lunes, 17 de febrero de 2014

¿Es LA SALIDA una reiteración del 2002?

¿Tiene fuerza LA SALIDA?

Asdrúbal Romero Mujica (@asdromero)



Partiendo del deseo de comentar brevemente el muy interesante artículo del politólogo Yvan Serra (“EL PUNTO MEDIO” en su blog http://periscopio2.wordpress.com/2014/02/14/el-punto-medio/), terminé escribiendo estas reflexiones para cuya comprensión no es, estrictamente, necesaria la lectura de la referencia, aunque desde luego les recomiendo que lo hagan. El planteamiento central es si la acometida estratégica LA SALIDA impulsada por Leopoldo López, la diputada Maria Corina Machado y otras personalidades de la Oposición, tiene la fuerza suficiente como para lograr el objetivo tácitamente definido en su denominación, es decir: la salida de este gobierno mediante algún mecanismo previsto constitucionalmente, por ejemplo: la RENUNCIA, que es la opción de mi preferencia. 

En opinión de Serra: no la tiene. Para el momento en el cual escribo estas líneas, puedo coincidir con su opinión si ella está referida a un lapso de tiempo breve como el que muchos habitantes de este país quisiéramos. Refiriéndose el precitado autor específicamente a Valencia: mientras en el norte –zona donde habita la clase media- se respiraba el 12F un ambiente de alta conmoción política, en el sur o en el municipio Los Guayos –zonas donde se ubican mayormente barriadas populares- se respiraba un ambiente de total normalidad. Más allá de esta observación puntual, Serra refuerza su tesis con un interesante gráfico en el cual se muestra el perseverante déficit de votos opositores en los municipios con menores ingresos per capita. “Mientras esta realidad no cambie será difícil salir del Régimen por la vía electoral o por otra vía” y acciones como LA SALIDA, a la cual Serra le endilga un reducido criterio estratégico, poco contribuyen en este sentido. Si esto fuese un debate, tendría que sentirme severamente limitado por la fortaleza argumental de mi adversario. 

Pero no voy a rebatir la validez de ese argumento, yo lo que simplemente creo es que ante la pasividad de la MUD, más temprano que tarde actores políticos de la Oposición iban a emerger con una posición más protestaria y acorde con lo que viene demandando la gravísima situación del país. Es decir: ya hay señales evidentes que a la pobre Venezuela nos la están zumbando por un despeñadero y lo contrario: que no existiera algún sector de la oposición que se envistiese de ese sentir que los venezolanos no tenemos horchata circulando por nuestras venas, es lo que habría lucido incomprensible y antinatural ante los ojos de todo el mundo.

A los fines de desarrollar mi tesis, me voy a permitir previamente dos breves incisos. En primer lugar: no incluyo a Capriles en el señalamiento de la pasividad porque él ya tomó, en su momento, una decisión que respeté aunque no compartí y, como consecuencia de ella, tiene el nada fácil desafío de ejercer la Gobernación de Mirada en las actuales circunstancias. Tal como previmos, no está en capacidad de ejercer, simultáneamente, una activa y efectiva coordinación de la política opositora como la que se requiere ante un régimen como el que confrontamos. En segundo lugar: habida cuenta que en los espacios de opinión, muchos le asignan a LA SALIDA el carácter de ser una acción política típica de clase media y muy similar a la del 2002, voy a permitirme una licencia para redefinir esa clase media incluyendo a todas las familias que dependan, económicamente, de personas adscritas a un ente público o privado mediante una relación de trabajo formal, con prescindencia de que su nivel de ingresos sea inferior a lo que los estándares tradicionales definen como clase media. 

