2015/05/la-exitosa-convocatoria-de-ll-para-el.html). Y este error sistémico no sólo lo he denunciado yo, sino infinidad de analistas y hasta la misma Comisión para la Estrategia de la Mesa de la Unidad Democrática, designada por la MUD, coordinada por Arístides Hospedales e integrada por gente muy valiosa, se los dijo. Nunca hicieron caso.
 
El otro error sistémico en el cual he insistido es el de las marcadas deficiencias y carencias en el manejo discursivo frente al Régimen. No voy a señalar referencias específicas al respecto, porque llenaría este artículo de un excesivo número de enlaces a mi blog. Entren a él y constatarán. Valga la autopromoción. No voy a auto repetirme, reitero, así que no hablaré de tales temas. Sino de los pequeños errores que se montan uno sobre el otro y cuando venimos a ver…..

La lengua me la he mordido hasta llenar de sangre mi boca, pero el otro día un amigo –conociéndole: sospecho que deseaba provocarme- me envió un correo electrónico contentivo de un artículo el cual, palabras más, palabras menos, me confirmaba con formalidad lo ya difundido -a través de decenas de cadenas en las redes sociales-, sobre todo el pandemónium que se había generado alrededor de la tarima de la marcha denominada “La Toma de Venezuela” -26O-. Quien escribe, Ezequiel Abdala para la Revista Ojo, confiesa haberse sentirse abrumado por la popularidad del “Vamos a Miraflores” entre la masa que rodeaba la tarima. Les invito a que lean su crónica, excelentemente escrita, en: http://revistaojo.com/2016/10/26/cuando-los-lideres-se-crecen/ .

Bien vale la pena recrear a través de sus palabras aquel hervidero en el que una masa enrabietada coreaba: Si no salimos hoy / se acaba la Unidad. Dirigente que se atrevía a hablar, dirigente que era abucheado y cargado de duros epítetos. Todos tuvieron lo suyo. Según la crónica: Capriles y Ramos Allup fueron valientes al mantenerse en contracorriente contra el deseo de esa masa enardecida y argumentar el porqué. De allí el título del artículo “Cuando los líderes se crecen”, pero no es su conclusión, la cual comparto, lo que me interesa destacar. Sino el cómo de una circunstancia totalmente cargada de irracional emocionalidad, surge una decisión política de tanta trascendencia como anunciar para una fecha específica una marcha que tendrá como objetivo central el dirigirse a Miraflores.

¿La MUD había decidido en frío una decisión de tanta trascendencia como esa? ¡Y tan equivocada! No sé si esta afirmación merezca mayor discusión, en todo caso me remito al introito del precitado artículo: “De la gente que pensaba que podría cambiar su vida con el premio que sacara de una caja de Ace, hemos pasado a los que creen que pueden sacar a una dictadura con apenas pisar el asfalto que rodea el palacio de Miraflores. Que eso es llegar, tocar el suelo, ver el Palacio y el dictador huir”. A este hermoso sarcasmo le añadiría: si es que acaso la MUD cuenta con un ejército secreto que sacaría ese día con la finalidad de proteger una marcha de desesperados inocentes, porque con estos bichos ya no se requiere tanto ejercicio de imaginación para saber cómo la iban a detener. ¡Obviamente no! No hubo ninguna decisión formal de la MUD en ese sentido, como lo demostraron los discursos de Capriles y Ramos Allup, pero lo que emergió como una decisión de la MUD hacia la gente fue esa. Pregunto entonces, para no decirlo yo: ¿Se concreta con esa aventurada convocatoria un error o no?

Me podrán responder: sí fue un error, pero no de la MUD, sino de unas personalidades que hacen vida dentro de la MUD y que no podían ser contradichas en aras de la Unidad. ¡Perdónenme! La Unidad, como valor, tiene que estar subordinada al obligado imperio de principios y valores que están por encima de ella. Si había que desmentir a quienes, en esta oportunidad, se equivocaron -como en el pasado se equivocaron los otros-, había que hacerlo, porque el delicado momento así lo exigía. La aventurada convocatoria fue tan errada, finalmente no me contuve, que condujo a un error mayor.

¿Cuál? El diálogo. No porque no haya que dialogar, siempre será importante la posibilidad de establecer un diálogo como una de las vías para salir de esta pesadilla. Un diálogo, por ejemplo, bajo la modalidad que tan brillantemente ha expuesto la abogado Thays Peñalver (@thayspenalver). Del reciente referéndum que se celebró en Colombia, quedó plasmado en mi memoria un dicho que me parece es aplicable a esta situación nuestra: no es el sí (al diálogo), ni es el no (al diálogo), es el así no. La MUD terminó participando en un diálogo cuyas condiciones de contexto no le fueron convenientes. ¿Y por qué no condiciono de mejor manera su participación?

Posiblemente, esta es mi opinión personal y, por lo que he leído, de algunos otros managers de tribuna, porque la MUD, ante la inminente convocatoria a un evento de muy probables nefastas consecuencias y de compleja controlabilidad política, se vio forzada a participar en algo sin el tiempo suficiente para trabajar la construcción de un consenso interno.  Incluso, se ha dicho, fue un tanto entendiblemente coaccionada por los representantes de la Iglesia que, habida cuenta de la naturaleza de su representación, tenían que priorizar su justificada inquietud acerca de la probable pérdida de muchas vidas. Pero no sólo fue la MUD, también el Régimen se vio precipitado hacia el diálogo. Preocupados tendrían que estar, no por las vidas sino por la posibilidad que su método asesino de contención les acarreara, finalmente, la pérdida del Poder.

Ambos bandos se vieron obligados al diálogo, pero el Régimen, con mayor poder, manejo de recursos y la funcionalidad de su unidad jerárquica, logró sacar mejores resultados de su escenificación. La MUD cometió errores. La presencia del desacreditado Timoteo Zambrano en esa mesa, debían saber que les iba a generar millones de comentarios ácidos en su contra, de esos que le proporcionan oxígeno a los tan mentados guerreros del teclado y después se quejan. Nunca deberían olvidar que sus errores se convierten en argumentos de sus opositores más radicales  Permitir la participación de Maduro, que es un rayador que a quien toca raya. En fin, no deseo extenderme en esto, para darle espacio preponderante a la que yo creo es la razón fundamental por la que un diálogo celebrado, en esas condiciones, terminaría siendo malo para la MUD como lo ha sido hasta ahora.

