jueves, 27 de junio de 2013

De nuevo, sobre la situación política en Carabobo

¿Un Aveledo para Carabobo?

Asdrúbal Romero M.

Soy un firme convencido que el eje central de la propuesta política que debiera presentársele al país tendría que sustentarse en el federalismo descentralizador. De la redistribución del poder político hacia las regiones que ello implica, se generarían los escenarios para una mayor eficiencia y control ciudadano de la gestión pública, mayores índices de participación y desarrollo de ciudadanía e, incluso, el surgimiento de liderazgos emergentes que pudiera fungir de contrapeso al excesivo poder central. Por esta razón, accedí a la invitación que me hicieran los fundadores del Observatorio Venezolano de las Autonomías para ejercer  la presidencia pro tempore de esta ONG.
 Ahora bien, para que la propuesta federalista asuma un cierto protagonismo en el debate político a nivel nacional, luce lógico y natural que su empuje provenga de las regiones. A estas alturas del proceso tendiente a lograr un cambio en el país, a uno le gustaría ver unas plataformas políticas fortalecidas en el ámbito regional, dispuestas a asumir con mayor autonomía y responsabilidad la gestión política en el plano local. A estas alturas, quisiera ser testigo del accionar en los distintos estados, o al menos en los estados más importantes, de unas mesas de la Unidad Democrática regionales más funcionales y consustanciadas con el rol político que ellas, ya, deberían estar jugando en sus respectivos ámbitos.
Esa funcionalidad a la que me refiero, demandaría, entre otras iniciativas, el fortalecimiento organizacional de las MUD regionales con comisiones técnicas, de forma similar a como lo implementó la MUD central. Lo bueno hay que imitarlo: en Caracas se integraron comisiones en las que participan muy distinguidos profesionales expertos en distintas áreas y de cuyas deliberaciones se nutre la mesa de los partidos. Seguro estoy que en la mayoría de los estados también se puede contar con gente muy valiosa y además interesada en participar en la regionalización de los grandes temas.  Aquí en Carabobo, por ejemplo, sería muy interesante instalar una comisión de seguimiento de la gestión de gobierno de Francisco Ameliach. En verdad que no sé si será por su inclinación a mantener un bajo perfil comunicacional, que no logro enterarme de los logros de sus inicios de gestión; lo curioso es que, al parecer, tampoco existe una oposición que se ocupe de señalar los aspectos negativos, porque tampoco logro enterarme de éstos, aunque suponga que los habrá, habida cuenta de lo, endiabladamente, complicado que está el país.
Así como se debe imitar lo bueno, las MUD regionales deberían intentar superar las debilidades que todavía aparecen en la lista de los “debe” de la MUD central. La más notoria, ya lo señalaba, muy oportunamente, Jose Antonio Gil Yépez en su libro “Cómo ganar o perder la elección presidencial de 2012”: la falta de acompañamiento a la sociedad civil en su lucha social. Lo reitera Jesús Petit Da Costa en su blog: Hay un divorcio evidente entre la “partidocracia”, ocupada en las municipales, y la sociedad civil que sufre las inclemencias de una crisis económica y social sin antecedentes. Consecuencia de la no incorporación efectiva a la alianza de los partidos de los diversos entes representativos de ese quehacer civil, académico, social y económico que deambula fragmentado, en espera de una dirección política que le confiera organicidad a su lucha.
 Retorno a Carabobo para señalar un ejemplo de este divorcio: los universitarios libramos una lucha agónica y qué han dicho al respecto los personeros de la MUD carabobeña. ¡Nada! ¡Mudez total! ¿Ha visto usted a alguno de ellos acompañarnos en nuestras actividades de protesta?
Las MUD regionales, por ser entes políticos más cercanos a la sociedad, deberían tener una mayor potencialidad para hacer suyos los problemas de la gente y encauzar su descontento. No sé si esto esté ocurriendo en otros estados del país, pero no aquí en Carabobo, definitivamente. Cuando uno indaga sobre las posibles causas para esa reinante orfandad política, obtiene informaciones que apuntan a una obstinante lucha interna por el poder. Es verdad que la MUD carabobeña nunca ha funcionado como debiera. Antes de las elecciones presidenciales de octubre y las regionales para elegir gobernadores, se rumoraba que la MUD era teledirigida desde la Quinta de Carabobo con una cierta inoculación de sustancias anestésicas. Se produjo un vacío y la designación de un nuevo coordinador, el Alcalde Scarano, pero por ser él un evidente contendor de la lucha política por el trofeo del poder regional, no pareciera ser el personaje indicado para alcanzar los consensos que se requieren, no sólo en aras de canalizar una selección concertada de candidatos a las Municipales sino en aras de desarrollar esa inmensa tarea de dirección Política, sí, con P mayúscula, que se demanda en este estado.
¿Se requiere entonces de un Aveledo para Carabobo? Todo pareciera indicar que sí. Aclarando que la referencia al apellido involucra la búsqueda de un líder integrador que no aspire a cargos de elección en el contexto regional, con la suficiente capacidad negociadora para lograr consensos y la visión necesaria para estructurar una plataforma política regional con la suficiente fortaleza para hacer verdad la consigna: la política para Carabobo la hacemos los carabobeños. Si no alcanzamos esa madurez política, cómo podemos darnos a respetar de los que siguen sosteniendo la tesis de que Venezuela debe ser dirigida con una óptica centralista. ¿Cómo así le damos fluidez a la propuesta federalista?
Algunos me acusarán de contradecirme. En un artículo previo señalé que la transición de Aveledo al frente de la MUD central debía concluir –a pesar del respeto que me merece su ejecutoria-. ¿No se suponía acaso que la Oposición había conseguido, finalmente, su líder indiscutido? ¡Debía ser Capriles quien se pusiera al frente de la vocería de la Oposición! Reconozco haber puesto en revisión esta tesis mía –difiero mis razones para otro artículo-. En todo caso, en Carabobo, hoy día no contamos con un liderazgo que se aproxime al de Capriles. Conseguir a un Aveledo es un asunto urgente.




