sábado, 23 de abril de 2016

Necesario reactivar este debate

¿Hacia una política opositora alternativa?


Asdrúbal Romero M. (@asdromero)

I-Introducción


Con relación a la falta de coherencia en las estrategias de la oposición democrática, solemos escuchar a muchos despachar el asunto con cierta ligereza, diciendo que ello se debe, fundamentalmente, a la confrontación y el reacomodo de los proyectos políticos personales que en su seno conviven. Lo más seguro es que tal confrontación exista y se renueve constantemente con nuevas aspiraciones, pero no debiera tratarse sólo de eso. Existe un factor de escisión de naturaleza más profunda, el cual está vinculado a la visión que tiene cada agrupación política sobre cuál es la mejor estrategia para alcanzar el ansiado objetivo de cambiar el modelo de gobierno. Estas diferencias de visión estratégica le han dado calor a un debate que se ha hecho visible a la opinión pública desde inicios del 2014, etapa en la cual alcanzó su mayor calidez. Se trata en este documento de revisar la evolución en el tiempo de ese debate, a la luz de los dos polos extremos dentro de los cuales se ha dado su dinámica.

II- la estrategia de tempo más lento


Constituye una de las posiciones extremas del debate. En esta estrategia se parte  de la premisa que la estruendosa caída de la economía se encargará por sí sola de propinarle la gran derrota al gobierno. El haber violado por tanto tiempo las más elementales leyes de la economía se les vendrá avasallantemente en su contra, pronostican, tal cual las aguas de un río crecido cuyo cauce hubiese sido cambiado y retornan con una fuerza indetenible, llevándose por delante lo que encuentren, para reposesionarse de su cauce original. No se han equivocado: este fenómeno ya inició su devastación. En el ínterin de esperar que esa caída libre surta sus efectos,  se ha venido trabajando para aprovechar electoralmente el descontento. La ruta es fundamentalmente electoral. Tratar de lograr en cada elección un mayor número de votos hasta constituir una mayoría insuperable -incluso mediante los tramposos mecanismos instituidos por el oficialismo-, que depare finalmente el triunfo.

Paciencia y salivita: la primera para esperar el derrumbe y la segunda para capitalizar los votos. Primero Justicia es la agrupación que más se identifica con esta estrategia -no necesariamente en un 100%-. Además, con una convicción reforzada por el triunfo del 6D. ¿Se dan cuenta que este era el camino? -parecieran decirnos con rebosante satisfacción-. Por ello, han continuado impertérritos en defender la mayor conveniencia de la agenda electoralista. Por la vía de los acuerdos internos, se afanaron en obtener el control mayoritario de la agenda legislativa, lo cual han aprovechado para presentar unas leyes cuyo objetivo es el de batirse tête à tête con el oficialismo en el campo de las dádivas populistas. ¿Cómo se explica que quienes critican la política del incremento desmedido del gasto público como causante de la galopante inflación,  sean los mismos que proponen una ley que implica una erogación mil millonaria en la depauperada circunstancia que se encuentra el erario nacional? Me refiero a la Ley de Cesta Ticket para Jubilados y Pensionados, muy necesitada y beneficiosa para un sector de la población, pero…

Cabría preguntar también: ¿Cree usted que la Ley de Otorgamiento de Títulos de Propiedad a Beneficiarios de la GMVV es un asunto prioritario en el marco de la profunda y tenebrosa crisis que aqueja al país? Podría continuar refiriéndome a otras leyes distractoras de lo que debiera ser el principal objetivo de la AN: el cambio de modelo de poder. No sin cierta razón, el articulista Orlando Viera-Blanco habla de un “populismo engominado”; de un querer parecer más chavistas que Chávez de cara al evidente propósito de continuar ganando votos para los subsiguientes eventos electorales, sea este el Referéndum Revocatorio, si es que el Gobierno no lo obstruye hasta convertirlo en inoficioso, o las próximas elecciones regionales, donde las típicas estrategias del país que se niega a cambiar su relato rentista, les podrían aportar una jugosa cuota de poder como partido. Todo esto en el contexto de una crisis cuya voracidad a pasmosa rapidez amenaza con terminar de fulminar las pocas esperanzas que les quedan a los supuestos clientes electorales.