La auténtica y verdadera piedra en el zapato del diálogo es la condición de Leopoldo López preso. Y lo centro en su figura personal, consciente como estoy de su no aceptación a ser liberado si antes no lo son todos los presos políticos. Asume para sí el papel del capitán que debe abandonar de último el barco siniestrado y le concedo toda la razón. Yo, en su lugar, también la asumiría.  Reitero: con Leopoldo preso, es muy complicado para la MUD participar en un diálogo que pueda resultar fructífero porque su misma participación divide y al dividir pierde su representatividad.

¿Por qué? No dejemos de lado que quienes se están sentando en la mesa del diálogo fueron los mismos que lo hicieron en el 2014. En aquella oportunidad fueron muy criticados. Una no desestimable porción de sus problemas de imagen devienen de aquel evento. De aquellos barros, estos lodos. Por supuesto, ellos pudieran alegar en su defensa, como de hecho lo hicieron, que consideraban, políticamente: las condiciones no estaban dadas para una salida como la que promovía Leopoldo con María Corina y Ledezma. Acusaron, sobre todo a Leopoldo, de jugar un “adelantaíto”, es decir: de no haberles informado, oportunamente, lo que se proponía con la aviesa intención de tomar mayor ventaja política de los resultados positivos que pudieran derivarse de su acometida estratégica, etc., etc. No estoy en condiciones de saber si eso fue realmente así o si lo que hubo fue una diferencia de visión con relación a la acelerada dinámica de lo que iba a ocurrir en Venezuela en materia de deterioro social y económico en estos tres últimos años.

Quizás, por qué no asomar el escenario alternativo, Leopoldo trató de compartir con ellos su visión de lo que ya estaba en proceso de inevitable evolución dinámica. Que les argumentara la necesidad de evitarle al país esta irremediable pérdida que se ha producido desde el 2014 hasta acá y, en consecuencia, planteara la necesidad de no postergar más la salida del Régimen. Pudo haber ocurrido de esta manera también, por qué no. Mi propia experiencia me dice que la cuestión pudo haber fluido de esa forma, porque a cuántos no he intentado convencer yo de esa misma visión que ya unos cuantos compartíamos, por diferentes vías, con Leopoldo y, sin embargo, no lo logré. De nada valía que uno se desgañitara hablando de tendencias explosivamente dañinas. Que uno mostrara curvas exponenciales apuntando hacia la tragedia que hoy vivimos (qué puede extrañar que la tasa de cambio del dólar, en cuestión de días, se haya acelerado hasta casi superar  los 2000 Bs/$, cuando lo que está haciendo es recuperar en brevísimo plazo una predecible tendencia artificiosamente contenida). Al parecer, no todo el mundo tiene la misma capacidad para la visión sistémica. O, también es verdad, muchos, aunque la tengan, priorizan la solución del nudo gordiano político, como paso primero, aunque de la dinámica socio económica que se estuviere visualizando a futuro pudiera derivarse una crisis humanitaria. Hoy lo tengo claro, antes no.

Asomo el escenario alternativo porque hoy, a casi tres años del inicio de aquellos eventos, resulta incontrovertible que la visión acertada fue la de Leopoldo –y sus acompañantes, disculpen que no siempre les mencione por razones de brevedad-. Esa visión trastocada en insondable realidad la está sufriendo el pueblo venezolano. Y Leopoldo está pagando, ¡de qué manera! su supuesto aventurerismo. Entonces, aquellos argumentos que pudieron haber esgrimido quienes se sentaron a dialogar con el Régimen en aquella ocasión, hoy día ya perdieron totalmente su vigencia. Si en el 2014 existía un espacio relativamente creíble para la contraposición de dos puntos de vista, este ya se agotó.  La Oposición no puede plantearse sentarse con el Régimen si en esa mesa de diálogo no está presente Leopoldo o quienes puedan válidamente representarle. Y, por supuesto, para que esto pueda ocurrir Leopoldo tiene que estar libre y, como él, todos los actuales presos políticos.

Si la MUD insiste en un diálogo sin Leopoldo, divide. Resulta inevitable que divida, así los ardorosos espadachines digan lo que digan intentando convertirnos en focas no pensantes y proclives al fácil aplauso.  Y si, además, el Régimen implementa toda una estrategia de liberar los presos afines a los que acceden a dialogar mientras continúa persiguiendo a Voluntad Popular, le echa leña a la caldera de la división. Ellos bien saben lo que hacen. Proponen un escenario de inmoral extorsión que no puede ser aceptado por la MUD sin que ello también la raye. Por eso, el rumbo actual tiene que ser corregido. La primera condición para el diálogo tiene que ser la liberación de todos los presos políticos. Y de allí en adelante, lo que se pueda concertar estando todos comprometidos alrededor de una unidad auténticamente creíble. Vuelvo a hacerme eco del esquema de diálogo propuesto por Thays Peñalver.

El tema es complejo. Una amplia diversidad de temas conexos se quedan en el tintero. Pero deseo finalizar con una recomendación. El momento político que vive Venezuela es en extremo delicado, por eso no hay espacio en él para un ejercicio de la política que esté reñido con la verdad y los valores morales fundamentales. Cualquier decisión que se vaya a tomar, sométanla a la criba de la autenticidad moral y verán que dejarán de errar. Y se interrumpirá ese deambular en el que un error pequeño deriva en otro más grande y así, sucesivamente, hasta llegar quizás a una situación que se pueda calificar, incontrovertible e irreversiblemente, como un mal resultado de la actuación de la MUD. Que será también un mal resultado para todos y para el país.

¿Podríamos definir para un futuro, objetivamente, lo que es un MAL RESULTADO? Un buen tema para abordar en un próximo artículo, porque toda delegación a un cuerpo de dirección debiera tener una acotación en el tiempo para el cumplimiento de objetivos.    



martes, 1 de noviembre de 2016

Adivinen quién continúa ganando la Batalla de las Palabras

He disfrutado mucho este artículo con el cual concuerdo 100%. Aunque lo dice de otra forma, coincide con planteamientos hechos por mí en anteriores posts de este blog. El Régimen siempre se sale con la suya a la hora de imponer el frame del debate mediático. O sea sigue ganando la Batalla de las Palabras, a pesar de que la crisis dantesca que aqueja al pueblo venezolano constituye un filón infinito.   



