martes, 24 de abril de 2012

ALGO HUELE MAL EN DINAMARCA


Con tan graves acontecimientos que se vienen sucediendo en la UC bien vale la pena reabrir este blog:




Algunas consideraciones sobre la designación de la decana suplente de la Facultad de Educación


                       Prof. Asdrúbal Romero M.

Cuando uno lee las declaraciones de la Rectora o entra en el blog del ciudadano secretario para leer lo que él, pomposamente, califica como “Argumento Jurídico” para la designación de la decana suplente o interina –no sé cuál sería la mejor denominación- se da cuenta que ambos están recurriendo a una técnica muy utilizada para tomar la ofensiva en controversias públicas, sobre todo cuando ellas se ventilan en el ámbito mediático.  A esa estratagema se le conoce como la técnica de la transposición de roles, porque el que apela a ella usurpa el rol de la parte contraria, cuando implícitamente le asigna como supuesto sustento argumental de su reclamo: una tesis que será fácilmente rebatible con el argumento más favorable para sí mismo. Es decir: primero eligen el súper sólido argumento donde llevan todas las de ganar y luego se hace ver como si este fuera el que estuviesen rebatiendo los contrarios cuando en realidad no es así. Si, como en este caso, se accede con ventaja a los medios de comunicación, mejor que mejor, se buscará ganar la batalla mediática con contundencia, profundidad jurídica, etc., etc., centrando todo el análisis del problema en cuestión desde la perspectiva de una falsa contraposición de argumentos. Si uno sólo lee a la Rectora o al Secretario, la impresión que va a tener es que el reclamo que se les hace parte de la premisa que el Consejo Universitario no tenía la competencia para designar. Disfrutan pues, citando números de artículos de leyes y reglamentos, se regodean trayendo a colación precedentes y por supuesto, aparentemente, ganan, porque, en efecto, el Consejo Universitario sí tiene competencia para designar. Con razón, un querido amigo del facebook, luciendo desinformado, se preguntaba en esta red social el porqué de tanta alharaca a cuenta de que el CU hubiese designado a la decana. ¡Claro que tenía que designar! De hecho: debió hacerlo en la misma sesión en la que le aprobaba la jubilación al decano abandonante del cargo (no debe quedar duda que en el caso de un decano: jubilarse es equivalente a un inmediato abandono del cargo) y no dejarlo por varios  meses ejerciendo funciones de autoridad decanal en condiciones de evidente ilegalidad.
El problema, amigo, no es que haya designado el Consejo Universitario, sino la forma cómo se ha procedido para hacerlo. En primer lugar: se le dieron demasiado largas y vueltas de tuerca al asunto, tanto estiraron la liguita que al final se les rompió. Le concedieron al decano abandonante una posición negociadora como si él fuese el único indicado a los efectos de decidir quién podía ser su sucesor, concesión incomprensible en mi opinión. Paso a explicar mis razones. Si se analizan los precedentes citados por el Prof. Aure en su blog: Maldonado subiendo a Rector propone a Marfa Olivo (Directora) como su sustituta; Victor Reyes Lanza subiendo a Vicerrector Administrativo propone a Caralli (Director), resulta perfectamente comprensible que estos decanos salientes, quienes dejaban sus cargos porque ascendían recién electos a ocupar cargos de autoridades rectorales, disfrutasen de una condición de mayor fortaleza de negociación para hacer valer sus respectivas proposiciones al Consejo Universitario. Aun así, me voy a referir a la primera de las situaciones ya mencionadas en cuya sesión me correspondió actuar como representante profesoral: nunca estuvo en el ambiente que el Máximo Organismo estuviere obligado a acoger positivamente la propuesta del decano saliente –rector entrante-. Ni los familiares y amigos de la Prof. Marfa se hicieron presentes en cambote prestos a celebrar, como si ya todo estuviese decidido de antemano y no hubiere nada que discutir. Se respetaron las formas. Se respetó a los consejeros en su proceso de libre toma de decisiones, a pesar de que no existían manifestaciones formales de inconformidad con la propuesta de parte de algún sector de la Asamblea de la Facultad (al menos con suficiente peso, que yo recuerde). Pero con el hoy ex decano Torres, cuya intempestiva salida era evidente que podía generar problemas en una facultad donde los demonios nunca duermen del todo, el otorgarle esa patente de exclusividad no debió pasar de ser una fórmula de cortesía como proponente con la cuerdita muy corta. Pero no fue así sino todo lo contrario, se embarcaron en una larga negociación con el decano abandonante. Es más, su primera proposición, detrás de bastidores, no tuvo acogida y sería muy interesante que las tres autoridades acompañantes de la designación de la Prof. Ginoid, le explicaran a la Comunidad porque esa proposición no les resultó aceptable. No pueden, simplemente, decir que es porque el Prof. Nuñez no reunía el consenso, porque, obviamente, la decana designada tampoco lo reúne. Hay razones más de fondo, que a mí algunos docentes de la Facultad me han explicado pero que, al menos, en esta oportunidad no compartiré con mis lectores. Lo idealmente transparente es que fueran esas autoridades las que explicaran. Ahora se entenderá porque compartí la siguiente interrogante con mis amigos de las redes sociales: “Si usted es dueño de una empresa, el gerente de una sucursal le renuncia y le propone un sustituto absolutamente inaceptable, usted se niega, ¿le aceptaría un segundo candidato?”. La pequeña encuesta arrojó, como era de esperar, un resultado negativo. Pero al ex decano Torres sí se le tomó en cuenta y, finalmente, se le acogió su segunda propuesta. Incomprensible, lo menos que uno puede decir, tanto que todavía ando elaborando teorías que permitan explicar las causas de tan suicida decisión (el adjetivo va por las consecuencias políticas que se les generan). Mis especulaciones, de un mero analista que, desde una perspectiva distante pero aguda,  a veces no puede impedir que sus neuronas comiencen a buscar explicaciones, andan por los predios donde se pudieran conciliar los intereses subyacentes a la primera proposición con los de la segunda. Por ahora, no tengo pruebas.
 Sí debo concluir diciendo, que el período de negociaciones se alargó tanto que la Rectora comenzó a pensar que una salida mucho más institucional, como designar a la actual directora de la escuela, Prof. Ruth Alvarado, sería menos riesgoso. Activó sus emisarios, se inició un proceso de búsqueda del mejor consenso posible, como debió haber sido desde el principio, los grupos profesorales comenzaron a conversar, se depusieron actitudes de enfrentamientos en el pasado. Es, precisamente, de ese proceso que surge el derecho de palabra sustentado en ciento veinte seis firmas (una cifra apabullante considerando que, hoy día, es muy difícil conseguir la firma de un profesor para apoyar un asunto de naturaleza controversial). ¿Para que después, no tan entrelíneas, se les acuse a los solicitantes del derecho de palabra de haber contratado a la capucha? ¡Incomprensible todo! Rectora quedó muy mal. Lo único que puedo decir a su favor es que, al parecer, fue demasiado presionada por su entorno político. Todos quedaron muy mal en este desaguisado, incluso algunos buenos amigos de cuya posición política agradezco altamente se me deslinde. Algo huele mal en Dinamarca, tanto que  ha despertado viejas momias, que acurrucadas en sus nichos criogénicos a cinco grados kelvin se creían a salvo de tener que volver a opinar en la UC.