III-la estrategia de tempo acelerado


Precisamente, la urgencia de la crisis nos hace apuntar nuestro foco hacia el otro polo de las estrategias, que involucra la máxima aceleración para intentar forzar el cambio a la mayor brevedad posible. Tuvo su mayor auge en los inicios de este debate, pero, triste es reconocerlo, en la actualidad, cuando las circunstancias más la justifican: ninguna agrupación en el seno de la MUD pareciera querer asumir del todo su cabal representación. Excepción hecha de María Corina, que con meritoria valentía sigue insistiendo, pero cuya voz pareciera ensordinada por esa imagen de chica rica que no ha logrado, lamentablemente, superar. Exceptuándola a ella, ni siquiera Voluntad Popular se percibe hoy día tan identificada con la visión estratégica que sí representó en el reciente pasado su líder: Leopoldo López.

Me referiré, particularmente, a él como el actor político más emblemático de una visión tendiente a exaltar la urgencia del cambio, sin detrimento de otros que también la hayan argumentado. Tanto su formación adquirida en universidades pertenecientes al exclusivo club de las diez más prestigiosas a nivel mundial, como su muy probable conexión con los más avanzados centros de pensamiento  (think tanks) en los Estados Unidos, me aportan la convicción que Leopoldo sí accedió a una visualización adelantada de la crisis tal cual ha evolucionado y quiso ahorrarle al país este derrumbe.  Esta crisis sistémica que azota a una patria empobrecida era perfectamente predecible y muchos lo advertimos. Ahora, cuando todos la padecemos y tomamos conciencia de su magnífico poder destructor de todas las capacidades de este país; cuando valoramos su naturaleza sistémica que avanza a una velocidad de generación de deterioro proporcional a la magnitud del que ya ha creado –inestabilidad exponencial: como la caracterizamos los sistémicos-; cuando vemos imágenes de pueblo canibalizando vehículos de aseo urbano en busca de alimentos así sea descompuestos; cuando leemos las noticias de los neonatos que mueren todos los días en los hospitales, de los que mueren por no conseguir la medicina que necesitan o como resultado de la creciente inseguridad en las calles; cuando somos testigos de cómo los más elementales servicios públicos van colapsando, creo que deberían ser muy pocos los que todavía se atrevan a señalar a LA SALIDA como una propuesta signada por el aventurerismo político que no tenía su razón de ser.

Habría sido inmoral para cualquier político que, adelantado a su tiempo, accediese a una visión de este ingente dolor que hoy se aposenta en los corazones de millones de compatriotas, no intentarlo como lo intentó. Hasta donde yo pude ver –tuve que salir del país en viaje ya planificado el mismo día que Génesis Carmona murió en la Guerra Méndez-, la convocatoria siempre estuvo orientada a la protesta pacífica y la movilización en las calles. Mecanismos ambos a los que un pueblo maltratado tiene pleno derecho a recurrir en cualquier país del mundo donde impere constitucionalmente una democracia. Que si no tuvo la suficiente paciencia para cabildear su visión con sus pares políticos; que si escuchó cantos de sirena que no se cumplieron; que si quiso pasársela de vivo y jugar “adelantaíto”, todo eso queda para el debate especulativo entre los políticos.

Lo cierto es que después: el llamado pacífico se desvirtuó, también es menester reconocerlo, pero quién puede atreverse a afirmar que en el desarrollo de esa iniciativa política no entraron factores extraños a pervertirla: desde sectores radicales convencidos de que su accionar casi de guerrilla urbana era lo conveniente y lo correcto hasta elementos infiltrados por el propio gobierno. ¿Y quién podría atreverse a criticar a esos sectores radicales cuando personeros importantes del Régimen han reconocido su prestancia a organizar su milicia guerrillera en un escenario político rotado exactamente ciento ochenta grados con respecto al actual?