Semántica y Régimen Chavista


Héctor E Schamis* (@hectorschamis)




Cuentan los historiadores que cuando los expertos acudieron a Honecker con información sobre el creciente endeudamiento externo de los setenta, su respuesta fue simple. Decidió la inmediata interrupción de los estudios financieros y la destrucción de los datos estadísticos acumulados hasta la fecha.


A su manera, Honecker era un constructivista, ese postulado heurístico según el cual la realidad como tal no existe sino que es “lo que se dice que es”; o sea, se construye subjetivamente. Fue fácil para él: sin información, no habría más crisis de endeudamiento. Una aclaración objetiva: la crisis financiera eclosionó en 1989 y Honecker partió al exilio. Fue el comienzo de la gran transformación europea de fin de siglo.



La parábola es por la Venezuela chavista, también “constructivista” si bien con un estilo importado de La Habana más que de Berlín Oriental. Donde sea que origine la inspiración, lidiar con el chavismo siempre sera titánico esfuerzo por definir la realidad. Nótese la preocupación de la MUD en dejar establecido que “hubo golpe y ahora sí, se trata de una dictadura”.



Entre paréntesis y a propósito del “ahora sí”: la democracia es un método para llegar al poder y un conjunto de reglas que limitan el ejercicio de dicho poder. No importa cuantas elecciones pudieran ganar, el chavismo rara vez, si alguna, se sometió a esas reglas. En este mismo espacio, quien aquí escribe lo viene diciendo desde 2013. Conste.



El hecho es que al chavismo no le ha ido mal con su propia versión de constructivismo, es decir, su estrategia comunicacional. Tanto que a veces Venezuela se reduce a un cruento experimento semántico, una batalla por las palabras que trivializa la tragedia humanitaria y de derechos humanos. Es que no se trata de un debate genuino sino de la construcción de una realidad paralela.



Quienes hablan de derechos humanos se han convertido en los ultras de hoy, estigmatizados por un discurso vacío que solo repite la palabra “dialogo” como si fueran términos mutuamente excluyentes
En la propia OEA, la misión venezolana circuló un comunicado el 18 de octubre solicitando al Consejo Permanente la terminación del contrato entre la Secretaría General y una firma consultora en comunicación. No es casual que ello ocurriera dos días antes que el CNE anunciara la suspensión del revocatorio. La diplomacia venezolana es como el bravucón más pendenciero del barrio: para evitar que le peguen, siempre pega primero.



Así, mientras tanto, se habla de otra cosa. Argentina se subió a ese bote en otra muestra de las reiteradas incongruencias entre lo que su presidente dice y lo que su cancillería hace, a propósito de realidades paralelas. Solicitó una reducción de presupuesto tal que paralizaría la operación del departamento de prensa y comunicaciones de la OEA, nada menos. Almagro respondió con elocuencia: la misma censura de prensa que el gobierno de Maduro aplica en Venezuela, ahora busca imponerla en el seno de la propia OEA. No dijo que, evidentemente, lo hace con socios.



Resulta inverosímil, por ello, que un régimen sin economía ni Estado, sin medicinas ni alimentos, una dictadura pura y dura tenga la capacidad de definir los términos del debate a voluntad, al punto que quienes hablan de derechos humanos—como lo hace Almagro—se han convertido en los ultras de hoy, estigmatizados por un discurso vacío que solo repite la palabra “dialogo”, como si fueran términos mutuamente excluyentes. En este fútbol perverso el chavismo siempre juega de local, con doce y con el arbitro comprado.



No son pocos los que dicen que la administración Obama se contenta con mirar correr las agujas del reloj para que Maduro aguante hasta el 20 de enero. Hace dos años que también hablan de diálogo y el chavismo se burla de ello. El Departamento de Justicia imputa a Reverol, pero Maduro lo hace ministro del interior. Liberan dos presos políticos con gran impacto en los medios, uno de ellos ciudadano estadounidense, pero apresan muchos más en secreto y torturan a los que tienen.



No sorprende entonces que ocurriera lo que se temía: la suspensión del revocatorio y las elecciones de gobernadores. En Venezuela se extinguió el concepto de sufragio y, sin embargo, esa misma idea de diálogo—“diálogo-pistola-en-mano”, como lo llamó Ibsen Martínez—ahora es política exterior del Vaticano, que se hizo presente no con uno, sino con dos enviados. Las fotos son elocuentes: los representantes papales junto a los mediadores oficialistas Rodríguez Zapatero y Fernández.


Prueba adicional que el chavismo continúa definiendo los términos del debate, es que hasta el día de hoy la MUD no ha sido capaz de descalificar el rol de Zapatero y su sesgada mediación. También una buena parte de la oposición, debe reconocerse, usa la semántica para construir su propia realidad. Juzgarán a Maduro por abandono del cargo, lo cual no necesariamente ha sucedido, y le harán juicio político, el cual sería solo simbólico ya que en Venezuela no existe el proceso de destitución por impeachment.

Y esto sin contar las propias contradicciones entre asistir o no, si en Margarita o en Caracas, al nuevo capítulo de este diálogo. El problemas más grave de la MUD es que no parecen entender que no hay manera de derrocar un régimen autoritario sin una agenda común que posponga las disputas personales. No tendrían más que darle una leída rápida a cualquier transición exitosa—España, Argentina, Sudáfrica o Chile, por ejemplo—para darse cuenta que el objetivo era uno solo: la retirada del régimen.

Lo preocupante ahora es que los acontecimientos bien podrían superarlos. La gente en la calle y el riesgo de la represión del gobierno, lo cual no ocurrió todavía en Caracas pero sí en las regiones, podría suceder el 3 de noviembre en la marcha a Miraflores, sede del Ejecutivo, convocada por la MUD. Si la cancelan, por lógica precaución, podrían distanciarse de la base. Si siguen adelante, podrían ser padres y testigos de una tragedia.

Este es precisamente el escenario que quienes invocan la Carta Democrática han intentado evitar durante largos meses. Propusieron una mediación colectiva pero en serio, un diálogo sin pistola, la intervención de la comunidad internacional, la restitución de derechos, la ayuda humanitaria. Pero esos son los ultras de hoy. Sería muy triste que ellos—la OEA, los expresidentes nucleados en IDEA, las organizaciones de derechos humanos, la prensa y muy pocos gobiernos de la región—tengan que recurrir al “les advertimos que esto pasaría”.


