viernes, 28 de julio de 2017

Pronunciamiento del GPU sobre lo delicado del momento político en el país.


Carta abierta al Presidente Nicolás Maduro


Evitemos más derramamiento de sangre



El Grupo de Pensamiento Universitario (GPU) ante la situación que confronta la nación manifiesta lo siguiente:

El país vive una situación crítica. Pareciera que no existe la posibilidad de un entendimiento que ponga fin al conflicto  que enfrenta a las dos opciones políticas en pugna. Vale decir, entre la resolución mayoritaria de la población de encauzar a la nación por los rieles de la democracia y, por otro lado, la decisión gubernamental de convocar una constituyente que aniquilaría los últimos rasgos que aún existen de convivencia democrática consensuada, pautadas en la actual constitución. En otros términos, se está viviendo una situación límite. El GPU advierte, sin ánimo de exagerar, que en los próximos días se decidirá el futuro del país.


Nos parece apropiado recalcar que la ciudadanía ha dado muestras contundentes de fe y compromiso democrático. La dirección política de la oposición, por su parte, ha puesto sobre la mesa las condiciones para iniciar un proceso de intercambio y diálogo político con el gobierno: apertura de un canal humanitario que permita hacer ingresar al país alimentos y medicamentos; la presentación de un cronograma general de elecciones; el respeto a la autonomía de la Asamblea Nacional y la liberación de los detenidos por causas políticas. Y ahora, por supuesto: el retiro de una ANC que por no tener el aval del soberano, único depositario del poder originario, terminaría consolidando la violación del hilo constitucional. Y es en la práctica, tal como lo señala el padre Luis Ugalde: “…una declaración de guerra contra las instituciones democráticas, muerte para la Constitución y eliminación de la oposición y derechos democráticos de la población”.


En fin, el país confronta una situación en extremo conflictiva. Una imagen que pudiera ilustrar el tono dramático de la situación sería la de un choque de trenes. Hasta el día de hoy no se vislumbra una solución negociada; tampoco la construcción de una opción alternativa a las que se encuentra en pugna. A esta descripción habría que añadir la ausencia, por ahora, de instituciones y personalidades que pudieran ejercer  el papel de mediadores. Este rol, pareciera que sólo podría ser asumido por instituciones o actores internacionales.


Las fuerzas democráticas y el gobierno se equilibran de una manera catastrófica, lo cual le imprime rasgos de alta peligrosidad al presente escenario político. Podría llegarse al extremo que la confrontación, en su fase terminal, implicara la destrucción recíproca de las fuerzas en pugna. Ello abriría las compuertas para todo tipo de intervenciones, en especial, las de naturaleza autoritaria.


Sin embargo, hay que ser optimista. Venezuela tiene una larga tradición democrática. En ella, palabras como diálogo y negociación han sido consustanciales con su práctica política. Desde luego, en la actualidad estos conceptos están envilecidos. Experiencias previas de negociación con el ejecutivo no han sido exitosas, generando grados de desconfianza que gravitan con fuerza a la hora de replantearse nuevas conversaciones.  No obstante hay que insistir en la búsqueda de acuerdos. Los puntos de partida para iniciar estas negociaciones se encuentran definidos. Los últimos acontecimientos, liderados por el sector democrático, podrán haber abierto una brecha en el oficialismo que facilitaría avances en dirección de una salida negociada a la actual crisis política.


Señor Presidente, nos dirigimos a usted en su condición de Jefe de Estado y, por ende, principal responsable de lo que acontezca en el país, en sus manos está evitar más derramamiento de sangre de los venezolanos, especialmente de los jóvenes que son el futuro del país. En ese sentido, le hacemos un llamado a desistir en la convocatoria a una ANC y hacer el esfuerzo por buscar puntos de encuentro con la dirigencia de oposición, a los fines de crear las condiciones suficientes para tomar el camino de la reconstrucción del país en un ambiente de paz; en el marco de las reglas de la democracia; restableciendo la institucionalidad por la vía del cumplimiento y respeto a lo previsto en la  Constitución. En síntesis: retomando el tan necesario hilo constitucional.


Evitemos más derramamiento de sangre y muertes de ciudadanos que lo único que demandan es civilidad, ejercicio racional de la política, LIBERTAD.


martes, 18 de julio de 2017

Testimonio de un cura de "barrio" sobre CP16J


Lo Que Pudo Haber Sido


Asdrúbal Romero M. (@asdromero)


Entro al martes, después del lunes siguiente al 16J y todavía no me decido sobre qué escribir para este blog. Me tomo en serio lo de reencontrarme con mis lectores al menos quincenalmente. Los  más recientes quince días se vencieron el viernes pasado, pero no quise escribir sobre la inminente consulta popular. Mis expectativas no eran tan altas como la de la mayoría de mis consultados.

En virtud de mi indecisión que apunta a hacerse crónica, lanzo un tuit mañanero: “¿Qué escribir que se pueda públicamente escribir? Ese es mi dilema esta semana. Se convertirá en lo habitual si se elige la ANC este 30J”. La intención es subrayar el poderoso adverbio limitante de cara al reto de exteriorizar el análisis sobre futuros escenarios y posibles estrategias remediales. Aunque pudiera escribir sobre los resultados de la Consulta Popular, continúo sin motivación para hacerlo. No, porque los resultados no hayan sido buenos. En mi opinión: lo fueron, considerando todas las restricciones que se configuraron alrededor de su convocatoria.