Pero, de lo que se trata no es de revivir el pasado. Si he tenido que retroceder en el tiempo ha sido para facilitar la iluminación de estas dos visiones estratégicas contrapuestas. Porque una, la de tempo acelerado, tuvo su realización más álgida en los inicios de 2014 y pareciera, aparentemente, haber perdido fuerza frente a la prevalencia en el momento actual de la visión de tempo lento. Insisto: el debate siempre se ha movido entre esos dos extremos. En cualquier instante de tiempo, cada agrupación se ha posicionado sobre algún gris de esa infinita escala de gradación de grises entre el blanco y el negro que representan ambos extremos. Con el transcurrir del tiempo, las agrupaciones se han ido desplazando sobre esa escala. Voluntad Popular, por ejemplo, se ha alejado de su posición inicial, casi polar, como si hubiese perdido un tanto su perfil, ab initio más combativo. Lo que me ha llevado a preguntarme cuán satisfecho pueda estar su líder de ese desplazamiento, si es que está suficientemente informado, porque la prisión de Leopoldo no tiene nada que ver con la que la Cuarta República le brindó a Chávez que podía, los fines de semana, rodearse de la devoción de sus correligionarios.

IV-En el momento presente


Continuando con las interrogantes: ¿Cómo ha sido el desplazamiento de AD? ¿Dónde se posiciona en la actualidad?

¿Y Primero Justicia? En mi opinión: se ha mantenido más apegado al extremo suave de la agenda electoralista. No se puede negar que en algún momento haya tenido más argumentos a su favor para mantenerse en esa posición y que ello no le haya rendido buenos frutos a la Oposición. Pero en las circunstancias actuales,  después de todo el bloqueo del TSJ a cuanta iniciativa pueda salir de la AN y del desdén con el que los funcionarios de alta jerarquía se niegan a ser interpelados para permitirle a la AN el cumplimiento de su función de control: ¿Se justifica que siga siendo el polo atractor de los demás partidos hacia la estrategia de tempo lento? En verdad, creo que ya va siendo hora de que revise su visión estratégica. En todo caso, ya se hace necesario reavivar ese debate.

La crisis ya se ha develado en su poderosa malignidad y no se detendrá en su destrucción.  La curva de deterioro exponencial ya sobrepasó el codo de arreciamiento y desplegará sus nefastos efectos a mayor velocidad. Las predicciones de inflación para 2016 de diversos organismos multilaterales oscilan entre el 275 al 720%: en promedio los precios decembrinos de los artículos alcanzarán entre casi cuatro a ocho veces su valor en enero de este año. Hay que pasearse por lo que esto significa con el empobrecimiento acumulado que ya tenemos. Los tiempos se acortan y la paciencia del pueblo se agota. ¿Llegaremos a alguna elección? Sinceramente, no creo. Y si llegáramos, cuidado si el descontento de la gente no se haya revertido también contra una MUD inmovilizada peleando por candidaturas. Y si no llegamos debido al surgimiento de un estallido social: ¿Respetarán los actores intervinientes en esa coyuntura política  a una oposición que no ha sabido darse a respetar ni ejercer su liderazgo político?

No puede ser que el Presidente de la Federación Médica Venezolana se vaya a la Plaza Alfredo Sadel con los presidentes de los colegios médicos de todas las regiones, a protestar por el lastimoso estado de la salud en Venezuela y que CNN cubra esa manifestación en la que no se observe la participación de la MUD. ¿No quisieron asistir? ¿No se les informó? ¿La FMV no quiso dejarse acompañar de la clase política? Y si es así: ¿Cuál es la razón que privó para ello? Deben analizarla.