Ya veremos más adelante cómo se asignan las culpas y responsabilidades. De lo que hay certeza es que la víctima sería—ya lo es—el pueblo de Venezuela. Y esa es la realidad objetiva, no la paralela.

*Héctor Schamis es profesor en el Centro de Estudios Latinoamericanos y en el programa “Democracy & Governance” de la Universidad de Georgetown. 

jueves, 27 de octubre de 2016

Venezuela, Ahora: ¿Es malo Emocionar para Convencer?


Sólo para aclarar conceptos


Asdrúbal Romero M. (@asdromero)

 

I-Una respuesta necesaria


Soy integrante de múltiples grupos de whatsapp, lo cual me permite mantenerme enterado de los acontecimientos políticos en Venezuela a pesar de mi temporal distanciamiento físico. El flujo de informaciones es un tanto reiterativo pero no me importa. Hace pocos días, por varios de los grupos a los que estoy suscrito, me llega un texto de un muy respetado profesor universitario, y además buen amigo, en el cual despotrica de “ese estribillo reciente de la Neuropolítica del emocionar para convencer” –uso las comillas para reflejar sus propias palabras-. Del cual dice que nunca como ahora ha sido tan peligroso, “sobre todo porque nunca como ahora se había requerido más serenidad, más reflexión y menos la levedad de la pasión”. Así comienza la andanada un tanto furiosa de este buen amigo que amerita una respuesta de nuestra parte.

Debo hacerlo, porque tanto en mi blog, como en el del Observatorio Venezolano de las Autonomías (OVA), he publicado textos en los que he recomendado a la alianza opositora democrática la apelación a estrategias comunicacionales sustentadas en la Neuropolítica. Como también lo ha hecho mi mentor en estas lides, el antropólogo Dr. Nelson Acosta Espinoza, secretario ejecutivo del OVA, con quien he integrado un pequeño grupo difusor y promotor de estas ideas tanto en el ámbito regional como nacional. Pero antes de tratar de estructurar una respuesta lo más sintetizada posible, me resulta inescapable dar mi opinión sobre las iniciativas más recientes de la Asamblea Nacional (AN) y la MUD al haberse producido la extravagante y definitiva pateada, por parte del Régimen, del tablero donde se venía desarrollando un ya demasiado desigual juego democrático.

II-Mi opinión sobre los recientes acontecimientos

(al 25/10) 


Seré conciso al respecto. Estoy de acuerdo con el comunicado inicial de la AN, muy claro y sin ambages, así como la actitud firme y combativa  de la máxima dirigencia de la MUD en la rueda de prensa contentiva de su pronunciamiento con relación a la suspensión del RR. Muchos podíamos presumir que el Régimen terminaría actuando de la manera como lo ha hecho, de una forma o de otra, pero vuelvo a insistir en lo siguiente: a la MUD, como plataforma opositora institucional, no le quedaba más remedio que cumplir con todo el protocolo formal que le condujera a poder demostrarle al mundo, de manera fehaciente e incontrovertible, que se estaba enfrentando a un régimen que ya había decidido quitarse su última careta democrática. Ya no hay dudas ni espacio para conductas ambiguas.

También manifiesto mi complacencia con el plan anunciado por la AN en su primera sesión posterior al remate de golpe de estado propiciado por el Régimen (tengo la impresión de que el remate fue adelantado por una facción interna del mismo, el diosdadismo, y que al resto de la oprobiosa banda no le quedó más remedio que asumirlo y profundizarlo -sólo una hipótesis a verificar posteriormente-). En estos días decisivos por venir, la Unidad será el activo más importante a proteger por la MUD. Hago mía estas palabras del valioso dirigente y ex diputado Julio Castillo, con las cuales ha insistido en el valor de la Unidad de cara a lo que se nos viene encima.

¡A cuidar la Unidad! Ahora más que nunca, necesarias: la discusión serena; la reflexión acuciosa; nada de dejarse llevar por las pasiones. Nótese que estoy de acuerdo con las conclusiones que, de entrada, plantea este amigo en su texto lanzado como un guante retador a la nube digital. Lo que no veo es cuál es la relación que él construye en su cerebro para asociar, de manera biunívoca,   una comunicación política que conecte con las emociones de los ciudadanos con unas conductas tipificables como contrarias o reñidas con lo que ambos postulamos como conductas racionales y deseables en la coyuntura política actual.

III-Ahora sí: la respuesta 


La neurociencia avanza a ritmo vertiginoso. Cada día se obtienen mayores y más detallados conocimientos sobre cómo funciona el cerebro humano. Y en el contexto de esa funcionalidad también sabemos más sobre cómo tomamos decisiones. Desde 1995, año en el que el neurólogo Antonio Damasio publicó los resultados de su seminal trabajo de investigación en “El error de Descartes”, surge un nuevo paradigma según el cual ya deja de ser válido percibir lo emocional y lo racional como dos extremos opuestos en la toma de decisiones. Dice el mismo Damasio: propongo en este libro que el  razonar puede que no sea tan puramente  racional como la mayoría de nosotros piensa o le gustaría -obviamente le encantaría a nuestro amigo-. Las emociones y los sentimientos juegan un papel central en la toma de decisiones por la forma cómo nuestros cerebros están construidos. Cada uno de nosotros tiene instalada en su cabeza una gigantesca red de circuitos neuronales, un conectoma particular, y cada decisión se produce como una activación concertada de circuitos que manejan lo emocional y circuitos de razonamiento. Las emociones y la razón se entremezclan en esa inmensa red. Para bien o para mal, así funciona nuestro cerebro. Nos guste o no, este es un hecho al cual hoy se le reconoce base científica.

No se puede negar que, bajo ciertas circunstancias, las emociones y sentimientos  pueden terminar siendo bombas atómicas devastadoras del proceso de razonamiento. Esto lo reconocemos. Lo que se sabe menos –no se ha asentado todavía en la sabiduría popular- es que la ausencia de emociones y sentimientos en un ser humano no es menos capaz de comprometer su racionalidad. Son las emociones y sentimientos las que nos impulsan a decidir, “las que nos motivan para desplazarnos hacia el lugar adecuado en el espacio de toma de decisiones” –otra vez Damasio-.