Son, precisamente, los miembros de esa clase media los que tienen mayor conciencia del nivel de destrucción que este régimen le ha perpetrado al país. Saben lo que está pasando con los medios de comunicación: ven y padecen cómo el Régimen ha condenado a muerte a la prensa escrita; mientras tienen que acceder por las redes sociales al video de los Tupamaros en Mérida atemorizando, impunemente, a la población civil, porque si buscan enterarse a través de cualquier canal televisivo se encontrarán con recetas de cómo hacer patacones a la maracucha o huevo frito (me permito un plagio de mi admirado, ahora más, Chataing). Esa clase media es la que sabe que las ensambladoras se van y que mejor cuida a su carrito porque quizás sea ese el último que tenga por muchos años. Es la que teme que algún miembro de la familia caiga en una enfermedad grave porque no sabe si conseguirá los fármacos adecuados o, simplemente, la clínica privada que presta mejor servicio a su seguro de hospitalización ya habrá quebrado. Es la que siente una profunda tristeza, acompañada contradictoriamente de alegre resignación, al ver que sus jóvenes hijos quieren abandonar el país porque éste ya no les ofrece ningún futuro. Esa clase media sabe, perfectamente, que la escasez se va a agudizar y, lo que más le preocupa, tiene conciencia que su velocidad de empobrecimiento es cada vez más acelerada. Lo que posiblemente no sepa es que ha comenzado a transitar por un período de empobrecimiento exponencial (la velocidad de empobrecimiento es proporcional a la magnitud del mismo) porque esta precisión entra en el reino de lo técnico, pero lo intuye cuando monitorea, día a día, el valor del dólar paralelo y ve con él volar sus esperanzas por una calidad de vida como la que tenía antes. Esa clase media está arrecha, sin eufemismos, como lo expresa Serra en su excelente análisis preliminar del problema, y ha esperado, con vehemencia, a que la Oposición haga algo. La inexistencia de una iniciativa que diera respuesta a esa esperanza, sería un peligroso vacío que, como bien lo señala Axel Capriles en otro excelente artículo “La Locura Colectiva” al cual pueden acceder en: http://elrepublicanoliberal.blogspot.com/2014/02/axel-capriles-m-la-locura-colectiva.html-, nos empaquetaría a todos en ese proceso en línea de la guerra psicológica que nos vienen aplicando: CONFUSIÓN- DECEPCIÓN- FRUSTRACIÓN-ADAPTACIÓN. Eso es lo que quiere este régimen comunista: que terminemos cansándonos porque ya no hay nada que hacer y adaptándonos a lo inaceptable.

Es en este escenario que Leopoldo y compañía insurgen y asumen el reto. En mi opinión, han hecho lo acertado. ¿O es que acaso decenas de analistas del tema político en este país –incluido- no veníamos hablando, desde hace meses, de la necesidad de superar ese divorcio entre MUD y sociedad mediante la articulación de sus demandas sociales con la plataforma de acción política? ¡Es lo que han hecho! Además, mediante una propuesta pacífica, porque salir a la calle a protestar contra las pésimas ejecutorias de este régimen es un derecho que tenemos, que no podemos dejarnos quitar y que no tiene por qué implicar violencia. Y este régimen, tan absurdamente pretencioso, tendría que ir aprendiendo a convivir con la protesta social como el precio a pagar por su estruendoso fracaso. Si el régimen prefiere salir con sus colectivos armados a exacerbar la violencia; si dentro de la Oposición hay compatriotas que ya no quieren poner el otro cachete y caen en el juego de la violencia, éstos son problemas que se escapan del control de quienes asumen la protesta como una acción política indispensable en este momento y que, además, es perfectamente normal y aceptable en todo el mundo democrático. Cada cual tendrá que asumir su responsabilidad, pero ello no puede detenernos en nuestro accionar. 

