jueves, 12 de diciembre de 2013

Reflexiones Post 8D

El Modelo MUD: ¿Agotado?

Asdrúbal Romero Mujica (@asdromero)

No importa la alharaca que monten a través de los canales de su hegemonía comunicacional, el Gobierno rumia en sus entrañas un preocupante resultado. Particularmente al PSUV le fue muy mal, ni siquiera logró los cinco millones de votos que la mayoría de los analistas políticos consideran es el tamaño de su clientela cautiva (empleados públicos, beneficiarios de su misiones, etc.). Quizás la arriesgada estrategia “DAKA” les reportó algunos dividendos electorales, pero estos quedaron sepultados por el tsunami que se les viene en contra: el creciente descontento en sus seguidores derivado de una crisis económica que ya se les ha ido de las manos.
Me comentaba un amigo, muy informado de las interioridades del otro lado del muro, que en una elección anterior: el 70% de los electores en un nuevo urbanismo cuyas viviendas habían sido regaladas por este régimen no habían acudido a las urnas. Que a ellos les preocupaba esa “deslealtad”. ¿Y qué les extraña? Si este socialismo ramplón lo que ha servido es para criar una clientela dependiente que pide más y más, porque no dispone de medios propios para afrontar su permanente crisis vivencial. Y cuando ya no se les puede continuar dando, responden como castigo con total indiferencia electora. Dame, dame o sino no voto. Se sienten defraudados, con o sin razón, todavía no sienten la motivación de poner sus esperanzas en una opción del otro lado del muro, pero al oficialismo ya no le quieren votar. En una parroquia eminentemente chavista (Miguel Peña en el Municipio Valencia), la participación bajó de un 80 a un 52,5 por ciento de las presidenciales de abril a este 8D. Una emblemática demostración del castigo abstencionista que propinó un creciente sector otrora pro oficialista: ¡que tiene su explicación! Quizás no tan descarnada como la que les he bosquejado, con diversas variantes, pero todas contentivas de un factor común: el nefasto impacto de la crisis social y económica que a ellos más les afecta.  
  Y la abstención del lado opositor: ¿Cómo se explica? Porque vamos a estar claros, la oposición representada en la MUD también tuvo su descalabro. Se puede matizar: no tuvo prácticamente acceso a los medios de comunicación; los recursos de los que dispuso para hacer campaña brillaban por su blanca palidez frente a la grosería de dispendio electoral del Gobierno (ayer estuve en Caracas y lo de los afiches de Villegas rayaba en lo grotesco e inmoral); el CNE se dejó irrespetar hasta límites nunca vistos, permitiendo una campaña que podríamos proponer para el libro de records mundiales de Guinness por su inequidad. Todo lo anterior es verdad, pero   por otra parte: La crisis no es un “coco” que está por venir. Ya la tenemos instalada en nuestros predios y con tendencias claras de evolucionar hacia daños verdaderamente severos a nuestro modo de vida.  Nos ha empobrecido y nos va a empobrecer aún mucho más. Además, ya hemos sido testigo de las respuestas absurdas que este gobierno diseña para hacerle frente. ¿Qué más nos resta por ver? Por esto y porque en esta etapa de crisis siempre he supuesto que el voto opositor tiene en promedio un mayor nivel de educación y por ende: mayor capacidad para tomar conciencia sobre el tipo de sociedad hacia la cual se nos quiere conducir, es que no lograba entender, esa noche del 8D, que de los más de siete millones trescientos mil electores que votaron por Capriles en abril, la votación opositora fuese tan menguada por la abstención.
Así lo puse en un “tweet” y alguien me recomendó que al calor de tan frustrantes resultados mejor era: no exteriorizar opinión. Pero continuaba preguntándome: ¿Era errada mi premisa de que todos esos opositores de abril debían tener, ahora, mayor conciencia de las razones por las cuales a este gobierno había que propinarle un nocaut electoral? Para mí era como si en una pelea de boxeo, tuviésemos al contrario mareado, propenso a caer a la lona si le propinásemos un buen golpe, y nos abocáramos a dar saltitos mingoneando para permitirle que se mantuviese en pies hasta el final del round. Por supuesto, una imagen metafórica, como simbólica y muy acertada era la tesis de asumir estas elecciones como un plebiscito. No iba a sacar a Maduro de la Presidencia, obviamente, pero lo iba a frenar en sus intenciones que, por lo demás, a estas alturas ya están claramente develadas (por si acaso todavía alguien tenía dudas al respecto). ¿Qué tan diferente sería hoy el ambiente político en el país si la Oposición hubiese obtenido al menos unos seis millones y medio de votos?
La tesis plebiscitaria tenía además la virtud de sobre imponerse por encima de algunos niveles de ruido opositor ocasionado por el descontento con relación a algunas candidaturas locales. El caso de Evelin Trejo en Maracaibo es un ejemplo emblemático: si la motivación anti gobierno no hubiese movilizado a muchos hacia las urnas, otro gallo estaría cantando en ese patio cuyo potencial opositor fue desaprovechado. Otro tanto, aunque en menor medida, podría decirse de Cocciola en Valencia, aunque haya resultado victorioso por un buen margen (seguramente habrá otros ejemplos, pero me refiero a dos escenarios sobre los que dispuse de suficiente información). Al final, ese sentido de urgencia que pretendía transmitir el mensaje plebiscitario de La Unidad no cuajó en su totalidad y no queda más remedio que tratar de entender lo que me resistía a entender esa noche de duros insultos contra los opositores que no votaron. Eso sí, sigo negándome a creer que el único argumento explicativo sea la naturaleza local de las elecciones. Esto podría ser válido en el caso de un país en circunstancias políticas y económicas normales y ese no es, ni remotamente, nuestro caso.
Por razones de extensión, me atreveré a proponer sólo dos temas a considerar en el análisis de las posibles causas de la abstención opositora (por supuesto que hay otros): la desconfianza en el CNE es uno. Aunque se han desarrollado buenos argumentos para motivar el voto como vehículo para derrotar también esa evidente parcialidad del árbitro electoral, se observa que la duda sigue haciendo mella en muchos electores. El otro es el agotamiento del modelo MUD como plataforma integradora de las fuerzas democráticas. Es evidente que ha crecido un sentimiento disidente sobre la forma cómo se está conduciendo a la Oposición  – a lo mejor sigue siendo la adecuada, pero requiere de su legitimación en un escenario de mayor participación democrática. Esto lo reflejan los resultados del 8D: un crecimiento nada desestimable de los votos obtenidos por grupos opositores al Gobierno que actuaron fuera de la MUD (casi un 20%).  Algunos pretenden agotar la discusión acusándolos simplemente de divisionistas. ¿Por qué no pasearse por el argumento de que no se dio la adecuada acción política que permitiera alinearlos en una estrategia unificada? ¿Hasta cuándo una cofradía de partidos puede tener el derecho exclusivo de decidir sobre candidaturas sin que otras fuerzas opositoras se sientan que sus propuestas y liderazgos no son tomadas en cuenta? Fue ese 20% adicional lo que permitió matizar el resultado final: la Oposición ganó, sí, pero fue una victoria pírrica y no podemos darnos el lujo de repetirnos en este esquema. Por esto es que urge un esfuerzo serio de reorganización de las fuerzas democráticas, pero esto será ya objeto de consideración en otro artículo. 


sábado, 7 de diciembre de 2013

¿Le funcionará la estrategia al Gobierno?


¿Navidad Adelantada?

Asdrúbal Romero Mujica (@asdromero)


Una interrogante que ha rondado por mi mente todos estos días es si al Gobierno le funcionará la arriesgada estrategia que ha ejecutado de cara a las elecciones del 8D. En primer lugar, es obligante mencionar la operación “Navidad Adelantada” (¿Recuerdan “Tormenta del Desierto”?). Llama significativamente la atención la perfecta coordinación y sincronía de las acciones tendientes a crear la ilusión de bonanza prenavideña. Veamos, por una parte: un importante esfuerzo de la Tesorería Nacional enfocado a lograr la cancelación total y ligeramente adelantada de tres meses de aguinaldo a toda la nómina dependiente del erario público (no es lo habitual, como lo podríamos testimoniar los profesores universitarios respaldados por nuestras experiencias más recientes). Como agradable complemento: un nada desestimable incremento de las líneas de crédito para los tarjetahabientes de los bancos manejados por el Gobierno, que se nos comunicó a través de nuestros buzones de correo electrónico. Otros bancos no gubernamentales acompañaron la medida.  No sabemos si por alineación voluntaria o compulsiva con la estrategia política del Régimen, o por el simple deseo de no quedarse atrás en el juego competitivo. El resultado: un incremento no esperado, en todo caso: no cónsono con la real situación económica del país, del poder de consumo de muchos ciudadanos justo unas semanas antes del 8D.

Pero con la inflación haciendo de las suyas, lo anterior no era suficiente. El Gobierno  optó por completar su “plan perfecto” actuando también sobre el otro lado de la ecuación: los precios. De aquí la arremetida contra las empresas vendedoras de productos electrónicos y línea blanca, extendida luego hacia otras líneas de productos que se caracterizan por un patrón estacional de demanda con máximos en la temporada navideña. Bajar los precios a como dé lugar ha sido la consigna, con razón o sin ella, por las buenas o por las malas, todo vale con tal de recrear esa sensación de que la fiesta puede continuar. Lo hicieron en el 2012, a punta de endeudamiento público. Ahora, cuando ya nadie les quiere prestar (y si lo hacen será en unas condiciones excesivamente leoninas para el país), su desesperación les lleva a mostrar de lo que son capaces. Cuando ya no dispongan de recursos públicos para repartir,  arremeterán contra la propiedad privada para distribuir lo que no es de ellos. Si los dejamos, llegará el día en que se metan en tu casa para obligarte a compartirla.