Soy parte de un clamor. Lo escucho en cuanta reunión participo. Ya es hora de que la MUD se convierta en la gran articuladora de las demandas sociales y económicas del pueblo venezolano. Ya es hora de que lo organice para la protesta pacífica con la continua movilización en las calles. Las aspiraciones personales que se decanten en el desempeño de los liderazgos, de cara a la activación de un proceso tendiente a un cambio que no admite más espera. Esta debe ser la verdadera criba de los liderazgos que aspiren a competir en cualquier elección futura. Si no ocurre así, me temo que el debate entre los dos polos estratégicos que hemos revisado aquí se recrudecerá y de no producirse un nuevo acuerdo: la unidad podría estallar en pedazos porque ella como consigna, por sí sola, no tiene el suficiente peso como para eternizarse en un chantaje. Y si no ocurre tal debate, entonces benditos sean los que salgan a organizar una política opositora alternativa.


miércoles, 20 de abril de 2016

Un llamado a un accionar político alternativo

Comparto 100% este texto del sociólogo Manuel Barreto Hernaiz 

EL NO DEL 19 DE ABRIL


“Debe hacerse en cada momento, lo que en cada momento es necesario”.
 (José Martí)
 

Desde muchachito escuchando la historia de Emparan y el cura Madariaga indicando al pueblo qué hacer… ¡No! No y mil veces ¡NO! debería ser la respuesta ciudadana a tanta locura hecha gobierno; a la miseria en la que tiene sumida al 80% de la población; a la miserable corrupción que trajo escasez y hambruna; a la incapacidad de llevar adelante los más sagrados derechos contemplados no sólo en nuestra constitución, que por cierto fue una y mil veces maldecida al llamarla “Bicha”, sino en la declaración de los Derechos Universales del Hombre; decir ¡NO! a esa aberración maniquea de dividirnos como Nación en dos toletes irreconciliables, que sembró el odio, el resentimiento y la fractura entre sus ciudadanos; de decir ¡NO! a la insoportable oscuridad por la comprobada incapacidad de estos sinvergüenzas; de decir ¡NO! a las absurdas colas que se originaron por descuidar criminalmente la Seguridad Alimentaria del país y por propiciar la más abyecta corrupción entre la multiforme fauna (en uniforme o en la metamorfosis del bachaco) que se enriquece con el hambre del pueblo…

Hoy 19 de Abril, era el Día del ¡NO!...Pero…

¿Será que nuestra dirigencia política se tomó en serio lo del puente?
Esa apatía en lo pertinente a la toma de posiciones respecto más que a la política, a los asuntos públicos, en la que vivimos atrapados millones de ciudadanos, sea probablemente reflejo de una actitud cotidiana de desinterés, o de temor ante las embestidas intolerantes del régimen y del escepticismo relativo a cualquier tipo de justificada y constitucional protesta…¿Será que “el librito MUDO” dice que no hay que gastarse en tales manifestaciones, que los cartuchos son exclusivos para las contiendas electorales?

¿Por qué la MUD CARABOBO no reacciona con firmeza ante el marasmo ocasionado por el régimen, que hace un buen rato nos condujo a un estado de descomposición que ha rebosado todos los límites imaginables?    

Muchos se preguntan: ¿Por qué es tan leve la reacción ante la infame vida que este régimen nos hace transitar; por qué ante esas violentas represiones y abusos de todo tipo que estamos sufriendo son tan tímidos los reclamos? Produce, más que extrañeza, perplejidad, que ante comprobados casos de corrupción, de terribles vejaciones, de comprobadas triquiñuelas, de sempiternas burlas a la ciudadanía, a la cual precisamente le han robado su futuro, y aquí y ahora no suceda nada... 