PROTESTAR NO ES UN ATAJO, es un derecho y una necesidad en esta muy delicada etapa que vive el país. Quizás, la denominación utilizada para la arremetida estratégica LA SALIDA sea un tanto agresiva, al insinuar un “VETEYA” que no es posible en el corto plazo que anhela la gran mayoría de la clase media. Tiene Serra toda la razón al señalar el “hashtag” del “Maduro te vas pal c…” como políticamente inmaduro e inconveniente en el contexto de un proceso que será, impredeciblemente, complejo. Pero, por otra parte: ¿Por qué no interpretar “LA SALIDA” como el inicio de un proceso conducente a sentar las bases para que se produzca esa salida en el tiempo que los hechos irán dictaminando? Ya no hay tiempo para sentarse pasivamente a esperar. Todas las tendencias apuntan, incontrovertiblemente, hacia el desastre y ninguna de las acciones anunciadas por este gobierno las revierte, todo lo contrario: las agrava. De hecho, si ellos fueran, en un mínimo grado, responsables renunciarían porque no creo que no estén conscientes que han quebrado al país y lo han conducido hacia un callejón económico sin salida. De esto, también comienza a tener conciencia esa clase media a la que tanta referencia he hecho en este análisis. Si hay otro sector de la sociedad que todavía se siente lo suficientemente cómodo como para no motivarse a protestar, eso no excluye el derecho que tenemos nosotros para hacerlo. Habrá que incluir dentro de LA SALIDA programas dirigidos a hacerle ver a ese otro sector la inminencia de una crisis que también los arrastrará a ellos, como bien lo dice Serra en la parte final de su análisis. Es a la clase media a quien le corresponde asumir el rol como generadora de la opinión impulsora de los cambios que se requieren en el país. Es el rol que suele tener y así se le reconoce en todos los países que funcionan democráticamente en el planeta. Por esta razón es que, en ninguno de estos países, los gobiernos se plantean gobernar a espaldas de la clase media, eso sólo ha sido posible aquí porque contaban con un arsenal de recursos económicos que ya malbarataron.



Los malbarataron y ahora las circunstancias económicas en las que se da este proceso son radicalmente distintas, realidad ésta que no pareciera ser tomada en cuenta por esos analistas políticos que insisten en calificar a “LA SALIDA” como una reiteración de los errores del 2002. Ni la clase media se encuentra en las mismas condiciones de desesperanza y entrampamiento, por lo tanto ya no es la misma del 2002; ni tampoco el país cuenta con los mismos recursos para salir del atolladero. ¡Ni remotamente es el mismo! Cada día que pase, las señales de destrucción de nuestras posibilidades como país serán más devastadoras. Es cuestión de responsabilidad, por nosotros y por nuestras generaciones futuras, activarnos ante este régimen para hacer valer nuestro profundo descontento y propiciar una salida a esta crisis. A este régimen tan pretencioso, le corresponderá entender que tenemos razones valederas para protestar, si no lo hacen peor para ellos. LA SALIDA es la única opción que tenemos, por lo tanto tiene que tener la fuerza que sea requerida o, definitivamente, perderemos al país.

martes, 11 de febrero de 2014

Cuentos del deterioro

Interioridades UC

Asdrúbal Romero Mujica (@asdromero)


1-¿Elecciones UC Ya?


El calor electoral parece acrecentarse aunque, según algunos actores importantes con quienes sostuve recientes entrevistas: las bases profesorales siguen sumidas en su sopor de apatía. No es fácil, en verdad, con toda esa agitación externa que parece aproximarse a un incierto desenlace. La afluencia a una reunión convocada en Prebo estuvo muy por debajo de las expectativas. Se designó una comisión encargada de elaborar una propuesta de nuevo reglamento electoral para ser introducida ante el Consejo Universitario. La presencia en ella del ex vicerrector académico Rolando Smith le imprime a dicha comisión un carácter más pluralista. Pudiera convertirse en el factor bisagra que propicie un auténtico diálogo con las autoridades enconchadas hasta ahora en el NO HAY ELECCIONES. Creo que les conviene sentarse en la mesa redonda.