 Es pertinente recordar que el nueve de julio lancé un tuit tipo encuesta. La pregunta: ¿Cuál considera usted sería el mínimo aceptable de firmas recogidas en el Plebiscito para considerarlo efectivo? La idea era resaltar el enorme desafío organizativo al que nos enfrentábamos. Proponía cuatro respuestas posibles a la enrevesada pregunta –según calificativo esgrimido por algunos-: a) Dos millones; b) Cuatro; c) Seis; d) Ocho. Votaron 398 internautas. El 61% opinó que el mínimo debía ser ocho millones de firmas. El profesor José Botello, calculista de toda la vida, obtuvo el valor esperado de la proyección de los resultados de mi encuesta: seis millones setecientos veinte mil votos. ¡La Esperanza Matemática! Algunos reclamaron que no hubiese incluido las opciones de diez y doce millones, como si bastase con soplar para hacer botellas.  Definitivamente, pensé, las expectativas eran bastante altas. Las mías se ubicaban entre seis y siete. Explicar mis razones pudo haber sido el tema central de este texto. Tenían que ver con todo el dilatado proceso de toma de decisiones al interior de la MUD para, finalmente, otorgarle el GO a una muy acertada iniciativa política (recordemos que la idea fue lanzada por primera vez, bajo la modalidad de Referéndum Consultivo, por el Diputado Freddy Guevara el 23 de mayo) y el impacto de ese inexplicable retardo sobre el potencial de la Consulta Popular.

Pero: ¿Tiene sentido ahora explayarme en tales razonamientos? ¿No sería como espichar los globos lanzados al aire por las maravillosas manifestaciones de civilismo, espontáneo voluntariado y organización que engalanaron la realización de tan hermoso evento democrático? Me encuentro intensamente abordado por tan distractoras cavilaciones, cuando la lectura de un texto en el chat del TREN resuelve, de una vez por todas, mi indecisión. Lo comparte un amigo que lo ha extraído de otro chat –el poder multiplicador del procesamiento paralelo de las redes sociales-. Lo transcribo tal cual:

“De otro chat comparto con ustedes los comentarios del padre Carlos Ruiz de San Félix,  interesante para ubicarnos en la realidad de que, pese a las limitaciones, la jornada de ayer fue un éxito
Padre Carlos Ruiz:
Quiero aportar al análisis mi visión desde el Barrio. Este es un chat de profesionales y creo que en estos debates es fundamental incorporar a los descartados.
1. Ciertamente lo de ayer es una victoria histórica. En el punto soberano de mi barrio superamos los 2000 votos. Comparado con los puntos de clase media es poquísimo. Para nosotros fue un triunfo enorme y lloramos de alegría. Aquí hasta hace dos años nadie podía disentir. Ayer fue un goteo permanente.
2. En los sectores populares NO HABÍA INFORMACIÓN. Más de la mitad de la gente no sabía sobre la consulta. Ninguno de mis vecinos usa redes sociales.
3. Los pobres no tienen carro y sólo votaron los que estaban cerca del punto o los muy muy  concienciados.
4. El apoyo de la Iglesia fue esencial (cuánto cuesta reconocer esto). Sin ella en los barrios, la votación sería muy inferior. Los curas de barrio se la están jugando mucho.
5. Estamos felices. Pero para seguir avanzando mi autocrítica es que la estrategia de UNIDAD debe reorientarse hacia los Barrios. Sentir como el excluido. Dejar la visión unívoca del ilustrado de clase media. Ayer el proceso fue EJEMPLAR, pero estaba diseñado para la clase media y así lo dije en este chat hace una semana o más. PARTAN MÁS DE LOS QUE MÁS SUFREN”.
Ante este vívido aporte que mejor no lo podría expresar nadie, respondo en el chat con un comentario  que les transcribo –con éste, por ser de mi autoría, me permito algunas mejoras de estilo-:

“Excelente este comentario que compartes, Víctor. El problema principal de la oposición ha sido su reducida cobertura geográfica- social, aunque la haya mejorado en los últimos tiempos. La Consulta Popular tenía ese techo que pesa como plomo. En la forma como fue convocada, ya era poco lo que se podía hacer. Más bien el resultado fue bueno -Dios protege a los inocentes-. Pero para qué escribir sobre lo que pudo haber sido y no fue. Mejor seguir adelante, el reto de la reconstrucción va a ser penetrar en esa realidad que allí está perfectamente pintada”.
Y así, con la integración de estos dos textos pude dar inesperada respuesta a mi responsabilidad quincenal con mis lectores. Se explican por sí solos. Existe un problema que se mantiene vigente. Tampoco es que la convocatoria con un lapso mayor y criterios para su diseño organizativo más incluyentes lo iban a resolver, pero las expectativas podrían haber sido algo mayores y mejor fundamentadas. Una reflexión final: ¡Cómo me temo lo que nos vamos a conseguir en esa Venezuela Profunda después de estos dieciocho años de descomposición social sostenidos. En ella residirá nuestro primordial desafío!