¿Acaso un país postrado, timorato e incapaz de darle la cara a las penurias que sufre y se acrecientan día tras día, merece su desesperanza y angustia? Así están las cosas. Esta sensación subjetiva de falta de energía física o intelectual, o de ambas, se convierte en apatía; es la sensación de que nada va a cambiar, que todo esfuerzo es en vano, que todo va a seguir igual. Y eso hace posible que el régimen haga lo que le dé la gana, que aplaste a quien quiera y como quiera.

Basta de permanecer como espectadores pasivos e impertérritos ante la terrible travesía hacia el marasmo total; basta de tolerar y abandonar hasta esas mínimas actitudes de dignidad, en pos de cualquier producto básico; toleramos, ad nauseam, la compra  o el cierre de medios de comunicación, a sabiendas que no hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión; que el ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades, sino un derecho inalienable del ciudadano.

Pareciera que saber la verdad ya no importa. No es un secreto que el gobierno se apoya en las cualidades más lamentables de nuestro pueblo: el resentimiento, la envidia, la viveza, la irresponsabilidad y hasta el coloquial “pataebolismo”; y por otro lado, está claro que este régimen parece dispuesto a sacrificar lo que sea con tal de atornillarse en el poder y conservar sus privilegios. Así las cosas, este es el momento de colaborar en una fase fundamental en la recuperación de un país que anhela paz, tolerancia, seguridad; de un país íntegro, competidor, donde más que socialismo de ningún siglo tengamos la prosperidad que tan sólo el trabajo y el esfuerzo garantizan; este es el momento de perseverar en el logro de un país sin tiranías y sin tiranos. Y no es cuestión de impaciencia o impulsividad, es cuestión de persistir pues las circunstancias así lo indican. Hemos tropezado muchas veces con la misma piedra, pero ahora si la tenemos marcada. Una de las pocas maneras para que este régimen no se sienta que es intocable, es haciéndole sentir el peso de la ciudadanía ya que no sienten el peso de la ley, pues hace rato  ellos la controlan; sin violencia, pero con determinación; sin tocarles pero sin dejarles respirar. Una hormiga no para un bus, pero llena de ronchas al que la conduce…

Es el momento de dejar atrás esa lamentable paradoja que indica que el régimen se desgasta pero la oposición no se vigoriza. Es el momento de tejer la deshilachada bandera que ha sido mancillada por la perversidad, la  aquiescencia, y por la vulgar complicidad; que cada día es ensangrentada por la tiranía despiadada que auspicia y actúa con brutal violencia.
  
Ya es el momento de que todos los ciudadanos demócratas digamos un contundente ¡NO! – con o sin cura Madariaga- a este miserable gobierno que no respeta ni protege la libertad de la ciudadanía, lo que nos indica que hemos dejado atrás lo que se considera una verdadera democracia... Y esa es la realidad que hoy tenemos que enfrentar, ya que el miedo al riesgo y el silencio cómplice frente a la maldad, son una de las tantas nefastas condiciones que afectan a nuestra Nación.

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viernes, 8 de abril de 2016

Un Mensaje a la Juventud Universitaria

¿Reaccionarán los Jóvenes Universitarios?

Asdrúbal Romero M. (@asdromero)


La mitad de los estudiantes que se inscriben en la universidad, se están retirando y la institución no tiene forma de detener ese éxodo, porque se debe principalmente a la situación económica. Es sólo una de las apabullantes conclusiones contenidas en un estudio, recientemente, publicado por la Universidad de los Andes sobre deserción estudiantil, profesoral y de personal ATO. Les ruego enfáticamente que lo revisen. Pueden acceder a su contenido en el enlace: http://prensa.ula.ve/2016/04/01/cifras-de-deserción-estudiantil-profesoral-y-de-personal-ato-se-han-incrementado-en-la .

Lo que hace dos años era una inferencia sobre cómo impactaría la nefasta tendencia de empobrecimiento sistémico del país a los estudios universitarios, ya es una realidad documentada y soportada con incontrovertibles datos. El más importante logro de la universidad venezolana al constituirse en el engranaje principal de la movilidad social en nuestro país ha pasado a ser un sueño del pasado.