Abundante dinero en los bolsillos de la gente fue la clave para ganar en el 2012, ahora la complementan con precios artificiosamente bajos en aras de pretender ocultar el marcado deterioro de las condiciones económicas del país. Así es que piensan comprar la victoria del 8D, ¡por eso es que adelantaron la Navidad! Una estrategia cuidadosamente planificada que ha sorprendido incluso a los estrategas de la Oposición. Desearía uno que fueran igual de organizados para resolver los problemas del país, pero ya sabemos que a esta gente lo que realmente la moviliza es su deseo por mantenerse en el poder.

Muchos analistas políticos han señalado que la operación “Navidad Adelantada” ha resultado beneficiosa para el Gobierno. ¿Será lo suficiente como para compensar la percepción de acelerado deterioro de la calidad de vida que los pobladores de este país hemos internalizado desde abril hasta esta fecha?  Ya en octubre, el 73% de los venezolanos evaluaba negativamente la situación del país (Datanalisis). ¡Una pérdida de cuarenta puntos porcentuales en menos de seis meses! El Gobierno lo sabe, de allí que su arremetida para bajar los precios de ciertos productos la haya articulado a otra estrategia inspirada por motivos pocos navideños: Culpar a los empresarios de la mala situación económica. Con ello, trata de evitar que el señalamiento de ser el responsable de la crisis recaiga sobre sus espaldas y persigue, también, recurrir una vez más a una estrategia que le ha funcionado en el pasado: Polarizar, Polarizar y Polarizar. Por esto: las cadenas de todos los días con rebuscados ejemplos de especulación; la satanización del Presidente de Fedecámaras, Jorge Roig, como singular cabeza de turco y su asimilación a la imagen del desprestigiado Carmona; la rememoración del Paro Petrolero y otros paralelismos históricos que ya no vienen al caso.

Maduro se mete de lleno en la campaña reivindicando la bandera del resentimiento social y blandiendo el hacha de la guerra contra el sector empresarial, busca reactivar para su causa al voto chavista. Ofrece diez mil becas al exterior; tablets para todos los estudiantes universitarios; 400000 electrodomésticos; carros más baratos; villas y castillos; ¡lo que sea! Lucen todos, él y su corte, desesperados porque saben que el 8D se juegan la vida. Y nosotros, los que nos oponemos a su forma irresponsable y aventurera de gobernar, deberíamos saber que una victoria suya (incluso una derrota por muy estrecho margen) le otorgaría una visa democrática (o más bien: una patente de corso) con validez para los siguientes tres años. Deberíamos todos los días, al levantarnos y acostarnos, hacer inspirados ejercicios de imaginación sobre cómo sería ese país que tendríamos al cabo de esos tres años. Si hiciéramos esto, visualizaríamos con claridad el carácter plebiscitario que tiene esta elección.

¡A este gobierno lo frenamos con votos! En esta especie de oración se sintetiza la rebeldía que ha invocado en mi persona la estrategia que ha puesto en práctica el Gobierno. Y debo suponer que en muchos otros, como por ejemplo: los trabajadores de muchas de esas empresas que se irán a pique, como consecuencia de las temerarias acciones que ha emprendido Maduro a fin de construir un escenario de engañosa ilusión.  Por esto, aunque no me niegue a reconocer que el Gobierno podrá obtener algunos resultados positivos de su estrategia en ciertos sectores de la población, considero que la misma es altamente riesgosa y como tal: nadie puede asegurar que el balance final sea netamente positivo a su favor. El resultado sólo se sabrá el día de la elección, pero bien vale la pena analizar antes que ésta se dé algunos de los riesgos en los que ha incurrido el Gobierno.

La operación “Navidad Adelantada” requería de un manejo demasiado preciso de su tiempo de ejecución. No ha sido así, el apresurarla  ha permitido que de ella misma se devele una visión demasiado temprana y dramática de lo que viene después. Los anaqueles vacíos, como si los hubiese barrido una tormenta del desierto, se constituyen por sí mismos en augurio de la espantosa escasez que les sobrevendrá. ¿Cómo se repondrán los inventarios? ¿Lo hará el Gobierno? –es lo que ha anunciado. Tendremos mercales para productos de ferretería y pdvales para repuestos de carros. ¿Quiere eso la gente? Quizás a los del extracto E no les importe mucho, ¿y al resto del país? Muchos se hacen estas mismas interrogantes en las colas de la marabunta. Están allí para aprovechar una oportunidad o para adquirir un producto que tienen temor que después de esto ya no lo podrán conseguir a ningún precio por demasiado tiempo. Hacen la cola pero Maduro no los ha logrado engañar, no van a votar por sus correligionarios.

Quienes estamos conscientes de lo mal que está el país y cada vez somos más, sabemos que la causa de todo radica en un modelo fracasado que ha destruido la capacidad de producir en el país. Cada vez importamos más, de manera tal que han sido, precisamente, ellos los que han promovido la costosa dolarización de nuestra economía -un contrasentido con lo que predican. Ahora quieren echarle la culpa al que se arriesgaba a comprar sus mercancías al precio del dólar innombrable porque ellos no tenían suficientes para darle de los baratos. Ese, que fue víctima de su viveza, no va a reponer inventarios, va a esperar si es que puede aguantar y despedirá a la mayoría de sus empleados, si no todos. Desempleo y escasez pintan el futuro que la gente ha comenzado a avizorar, ayudados por el “trailer” que les ha exhibido el Gobierno como avance de lo que viene.

Adicionalmente, la estrategia de polarización  habrá activado al núcleo chavista, pero también está teniendo el efecto de activar a los opositores, muchos de ellos que estaban entibiados por las insensateces de la política local comienzan a reconocer el valor del voto en contra, les guste o no el candidato de su localidad o las mamarrachadas de la MUD local. La abstención en el bando opositor la ha reducido la estrategia agresiva del Gobierno. Así que no todo lo que brilla es oro, le diría a los analistas políticos. Aunque sea verdad que en esta elección la agenda la ha impuesto el Gobierno y que la Oposición ha lucido más bien a la defensiva, en este país se ha sembrado tanto deterioro que no debería extrañarnos que la tendencia del voto castigo a la calladita se imponga, para terminar resonando como severo cornetazo.

No me gusta la desesperación con la que Maduro pretende envolvernos en su gran farsa y me preocupa. Me suena a que está dispuesto a lo que sea. No me extrañaría que intente amplificar el tamaño de la trampa electoral o que el 8D veamos una mayor violencia instigada contra los testigos de la Oposición. O que derrotados finalmente se atrevan a darle una patada a la mesa. Contra eso, lo único que tenemos a la disposición son votos y más votos. Vamos a avasallarlos con votos, tantos que brillen como una estrella que se vea desde Belén.

 

lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Qué es lo que está detrás de esta arremetida estratégica del Gobierno?

Las Verdaderas Razones

Asdrúbal Romero Mujica (@asdromero)

