sábado, 23 de marzo de 2019

Sobre la Democracia Que Queremos

Una discusión debe darse alrededor de la "Democracia Que Queremos", la cual no está tipificada en el Plan País. Al respecto un artículo esclarecedor extraído del blog de las Autonomías Políticas.


La Democracia Iliberal Venezolana

Dr. Nelson Acosta (@acostanel)



En años recientes ha surgido un concepto que intenta describir una forma novedosa de autoritarismo que se ha hecho presente en diferentes países occidentales. Fareed Zakaria, periodista estadounidense, en un escrito publicado en el año 1997 acuñó el término democracias iliberales. Con este concepto el autor llamaba la atención sobre el hecho de que un conjunto de países que lograron instaurar democracias entre 1974 y 1990 no siempre alcanzaron establecer sistemas de liberalismo constitucional. Se celebraban y ganaban elecciones pero se regían por una lógica poco respetuosa con el Estado de derecho y las libertades individuales.

Esta circunstancia, acuñada por el periodista estadounidense, en la actualidad es una realidad política en un sinnúmero de países. Describe, por ejemplo, regímenes como el de Erdogan en Turquía, la Hungría de Viktor Orban, la Rusia de Putin y Polonia de Jaroslaw Kaczynski, entre otros países. En nuestro predio, la Venezuela socialista es un ejemplo paradigmático de esta separación entre democracia y su contenido liberal.

¿Qué implica la disociación de estas dos dimensiones políticas? En un primer momento envuelve el alejamiento de la variable democrática del constitucionalismo liberal. Y, por otro lado, el intento de subordinar la garantía de los derechos individuales a la voluntad de la mayoría. En otros términos, esta orientación iliberal no obedece a insuficiencias de naturaleza democrática, sino a la falta de respeto por las instituciones independientes y los derechos individuales.

Vamos a detenernos y posar la mirada sobre la coyuntura política en nuestro país. Sostengo que estamos en presencia de una oportunidad histórica para enlazar en forma orgánica la dimensión democrática con la liberal. El propósito de intentar esta articulación es profundizar estas dos dimensiones y construir una democracia verdaderamente liberal.

Iniciemos esta breve reflexión formulando esta interrogante. ¿En algún momento de nuestra historia la dimensión liberal de la democracia ha sido relevante? Creo que la repuesta es negativa. La iliberalidad ha sido la característica básica de nuestra historia política. De hecho, la mayoría de nuestras agrupaciones políticas han asumido un perfil socializante articulado a una cierta orientación de naturaleza populista.

Una breve revisión de nuestra historia política mostrará como el relato democrático ha sido separado del constitucionalismo liberal; vale decir, instituciones liberales como el Estado de derecho o las garantías de los derechos individuales han tendido a ser subordinados o sacrificados en el altar de la voluntad de las mayorías. Es en este sentido que podríamos calificar nuestro sistema político como una democracia iliberal.

En las líneas que siguen intentaré desarrollar una hipótesis de naturaleza política. Esbozaré, igualmente, lo que a mi juicio podría constituir una oportunidad histórica para refundar nuestra democracia y lograr una articulación fuerte con los principios liberales. Vale decir, intentar generar un relato político que oferte una profundización de la democracia y, al mismo tiempo, se engarce con la defensa de los derechos individuales.

El chavismo-madurismo ha tenido éxito en desgastar la versión populista del discurso democrático. No tan solo han profundizado este desgaste. Aunque parezca contradictorio ha generado espacios discursivos para la articulación de dos relatos, en apariencia, contradictorios: el liberal del Estado de derecho, de la separación de poderes y de la afirmación de la libertad individual y el relato democrático que apunta a la igualdad y la soberanía popular.