Es innegable que desde los sesenta se mantuvo, en este país, una tendencia sostenida de democratización del acceso de su juventud a una educación universitaria de calidad. La prueba de ello es inocultable. Podemos convocar como testigos a la gran cantidad de profesionales exitosos que contribuyeron con creces al desarrollo del país. Muchos de ellos provenientes de hogares humildes, en los que sus padres tuvieron que hacer ingentes esfuerzos para lograr el sueño de ver a sus hijos graduarse con un título universitario, mientras ellos lucirían por siempre, en la foto de los imborrables recuerdos, la correspondiente medalla colgada en sus pechos henchidos de orgullo por el objetivo logrado.

Soy hijo de aquellos tiempos, que hoy se nos revelan felices, tuve compañeros venidos de los más diversos rincones del país a la capital industrial del futuro. Todos, los más pobres, los menos, los clase media y los más ricos, compartíamos de igual a igual en esa maravillosa máquina de igualación social que era la Universidad.  Por esto, a mí no puede ningún destructor pretender venirme a cambiar la historia.

Despertando de la añoranza: ¿Con qué nos conseguimos? ¡El engranaje hecho añicos! La posibilidad de acceder a una educación universitaria con estándares mínimos de calidad le ha sido sustraída a la juventud venezolana. Ha sido contundentemente demolida y lo insólito es que esto haya ocurrido sin que se haya producido una reacción masiva de parte del estudiantado universitario. Aclaro: no es que pretenda desconocer el esfuerzo que han hecho algunos dirigentes estudiantiles del sector, pero, el resultado concreto es que el mismo no ha sido suficiente como para articular una respuesta, que esté en consonancia con la gravedad de lo que el Régimen ha venido perpetrando en contra de los jóvenes de este país. Les ha robado la oportunidad de progreso, les ha destruido la posibilidad de futuro, y lo ha hecho, reitero, en sus propias narices sin que, como colectivo, hayan sido capaces de responder con la debida contundencia. Desde esta perspectiva, así va quedando esta cohorte generacional en el obligado retrato que la historia hará, en una penosa posición de rezagados frente al aporte que han hecho otras en el pasado de cara al patriótico compromiso intergeneracional.

Los padres, que pueden, andan diligenciando recursos para poder transferir sus hijos del sector público al privado -este flujo migratorio también podría perfectamente cuantificarse-.  Sin embargo, existe la posibilidad de que tal medida de emergencia tampoco sea la solución. La destrucción tiende a ser total. También en el subsistema privado universitario las cuentas no vienen arrojando resultados para su sostenibilidad, como consecuencia de un draconiano marco regulatorio que ha represado el incremento del costo matricular a un máximo del 20% anual por varios años. En un contexto inflacionario, que ya todos sabemos anda volando, esa ilógica imposición ha pretendido mantener la ficción de que la educación, finalmente, podría succionarse del aire.

Todos estos años, han sido los docentes y trabajadores de dichas instituciones quienes han financiado con su empobrecimiento salarial esa ilusoria ficción. En general, en las universidades privadas los salarios están aún más deprimidos que en las financiadas por el Estado. Los fenómenos de rotación y deserción profesoral se han venido incrementando a un ritmo preocupante. Los mejores se van y la calidad, que nunca alcanzó a igualarse al estándar público, decae alarmantemente. Los caminos hacia una educación universitaria de calidad en este país se cierran.