jueves, 6 de junio de 2013

¿Hasta dónde llegará la farsantería?

Derogatoria de la Ley de Gravedad

Asdrúbal Romero M.

Un tribunal ordenó fin del paro de “pobresores” en el Pedagógico de Caracas. Sentencia con la cual dio respuesta a un recurso de amparo introducido por tres estudiantes, seguramente oficialistas, que demandaban por la violación a su derecho al estudio. Cuando leí esta noticia (El Nacional, 4/6/2013) me vino a la mente una delirante escena en “Árbol de Luna”, una novela de Juan Carlos Méndez Guédez, barquisimetano residente en Madrid que se ha convertido, a fuerza de tenacidad y brillantez,  en uno de los más destacados representantes de esta nueva generación de escritores nuestros.
 Ocurre en Barquisimeto: una severa escasez de agua ha concitado una protesta estudiantil que apunta a generar un ambiente de exaltación peligroso para el partido que está de turno en el poder (transitan los tiempos de la Cuarta). El Presidente llama a Gerardo, un típico maniobrero “componelotodo” que, en ese momento, se encuentra en Maracaibo montando un negocio de compra de unos tanques militares viejos por el cual recibirá una comisión. Aunque teme que a los larenses no se les haya olvidado todavía lo de las maquinas quitanieve que le había vendido al Alcalde de la ciudad, no le queda más remedio que trasladarse. Se incorpora a una reunión de la Asamblea Legislativa, la gritería es total, pero él, con sus habilidades, logra que todos se callen para escuchar el informe del Ingeniero Municipal. Al joven no le queda otra sino reconocer que el acueducto recientemente construido padece de un serio problema: la ley de la gravedad no permite que el agua llegue, ¡no tiene la presión suficiente! El tal Gerardo consigue inspiración en su repertorio de farsanterías y grita: “Señores, el bien de la Patria nos exige acabar con esa maldita ley que evita que crezcan las flores en los corazones y en los jardines de nuestra gente”. Acto seguido: propone la derogatoria total de la ley de la gravedad en todo el territorio de la ciudad de Barquisimeto. Después de algunos cuchicheos entre los diputados, todos alzan ardorosamente sus brazos, incluyendo los de la izquierda que eran minoría, y así, por unanimidad, la ley queda derogada.
Cuenta Estela Dublín, protagonista y amante del Gerardo, que cuando se montan en el avión para regresar a Caracas, el piloto le llama para consultarle si la eliminación de la ley de la gravedad afectaba también a las líneas aéreas. Por supuesto que les recomiendo lean la versión original, mucho mejor construida e hilarante que esta sintética versión libre que me he atrevido a compartir con ustedes. Como ésta, se encuentran en la novela otras tantas anécdotas que confluyen en trasmitirnos una revisión paródica de nuestra historia política contemporánea. Se trata de un “país atenazado por la falsedad política”. Seguro estoy que Juan Carlos no confrontaría problema alguno  para surtir una segunda parte de su original novela, con un renovado y formidable anecdotario gestado en estos tiempos de la Quinta. Si en algo se han destacado, ha sido en superar con creces todo aquello que con tanta energía criticaron cuando eran minoría.
Cualquier gobierno democrático entiende que la bondad o perjuicio del impacto de su manejo macroeconómico sobre los bolsillos de los trabajadores tiene que ser, naturalmente, sometido al escrutinio de éstos en las mesas de negociaciones. Si las políticas económicas resultan en un fracaso del tema inflacionario, es cuestión, simplemente, de ponerse en el lugar del otro para asumir que tendrá que sufragarse el costo, de ese fracaso, mediante su sometimiento a un proceso de negociaciones mucho más arduo y en el cual, muy probablemente, se verá visto obligado a ceder incrementos