Una estrategia opositora inteligente debería intentar conectar a su apuesta política estas dos vertientes. En otras palabras, la tarea a desarrollar ha de ser la construcción de una nueva voluntad democrática con capacidad de establecer nexos connotativos con la vertiente liberal y, a partir de ahí, construir una nueva identidad política a la diversidad de nuestros actores colectivos. Desde luego no es una tarea fácil. Sin embargo, el fracaso del socialismo del siglo XXI ofrece una oportunidad única para intentar dotar de contenido liberal a nuestra cultura democrática.

Para alcanzar este objetivo, sería imprescindible elaborar un relato que tenga una orientación transversal que desborde la división izquierda/derecha y articule armoniosamente las lógicas liberal y democrática. De alcanzar esta meta se estaría en condiciones de construir una nueva voluntad ciudadana, democrática y liberal.

Esta tarea es una exigencia de las actuales circunstancias políticas.
12 de noviembre de 2018

jueves, 14 de marzo de 2019

Sobre la Forma de la Solicitud de Activación del 187.11



¡Dejemos de hacer el ridículo!

 @asdromero


Cuatro días después del fallido ingreso de la ayuda humanitaria, la fracción 16J da rueda de prensa para anunciar que solicitará ante la Asamblea Nacional la aplicación inmediata del artículo 87 ordinal 11 de la Constitución Nacional (“Corresponde a la Asamblea Nacional: Autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país”). Según los declarantes, tal artículo es la alfombra jurídica en la cual podría apoyarse el Presidente Guaidó, para gestionar ante la coalición internacional el ingreso de una fuerza militar pacífica que posibilitara el ingreso de la ayuda humanitaria. Debo confesar que dicha solicitud me produjo suma extrañeza. Por cierto, similar a la que sentí cuando el General Efraín Vásquez Velasco, figura visible en ese momento del acuerdo militar que en el 2002 había depuesto a Chávez y ungido a Carmona como presidente de una transición, salió reclamándole a éste por televisión que estaba haciendo las cosas mal. Recuerdo que estaba en Madrid, me levanté del sillón y le comenté a mi ex esposa “Estamos jodidos”.

Posteriormente, líderes prominentes del movimiento Soy Venezuela, menciono en particular a María Corina y al ex alcalde Antonio Ledezma, se han hecho protagonistas de una campaña mediática en la que se demanda la activación del 187.11 ya. La misma ha venido tomando calor -demasiado para mi gusto: se podría aplicar perfectamente la frase “de aquellos polvos, estos lodos”-,  hasta llegar a una batalla donde el hashtag diferenciador de los dos polos es “Intervención Ya”. Batalla en la que participa gran cantidad de ciudadanos comunes en extremo sensibilizados, comprensiblemente, por todo lo que viene aconteciendo a raíz del Mega Apagón. Y digo esto porque no es verdad que la subida de tono de las críticas y cuestionamientos a Guaidó, provengan sólo de robots tuiteros activados por el Régimen o de miembros de alguna secta satánica cuyo objetivo sea el de destruir el liderazgo emergente del Presidente de la AN, como lo pretenden hacer ver quienes ansiosamente le defienden.

Partiendo del entendido, que fue una “nueva unidad” la que convino con la coalición internacional una ruta que arrancaba con la juramentación como presidente encargado de Guaidó –en la que sus cabezas visibles en representación nuestra fueron los dos protagonistas ya mencionados más Julio Borges y Leopoldo López (esta versión me la continúan corroborando todas las fuentes)-y que a esa unidad se integró el resto de la “vieja unidad”, en no tan perfecta armonía, para construir la “REPOTENCIADA UNIDAD OPOSITORA” de cara al capítulo final de la pesadilla, permítanme hacer el siguiente cuestionamiento que es de forma más que de fondo. ¿Cómo es que una fracción de la misma se dirige en público a la otra fracción para plantear un tema tan álgido y delicado?