El Gobierno en su más reciente arremetida estratégica pretende detener su estrepitosa caída de imagen tratando de engañar, una vez más, al pueblo, sobre todo al segmento que le ha favorecido con su voto en anteriores contiendas electorales. Para ello, hace ver que está tomando radicales medidas contra las causas de la problemática económica que aqueja a la gente cuando, en verdad, lo que está es tratando de aprovechar con fines electorales los síntomas de una enfermedad cuyas causas estructurales son mucho más profundas. Actúa como el médico que intenta bajar la fiebre sin realmente averiguar cuál puede ser la raíz infecciosa que la está originando.
Actuar en contra de la especulación, que sería necio negar su existencia, o contra el acaparamiento, con el fin de enfocar el dedo acusador sobre el sector empresarial como el causante de todos los males que aquejan a nuestra economía es pura y dura manipulación, además, a estas alturas, pavorosamente irresponsable. La principal causa de todos esos síntomas, exacerbados por el galopante deterioro ético  a todos los niveles, es la pérdida acelerada del valor de nuestro signo monetario frente al dólar. El Régimen pretende ocultar que nuestra moneda ha perdido cien veces su valor en estos últimos quince años, de lo cual es el único responsable, pero como la economía real actúa como un cuero seco: esa disparidad disparada entre el verdadero valor de los bienes fuera de nuestras fronteras y el valor que el Gobierno pretende imponerles aquí dentro, está en el núcleo de la explicación de todos esos síntomas que tratan de vendernos como los causantes de nuestra crisis.
Mejor ejemplo de lo que digo no lo podrán conseguir, si no leen el espléndido y valiente artículo de Milagros Socorro en El Nacional de este domingo (24/11/2013) titulado “Caravanas de  200 camiones”. “No hay en la actualidad ninguna actividad más rentable en Venezuela que el bachaqueo”, así comienza la excelente radiografía de un negocio donde el simple traslado de un bien adquirido a precio regulado en Maracaibo hasta el otro lado de la frontera con Colombia, le incrementa el valor siete o más veces. ¡Qué hay una red de corrupción que ampara a ese negocio!  ¡Claro que la hay! Injustificable, pero explicable a través de una tentadora y poderosa lógica económica. Ahhh, pero el Gobierno no se atreve a  emprenderla contra los  militares que patrullan esa zona para endilgarles la causa del imparable desagüe fronterizo de parte de nuestra riqueza. La misma disparidad es la que causó toda la corruptela que se montó alrededor de la raspadera fantasma de los cupos para consumos de viajeros en el exterior, la que ha generado el incremento de las tarifas de los pasajes aéreos y el consecuente aislamiento internacional del país. Aunque con respecto a este problema también concurre otra razón: el Gobierno quiere mantener la ficción del pasaje a 6,30 pero no le cancela los dólares a las líneas aéreas. Dicen que van a ir por ellas, pues si van: preparémonos para ver cómo muchas líneas excluyen a Venezuela de sus rutas.
Es más fácil para el Gobierno emprenderla contra los empresarios y políticamente más rentable (así lo creen ellos). Se trata de meterlos a todos en un saco: a los empresarios enchufados que sí tuvieron acceso a dólares de CADIVI y vendían a precios similares a los de otros que, no queriendo cerrar sus negocios, se arriesgaron a comprar sus mercancías importadas al precio del mercado paralelo. En el primero de los grupos parece estar DAKA, que en el 2012 tuvo acceso a estos dólares preferenciales a pesar de que los bienes que comercializaba no entraban en el renglón de prioritarios de conformidad a la política que publicitaba el Gobierno.
Vamos a estar claros, la incidencia del dólar CADIVI ha sido mínima en cuanto a la adquisición de muchos bienes importados que llenaban los anaqueles, pero eso al Gobierno no le ha importado. Los ha maltratado a todos por igual. Pues bien, en el caso de los que se arriesgaron: habría que preguntarse si el continuo remarcar de sus precios no se debía más bien a la creciente volatilidad del precio del dólar paralelo que a una supuesta voracidad especulativa. ¿Se les podría culpar porque aplicaran la política del costo de reposición en la asignación del precio a sus mercancías en aras de no descapitalizarse en dólares y poder mantener la dimensión de su actividad de comercialización? Cuando el Gobierno habla de márgenes escandalosos de ganancia, lo hace en bolívares que van camino de convertirse en billeticos de monopolio. ¿Por qué no analiza los tales márgenes en dólares a ver si podrían calificarse de auténticamente especulativos? Porque no les conviene, sería reconocer una realidad que ellos quieren ocultar cuando la verdad es que pretenden mantener la ficción de una pujante economía montada sobre una gran mentira.  ¡Sería reconocer su estruendoso fracaso!
Por supuesto, en el análisis individualizado podremos conseguir casos de casos, y habrá algunos en los que subyaga esa voracidad por la ganancia fácil muy propia de esa moralidad media del ser humano promedio (Raymond Aron), la mismísima que alimenta el fenómeno del bachaqueo. El Gobierno tendría que ir a la raíz del tumor canceroso, a extirpar esa disparidad distorsionante que infla de tanta tentación a los demonios. Pero no, más fácil es echarle las culpas a los empresarios como casta parásita y si por allí se nos atraviesa uno, que además es diputado opositor, candidato y virtual ganador de una alcaldía de una ciudad importante: ¡mejor que mejor!
Lo cierto es que la tibieza de la defensa que esgrimió la dirigencia política opositora formal, tanto a nivel nacional como regional, ante el indisimulado atropello a las reglas del juego limpio democrático, pondrá a pensar a los empresarios si valdrá la pena que ellos salgan a la defensa de los políticos. Así, en esta Venezuela del sálvese quien pueda y en plena función del circo ELECTRODOMÉSTICOS PA HOY Y HAMBRE PARA MAÑANA, estaremos muy pendientes de ver si los resultados del 8D validan el efecto electoral a favor del Gobierno, que algunos analistas le han augurado a su irresponsable y suicida estrategia. Yo no estoy tan seguro de esto. Un problema de timing: la gente comenzó a ver con excesiva prontitud el triste espectáculo  de las grandes tiendas fantasmas con anaqueles vacíos, las emblemáticas empresas que cierran y ya todos hablan de un amigo o familiar que se queda sin empleo. Ya no se trata de pronósticos sino de realidades y nadie quiere un EPA MERCAL. Quizás esto incida para que la problemática nacional tome la máxima preponderancia que amerita en el análisis del qué hacer de cara a ese 8D y más allá de las fortalezas y debilidades de los candidatos locales y sus propuestas programáticas, más allá de la pésima conducción política en algunos estados (incluido Carabobo),  los electores se vuelquen a votar para poner a estos irresponsables en la picota que se merecen. POR ESTO ES QUE YO SÍ VOY A VOTAR y sobre el tan aleccionador episodio de Cocciola escribiré con mayores detalles después del 8D.


lunes, 11 de noviembre de 2013

Otro enfoque sobre por qué lo que viene es JOROPO

Sobre la inestabilidad de nuestra economía

Asdrúbal Romero Mujica (@asdromero)

He enseñado sobre el comportamiento de sistemas dinámicos desde que me gradué de ingeniero –mediados de los setenta-. Ha sido el dominio de este tema el que me ha llevado a pronosticar desde hace ya varios años lo que ahora se encuentra en pleno desarrollo: la inestabilidad absoluta de nuestra economía, evidenciada en la subida exponencial del precio del dólar paralelo –más adelante explicaremos el significado del calificativo exponencial- y sin límite, que es lo más preocupante.
Me temo que la mayoría de nuestros economistas han recibido una formación tradicional que les permite lidiar con el sistema bajo su escrutinio en condiciones estáticas de equilibrio. A lo sumo, cuando se produce un desequilibrio, suponen que el sistema se desplazará gradualmente hacia un nuevo punto de equilibrio, como si él ostentase siempre la deseable propiedad de autoregularse. Obviamente, esto no es lo que está ocurriendo. La dinámica de nuestra economía se mueve en un escenario de inestabilidad, que es lo que causa que algunas de las variables nefastas –inflación por señalar una- hayan comenzado a tomar un ritmo bastante alocado de crecimiento al cual, reitero, no se le ve límite a menos que se asuma un plan integral de medidas para la estabilización de nuestro sistema económico.
A estas alturas, supongo se habrán dado cuenta de la inevitable recurrencia a una terminología un tanto técnica. Intentaré explicarme en la forma más sencilla y sucintamente que pueda. La causa principal de la inestabilidad actual es el desequilibrio evidente entre la oferta de dólares que el Estado puede aportar para el funcionamiento de nuestra economía (los cuales provienen casi exclusivamente del ingreso de divisas por concepto de la venta de petróleo) y la demanda de dólares que nuestra economía requiere para seguir funcionando al ritmo al cual venía haciéndolo. Ricardo Hausmann señaló, con absoluta razón, que Venezuela gastó dólares en el 2012 como si el barril de petróleo se estuviese vendiendo a doscientos dólares. Traigo esto a colación, porque el desequilibrio entre los dólares que, realmente, le ingresaban a Venezuela por concepto de producción petrolera y los que nuestra economía consumía viene desde varios años atrás –siendo conservador: por lo menos desde el 2011-. La diferencia se financió con endeudamiento, creándose así una ficción de que nuestra economía podía seguir creciendo, sobre todo el sector comercio, como si tal desequilibrio no existiese. Una ficción que yo califiqué de fiesta, alimentada por el mismísimo gobierno por razones políticas: les era indispensable que el finado fuese reelecto.
Cuando las posibilidades de seguir financiando la fiesta con crédito externo se agotaron –quedará como anécdota la negativa de los chinos-, la terrible realidad del desequilibrio que se había fraguado por varios años hasta convertirse en verdaderamente sustancioso, comenzó a descargar su venenoso e incontrolable impacto sobre el funcionamiento de nuestra economía. Como no existe posibilidad alguna de incrementar la oferta de dólares, por parte del Estado, quedan dos caminos. El primero: que el aparato económico se reduzca para adaptarse a la cantidad de dólares que realmente puede disponer para su funcionamiento. Se dice fácil, pero no lo es. Como el Régimen, obstinadamente, evade cualquier reconocimiento de la realidad económica que él mismo ha creado, la reducción no responderá a ninguna planificación previa en atención a lo realmente necesario, será a trancazos, por la vía de los hechos: que cada cual sobreviva como pueda (me refiero a empresas), con la cual se generan las circunstancias para que se produzca escasez en una vasta diversidad de bienes de consumo (desde lo más lujosos y por ende: menos necesarios hasta productos de primera necesidad). En el contexto de esa lógica de sobrevivencia, no pueden faltar quienes no queriendo verse forzados a bajar las santamarías de sus negocios, recurran, muy valientemente en mi opinión, a ese mercado paralelo para intentar seguir trayendo sus productos o materias primas. Este es el segundo camino, que menos mal existe porque si no: la escasez sería más patética y generalizada. Es en ese mercado, donde existiendo una brecha sustanciosa entre oferta y demanda, el precio crece y crece, a una velocidad tal que es proporcional al precio vigente. Esta es la característica esencial de lo que los sistémicos denominamos crecimiento exponencial. Comportamiento que es propio de una variable cuyo crecimiento se realimenta o refuerza positivamente, como en una especie de círculo vicioso.
No existe la posibilidad de que el mercado se mueva a un nuevo punto de equilibrio porque, para ello, debería producirse un incremento importante en la oferta de dólares, lo cual no se avizora posible en el corto plazo. Así pues, estamos en presencia de un lazo con realimentación (feedback) positiva que genera un comportamiento inestable (crecimiento exponencial ilimitado) en una variable, que a su vez es incidente sobre otra muy importante: la inflación.
Como si no fuera suficiente con el dantesco cuadro que ya tenemos, el gobierno ha recurrido al expediente de tratar de mantener la ficción generando bolívares inorgánicos (que no tienen ningún respaldo) lo cual incrementa la liquidez. De nuevo, este incremento alimenta la demanda de bienes, pero no existe como contraparte: la posibilidad de incrementar a la misma velocidad la producción en el país de estos bienes (las condiciones de nuestra capacidad productiva: otra variable importante que en este análisis muy esquemático no entramos a discutir). Otro desequilibrio que dispara el incremento de los precios. La presión de los trabajadores por salarios que compensen su pérdida adquisitiva; los incrementos de sueldos financiados con dinero inorgánico; mayor liquidez; mayor inflación; estamos pues en presencia de otro lazo con realimentación positiva que dará pie a una híper inflación, en el contexto de una economía bolivarizada cuyos tales bolívares han perdido su referencia con cualquier moneda dura (con comportamiento estable) que se nos pueda ocurrir.
Cuando esto ocurre en una economía, los gobiernos se imponen la nada fácil tarea de instalar lazos de control que corrijan realmente los desequilibrios con el objetivo de estabilizar las variables fuera de control. Hasta ahora, el gobierno de Maduro no ha instalado ni uno solo de estos lazos. Todo lo contrario, esa manipulación discursiva que ha conducido al saqueo de DAKA justo cuando escribo estas líneas, es una muestra evidente de que no se sabe y no se quiere asumir una conducción responsable de nuestra economía que tienda a estabilizarla. Lo que importa es la política: mantenerse en el poder a como dé lugar. Así las cosas, nos enrumbamos directo hacia una cubanización de nuestra realidad doméstica. Olvidémonos de celulares, laptops, televisores, electrodomésticos y hasta carros. A ver si reaccionamos y dejamos de esperar que de “los cerros bajen” –una expresión que he escuchado muchas veces- a resolver un problema que nos compete a todos.
Hace más de un año, con ocasión de la muerte de un compañero de graduación,  les dije a mis otros amigos: pronto veremos dólares a cuarenta y me miraron como si tuviese cara de loco. Ahora resulta que mi predicción de sesenta para diciembre ya fue sobrepasada, ya no me siento tan mal por los calificativos de “boca de sapo” o ”nube negra” que me han endilgado quienes me han escuchado mis supuestamente temerarios pronósticos. Ahora sí que los más incrédulos (¿O serán los más crédulos?) pueden tener clarito el escenario al cual nos conducen.