2- Un “strike” de la Decana(E) de Educación al CU con consecuencias
El 13 de mayo de 2013, la Decana Encargada de Educación lleva en su derecho de palabra, fuera de agenda, una solicitud de reincorporación como personal docente ordinario de una profesora que habiendo ingresado por concurso de oposición en octubre de 2007 a la asignatura Prácticas Profesionales III, renunció a dicho cargo en mayo de 2010 para trasladarse a México. Según la Decana, todo estaba perfectamente en regla y aprobado a nivel de las instancias académicas bajo su tutela. Los consejeros debieron confiar en su palabra porque su solicitud fue aprobada. Resultó que la Cátedra de Pedagogía y Currículo se oponía a dicha reincorporación “paracaidística” por considerar que la profesora no tenía experiencia docente en su área, un argumento académico de mucho peso que fue desdeñado así como así, y además no tenía carga para ella (hago notar que la cátedra originaria de la reincorporada es distinta). La Decana mintió, de allí el “strike”. La Jefe de Cátedra de Pedagogía y Currículo introduce un recurso de reconsideración ante el CU de dicha decisión, el cual le es negado el 4 de noviembre de 2013 apelándose a un tecnicismo legal muy discutible. Habiendo sido yo miembro de la Comisión Delegada que aprobó el primer caso de reincorporación, con el cual las cuatro autoridades de aquella época –período 92/96- sentamos una primera jurisprudencia para el tratamiento de solicitudes de esta naturaleza, fui consultado al respecto. Me pareció todo tan violatorio del “fondo académico” así como de la “forma procedimental”, que, gustosamente, accedí a ser parte del equipo que redactó conjuntamente el recurso de reconsideración que fue denegado. El CU no enmendó su actuación. Bien, semanas después me encuentro con el Vicerrector Académico en una reunión con fines muy distintos, pero no resisto a la tentación de preguntarle si esa reincorporación había sido tramitada a través de su despacho, como correspondía. Me responde negativamente. ¡También había sido “bypaseado”! Pero no era la primera vez y el Vicerrector abunda en una larga narrativa sobre cómo, progresivamente, a su despacho se le han ido recortando sus competencias. Recordé la declaración conjunta de varios ex vicerrectores académicos de la Institución, manifestando su preocupación por el desdibujamiento del carácter de corporación académica que le confiere la Ley (¡y el sentido académico!) a nuestras universidades. Pensé, pero no se lo dije, que el Vicerrector tendría que hacerse respetar. Pensé en la figura de la Comisión Delegada como instrumento para ello (en esta materia, creánme: tengo un “Doctorado de la Vida”). Tampoco le develé mis intricados pensamientos.



3-¿Está paralizado el funcionamiento de la Comisión Delegada?
A raíz de un incidente que no viene al caso comentar, ocurrido en el primer acto público del movimiento “Valencia se respeta”, en una conversación informal a posteriori me entero que la Rectora ha comentado privadamente que tiene un severo problema con el Vicerrector Académico, el cual prácticamente ha abandonado sus funciones, no asiste a las reuniones de la Delegada ni a las del Consejo Universitario, se mantiene en una especie de permiso indefinido a raíz de una misteriosa operación que nadie sabe a ciencia cierta de qué se trata, etc.,etc., no lo ha hecho público porque eso le haría mucho daño a la Institución. Concateno esta información con lo que me había expresado un consejero universitario: en una x sesión el Consejo, en pleno, había tenido que entrar a considerar una agenda de la Comisión Delegada. No hay que ser muy avispado para saber el grado de paralización que esto conlleva a los efectos de los diversos procedimientos atinentes a la vida académica de los “mortales profesores”. Es grave, me digo, muy grave. ¡A este nivel de deterioro se ha llegado! Mi lado malicioso, que lo tengo, me lleva a pensar: quizás el Vice ha comenzado a utilizar el poder que le da el ser miembro de la Delegada (O me respetas o te paralizo a la Universidad, si lo sabré yo con mi doctorado de la vida a cuestas).