¿No sería lo procedente que antes de ventilar en público tal alternativa se hubiesen sentado a puerta cerrada las dos fracciones a discutir sus pros y sus contras y, de haber arribado a un acuerdo, hacer la obligante consulta a quienes en definitiva asumirían la ejecución de la intervención militar humanitaria? No sé, me pregunto yo, en aplicación del sabio aforismo popular que no siempre al que pide le dan. ¿Qué pasaría si, dándose el acuerdo alrededor de “Intervención Ya” y haciendo pública la solicitud, incluso con posterioridad a una sanción por unanimidad de la AN como debería ser, los socios externos respondieran: nada de eso, nosotros continuamos apegados a nuestra estrategia de la Boa? –para los pormenores de ésta consultar en este mismo blog artículo de Julio Castillo “La Boa y el Halcón”: https://quepasaenlauc.blogspot.com/2019/03/inteligente-metafora-sobre-la-etapa-del.html

En lo personal, he estado convencido que existe un plan con un guion cuidadosamente elaborado. Sí, así haya tenido un puntual revés, al menos en el cuadrilátero discursivo, el 23 de febrero con lo del fallido ingreso de la ayuda humanitaria y la pérdida innecesaria de muchas vidas. Obviamente, el plan continúa. La reciente decisión de solicitar la ayuda internacional para impedir la continuidad del bombeo petrolero a Cuba es un eslabón muy importante de ese plan. Y se están produciendo otras también muy importantes a nivel internacional, como la del gobierno de la India. Al Presidente Guaidó le ha correspondido la honrosa tarea de personalizar la ejecución de dicho plan. Ese es el rol que debe jugar en concierto con quienes desean ayudarnos desde afuera y no se le puede exigir que se convierta en una especie de nuevo Superman con una capa hepta estrellada. Generar expectativas en ese sentido es irresponsable.

Aspiro que se comprenda que mi crítica, elaborada con la acidez propia de mis mañanas, sea más sobre la forma que un pronunciamiento de fondo sobre la pertinencia de una intervención humanitaria. Mal podría yo cuestionar esta opción, cuando el 16 de septiembre de 2017 publiqué en este mismo blog “El Escenario Más Probable” –ver en: https://quepasaenlauc.blogspot.com/2017/09/el-escenario-mas-probable.html -, y la intervención humanitaria, que de hecho se está dando pero no todavía bajo una presentación abiertamente militar, continúa siendo un escenario muy previsible, a menos que se produzca al interior de la coalición cuatrisoleada: un nuevo acuerdo mayoritario del cual derive la salida de Maduro. Esto ya ocurrió en 2002 con Chávez en un contexto mucho menos duro que el actual. Las consecuencias del mega apagón acelera todo al reducir los márgenes de maniobra del Régimen.

Me imagino que toda esta batalla mediática que sube y baja a Guaidó, como en una especie de montaña rusa, debe producir preocupación y sorna en nuestros socios externos. Por eso, creo que es hora y así lo solicito en carácter de encarecido favor: ¡DEJEMOS DE HACER EL RIDÍCULO!

Nota: Acompaño este post con una foto de la reunión de María Corina y Guaidó que me produjo suma complacencia. El acariciado objetivo que debe haber inspirado esa reunión debe seguir reinando. ¡Todo debe continuarse GESTIONANDO EN UNIDAD!





jueves, 7 de marzo de 2019

Inteligente metáfora sobre la etapa del proceso en la que nos encontramos


LA BOA Y EL HALCON

                                                          Julio Castillo Sagarzazu

@juliocasagar


Aunque pareciera sugerirlo: el título del artículo, no trata de la glosa de ninguna fábula de La Fontaine, bien que al final cada quien podrá sacar la moraleja que le parezca.

Hablaremos de la boa y del halcón como depredadores y del método que tienen para cazar a sus presas. El halcón suele divisarla desde lo alto, se lanza en picada y lanza un golpe certero y fulminante que difícilmente termina bien para su objetivo. La boa, por el contrario, se acerca sigilosa a la suya, le hace inspirar confianza y cuando esta menos lo piensa se lanza sobre ella y la va apretando lentamente hasta fracturar todos sus huesos y es entonces cuando la engulle.