viernes, 11 de octubre de 2013

Un ejercicio de imaginación: qué debería estar sopesando el 99

Si yo fuese el 99

Asdrúbal Romero Mujica (@asdromero en twitter)

Me refiero a ese diputado que pareciera estar dispuesto a saltar la talanquera. No se sabe a ciencia cierta quién pueda ser, aunque haya indicios que apuntan hacia el suplente de la diputada por el estado Monagas, María Aranguren. Pero pudiera ser otro y todo el espectáculo alrededor del antejuicio de mérito a la mencionada diputada no ser más que una maniobra distractiva del Régimen, para mantener a la Oposición mirando hacia otro lado y luego sorprendernos con un insospechado traidor emergente. Si tomamos en cuenta el importante paso que el Gobierno dio ayer, al introducir ante la AN la solicitud de la Ley Habilitante, todo pareciera indicar que el decidido a dar el enorme salto ya está dispuesto.
Atascado en una de esas terribles colas valencianas, no sé por qué se me ocurrió pensar en qué cosas podrían estar pasando por la mente del incógnita saltador de garrocha. Si yo fuese él, a pesar de las villas y castillos que pudieren estar ofreciéndole, me lo pensaría muy bien para abalanzarme en ese terrible salto que a estas alturas del partido no es cualquier cosa. Mi inconsciente se sublevó e, inmediatamente, me envió una señal de corrección: tú nunca podrías ser él. Ciertamente, quienes me conocen saben que por principios y bajo ninguna circunstancia: ni siquiera entraría a considerar la posibilidad de ser él. Tozudamente, me negué a abandonar el juego mental. Supongamos por un momento, Asdrúbal, que tuvieses tu precio, alto, pero precio al fin y al cabo. Los cínicos dicen que todo ser humano tiene su precio. Anda, continúa: ¿Qué pensarías?
Analizaría el terrible costo que tendría que pagar. Significaría montarme a última hora en un barco que se está hundiendo. Ya a estas alturas, en mucho más de la mitad del país existe un consenso de que con este gobierno es inviable continuar –Maduro ha puesto de moda la inviabilidad-. En todos lados, la gente te lo dice: aquí algo tiene que pasar. No saben qué, pero presienten que cualquier día de éstos ocurrirá lo que tenga que pasar para detener esta inminente caída por el precipicio. Ya no es que no se consiga harina pan o leche; unos te hablan de su vehículo inmovilizado por meses porque no hallan forma de adquirir un vulgar repuesto; otros de la medicina para sobrellevar el cáncer de un familiar querido que lleva semanas agotada en el país; el estudiante de la farsa académica de un laboratorio donde no hay equipos ni componentes; el contratista que decidió tirar lo toalla porque ya no consigue los materiales para construir; en fin: podría continuar hasta el final de este artículo señalando innumerables ejemplos, de la más vasta diversidad, sobre porqué la vida en este país se nos ha hecho inviable. Y lo más importante, que ya la inmensa mayoría coincide en darte sin tapujos su parecer: con este gobierno es imposible que salgamos de este marasmo. La sabiduría popular no deja espacio para las dudas: les queda poco tiempo en el poder. ¿Cómo salen? No tengo idea, no soy adivino, pero si fuese el diputado 99 elaboraría algunos escenarios y me preguntaría: ¿Cómo quedo yo cuando a quienes auxilio se hundan? ¿De qué me valdrán las villas y castillos? ¿Será que tendré que huir al extranjero para disfrutarlas y adónde, que no me alcancen los tentáculos de la justicia?
Ya no se trata de la raya y el descrédito que el Sanchecito y el Ojeda- ¡tan elocuente que era para ocultar su bajo precio!- se echaron encima. Ya ha transcurrido algún tiempo de la ejecutoria de su marca en salto largo y seguro estoy que, aun así, les embargará la preocupación sobre cómo quedarán ellos. El problema del diputado 99 es de otra dimensión: se trata de un salto de garrocha sin red de protección.  Cada día que transcurre, le suben la vara y el riesgo de una caída mortal se incrementa. El escenario político ya no es el mismo. La sensación de deterioro continuado ha dejado de ser difusa para convertirse en negro nubarrón que presagia tempestades. Tan traidora decisión representaría un avieso desafío a la ya evidente voluntad mayoritaria a favor  de un cambio de rumbo, conformada a raíz  de esa intuitiva percepción de proximidad al barranco que ha comenzado a democratizarse con tendencia irreversible. En este contexto, el diputado 99 tendría que prepararse para asumir que su actuación no  fuese recibida con la misma tolerancia de meses atrás. Si fuese él, me paralizaría el terror de ver condenada mi inmortalidad a vivir entre los entretelones más negros de nuestra historia,
Así concluyó mi imaginativo juego mental. No sin antes suponer que nuestros líderes de la bancada opositora habrían buscado contactar, por aire, mar o tierra, a todo el universo de potenciales 99 (sin prejuicio previo sobre su ética, es decir: a todos), para hacerles saber con pelos y señales cómo sería interpretada su acción. Supongo que muy buenos argumentos hay en este momento para hacer desistir a cualquiera de tan osada decisión. No quedarían bien ante el país que después de la tan telegrafiada estrategia oficialista, anunciada como en cámara lenta, igual apareciera el diputado 99 permitiéndole a este régimen salirse con la suya.  El Gobierno asume una guerra -que en la realidad es una auto guerra-, ya va siendo hora que nosotros asumamos la nuestra.


lunes, 30 de septiembre de 2013

Comentario del libro "EL LEGADO DE CHÁVEZ" de José Guerra

El Legado de Chávez

Asdrúbal Romero Mujica (@asdromero en twitter)


Y ahora cuando nos encaminamos directo a LA DEBACLE: ¿Vamos a seguir diciendo que la culpa es enteramente de Maduro? Que no se nos olvide: quien nos metió en este tremendo embrollo fue Chávez. Lo que estamos sufriendo y nos falta por sufrir en los años más próximos -cuántos quién sabe-, es EL LEGADO DE CHÁVEZ. Por esto fue que me encantó el título del libro, recientemente, publicado por el economista José Guerra cuando lo vi en los estantes de las librerías. No transcurrieron demasiados días para que cediera a la tentación de comprarlo y leerlo, a pesar de la inmensa cola de libros que tengo por leer en mi biblioteca. Por fin, una personalidad con estrechas vinculaciones políticas a la Oposición -se dice que es uno de los principales asesores en materia económica de nuestro ex candidato presidencial HCR-, coloca el acento de la responsabilidad donde, exactamente, debe estar.

Uno de los aspectos que, en lo discursivo, más me molestó de la campaña presidencial posterior a la muerte del profeta, fue la evidente intención de endilgarle a Maduro toda la responsabilidad por el recrudecimiento de los problemas de desabastecimiento e inflación, como si ellos no fueran lógicas consecuencias de una dinámica económica disparada desde mucho tiempo atrás. "No han transcurrido ni siquiera cien días de su gobierno y ya ha devaluado dos veces”, fue uno de los mensajes profusamente difundidos, en el intento de resaltar la incompetencia de Maduro y ubicarlo en el imaginario de los simpatizantes del oficialismo como el heredero equivocado. Insisto: me molestaba, aunque, por otra parte, reconociera que esa estrategia comunicacional, como táctica política, estaba rindiendo sus frutos. No fueron los suficientes como para que, en tan corto plazo, nos dieran la aplastante victoria que necesitábamos a los efectos de imposibilitar el desconocimiento de la misma. Pero, ese discurso cortoplacista sigue calando en la mente de los que se sintieron identificados con Chávez, a juzgar por la frecuencia con la que, en diálogos sostenidos con personas de ese sector, escucho mensajes como el siguiente: “Esto no sirve, Chávez era otra cosa”.