4-La APUC debería intervenir
Porque como se cantaba en la mitología griega: los desencuentros entre los dioses del Olimpo, aún los más insignificantes, los pagaban los pobres pendejos que andaban sobre la tierra. La desarticulación sostenida e irreversible al interior de este equipo rectoral le hace un profundo daño a la Institución, aunque no sea público y abierto como en otros tiempos sino en batalla soterrada de rumores tendenciosos. Esto da pie a que serios asuntos que deberían discutirse en el seno de la institucionalidad, se salgan de su cauce para dar paso a la proliferación de “denuncias sin respuesta”. Allí está la denuncia del FRAUDE ACADEMICO en Educación. Lo que señalan públicamente personalidades de esa facultad que, seguro estoy, cuidan en grado sumo su credibilidad realmente espanta por su gravedad. Lo indicado sería abrir inmediatamente una investigación al más alto nivel, pero no, se actúa como si los que denunciasen fuesen unos “loquitos” que ni siquiera merecen que se les preste atención. Por cierto, en un fortuito encuentro en IPAPEDI con una profesora de Educación muy seria y respetada, aunque poco proclive a la denuncia pública, me refrenda total y absolutamente la gravedad del deterioro académico que se está viviendo en su querida facultad. ¿Existirán coordenadas de espacio y tiempo donde estas autoridades se sienten a discutir para buscarle la verdad a este y otros asuntos? Cuando esto no ocurre, la gente le pierde el respeto a la Institucionalidad y todo pasa a ventilarse en la batalla política pública del todos versus todos, mentiras y verdades que todas quedarán sin definición. No es de extrañar que en este ambiente de anomia algunos liderazgos emergentes clamen con vehemencia el desesperado llamado a Elecciones Ya. Coincide que son los mismos líderes que fortalecieron a la APUC en el reciente conflicto profesoral, que ya perciben la ruta electoral como única salida para una recomposición del desarticulado andamiaje institucional. ¿Qué hará la APUC al respecto? Si no hace nada, queda muy mal ante una importante base de apoyo. Además, ya lo dijimos varios ponentes en un foro celebrado en el marco de ese reciente conflicto: la APUC debe rescatar su rol contralor, como el que tuvo en los tiempos de aquel Movimiento de Integridad Universitaria (MIU) batallador liderado por León Uzcategui y Ricardo Maldonado entre otros. Yo, por mi parte, decidí acometer esta publicación con todo el hilo narrativo que me fue conduciendo en el tiempo a tan serias aunque antipáticas reflexiones. Porque lo de la reincorporación paracaidística de la profesora, es una pequeña pero muy concreta muestra del irrespeto que una mayoría de miembros del Consejo Universitario ejerce en contra de los miembros de la comunidad académica por el simple hecho de ser eso: una mayoría que aunque sólida sigue siendo circunstancial y que no puede olvidar que está en ese cuerpo para preservar el cumplimiento de las normas. Cuando se llega al extremo de desconocer impunemente las normas para imponer su “mayoría”: qué les queda a los que recurren ante ellos como máximo organismo de autoridad institucional. ¿Adónde van ahora los pobres profesores de la Cátedra de Pedagogía y Currículo a quienes les violaron la tranquilidad de su espacio académico? ¿Adónde recurre el Dr. Patacón? Criticamos al oficialismo porque nos impone su mayoría, pero adentro hacemos lo mismo.