Expuesto lo anterior -sobre lo cual no creo necesario extenderme más-: del núcleo duro de la Neurociencia se han derivado sub áreas de conocimiento con un perfil más pragmático, orientadas hacia la aplicación de ese nuevo paradigma en campos del quehacer humano. Por ejemplo, el Neuromarketing: ¿Por qué compramos este producto y no otro? ¿Por qué seguimos siendo fieles a la marca de cereales que mamá compraba para darnos nuestro desayuno y no una nueva, más sana, nutritiva y de menor precio?  Interrogantes que se analizan bajo la lupa del nuevo paradigma, el cual también ha sometido a revisión los viejos cimientos de las teorías económicas. Ese homo economicus estrictamente racional, que pondera, acuciosamente, las opciones entre las cuales decidir, calcula ganancias, costos, probabilidades de riesgo y busca optimizar su beneficio esperado, ya no existe más como arquetipo representativo del perfil promedio de los tomadores de decisiones. Ni tampoco existe un homo politicus equivalente, que evalúe cuidadosa y racionalmente las propuestas programáticas de todas las opciones políticas entre las que decidir su voto. Aquí es donde entra la Neuropolítica. Orientada a democratizar el conocimiento sobre una cabal comprensión de cómo funciona el cerebro político de los ciudadanos electores: ¿Cómo se generan las simpatías o antipatías hacia los diferentes partidos o líderes políticos? ¿Por qué es tan importante el sentimiento de afiliación partidista –political partisanship- como factor fundamental en la predicción electoral?

Por supuesto la Neuropolítica, partiendo de esa cabal compresión que, seguramente, todavía no se ha alcanzado del todo, ya está en la posibilidad de proponer nuevos esquemas y estrategias para lograr una comunicación política que se conecte más eficazmente con ese cerebro emocional-racional de los electores. El “Emocionar para Convencer” es eso. Se ubica en el campo de los medios o herramientas para conseguir algo y no de los fines. Esta distinción es fundamental porque nuestro amigo, en su texto, hace alusión a movimientos políticos –nazismo, fascismo, comunismo, talibanismo- que han emocionado, convencido y cuyos resultados de sus ejecutorias políticas han sido  tremendamente malignos. Efectivamente: Hitler y Chávez emocionaron para convencer  a sus seguidores de que se abalanzaran hacia dos precipicios: el de Auschwitz, emblema hoy de lo que es una experiencia histórica del mal, en el primer caso y, en el caso del nuestro, el de una debacle acelerada de un país -económica, social, institucional, moral y en todos los sentidos-  que ya apunta hacia convertirse en otro emblema de malignidad destinado a mantener llamativo lugar en los anales de la historia: ¿Cómo se puede dañar tanto en tan poco tiempo a un país? Ellos usaron a las emociones en su estrategia comunicacional para convencer a la mayoría de los ciudadanos de sus respectivos países de anotarse en proyectos cuyos fines no eran buenos. Que utilizaron mil veces la mentira y que manipularon las emociones, es cierto, pero, no se puede ir tanto allá como para generalizar una conclusión y acusar de que apelar a las emociones en la comunicación política sea malo. Lo que fue malo eran los fines de los proyectos que ellos pretendían consolidar y su alevosa maldad para manipular.

En tiempos de la Gran Depresión, cuando la mayoría de los ciudadanos americanos tenían muy poco que llevar a sus mesas, su presidente Franklin Roosevelt, con apenas dos meses en el cargo, inició sus famosas conversaciones vía radio. Se sentaba al lado de su chimenea y les hablaba como si estuviese hablando con cada uno de ellos.  Logró hablarle a los corazones y las mentes de los americanos. Tenía intelecto, pero además la capacidad para transmitirles que él estaba sintiendo lo mismo que ellos sentían –empatía-. Les dijo que ellos no tenían nada que temer, sólo podían temer de sí mismos. Fue cuando les propuso “The New Deal” –El Nuevo Trato- con el que sacó el país del barranco en el que estaba metido. Franklin Roosevelt  emocionó para convencer. Era el año de 1933. Drew Westen, en su libro “El Cerebro Político”–“The Political Brain”-, presenta este caso como emblemáticamente ilustrativo de lo que se puede conseguir cuando se le llega al corazón de los ciudadanos que, por supuesto, se encuentra ubicado en el cerebro de cada cual.

Este caso  nos muestra una historia de éxito, contraria a las esgrimidas por nuestro amigo en este sano debate. Es decir: también se puede emocionar para convencer de la participación en proyectos políticos con buenos fines. En el caso de Franklin Roosevelt: buenos fines y felices resultados. Afirmar, temerariamente, que el “emocionar para convencer” es malo es como decir que la Teoría de la Relatividad de Einstein es mala, porque de ella se pudieron extraer los fundamentos teóricos para la construcción de la bomba atómica. Es exactamente lo mismo.

En este crucial momento del país, cuando nos enfrentamos a un régimen en el ámbito de lo moral y de lo digno -porque es nuestra dignidad, como nación y como individuos, la que está siendo barrida por el piso-, creo con firme convicción que están dadas las condiciones para abanderar el cambio para el bien con un discurso moral que emocione y convenza. Un discurso, además, en el que se sientan representados los más débiles y vulnerables, porque son ellos los que más padecen el abandono de este maligno régimen a la más precaria de las suertes. ¡Ahora más que nunca!

Como diría mi abuela, creo que nuestro amigo confunde la gimnasia con la magnesia cuando entremezcla en su argumentación medios con fines. Más explicativamente: medios utilizables para convencer con los fines que se propone el que busca convencer. Extrapola de los resultados, en los ejemplos por él seleccionados, hacia atrás para extraer conclusiones generalizadas sobre un medio utilizado. Pero no sólo existe esa confusión en su texto, también confunde los tiempos. Pareciera insinuar que de prosperar una estrategia de emocionar para convencer a la gran mayoría de los venezolanos de su participación política decidida para acabar con esta pesadilla de régimen, entonces a la hora del diseño estratégico de los planes y acciones: esto se acometería al calor de unas pasiones inconvenientes que podrían dar al traste con la posibilidad de tener éxito. Confunde el tiempo para acopiar convicción ciudadana con el tiempo para la acción política.