Muy bien, el distanciamiento de la imagen de Maduro con respecto a la de su mentor se está logrando, pero Chávez sigue reinando en su altar y he allí: el aspecto profundamente riesgoso de ese discurso que, tácitamente, transmite una visión demasiado simplista de la compleja dinámica que rige el comportamiento en el tiempo de la economía de cualquier país. Vende la idea que cambiado el Presidente por uno nuevo y armado éste de un repertorio de políticas económicas acertadas: el país despegará y los problemas sociales y económicos que hoy día tanto nos aquejan se resolverán casi que instantáneamente por obra y gracia del Espíritu Santo. Cuando esto no ocurra y créanme que no va a ocurrir, quedará, cada vez menos latente, el problema de cómo convencer a los adoradores de Chávez para que no añoren y hagan posible el regreso de otro como él. Es muy posible que terminemos echando en falta el no haber optado, en el dilema político comunicacional, por el camino más duro y tortuoso, aunque también el de mayor valentía y validez de cara a la indispensable gestación de una nueva cultura de valores. Me refiero a la opción de haber confrontado, seriamente, ese marco mental populista clientelar que Chávez como aventajado neuropolítico, quizás sin tener conciencia de ello, repotenció y reforzó hasta la saciedad en las sinapsis neuronales de todos sus seguidores.

Es en el marco de ese dilema al que he hecho referencia, que saludo la pertinencia de la publicación de un libro como el de José Guerra. Vale la pena leerlo para recorrer un interesante tour por ese abigarrado cúmulo de contradicciones y sin sentido que han caracterizado los planes económicos del régimen chavista. A pesar de algunos descuidos del corrector final que seguramente se corregirán en una próxima reedición, la lectura fluye, oportunamente ayudada por una pertinente y muy bien condensada documentación estadística. No se requiere de una docta experticia en los temas económicos, para comprender cómo hemos sido conducidos a un estado tan ruinoso de nuestra economía que, inevitablemente, nos atrasará por años. En mi opinión, el capítulo donde el lector corre más el riesgo de perder el interés es, precisamente, el primero. Si les ocurre, sáltenlo: de allí en adelante la lectura fluye, cómodamente, a través de una bien hilvanada argumentación que le sirve a uno para ir conformando un dantesco cuadro de pavorosas conclusiones. A lo mejor les ocurre como a mí, se puede tener conciencia de cada uno de ellas por separado: la inmensa deuda roja; el estruendoso deterioro de nuestra gallinita de los huevos de oro; la corrupción boliburguesa; etc., pero este libro permite visualizar cómo todas encajan a la perfección como si fuesen piezas de un suicida rompecabezas.

Es la segunda vez que lo menciono en mis artículos. Siempre he pensado que una tarea pendiente de la Oposición ha sido la de conformar un grupo interdisciplinario de expertos en economía y en comunicación masiva. El desafío sería cómo estructurar un discurso en materia económica que fuera accesible para la comprensión por parte del segmento poblacional con una formación más básica y cómo comunicarlo efectivamente, en mensajes sencillos, a través de los diversos medios que se dispondrían para llegarle a ese segmento. Hay que hacer un esfuerzo titánico para explicar por qué en esta versión almibarada del viejo y fracasado comunismo que se nos vendió como el Socialismo del Siglo XXI, la tesis programática fundamental de Chávez, reside el malicioso germen de todos nuestros males presentes y futuros. 

Confieso que mi entusiasta aproximación al libro de Guerra: conllevaba la expectativa de conseguirme con ese discurso económico bajado de tono intelectual que pudiera desgranarse en esos sencillos mensajes que no alcanzo a imaginarme. ¿Cómo describir EL LEGADO DE CHÁVEZ en unos términos asequibles para toda nuestra gente? En este sentido, el libro no satisfizo mis expectativas, cuestión de la que no puedo responsabilizar al autor porque él es libre de escribir su libro con sus propias expectativas. Pero, considero que su texto contiene valiosos elementos de información a partir de los cuales orientar el desafío que propongo.

Como lo recomendaría George Lakoff, eminente neuropolítico norteamericano –autor del muy reconocido libro “The Political Mind”-, tenemos que desmontar de raíz la muy equivocada visión del mundo que Chávez, manipulando emociones, logró instalar en los cerebros de buena parte de los pobladores de esta tierra para hacerlos más dependientes de su maldita revolución. Para ello, tenemos que atrevernos a confrontar esa visión con una, radicalmente distinta, sobre cómo en verdad podemos construir un país con oportunidades de progreso para todos, con auténtica empatía social y respeto a las autonomías individuales, comunales, municipales y regionales. No podemos dar la pelea manteniéndonos dentro del marco mental chavista, sino con una narrativa que sustente el nuestro y nos permita ganar las mentes y corazones de quienes tienen la potestad de decidir el futuro de este país. Los acontecimientos por desarrollarse en nuestro país serán tan dramáticos, que ya va siendo hora que, sin miedo ni cálculos políticos de corto alcance, optemos por desnudar EL LEGADO DE CHÁVEZ para mostrarlo tal cual es: una auténtica misión para crear miseria. Atrevernos es la consigna, para nunca más dejarnos dominar por uno como él.

martes, 17 de septiembre de 2013

En dólares: nuestros pasajes aéreos son los más caros de toda la bolita del mundo.

Pagamos los Pasajes Más Caros

Asdrúbal Romero Mujica (asdromero@gmail.com)
@asdromero en twitter.

“Las líneas aéreas no reciben dólares de Cadivi desde hace casi un año y consideran el país como destino riesgoso”. Lo dice El Nacional en un subtítulo de la noticia con la cual encabezó su portada del sábado 4 de septiembre. Esta es la verdadera y simple razón por la cual los venezolanos, a pesar de que, en teoría, tenemos el beneficio de comprar nuestros pasajes aéreos a la tasa de cambio oficial, hemos visto como el costo de los mismos se ha venido incrementando en los últimos años, aceleradamente, a un ritmo muy por encima de los cambios que se han producido en la susodicha tasa de cambio.
¿Cómo puede ser esto posible cuando la tasa de cambio se mantiene inalterable? Muy fácil: inflan el valor del pasaje en dólares. Si usted busca en la red el costo “normal” (“advance purchase price") de un pasaje ida y vuelta entre Aruba y el aeropuerto internacional de Miami, podrá conseguirlo a $ 698 en una prestigiosa línea aérea que también opera en Venezuela (http://www.farecompare.com/flights/Aruba-AUA/Miami-MIA/market.html). Si se dispone con tiempo a buscar ofertas, conseguirá opciones tan económicas como una que yo mismo pude concretar a un precio de $ 445. Selecciono Aruba como punto de comparación, por cuanto su proximidad geográfica con nuestro país me permite suponer que los costos en dólares de los vuelos que unen a esa preciosa isla con Miami, deberían ser muy similares a sus pares entre nuestros principales aeropuertos y el mismo destino.
Ahora mismo, si usted se dispusiera a buscar un pasaje para los primeros días de noviembre (supuestamente temporada baja) entre Maiquetía y Miami, no lo conseguirá por menos de Bs 14000 –redondeando y sin incluir impuestos y tasas adicionales-. La sencilla operación de dividir este monto entre la tasa oficial de Bs 6.30 por dólar, le arrojaría un valor del pasaje en $ 2222, es decir: más del triple del costo normal que referenciamos para el caso de Aruba. Conclusión: los venezolanos estamos comprando los pasajes aéreos más caros de esta parte del planeta, cuando los expresamos en la moneda que se utiliza internacionalmente para la compra y venta de este tipo de bien. Antes de analizar más en profundidad esta conclusión, quiero dejar constancia que actué con extrema moderación al buscar las opciones de comparación. Si hubiese querido escandalizar más, habría podido, perfectamente,  elegir opciones en las cuales el resultado de la comparación habría sido mucho más exagerado (bastaría con que usted pretendiera adentrarse en su búsqueda hacia las fechas decembrinas).
Resulta un hecho innegable e inocultable que las líneas aéreas, a los efectos de fijación de sus tarifas en Venezuela, están trabajando con un valor “escondido” del dólar, el cual se ubicaría entre la tasa oficial y el innombrable. Supóngase, a manera de ejercicio, que el tal valor escondido fuese de Bs 30 por dólar y que el precio justo, en términos equitativos, para una ruta aérea partiendo de Venezuela fuese de $ 800, entonces la línea valuaría el costo de ese pasaje a Bs 24000, pero como requiere mantener anclado el precio en dólares del pasaje a la tasa oficial, divide este último monto entre 6,30 y fija el precio en $ 3810. Como pueden ver, un precio en dólares totalmente inflado e irreal, pero que sirve para ocultar una de esas tantas distorsiones a las que se ha habituado la economía de nuestro país a cuenta de pretender seguir manteniendo una ficción. Una distorsión de similar naturaleza a la que produce el contrabando masivo de alimentos y gasolina en la frontera, o la que produce miles de viajeros fantasmas que pretenden sacar provecho del desorden cambiario raspando los cupos en sus tarjetas de crédito sin moverse de su casa.
Como no soy experto en asuntos turísticos, ni conocedor de lo que pueda ser la realidad del manejo económico de las líneas aéreas en nuestro país, considero muy pertinente aclarar que, quizás, ese valor “escondido” del dólar con el cual cada una de ellas trabaja y cuyo monto exacto se desconoce, pudiera corresponder a un valor “justo” teniendo en cuenta el prolongado retardo con el que CADIVI honra el compromiso de entregarles los dólares, la incertidumbre que ellas deben tener en cuanto a esa cuantiosa deuda y otros muy altos costos que son “propios” de este insólito país, según señala Humberto Figuera, Presidente de la Asociación de las Líneas Aéreas Venezolanas –alude en su declaración a mayores costos de seguridad, retrasos en los terminales y el tema laboral-. ¿Qué tanto puede ser especulación y qué tanto puede ser justo en esto de la inflación en dólares de los pasajes aéreos que los venezolanos consumimos? Es una pregunta muy difícil de responder por un lego en la materia. Más que criticar a las líneas aéreas, lo que pretendo es dejar en evidencia que existe una situación que viene siendo manejada con extrema opacidad y de la cual los venezolanos venimos siendo víctimas, directa e indirectamente (el Estado Venezolano termina cancelando unas tarifas en dólares llamativamente elevadas y lo hace con dólares que son de todos nosotros). Hasta ahora, la sensación que uno tenía es que el Gobierno venía haciéndose de la vista gorda, quizás en reconocimiento implícito a su condición de pésimo pagador. Finalmente, el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil ha dado señales de su disposición a corregir el entuerto. Ojalá proceda con conocimiento de causa y sindéresis, no sea que termine ocurriendo que nos quedemos sin pasajes aéreos, ya tenemos suficiente con lo que se nos viene encima en cuanto a los automóviles y las clínicas privadas.
No puedo dejar de mencionar, ya para finalizar, un problema adicional que ocasiona la inflación exorbitante en dólares de nuestras tarifas de transporte aéreo internacional. A fin de mantener una coherencia externa, las líneas se han cuidado de ofrecer las mismas tarifas para los viajes hacia Venezuela. Recién me percaté de esto a raíz de una situación familiar, si usted está en el exterior y por alguna razón de urgencia se ve en la necesidad de viajar hacia acá, prepárese a que lo asalten así sea pagando con dólares de verdad. Difícil con esos altos costos que los turistas quieran venir para acá, o traer algunos invitados internacionales para un evento científico o humanístico. Recientemente leí que el VII Foro Internacional de Filosofía de Venezuela tuvo que suspenderse por las dificultades que se presentaron para traer a los invitados del exterior. Me llamó mucho la atención la carta pública de protesta que se difundió al respecto. Decía: “Las líneas aéreas que sirven los vuelos desde  el exterior hacia Venezuela arreciaron el bloqueo que desde hace un tiempo le vienen aplicando a nuestro país por el tema del control de las divisas y se han concertado para suspendernos toda venta de boletos aéreos que se originen en otro país. Hicimos todo el esfuerzo y presionamos por distintos medios, pero sólo obtuvimos la negativa por respuesta. Sin duda que esto forma parte de la guerra económica y del intento de aislamiento que la burguesía internacional, siguiendo instrucciones del Norte, ha desatado contra el proceso bolivariano”. Tristeza fue lo que me produjo este comunicado hecho por unos intelectuales. Mientras no entendamos que estos problemas se originan a partir de un manejo profundamente distorsionado de nuestra propia economía, veremos conspiraciones donde no las hay. Las perspectivas extremas, muy propias de nuestro estado de polarización, no contribuirán en nada a una solución que requiere de la búsqueda del justo medio. Mientras no haya solución, seguiremos padeciendo los consumidores y el aislamiento internacional del país se irá acentuando progresivamente.