5-Conversación con el Vicerrector Académico
No quise publicar esta ayuda memoria de la anti academia, sin antes hablar con el Vicerrector Académico. Necesitaba saber si mi interpretación maliciosa tenía cabida. Me ratificó lo de los rumores malsanos, también a sus oídos se los habían hecho llegar. No soy tonto, por nada del mundo paralizaría la Delegada a pesar de mi incómoda situación, así sí es verdad que me destruirían. Todos los lunes, se lo puedes preguntar a mi personal, espero para asistir a la Delegada. Siempre a las diez de la mañana recibimos la misma llamada: SUSPENDIDA LA DELEGADA. Nunca nos reunimos a pesar de los gravísimos problemas que aquejan a la Institución. ¿Dónde estará la verdad? Seguramente en algún punto gris entre los extremos del blanco y el negro. Me inclino a pensar que más cerca de la autoridad minusvaluada que de la autoridad concentradora de todo el poder institucional, aunque luego, insinceramente, critique a este gobierno por hacer exactamente lo mismo. El tema inicial se agotó rápidamente, hablamos más y mucho del carácter corporativo de nuestras instituciones académicas. Estableciendo un símil entre una universidad como las nuestras y una corporación con varios unidades de negocios. Los Vicerrectores son a la Universidad lo que los Vicepresidentes Corporativos son a una corporación. Son estos vicepresidentes los que se ocupan de garantizar que todas las unidades de negocio operen de acuerdo a una uniformidad de políticas, estrategias y normas de la corporación. En nuestras universidades, el Vicerrector Académico es quien se encarga de velar para que los procedimientos académicos que se llevan a cabo en cada una de las facultades se rijan por las normas y políticas universitarias que el Consejo Universitario y las leyes pertinentes han dictaminado. Lo contrario es dejar que cada facultad funcione como una universidad separada, que “los decanos se paguen y se den los vueltos”. Y ya sabemos lo que esto implica, en el tiempo los ha habido muy honestos y académicos, pero también los que conocemos la historia de esta universidad podríamos contar de ovejas severamente descarriadas. A las facultades no se les puede dejar solas y a la deriva. Nunca se han preguntado cómo fue posible que llegáramos a tener una facultad de Derecho, hoy Ciencias Jurídicas y Políticas, como la que tenemos. Por cierto, la Rectora inició su exitosa carrera política siendo firme detractora de ese deterioro en pleno desarrollo que marcaba a su querida facultad. Fue así como se unió al Grupo de la Excelencia donde también yo milité. Por eso me consta de cuánto nos preocupaba y cuántas cuitas compartíamos sobre lo que allí ocurría. Ahora, ahora la verdad: no la entiendo. Varios rectores hemos pasado desde aquella época y ninguno, mea culpa incluida, tuvimos la entereza para ponerle un cascabel a ese gato. Supongo que nos hacíamos los locos porque ya era difícil cambiar esa cultura, pero siempre hubo un rechazo en mayor o menor medida hacia ese engendro de academia incestuosa. En la actualidad: según escucho a un número creciente de profesores de esa facultad, pareciera que Educación se encamina sostenidamente por el mismo rumbo. FACE siempre ha estado en esa lucha entre el ser y no querer ser, pero finalmente parece dibujarse en su evolución un punto de inflexión llamativamente puntual hacia la irreversibilidad. ¿La perdimos también? Cuando en el futuro alguien intente dar una respuesta, de ser ésta afirmativa encontrará que la Historia le habrá endosado a usted, Rectora, tan dolorosa pérdida.

jueves, 6 de febrero de 2014

Neuropolítica en el Caso Venezolano


El Cerebro Político

Asdrúbal Romero Mujica (@asdromero)

En esta oportunidad no continuaré hablándoles de realidades numéricas, ni tendencias que concatenadas deberían servir, por sí solas, para visualizar la gigantesca granada económica sobre la que estamos montados. Una interrogante que reiteradamente me plantean lectores de mi blog cuando me los encuentro en distintos eventos sociales o políticos, es la siguiente: ¿Cómo es que, a pesar de la nefasta realidad que ya todo el mundo puede percibir, este gobierno sigue teniendo una base de apoyo tan relativamente alta? Al parecer, todos tenemos algún amigo o pariente cercano que se identifica con el chavismo y no logramos salir de nuestro asombro cuando, al retomar con ellos el tema del país, pensando a priori: ahora sí, seguro que ya habrá abierto los ojos ante esta apabullante caída por el precipicio; ya no me puede endilgar el epíteto de “nube negra” por lo que desdeñaba como oscuros pronósticos; ya dejaron de serlo para concretarse en cruda realidad, ¡pues no! Seguimos topándonos con una obstinada muralla de excusas, justificaciones y señalamiento de otros culpables que les permita evadir el reconocimiento del estruendoso fracaso de este régimen. Esto ocurre, aun cuando esos interlocutores nuestros sean tan víctimas como nosotros de todo el empeoramiento de nuestra calidad de vida. ¿Por qué?

Para intentar dar una explicación, no exhaustiva por supuesto, comenzaré por compartir con ustedes lo que dijo el gran filósofo Francis Bacon, por allá tan lejos como el año 1620. La traducción es mía: “La comprensión humana, una vez que se ha adoptado una opinión, busca con preponderancia los argumentos que la respalden. Y aun cuando existan en mayor número y peso evidencias y argumentos que puedan hallarse en el otro lado, aun así éstos se rechazan o menosprecian, de manera tal que en razón de la perniciosa predeterminación, la autoridad de su primera conclusión pueda permanecer inviolada”. Resulta que el cerebro no es tan racional después de todo, las emociones inciden fundamentalmente en la forma como percibimos realidades, tomamos decisiones y asumimos posiciones, incluyendo las políticas. Buena parte de nuestros procesos de razonamiento son inconscientes y controlados por las emociones, aunque luzca contradictorio el hecho que nos estemos refiriendo a procesos de “razonamiento”.