Es más, o menos evidente que, a estas alturas del partido, la Comunidad Internacional y las fuerzas democráticas venezolanas han optado por el método de la boa para engullir a Maduro. Es también evidente, aunque el gobierno norteamericano repita el mantra de acuerdo con el cual “todas las cartas están sobre la mesa” (lo cual es verdad), que hoy agotan la vía de aumentar la presión a los huesos de la dictadura venezolana.

Todos, absolutamente todos en el mundo están de acuerdo de que Venezuela sufre el secuestro de una satrapía sin escrúpulos que nos ahoga. Todos estamos convencidos de que los venezolanos hemos puesto todo de nuestra parte para liberarnos. Sencillamente, no pudimos convencer a nuestros secuestradores de que nos dejaran libres, agotamos nuestra fuerza, nuestras posibilidades de planear un escape y tuvimos que llamar a la policía para que viniera en nuestra ayuda.

Ahora bien, cuando la policía se presenta a un secuestro no llega irrumpiendo con sus escuadrones SWAT disparando a diestra y siniestra. Normalmente, hacen primero su aparición negociadores profesionales. Gente que trata de disuadir a los secuestradores. Les hacen ofrecimientos, averiguan si tienen mamá y la llevan para que hablen con ellos, les hacen ver que es mejor entregarse que morir en el sitio, a ratos los amenazan con la fuerza y les piden que miren por un agujerito para que vean a los comandos preparados para actuar. En pocas palabras, siempre hay un protocolo de actuación que se aplica con la mira puesta en que la situación se resuelva del mejor modo y al menor costo posibles.

Hoy día esa es la etapa en la que está la Comunidad Internacional en relación con la dictadura venezolana. Las presiones (léase, el abrazo de la boa) aún tienen mucho que dar de sí.  Y cuando hablamos de presiones no solo hablamos del cierre de cuentas de los capitostes del régimen y la cancelación de las visas de ellos y sus familiares (cosa que les duele muchísimo, pues los cobritos de los ahorros están básicamente en el imperio del norte) sino también de las negociaciones que se adelantan con allegados a Maduro y a su entorno. ¡Si! Leyó bien y, además, esto no es un secreto. Hace algunas semanas el senador Marcos Rubio declaró abiertamente: “para la libertad de Venezuela estamos hablando con gente a la que quisiéramos ver presos.” El propio Elliot Abrahams lo ha dicho igualmente. En materia de presiones esta es la más importante de todas. Es la que ha puesto a Maduro a dormir con un ojo abierto y el otro también. Él sabe que su primer anillo de poder es una colcha de retazos de intereses y que casi todos están con él para defender el feudo que le ha correspondido en el reparto. Como el general Obregón, Maduro sabe que no tiene “general que aguante un cañonazo de 50.000 pesos”.

Es natural suponer que los negociadores están tocando esas peligrosas teclas para la dictadura. Es además evidente que esas negociaciones están produciendo efectos. Es lógico suponer que tienen fundadas razones para pensar que los ofrecimientos que hacen al entorno de Maduro están aflojando tuercas y que se pueden ahorrar los miles de inconvenientes políticos y financieros que una aventura violenta supondría. El solo hecho que esa línea de acción continúe, lejos de ser una mala noticia, es más bien una muy buena. La cosa esta funcionando.

Habrá siempre algunos impacientes que regresen con el mantra que cada día que pasa hay que contarlo en sufrimiento y desgracias para nuestro pueblo y nadie podrá decir lo contrario. Habrá otros que, demasiados aficionados a las películas de James Bond, piensen que un buen Martini, una chica Bond y una operación comando, pueden resolver el asunto. Pero la realidad suele ser siempre más complicada y menos cinematográfica.

La boa sigue trabajando sigilosamente, aprieta y siente como los huesos crujen. La presa no tiene escapatoria. Incluso, si en un movimiento hábil lograra escaparse, malherida como esta, no llegara muy lejos del halcón que sobrevuela.