  

martes, 10 de septiembre de 2013

Balance del conflicto universitario

El llamado de FAPUV
Asdrúbal Romero Mujica (asdromero@gmail.com)

I-Introducción


El pasado miércoles 4 de septiembre, la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUV) acordó como propuesta, a ser llevada a las respectivas asambleas profesorales en las instituciones afiliadas: la suspensión temporal del cese de actividades manteniendo la declaratoria de conflicto universitario. Este  llamado preserva el carácter democrático con el cual la FAPUV manejó, muy inteligentemente,  la adopción de la medida extrema de paro: fueron las asambleas profesorales las que, mediante ejercicio democrático de sus miembros, decidieron adherirse al paro y sólo ellas, apelando a la misma modalidad para tomar su decisión, pueden levantarlo en sus respectivas casas de estudio.
Para el momento en el que comienzo a escribir estas líneas, ya en dos universidades –LUZ y UNET- decidieron retomar las actividades docentes a partir de hoy, lunes 9 de septiembre, pero en otras, debido a las particularidades de los lapsos vacacionales, las asambleas están por realizarse. Creo entonces que bien vale la pena expresar algunas consideraciones sobre la crucial decisión a ser tomada en dichas asambleas. Me motiva, muy especialmente, el hecho que algunos sectores profesorales, no sé si mayoritarios, continúan esgrimiendo respetables argumentos en pro de no levantar el paro por cuanto, en síntesis de su opinión, los objetivos primigenios de lucha que justificaron la declaratoria del mismo aún no han sido conseguidos. En particular, resaltan el hecho que no se ha logrado del Ejecutivo Nacional el respeto a la aplicación de las Normas de Homologación. También, debo mencionarlo, dentro del sector de los jubilados circula una opinión crítica al llamado de FAPUV, por considerar que todavía no se ha logrado concretar la corrección de los pagos realizados tendiente a restablecer, en su totalidad, la homologación de los beneficios al personal pasivo con los aprobados para los activos.
Con respecto a lo primero, lo de las Normas de Homologación (NH), debo comenzar diciendo que es absolutamente cierto, lo cual otorga respetabilidad al principal argumento de quienes se oponen a levantar el paro. Ahora bien, aun siendo muy válido y respetable tal argumento, cabría preguntarse si era viable plantearse el reconocimiento textual a lo contemplado en las NH como el objetivo, binariamente, decisorio para continuar o no con el paro. En mi opinión: no lo era. En cualquier conflicto gremial, es muy importante partir de un análisis sincero y descarnado de las fortalezas y debilidades de la posición inicial desde la que se arranca la lucha. En una muy grata conversación que sostuve con profesores de la UNA –transcurría el paro-, señalaba que este régimen había logrado confinar la otrora combatividad gremial de los universitarios al Sótano 25. ¿Por qué lo dije y lo mantengo?

II-  ¿Desde el Sótano 25 a Planta Baja de un solo tirón?


Desde el 2004, las NH fueron colocadas en estado de hibernación. Recuerdo que vencidas las fechas a partir de las cuales se nos debían aplicar las congeladas normas, transcurrían muchos meses hasta que el Omnipotente Presidente se dignara a decretar en alguna de sus alocuciones el unilateral aumento que él, “generosamente”, había decidido otorgar al sector universitario. En esos meses previos, los oficialistas que hacen vida al interior de nuestras universidades se dedicaban a circular cualquier cantidad de rumores sobre el supuesto aumento que nos iba a aprobar el Presidente, por cierto: siempre superior al que finalmente se anunciaba. “En el Aló Presidente de este domingo, lo anuncian (el aumento)”, nos decían presumiendo de estar muy informados, y nada, pasaba ese fin de semana, y otro,…, y otro, hasta que en alguna inesperada alocución: ¡Bang! Ahí les va el pírrico aumento, siempre inferior a lo que habría resultado de aplicar la inflación acumulada de los dos años anteriores –lo preceptuado por las NH-. La sensación que uno tenía era que el pobre ministro de turno no lograba conseguir un resquicio en la apretadísima agenda presidencial para que este tomara conciencia del atraso en el ajuste de los sueldos universitarios. Siendo Acuña, Ministro de la Educación Superior Universitaria, el anuncio presidencial se hizo en octubre, casi a finales de un año en el que correspondía ajustar los salarios desde enero. Lo recuerdo como si fuera hoy, porque escribí un larguísimo artículo (como casi todos los míos), protestando la forma como Jaua, Vicepresidente en ese momento, manipulaba al pueblo anunciando una larga retahíla de créditos adicionales aprobados al sector, cuando la mayoría de ellos provenían del reconocimiento de deudas presupuestarias con las instituciones, incluyendo las de su subsistema paralelo.
Recuerdo también haberme encontrado con el Presidente de nuestro gremio (APUC) y haberle interpelado, muy agriamente, las razones por las cuales la FAPUV se dejaba irrespetar de esa manera. ¿Cómo era posible que el sector universitario, siempre abanderado en el contexto nacional de las luchas por el resarcimiento salarial de lo perdido a causa de la inflación, se había sumergido en una onda de tanta pasividad ante el grosero abuso del unilateralismo presidencial? La conversación fue muy larga, casi un monólogo de mi interlocutor, mi conclusión al final: la dirigencia gremial se sentía intimidada ante la posibilidad de que el colectivo no les acompañara en sus mecanismos de lucha. “Se convocan los paros parciales de actividades y muchos profesores desatienden a nuestro llamado”, me lo reiteró muchas veces haciendo mención al temor que transitaba por la mente de los agremiados a raíz de lo ocurrido con PDVSA. Lo cierto es que así, bienio tras bienio, nos dejamos confinar en el Sótano 25.
¿Qué tanto fue responsabilidad de la dirigencia gremial de FAPUV y qué tanto fue nuestra como colectivo? Una interrogante difícil de dilucidar con precisión, pero lo cierto, también, es que el reiterado procedimiento de decretar aumentos por debajo del ritmo inflacionario fue creando esa brecha entre lo que nuestro sueldo debía ser, en justo reconocimiento a la pérdida del poder adquisitivo de nuestro salario, y lo que realmente percibíamos. Fue así como llegamos a que el sueldo de un profesor instructor a tiempo completo fuera apenas superior al sueldo mínimo. La presión de nuestra realidad económica llegó a límites insoportables, la justicia de nuestro reclamo se hizo demasiado evidente y, por fin, despertamos. Dimos una lucha que hizo a este régimen, correoso en extremo, retroceder en su pretensión de continuar con su estrategia unilateralista de desconocer a la otra parte. Dimos una lucha que, seguramente, servirá como referencia nacional a otros gremios que confrontan nuestro mismo problema.  Se logró que los sectores populares comprendieran que el trabajo de educador está muy mal pagado en este país y que los universitarios no éramos unos ricos privilegiados, sino personas que padecemos al igual que ellos del embate inflacionario. Esa imagen de profesores nuestros, entogados y montados en vehículos de transporte colectivo, intentando explicar nuestra situación salarial, contribuyó en mucho a que el gobierno entendiera que el conflicto universitario podía convertirse en el germen de una protesta, más virulenta y generalizada, en respuesta a la severa problemática económica que nos aqueja como país (tengo entendido que el Gobierno manejó encuestas que apuntaban en este sentido). Vaya entonces mi reconocimiento a una vanguardia que luchó dura y arduamente, ahora bien: ¿Podíamos aspirar que un solo conflicto nos trasladara desde el Sótano 25 a Planta Baja? Opino que sería irrealista pretender continuar con el paro porque no se haya logrado totalmente el objetivo que, obviamente, debíamos plantear en el inicio por su gran valor en lo simbólico (constituye el emblema del reconocimiento al ajuste salarial por inflación) y en lo concreto (el derecho a recibir un incremento de sueldos superior al aprobado).