No hay calidad, no importa, pero hay título, dirán algunos. Pero hasta esa posibilidad se ensombrece. Los elevadísimos índices de inflación en los rubros de mantenimiento –por encima del 2000%- se han encargado por sí solos de poner los saldos en rojo y hacer aflorar las tensiones por tanto tiempo reprimidas. La ficción de los buenos deseos ya no da para más. Los jóvenes prefieren emprender la protesta contra las asociaciones civiles, incluso estudiantes adscritos a las fracciones juveniles de algunos partidos que, se supone, debieran estar mejor formados sobre todo lo que viene ocurriendo en el país. Acabamos de ver un primer round en la UJAP, pero también en otras instituciones privadas la procesión anda por dentro. No es de extrañar que en algún momento alguna asociación civil prefiera soltar las riendas de tan tamaña responsabilidad y entregárselas al Estado. ¿Y entonces qué? ¿Mejorará ello la operatividad y calidad de esa institución? ¿Se habrán paseado los estudiantes por el análisis de este escenario?

De alguna forma, el Régimen logra aparentemente escabullirse de su culpabilidad en el desempeño de su rol destructor de todas las instituciones. Ha logrado fragmentar a la sociedad en sectores estancos que, desconectados y desarticulados, no alcanzan a comunicarse entre ellos para unificar criterios sobre quién es el verdaderamente responsable de este cáncer que nos invade por todos los intersticios del tejido social. Es así como, frecuentemente, observamos enfrentamientos intersectoriales buscando achacar responsabilidades en otros que en la realidad también son víctimas de la descomposición. Pacientes o sus dolientes versus médicos o clínicas privadas; padres versus maestros; pobladores desasistidos versus alcaldías empobrecidas; estudiantes universitarios versus profesores y autoridades y, ahora, los de las privadas versus las asociaciones civiles.

A raíz del más reciente paro gremial universitario, ocasionado por el segundo retardo en el pago de la nómina que ha ocurrido en los pocos meses que van de este 2016, volvimos a ser testigos a través de las redes sociales: de las ya casi eternas reprimendas a los profesores por coartar el derecho al estudio de los “pobrecitos” estudiantes. Independientemente de que dicho paro pudiese tener alguna efectividad a estas alturas de nuestro fracaso colectivo en defender a la Universidad y a nosotros mismos –me cuesta imaginar que al Gobierno le haya producido una mínima picazón- queda al menos la dignidad de quienes ya no desean seguir siendo irrespetados mediante atropellos cada vez más burdos. Ese resquicio de dignidad que nos queda debe ser respetado. Tiene que preguntarse uno si ya no es hora de que los jóvenes universitarios reflexionen y se aclaren de cuáles son los auténticos victimarios de su derecho al estudio. Mientras escribo estas líneas me entero que, por dos días consecutivos, las aulas del campus Bárbula han permanecido sin servicio eléctrico en todo el transcurso de sus respectivas mañanas. ¿Entonces?

¿Cuándo reaccionarán y por qué no lo han hecho? Más allá de la situación muy peculiar de la UC que pudiera comentarse a raíz del enojoso asunto de que no se hayan celebrado elecciones estudiantiles por más de ocho años, la respuesta a esta doble interrogante en el contexto general del país es muy compleja. No me siento en capacidad de abordar un exhaustivo escrutinio de las misteriosas razones, pero me ofrezco a organizar un equipo interdisciplinario para una exploración conjunta en la que participen jóvenes deseosos de organizarse para la defensa de sus derechos.


Un comentario final que no deseo dejar en el tintero. Llama poderosamente la atención que las fracciones juveniles de los partidos políticos, incluyendo a los más noveles como Voluntad Popular y Primero Justicia, prácticamente hayan abandonado su espacio natural de lucha política que es la trinchera universitaria, que debiera constituir su primigenio campo de entrenamiento y semillero de los futuros líderes, para privilegiar el trabajo político electoral de calle. Es como si quisiesen todos, en franco apresuramiento, llegar a ser alcaldes y diputados obviando la etapa de obligada formación política. ¿Sus respectivas organizaciones políticas que les cobijan han tomado consciencia de tan significativa desatención? ¿Cómo articulamos masivamente a los jóvenes en la lucha por el país cuando los hemos desatendido en su espacio primario de necesidades y formación?