Ya para terminar, lo más raro y contradictorio de todo es que al leer el texto de nuestro amigo –lo voy a colgar como comentario en mi blog sin identificación del autor-, uno lo percibe cargado de emocionalidad. Extraño para quien coloca en un altar del Olimpo la virtud como control de las emociones. También le parece muy llamativo esto al profesor Octavio Acosta,  quien en su muro facebook se permite escribir sus comentarios respecto al mismo texto, cuando le dice: “Tu escrito está impregnado de emociones, sin que tú mismo las percibas” –ver en el siguiente enlace https://www.facebook.com/octaviocultura/posts/10210783113435845 -.
 

IV-Una anecdótica conclusión final


Mi interpretación de este hecho curioso es que lo que está ocurriendo en Venezuela es tan grave, dantesco, nefasto, terrible, que nos trae a todos afectados, emocionalmente, sin realmente tener consciencia de cuán afectados andamos, sobre todo a los que más tenemos consciencia de la dimensión del problema. Esto obnubila nuestro juicio. Hemos comenzado a percibir  todo a través del filtro de nuestra  dolorosa realidad venezolana. ¡Qué no es de alegres colores precisamente! Sean: personajes; acontecimientos; textos; resultados científicos, etc., incluso aquellos que tienen una reconocida aceptación en el ámbito mundial. Basta que ese “aquello” tenga algún tipo de relación con el Régimen, para que lo juzguemos en atención a la naturaleza de esa relación.  Por esta vía ya ni el Papa, que tan buena publicidad tiene en el mundo, nos está gustando mucho. Por esta vía, un Trump con tanto rechazo generalizado, comienza a gustarle a algunos compatriotas –“ese es el loco que les va a mandar el ejército de los Estados Unidos a estos…”-. Por esta vía, unas técnicas nacidas de un cambio de paradigma reconocido científicamente, las rechazamos, porque aquí las emociones han sido utilizadas para el mal – es prácticamente esto el principal argumento de nuestro amigo-.

Les voy a poner un ejemplo tonto que me ocurrió a mí recientemente.  Estrenaron aquí en Madrid la película “Snowden”. Me interesó mucho verla, hasta que me enteré que el director era Oliver Stone. Me pregunté: ¿Y qué te pasa a ti con Oliver Stone?  ¿Acaso en el pasado no me habían parecido excelentes: películas dirigidas por él como “Nacido el 4 de Julio”, “JFK” y “Asesinos Natos” (“Natural Born Killers”)? Siempre lo había tenido por un gran director hasta que visitó a Hugo y le hizo un documental “Mi amigo Hugo” (2014). ¿Otro de la fauna hollywoodense que intercambió fotos y jaladas por jugoso financiamiento? No lo sé, realmente no me consta. A lo mejor, es sincera su admiración. Al final, decidí verla. Me resultó interesante la denuncia expuesta sobre el Gran Hermano que nos tiene a todos vigilados. Pero ya no le compro todo lo que me dice, no puedo, como si estuviese picado de culebra, tengo la sensación de que alguna mentira me habrá colado con la finalidad de manipularme mejor. ¡El filtro!


Pónganse a reflexionar. Nos está pasando. Un buen día se levanta uno cargado, con el filtro a millón; se va a la Grecia que ama; se olvida de toda la ciencia y filosofía que han pasado debajo del puente y se escribe, irreflexivamente, algo que no tiene nada que ver con tu intelectualidad. Le puede ocurrir a cualquiera. A mí me ha pasado, después me he dado cuenta, pero nada tan evidente. Por cierto, los comentarios de Octavio Acosta no tienen desperdicio. 

domingo, 9 de octubre de 2016

Para emocionar, el discurso debe ser moral.


Legado Maldito


Asdrúbal Romero M. (@asdromero)

La historia cuenta los hechos, la sociología describe los procesos, la estadística cuenta los números, pero no es sino la literatura la que nos hace palpar todo ello allí donde toman cuerpo y sangre en la existencia de los hombres. (Claudio Magris)


Es muy posible que a muchos de ustedes les haya llegado, vía redes sociales, la historia del paciente siquiátrico maracayero, Accel Simeone, quien tenía semanas sin poder tomarse su medicación antipsicótica antes de que, en una crisis esquizofrénica, se hiciese daño a sí mismo tratando de cortarse un brazo con una amoladora eléctrica. Es una crónica de vida con nombre propio, sólo una de los tantos dramas que convergen en esta increíble patria en la que nos hemos convertido. Patria, Patria Querida, puedo escuchar su canto.

La narración de lo ocurrido a Simeone es parte de un reportaje más extenso del New York Times - http://www.nytimes.com/es/2016/10/02/la-enfermedad-mental-y-la-escasez-convergen-en-una-realidad-dantesca-en-venezuela/-. Sus autores han practicado lo bien sabido: un drama como el nuestro no sólo se retrata con números. Hay que llegar al cerebro emocional de los lectores con la narración de lo singular, de lo personal, con historias de vida que te oprimen el corazón. Como la de Omar Mendoza, un paciente recluido en el hospital siquiátrico El Pampero (Estado Lara) que la Crisis le ha reducido a 34 kilos. Su foto (ver arriba) la pueden conseguir en otro reportaje del mismo periódico neoyorquino: http://www.nytimes.com/es/2016/10/03/el-sufrimiento-de-los-pacientes-psiquiatricos-de-el-pampero-en-venezuela/. Pacientes olvidados por el Estado, en hospitales sin agua corriente, escasez de comida y medicamentos. Es la patria que nos va quedando. Patria, Patria Querida, vuelvo a escuchar su voz. No puedo evitar sonreírme con rabia, sí con rabia, mientras observo las dantescas fotos del reportaje.

Mi referencia a estos dos reportajes no es gratuita –asimismo pude haber incluido el publicado en Francia, también sobre la crisis de la salud, con la foto que dio la vuelta al mundo de los neonatos colocados en improvisadas cajas de cartón-. Lo que persigo es marcar un contraste. En ellos se trata de plasmar una realidad, que viene generando mucha atención en el ámbito internacional, de cómo un país rico ha sido conducido a tal nivel de indigencia y primitivismo –esa percepción un tanto mitológica, en mi opinión, de la venezuela rica está también muy difundida allende nuestras fronteras-. No se trata de difundir una información con la deliberada intención de lograr algún objetivo de comunicación política. Sin embargo, lo que ellos hacen, la forma cómo ellos presentan la información, apelaría con mayor eficacia al cerebro político emocional de unos pretendidos recipiendarios de un mensaje opositor, que el prevaleciente discurso falto de pasión y carácter de nuestra principal estructura política opositora. ¡He aquí el contraste!