III-Los Logros del Paro


El paro universitario sí arrojó logros importantes. Se logró el reconocimiento de FAPUV como la legítima contraparte a los efectos de la negociación de las condiciones socio-económicas de trabajo de los profesores adscritos a sus instituciones afiliadas. Esto, por sí solo, crea otras condiciones de partida para la discusión del próximo tabulador salarial, radicalmente distintas a las que se tenían al iniciarse este conflicto. El Régimen, si es que todavía ostenta el poder en este país, tendrá que pensarlo muy bien a la hora de pretender desconocer los precedentes consolidados en el diálogo bilateral al que, finalmente, tuvo que someterse. Adicionalmente, el Gobierno accedió a retirar varias cláusulas de la Convención Colectiva Única dado su carácter violatorio de la Ley de Universidades y el principio de Autonomía Universitaria. Por otra parte, en el plano de lo concreto: estoy convencido que el Gobierno aprobó mayor cantidad de recursos presupuestarios que los que tenía previsto aprobar en esa mesa laboral con sus “amiguis” como “comprensiva contraparte”. Aunque estos nunca lo reconocerán, el paro les obligó a adoptar una posición de mayor dureza con respecto a la satisfacción de sus exigencias, para poder así lavar sus caras de esquiroles oficialistas ante sus agremiados. Y el Gobierno tuvo que acceder. El cronograma previsto para la entrega de los recursos tuvo que ser acelerado. Todos debemos recordar que, inicialmente, se había señalado que lo correspondiente al retroactivo de los primeros meses del año sería cancelado en octubre como fecha más temprana. El Gobierno, que suele ser hábil en el manejo de conflictos (ojalá fuera igualmente apto para gestionar al país), cedió en lo económico, buscando derrotar al paro y preservar su “joya de la corona”: desconocer irreversiblemente a FAPUV. Al final, no le quedó más remedio que sentarse. Tremenda lección a los otros gremios, en esta hora tan menguada en el país en cuanto al reconocimiento de los derechos de los trabajadores.

IV-Los Riesgos de Continuar el Paro


Hechas las anteriores consideraciones, es pertinente referirnos a los riesgos que se correrían en el caso de pretenderse continuar la suspensión de actividades docentes. El paro se inició en mayo, significó en la práctica la pérdida de un semestre: consecuencia bien dolorosa, aunque necesaria (la actitud del Régimen no posibilitó otra salida). Como todo paro laboral, se generó el perjuicio propio que, inevitablemente, se deriva de la no prestación de un servicio por parte de quienes se declaran en huelga.  Difícil, en verdad,  imaginarse un paro laboral que sea simultáneamente efectivo y aséptico. Ahora bien, habiendo transcurrido un largo receso vacacional de 45 días, encontrándonos a escasos días de comenzar a percibir el segundo escalón del incremento salarial aprobado, resultaría, en mi opinión, muy contraproducente intentar extender la continuidad del paro. El Gobierno contaría con elementos a su favor como para intentar voltear la opinión pública, de lograrlo (alta probabilidad) se daría apertura al escenario de aplicación de medidas retaliativas, que hasta ahora, en el contexto estricto del conflicto, el Gobierno se ha cuidado de ni siquiera sugerirlas. Creo que la mayoría de los docentes está consciente de esta posibilidad, de manera tal que una mayoría circunstancial en una asamblea que, con cortedad de criterio, aprobara la extensión del paro, colocaría a su respectiva asociación en un disparadero. Muy posiblemente, tal medida sería desobedecida por una significativa porción de profesores, retrotrayéndonos así a una etapa felizmente superada. Se rompería la unidad gremial a nivel local, más allá del hecho que una decisión en tal sentido habría roto con la unidad gremial a nivel nacional que tanta fortaleza nos aportó en este conflicto. Se correría el riesgo de que comenzaran a revertirse los objetivos alcanzados y termináramos en una posición, gremialmente hablando, peor que la actual.
Basta con ir al supermercado, para saber que los aumentos aprobados son chucutos y que ya han sido devorados por una implacable inflación muy superior a lo que el BCV reconoce, pero fue lo que se pudo conseguir en un primer despertar de nuestra anestesiada combatividad gremial. Salimos de este conflicto fortalecidos y con posibilidades de proponernos en el futuro luchas para que la función educadora sea reconocida como se lo merece y lo requiere, urgentemente, nuestro país. Eso sí, debemos mantenernos generando opinión en este sentido.

Para finalizar y habida cuenta que hice referencia en la introducción al descontento entre nosotros, los jubilados, opino que como sector debemos mantenernos alerta para exigir a nuestra dirigencia gremial, que la homologación de nuestros beneficios se mantenga como uno de los elementos centrales de reclamo ante el Ejecutivo. Lo que no debemos es pretender que nuestro argumento se convierta en causal suficiente como para justificar la continuidad del paro. Los jubilados debemos ser conscientes de nuestra natural limitación como sector de presión  y cuidarnos de promover o exigir una situación de riesgo que afectaría mayormente a los activos.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Una reflexión a raíz de la destitución de Edmeé

La Despedida de Edmeé

Asdrúbal Romero Mujica (asdromero@gmail.com)


Suelo leer todos los artículos de Fausto Masó, me parecen muy interesantes. De su más reciente, rescato la siguiente línea: “reemplaza bruscamente a la Presidenta del Banco Central cuando no cumple una orden”. Masó maneja buena información, por lo que supongo que, después de todo, la Ing. Edmeé Betancourt de García salió por no querer ejecutar una orden presidencial y no por el escándalo del BANDES como tan insistentemente se rumorea. 

Debo decir que recibí el Vicerrectorado Administrativo de manos de Edmeé –año 1992-. Profesora de muy larga trayectoria en nuestra alma máter (Universidad de Carabobo), se jubiló con una imagen bien ganada de ser una persona muy trabajadora, responsable y honesta. Intentó dos veces, sin lograrlo, ser Rectora y luego entró a ese mundo de la supuesta intelligentsia técnica del régimen. Se le ha identificado con la línea Giordani, otro ingeniero, que aunque, recurrentemente, ha venido ocupando los primeros lugares en los rankings de peores ministros de finanzas a nivel mundial, se le ha asignado una cierta aura de relativa honestidad. Bastante comentados han sido estos días, en los que el show anticorrupción domina los medios, los párrafos contenidos en un libro de su autoría en los que critica a los boliburgueses: una especie de catarsis de ese permanente ratón moral que le acompañará por el resto de sus días. Me parece escucharlos burlándose de “ese viejo loco”, cuando alguno de ellos dice con autoridad: “No os preocupéis, que a ese ni bo… le paran”. Y así ha sido. La misma Edmeé, citando cifras calculadas por Giordani, declaró que empresas de papel creadas por personas cercanas a altos funcionarios del gobierno, habrían obtenido una buena porción de los 59.000 millones de dólares otorgados el 2012 al tipo de cambio preferencial. ¿Y qué ocurrió con una declaración tan grave como esa y compartida por funcionarios de tan alto nivel dentro del Régimen? Exquisita interrogante para planteársela  a Maduro en su tan propagandeado debate sobre la corrupción.

Pienso que a figuras como Giordani y Edmeé, el Régimen las ha utilizado como “detergentes de honestidad”. Les promovió esa imagen de “viejos maestros morales” venidos de las aulas universitarias, para encargarse de las más altas responsabilidades de gobierno, cuando, en verdad, no hicieron otra cosa sino avalar las disparatadas políticas que las próximas generaciones conocerán como EL LEGADO DE CHÁVEZ. Ahora, cuando el legado comienza a develarse en su verdadera dimensión trágica, ya el Régimen no está dispuesto a dejarles un espacio para que se conviertan en piedritas en el zapato de nadie.