salariales más elevados. Es una verdad de Perogrullo, pues bien: este régimen que nos preside se resiste a aceptarlo como un hecho lógico y natural. No suficiente con ello, cuando se ve presionado a conversar: también pretende seleccionar a sus interlocutores y desconocer el legítimo derecho de los trabajadores  a decidir libremente quiénes ejercerán su representación. En el caso de la problemática del sector universitario, no albergo duda alguna que a la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUV) le autentica un prolongado, y profusamente documentado, aval histórico para ser reconocido como la natural contraparte en las conversaciones sobre el tema salarial. Si algún cuestionamiento pudiera hacérsele a los representantes de FAPUV, en el sentido de tener demasiados años en sus cargos representativos, es consecuencia de la maldita treta, también de este régimen, de maniatar a través del CNE el funcionamiento democrático de la mayoría de las organizaciones gremiales y sindicales de este país.
A pesar de los elementales argumentos señalados, el recientemente designado Ministro para la Educación Superior (otra treta muy utilizada por este gobierno para dilatar lo ya desesperadamente impostergable es designar, a las puertas de un conflicto, a un nuevo rostro de autoridad) insiste en no reconocer a FAPUV o, en el mejor de los casos, remitirla como simple oyente a una mesa que tienen montada desde hace tiempo con sus sindicatos amigos. Este simple hecho ya justifica el Paro Universitario, otra cosa es que sea una herramienta estratégicamente efectiva frente a un régimen tan abusivo como el que sufrimos (sobre esto albergo ciertas dudas: cómo no tenerlas ante un gobierno que ya decidió quitarse su máscara de democrático).
Lo cierto es que estamos frente a un estruendoso fracaso económico del Gobierno que, evidentemente, nos conduce a un acelerado empobrecimiento de todos los asalariados compatriotas, sobre todo: de los adscritos al sector público. No obstante: se insiste en no dar la cara; en desconocer a la otra parte; en pretender tapar el sol con un dedo apelando a subterfugios como el desvergonzado argumento que el tema salarial universitario no es asunto de su incumbencia o ese  de mandar a unos estudiantes a demandar la violación de su derecho al estudio. ¿Para qué contamos con todo el aparato judicial rodilla en tierra? –dirán ellos-. Cualquier juez sensato e independiente se habría pronunciado sobre la imposibilidad de otorgar un amparo ante la evidente colisión de dos derechos constitucionales. También los “pobresores” tienen el derecho constitucional de recurrir a la medida extrema, habida cuenta de que ni siquiera un espacio les es concedido para plantear su justa queja laboral. ¿Qué nos extraña? Este régimen viene recorriendo, desde hace mucho tiempo, un camino empedrado a punta de falsedades. Recurrirán a la interpretación sesgada de las leyes; harán nuevas de ser necesario y cuando se les oponga a sus designios una ley física, como la de la gravedad, den por seguro que la derogarán. Así, próximamente, nos verán a todos flotando indefinidamente.



lunes, 3 de junio de 2013

Esta vez mi opinión la doy en video



En mi entrevista con la Dra. Rosa Indriago en su programa Encuentro Académico tuve la oportunidad de dar mi opinión sobre el actual conflicto universitario. Deseo rescatar de ese segmento: el que se aprovechen las energías de esa gran cantidad de profesores jóvenes que realmente están motivados en su lucha y que han logrado convencer a muchos estudiantes de que les acompañen porque su lucha no es sólo salarial sino por la Universidad que estamos perdiendo, que además de protestar organicen foros o asambleas donde se discuta también la muy grave problemática interna de la Institución.