Venezuela esta viviendo una experiencia histórica del mal. A nuestros compatriotas los están matando: sea por inanición; por la afectación de problemas de salud que en condiciones normales serían resueltos por una elemental atención oportuna o porque son víctimas de esta creciente guerra del todos contra todos en la que el Estado, en abandono de su primordial responsabilidad, se hace el ciego. Qué duda queda de que estamos inmersos en una de esas experiencias que la historia reciente ha simbolizado en Auschwitz. El país se encamina a convertirse en un gigantesco e innovador campo de concentración, donde no hará falta la doble cerca con alambre de púas, ni las altas torres de vigilancia desde donde dispararían a matar a quien osara escapar, para transformarnos en seres famélicos en las cercanías de lo inevitable. Apenas hará falta un diminuto y tradicional Sachsenhausen para los presos políticos en castigo por su atrevimiento a rebelarse. Esta es la luz del hacia dónde vamos si no lo evitamos.

Esta experiencia del mal, como toda experiencia, es subjetiva. No la encontraremos en los libros de historia sino en los relatos. Por ello, como lo señala el filósofo Joan-Carles Mèlich: “la narración se convierte en un artefacto antropológico y ético de primera magnitud, porque es la lectura de los relatos lo que puede activar la dimensión ética de la memoria al provocar en el lector una experiencia (quizás no personalmente vivida) del mal”.

Hace ya algún tiempo que el problema de nuestro país traspasó los límites que lo podían circunscribir a ser un problema político, ha pasado a ser un problema moral. El discurso de la oposición, entonces, tiene que ser moral. Para ello dispone de la infinidad de relatos dramáticos que se derivan, día a día, de esta experiencia histórica del mal sobrevenida de un legado maldito. Aunque no debería ser necesario aclarar, lo haré: cuando se habla de relatos, ello no les limita a la narración en palabras. Las imágenes también relatan, igual toda la amplia gama multimedia que la tecnología hoy pone a nuestra disposición.

Como bien lo ilustra el antropólogo Nelson Acosta Espinoza, en su interesante artículo esta semana, para el blog del Observador Venezolano de las Autonomías (OVA), “Uribe: Emocionó y Convenció”: “El ex presidente Álvaro Uribe, por el contrario, logró enmarcar la decisión del “NO” de forma emocional y moral: ¿es justo que quienes han matado, violado, mutilado, secuestrado y dañado a tanta gente inocente reciban ahora indulto, poder político, escaños en el Congreso y dinero del pueblo? Emocionó y logró convencer a una mayoría de la población”. Logró el triunfo, contra todo pronóstico, en una relampagueante y súper eficaz demostración de excelente comunicación política. Eso es lo que hace falta acá. Enmarcar nuestro discurso político en el gravísimo problema moral que tenemos entre manos. Cómo unos seres que no se conduelen del contexto de sufrimiento al que ha llevado a sus compatriotas la herencia de un legado maldito, que son agentes de un mal radical, pueden aspirar a que les dejemos seguir perpetrando más daño.

 Los relatos abundan y la creatividad en el país estoy seguro que existe. Tiene la Oposición que organizarse para darle estructura a la recolección de esos miles de testimonios y, partiendo de los relatos singulares de las víctimas, elaborar un discurso político duro, moral, apasionado, con carácter, porque se merecen que les hablemos con carácter. Se sorprenderán al ver que ese discurso sí emocionará y convencerá. No ese accesorio y desapasionado que se distrae la mayor parte del tiempo en los medios procedimentales y en las tretas y argucias de un régimen que ya debiera estar moralmente desacreditado.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Mi aporte para la difícil decisión que deberá tomar la MUD


¿Y Ahora Qué?


Asdrúbal Romero M. (@asdromero)


Ahora sabemos con mayor certeza que de las cuatro rutas para salir del Gobierno, de las cuales la MUD anunció después del 6D se iba a seleccionar una y se lo comunicaría al país en un lapso de seis meses, tres de ellas dependían de la “buena voluntad democrática” del Régimen. La selección no la hubo porque no fue posible arribar a un acuerdo y se anunció una salida salomónica: se intentarían las cuatro simultáneamente. También sabemos que esto no ocurrió, que al final prevaleció la tesis del Referéndum Revocatorio (RR).

Recordemos las cuatro: Petición de Renuncia, RR, Enmienda Constitucional y Constituyente. La ruta de la Enmienda dependía de si el Régimen, a través de los otros poderes públicos sobre los que mantiene el control, reconocería las resoluciones de la Asamblea Nacional. Es harto evidente a estas alturas que tal reconocimiento no se iba a producir, por lo tanto esa era una ruta conducente al fracaso. Las del RR y Constituyente dependían de las decisiones del poder electoral: de si el CNE, cumplidos todos los requisitos previstos en el marco constitucional, convocaría los eventos respectivos que posibilitaran la concreción de tales vías. Ya hemos constatado lo que el CNE ha hecho con el RR. No debe quedarnos ninguna duda que de igual forma habría procedido con cualquier solicitud para activar un proceso constituyente. Sobre esta ruta habría que aclarar que siempre ha existido la posibilidad de una constituyente paralela –no reconocida por el Régimen-, pero esta sería equivalente a una implementación alternativa del artículo 350. Para que de ella se pudieran derivar efectos reales, tendría alguna organización en rol de árbitro armado reconocer e imponer los mandatos de esa rebelde constituyente. De no ser así: pura masturbación y riesgo abierto para sus promotores. En síntesis: las tres –Enmienda, RR y Constituyente- dependían para su éxito de qué tanto iba a mantenerse apegado el Régimen a las reglas de juego democrático.