Aunque Maduro no reúna las condiciones personales de Chávez para conducirse como un autócrata, no le queda otro remedio que hacerlo. Seguramente tendrá que consultar más con unos pocos, pero después de hacerlo tiene que asumir su rol de autócrata, lo que tiene debajo de él es una organización vertical ya habituada en demasía a operar bajo los principios de imposición de órdenes de arriba hacia abajo y la sumisión total. Quien quiera seguir ocupando posiciones de poder, sabe perfectamente que no puede ni rechistar a las “órdenes superiores”. 

Aunque luzca exagerado, me cuento entre los que creen que ese estilo de gerencia pública autocrática al cual se ha hecho adicto este régimen, es responsable en buena parte de su ineptitud y de la proliferación metastásica de la corrupción. Trataré de explicarme con un par de ejemplos. Imaginemos a un alto gerente de CORPOELEC, recibiendo la orden de asumir la instalación de un conjunto de plantas de generación distribuida compradas a Cuba con la supuesta finalidad de resolver la crisis eléctrica. Si es un profesional con buen nivel técnico, sabrá, de entrada, que las dichosas plantas en vez de ser la solución se convertirán en un problema (lo cual, efectivamente, ya ha quedado demostrado). Como una guinda adicional, se enterará del grosero sobreprecio al cual han sido adquiridas. ¿Cuáles son sus opciones en un régimen como éste? Si se atreve a escribir un buen informe técnico oponiéndose a la solución venida de arriba, está consciente que muy probablemente será removido de su alto cargo. Similar dilema confrontaría un alto gerente de PDVSA, al cual se le ordena comprar sopotocientas toneladas de productos alimenticios –un negocio de algún actor ubicado en un nivel superior-, cuando él bien sabe que las restricciones logísticas en cuanto a la operatividad de nuestros puertos y sitios adecuados de almacenamiento muy, probablemente, causarán que una buena porción de lo adquirido termine en los pudrevales. ¿Cómo proceder? Mi tesis es que en la medida que el gerente desempeñe su profesión con buen nivel técnico, dignidad, apego a su código de ética profesional y celo por cuidar una reputación ganada a lo largo de una trayectoria de años, con mayor probabilidad se opondrá a la “solución superior” aun a riesgo de perder su cargo (nótese que el argumento se plantea bajo una lógica probabilística y no determinística).

Las malas decisiones en el vértice superior de la jerarquía generan en una organización vertical la pérdida de sus mejores recursos humanos. ¿Quiénes quedan? Los más ineptos, aquellos cuya baja autoestima de su condición profesional los hace ser más dependientes del cargo que desempeñan: no tienen la confianza suficiente como para arriesgarse afuera y optan por ser cómplices del desastre así tengan plena conciencia del mismo (algunos se auto engañan). Pero no sólo ellos, también están los que se quedan para beneficiarse ilícitamente del cargo sin importarles el daño que se pueda estar causando. Este es el punto en el que nos encontramos: la ineptitud y la corrupción han hecho mella de nuestra gerencia pública.

En cuanto a Edmeé: no sé si algún día se llegará saber cuánto del desastre del BANDES y el Fondo Chino se debió a sus propias decisiones y ejecutorias o, quizás, cuánto se debió a no haber tenido ella la suficiente valentía para oponerse a las inconvenientes decisiones superiores cuando Chávez ejercía vivazmente su condición de puedelotodo. Al parecer, finalmente plantó cara, demasiado tarde. Perdió el cargo, así fuera la Presidencia del Banco Central (¡Qué autonomía!) pero no creo que la cosa vaya mucho más allá. A este gobierno no le conviene perjudicar toda la mitología creada alrededor de su profeta, ni tampoco dañar la imagen de una de sus figuras “detergente de honestidad”. ¡Ya no quedaría ni en quién creer!

lunes, 5 de agosto de 2013

Algo muy malo puede estarse incubando

Con la Embajadora de Suráfrica y amigos de FACES

No se sabe lo que se tiene
Asdrúbal Romero Mujica (asdromero@gmail.com)

Hasta que se lo pierde. ¿Cuántas veces no habremos escuchado en nuestras vidas tan sencillo pero profundo mensaje? Estoy seguro de haberlo escuchado de labios de mi madre unas cuantas, desde los tiempos en los que mi memoria se pierde. El viernes 25 de julio, en un sencillo acto celebrado en el salón de sesiones del Consejo Universitario de la Universidad de Carabobo, con motivo de la conmemoración de los veinticinco años de haberle otorgado nuestra alma máter el doctorado Honoris Causa a Nelson Mandela, fui impactado por la apelación a tan sabio refrán que hiciera la Excelentísima Embajadora de la República de Suráfrica en nuestro país. No creo haber sido el único. Me atrevería a decir que en ese auditorio encantado por la inesperada brillantez de un discurso hilvanado con sencillas palabras, la resonancia de un mancomunado silencio de entendimiento colectivo marcó la profundidad con la que, todos los que allí nos encontrábamos, acogíamos como sabia advertencia la amarga lección de vida macerada por años de un ser humano que, por momentos, nos pareció venido de otra dimensión.
Dijo que no nos iba a hablar sobre la vida de Mandela. ¿Quién no conoce los aspectos más resaltantes de su legendaria vida? Nos habló sobre el Apartheid. Sin necesidad de dramatizar lo que ella pudo haberlo sufrido, sus sencillos ejemplos bastaban para trasmitirnos lo que significó para los habitantes de su país el terrible estigma de vivir en un estado de discriminación institucionalizada. Si una ambulancia que sólo podía atender a blancos, llegaba a prestar auxilio en un accidente de tránsito en el cual también había víctimas de color, sin importar si éstas estuviesen en condición de gravedad mucho mayor que el de las víctimas blancas, incluso a punto de morir, el vehículo sólo podía retirar a los blancos heridos.
Nos narró sobre cómo Suráfrica, había estado en un par de ocasiones a punto de entrar en guerra civil. Fue entonces cuando se refirió al discurso de Nelson Acosta, Secretario Ejecutivo de la comisión organizadora de los actos conmemorativos y quien le había antecedido en el derecho de palabra. Nelson había hecho referencia a la peligrosa circunstancia de desencuentro entre dos mitades de un país, el nuestro, sin que se visualizara, a corto plazo, la posibilidad de construir un escenario de encuentro a partir del cual se pudiera plantear el relanzamiento de una nueva Venezuela. La Reconciliación, tal cual como la que el liderazgo de Mandela había cimentado en Suráfrica, constituía el tema impostergable en la agenda política venezolana.
La experiencia vivencial de cada cual determina la mayor o menor sensibilidad con la que percibimos los rasgos sociales de un país al que visitamos. Con apenas siete meses entre nosotros, la Embajadora hizo hincapié en su agrado por la naturaleza amable y muy sociable  del venezolano. Pude deducir que nos consideraba un pueblo naturalmente inclinado a confraternizar y contrario a la desunión e intolerancia. Tienen algo muy bello ustedes, que no se pueden permitir perderlo. Tienen un país muy bello ustedes y deben luchar para que se mantenga unido. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Así, de sopetón, en muy correcto español, nos sorprendió con un decir muy nuestro, alguien venido de una dimensión donde el simple hecho de nacer era la rifa de tu destino, incluyendo el número malo que te podía granjear gratuitas calamidades por el resto de tu vida. Como si fueran las paredes de mi casa materna las que me hablaran, la frase resonó ofreciéndome una perspectiva desde la cual nunca se me había ocurrido analizar nuestra situación presente como país.

Desde ese día, estas nueve palabras  rondan por mi cabeza. Lo hacen en un momento muy oportuno, porque les confieso mi sentir desesperanzado sobre el futuro de esta bella tierra. Será cansancio, desmotivación, la sensación de que he perdido el rumbo, la impotencia de no poder ayudar por no hallar cómo articularme a un esfuerzo colectivo con el que me sienta identificado y le vislumbre alguna posibilidad de impacto positivo, no sé qué, pero lo cierto es un inhóspito vacío que comienza a llenar mis días. Aunado a ello, una rabia sorda que produce respuestas reflejas de intolerancia. Como universitario que he sido toda mi vida, me entrené para la confrontación de ideas, para el respeto a la diversidad de ellas, para relacionarme con gente de todas las tendencias y comprender sus posiciones intentando verlas desde su perspectiva, en fin: para el diálogo sincrético. Vi a muchos universitarios de los que todavía hoy comulgan con el Oficialismo, criticar a la corrupción, abanderarse con un gremialismo a ultranza, protestar por las violaciones de los derechos humanos, y me toca verlos hoy defender este presente en el cual todos los males del pasado han sido aberrantemente superados. Por varios de estos más recientes años, he intentado darle una explicación a su ceguera, pero ya no la soporto más. Ya no los tolero. ¿Será acaso un ánimo guerrerista y vengativo en contra de todos estos cómplices de la destrucción del futuro de mis hijos y de mis nietos y del mismo mío que todavía tengo derecho a uno aunque sea por pocos años? Quizás. Y no soy el único. He escuchado a gente decir cosas como ésta: ojalá se instale aquí un Pinochet y les persiga como ratas. Definitivamente, debajo de la aparente calma, algo muy malo se está incubando. Por eso es que saludo a las palabras de la Embajadora, se destilaron en mi conciencia como una plegaria de la Venezuela afable que conocimos, cayeron en el momento justo para exorcizar los malos espíritus. Ojalá estemos a tiempo y no lleguemos a perder lo que sí sabíamos que teníamos.