Hoy por hoy en Venezuela, opositores y oficialistas somos como dos especies viviendo en universos paralelos e incapaces de hablar el mismo lenguaje. Vemos y escuchamos las mismas evidencias y arribamos a conclusiones diametralmente opuestas. La tendencia a ver lo que queremos ver es un subproducto de la evolución de nuestros cerebros desde el surgimiento del hombre. Aceptamos o rechazamos ideas en función de las emociones que ellas invocan al interior de nuestros cerebros, mediante la activación o inhibición de redes asociativas que hemos venido construyendo a partir de las experiencias desde el mismo hecho de nacer (algunas, más elementales o instintivas, las heredamos de nuestros ancestros). Activamos las redes que nos generan emociones placenteras, inhibimos aquellas de las que se podrían derivar emociones que amenacen nuestro bienestar. Y esto ocurre al margen de nuestra conciencia. 

Contrario a lo que presupone el frío modelo racional para la toma de decisiones, en política así como en la vida diaria, dos conjuntos de restricciones compiten por darle forma a nuestros juicios. Las cognitivas, relacionadas con la información que tenemos disponible, y las emocionales, asociadas a los sentimientos que se pueden generar de una u otra conclusión. La mayoría del tiempo, esta batalla por el control de nuestra mente se da en el inconsciente. La mayoría de las veces, las “razones emocionales” tienen un mayor poder predictor de nuestras decisiones. Los seres humanos tenemos la tendencia a evaluar aquellas evidencias que contradicen las creencias a las que estamos apegados, mucho más críticamente que las evidencias que están en sintonía con ellas. 

Dice Drew Westen, en su interesante best seller “The Political Brain” (con un sugerente antetítulo “El rol de las emociones en decidir el destino de una nación”), que en ningún campo se confirma más esto que en el de los asuntos políticos. Dice además, muy importante apuntarlo, que las decisiones políticas motivadas por las emociones no son sólo características de los electores menos sofisticados o menos conocedores de la realidad, sino que en la medida que son políticamente más sofisticados: más capaces son de desarrollar complejas racionalizaciones para desechar la información en la cual ellos no quieren creer. El sentimiento de “Identificación Partidista” (partisanship) es un poderoso predictor de las decisiones de los electores. Pueden conseguir gran cantidad de estudios que confirman esto en el libro de Westen. Pero no tengo que ir tan lejos. En un estudio de opinión realizado en el estado Carabobo a finales del año pasado por mi estimado amigo Yvan Serra, se arriba exactamente a la misma conclusión. Recuerdo que al concluir una presentación privada de los resultados que él le hacía a varios miembros del “Tren”, yo me levanté y dije, coloquialmente: O sea, dime con quien te identificas y te diré cómo evalúas la situación del país. Los culpables de la grave crisis económica: los empresarios, los acaparadores, los bachaqueros, etc. ¿Y las desacertadísimas políticas económicas y la corrupción de este gobierno? ¡Muy bien, gracias!

El tema es bien complejo, como para pretender que se pueda despachar en las constreñidas líneas de un artículo. El hecho que las políticas incidan sobre los electores a través de las emociones que ellas engendran, es la razón por la cual sus valores y creencias puedan prevalecer por encima del interés propio al momento de votar. Pero, una buena noticia al final, esto tiene un límite: en tiempos extraordinarios, como por ejemplo la Gran Depresión en los Estados Unidos -cuando la gente no podía poner un bocado de comida sobre la mesa para sus hijos-, no toma mucho tiempo para que la gente transforme sus golpeados intereses básicos en las emociones que impongan un cambio, drástico de ser necesario.