Ahora sabemos con total certeza que el Régimen siempre ha estado dispuesto a darle una patada a la mesa cuando le fuera necesario. Como el RR fue lo que prosperó, ya obtuvimos la constatación de tal disposición vía CNE. Por supuesto, muchos me pueden decir: pero eso ya se sabía. Ciertamente, todo parece indicar que unos cuantos lo han intuido y pregonado, pero esa creencia no ha pasado a ser una tesis admitida como verdadera por la mayoría. En mi caso: yo podía albergar algún presentimiento de lo que iba a ocurrir -  de allí mis reservas de que todos los huevos se pusieran en la canasta del RR-, pero no podría afirmar que estaba 100% seguro de la respuesta del Régimen. Por esta razón, concediendo el beneficio de la duda a una plataforma institucional como la MUD: esa era una etapa del juego por la que había que pasar. Había que demostrar, contra cualquier género de duda, que el Régimen ya no estaba dispuesto a ajustarse a las reglas del juego democrático. Ahora lo sabemos. ¿O queda todavía algún residuo de duda?

Es muy factible lucir errático jugando con las reglas democráticas frente a un régimen que no las respeta. Como despabiladamente lo señala mi estimado amigo Octavio Acosta –en un comentario a mi artículo “Preso pero libre”-: “La situación pareciera conducir a lo siguiente: el seguimiento fiel de las reglas del juego democrático no le ha servido a la oposición y todo parece indicar que no le servirá. "Hay que hacer algo más" clama mucha gente. "La oposición anda errática, sin saber qué hacer", también se dice. Es lógico, si usted sigue las reglas y ellas no les sirven de nada, porque el adversario, quien tiene el poder, no las respeta, eso de cajón le produce un desconcierto, andará errático porque no sabe qué hacer. Y usted se hace también la pregunta "¿qué debo hacer?". El asunto se complica, porque ese "algo más" que todo el mundo clama no puede ser "democrático".

¿Qué puedo agregar? La última decisión del CNE coloca las reglas de juego en otro contexto. Ya es hora de que la MUD admita como premisa que no está desempeñándose en un cuadrilátero regido por reglas democráticas. ¿Qué nos queda? Activar una campaña admirable para forzar la Renuncia. La ruta que más me gustaba desde el principio. Pero eso es muy difícil. Maduro no va a renunciar –parece que escuchara miles de voces diciéndomelo-. Cierto, pero es tan difícil, quizás algo menos, que las otras rutas llenas de recovecos espinosos donde el Régimen nos iba a continuar emboscando con sus sempiternas trampas propias de un comportamiento dictatorial.

Si tenemos un objetivo claro: cambiar de régimen y cuatro rutas, una directa-la Renuncia- y otras tres indirectas, por cuanto dependen de la concreción de otros procedimientos intermedios que son, al menos, igualmente difíciles de alcanzar, por qué no irnos por la línea recta.  Más clara, más directa. Porque además nos permite concentrar todo el repertorio comunicacional en la madre de todas las crisis. En un artículo anterior, yo hacía referencia al video de Carlota Flores en la campaña presidencial de Luis Herrera (1978). La crisis actual da para millones de videos, infinitamente, más dramáticos que el de Carlota Flores. Señores, el pueblo más desprotegido está pasando hambre. Los neonatos se mueren todos los días en los hospitales públicos de todos los estados. Los viejitos se mueren por falta de medicinas y tratamientos oportunos. Sólo hay que incorporar la empatía con ese pueblo que está sufriendo lo indecible, lo nunca antes padecido en Venezuela, para disponer creativamente de los elementos comunicacionales que nos permitan desarrollar, con solidez y credibilidad, nuestra campaña admirable. Todo el mundo va a saber que estamos hablando con la verdad, porque la mega crisis ya no se puede ocultar ni le es desconocida a nadie. Hasta el Régimen está consciente –¿tendrán consciencia?- de que la multidimensional y gigantesca crisis, casi una bomba atómica,  constituye su vulnerable talón de Aquiles.

No es lo mismo plantear una diatriba contra las verdugos del CNE porque no nos ponen el número de máquinas para el RR que consideramos justo, que invocar una narrativa de urgencia frente a los nefastos efectos que está generando la Crisis –sí, de aquí en adelante con mayúsculas, como lo amerita-. Este es el camino para intentar concienciar a los ciudadanos que están haciendo colas y pasando hambre, de la necesidad de un inmediato cambio de modelo para comenzar a frenar este acelerado rumbo hacia una tragedia. Hay que intentar involucrarlos con un discurso en el que ellos se sientan representados. Las dos colas, la del RR y las de todos los días, nunca se llegaron a unir. ¿Cómo podía lograrse con un discurso giratorio alrededor del litigio por un RR que, conforme han transcurrido los días, lo han percibido más distante en el tiempo y más lejano a sus inmediatas necesidades? ¿Cómo podía aspirarse a que se sintieran representados?

Considerando que el Régimen ya nos la ha puesto bien clarita (la bola de cristal): ruta que dependa de ellos no va porque, aquí, juego democrático no hay. Considerando que existen los argumentos sólidos para que no se perciba como un abandono el no insistir en un procedimiento que nos ubica el RR en el 2017, no sólo los jurídicos y la restricción de condiciones, sino que ese RR sencillamente no le sirve al pueblo, no se trata de que se vaya Maduro, se trata de que se vayan todos con su modelo empobrecedor pal carajo.  Ya no podemos seguir distrayéndonos en rutas indirectas que lo que hacen es incorporar tópicos y complicaciones adicionales, aquí hay un solo tema: la Crisis, ¡por respeto a los que están sufriendo!

¿Se  puede dialogar con el Régimen? Claro que sí, pero abanderados con el tema de la Crisis. Con cifras y datos: miren adónde nos han traído; miren hacia dónde vamos; se tienen que ir ya; cuáles son las condiciones en las que están pensando deba garantizárseles para irse ya (escucharlas no implica aprobarlas: ese sería el tema de negociación). Este sería el marco conceptual, el frame, dentro del cual les hablaría. Creo, sinceramente, que a estas alturas no debiera apelarse a otro. A ellos sólo hay que hablarles donde les duele, de la Crisis. No nos queda de otra: comenzar a escalar por la pendiente aparentemente más dura, quizás nos sorprenda y no lo sea. El poderoso contexto de la Crisis les está haciendo mella a ellos también. Nosotros, políticamente hablando, desde el 6D para acá no hemos sido lo suficientemente eficaces en explotarlo. De aquí en adelante debe ser nuestro único recurso. La Crisis ¡La Crisis! Deben irse ya.  Ya no hay tiempo para seguir inventando, ni ellos ni nosotros. Así lo veo yo.

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