viernes, 31 de enero de 2020

2gda Entrega- Algunos comentarios sobre la gira del Pdte Guaidó



La Perentoria Necesidad de Precisar el Mensaje


@asdromero

Inicio- Cambio de planes


En la primera entrega, argumenté porque consideraba que la gira internacional del Presidente Guaidó podía calificarse de exitosa,  así sólo fuera por su virtud de haberle sacado de su trayectoria segura hacia un nocaut por parte del Régimen. Pero además: logró con creces la renovación del crédito político que le había otorgado con anterioridad la comunidad internacional. Postergué, por razones de espacio, para posteriores entregas: la consideración del caso de España, país en el cual todavía se mantiene el escándalo sobre el misterioso encuentro Delcy-Ministro Ábalos –el que goza de la mayor confianza del Presidente Sánchez Castejón-. Tanto PP como VOX han anunciado la introducción de denuncias formales ante la Fiscalía General para que se investigue. El tema Venezuela continúa bien caliente. Sin embargo, la polémica suscitada cuando Guaidó otorga su consentimiento, en Canadá, a una iniciativa de este país de intentar negociar con Cuba, con quien ha mantenido en el tiempo buenas relaciones, una salida beneficiosa para Venezuela, me decidió a abordar primero el otro tema prometido: la perentoria necesidad para Guaidó de ajustar su discurso.

El consentimiento a Canadá generó, inmediatamente, un furibundo revuelo de desconfianza en las redes sociales. Al respecto, me permití redactar un hilo en Twitter pero no voy a repetirme en ello. Sólo decir que el episodio reforzaba mi apreciación, a partir de lo que mediáticamente había acontecido en Europa, sobre la necesidad que tiene Guaidó de hacer más preciso su mensaje.  A continuación trataré de explicarme, para lo cual recurriré primero a una enseñanza que hace tiempo me inculcaron varios veteranos de la comunicación.


Acto Principal: El problema


Si tú deseas que de tu rueda de prensa se comunique el mensaje que tú priorizas, decían ellos, no te pongas a hablar quince minutos de varios temas -esto todavía lo hacen muchos políticos-. Cuando ejecutas de esa manera, le brindas al periodista la opción de elegir como mensaje tuyo aquel que le cayó en mayor gracia; el que según su opinión generaría mayor atención pública; el que entendió mejor; el que captó más concentradamente antes de distraerse con tu divagación; o, sencillamente, el que te perjudica mejor si ello fue lo que ordenaron hacerte.

No se puede dejar al libre albedrío periodístico la elección del mensaje principal que tú quieres hacer llegar. Y para esto no basta con tener redactada la declaración y entregársela a los medios. Se trata de cómo redondeas esa declaración para que ella constituya un texto, del cual no puedan quedar dudas de cuál es el mensaje principal. Que éste sea tan predominante e indudable tu intención de otorgarle máxima relevancia, que si algún periodista corriera el riesgo de intentar manipularlo sesgadamente, quedaría en flagrante evidencia su bajo profesionalismo.

Dicho esto y viendo que de su gira en Europa, los medios españoles resaltaban de su mensaje sólo la reiteración de la solicitud de elecciones libres, me aboqué a ver en toda su extensión una rueda de prensa celebrada en el Parlamento Europeo. Mis observaciones convertidas en interrogantes: ¿Caracterizó Guaidó al régimen de Maduro como una organización delincuencial que había secuestrado el Estado para favorecer el desarrollo de una vasta diversidad de actividades ilícitas en aras del grosero enriquecimiento de una cúpula? Sí lo hizo. Por cierto, arribando ya al punto de máxima coincidencia con lo que ha sido el discurso del sector liderado por María Corina Machado.

¿Habló Guaidó de nuestra tragedia? Sí, pero estuvo lejos de ser todo lo contundente que se requiere. ¿Dijo Guaidó “Solos No Podemos”? ¡Lo dijo! Pero también habló de “Elecciones Libres”. Y esta referencia a elecciones libres en el caso de los medios europeos, tenía que quedar como soldada al rojo vivo con el relato de cómo la oposición –que él representa- ha tenazmente perseguido ese objetivo; de cómo se han arriesgado políticamente a sentarse a negociar en la búsqueda del ansiado mantra, cuando la tragedia es tal que cada vez los ciudadanos entienden menos el sentarse ellos con tales criminales y de cómo el Régimen se ha burlado de esas negociaciones, continúa con todo tipo de abusos y arrecia la represión. Este es el relato que enlaza perfectamente con el “Solos No podemos”.

Tenía que quedar claro, que las elecciones libres han constituido el procedimiento privilegiado por la Oposición Institucional para una salida pacífica y democrática de la Tragedia, pero que hechos los esfuerzos que se han hecho y de los cuales existen evidencias comprobadas, a él, en su condición de legítimo representante de los factores democráticos, le correspondía denunciar ante la comunidad internacional que Maduro no había permitido la consecución de esas elecciones libres –una afirmación tan poderosa, comunicacionalmente, como ésta por su poder de síntesis, no apareció registrada en ningún medio-.

Tal afirmación le imprimía un sentido preciso a  la  razón de ser de su gira. Conectándola con el “Solos No Podemos”: su reconocimiento explícito que la oposición liderada por él no contaba con los recursos ni con la fuerza para lograr que la dictadura genocida cesara en su mandato. Dicho de esta manera, hay un objetivo por el cual líder se está presentando a los medios que, al ser enunciado con un preciso enfoque, no puede ser olímpicamente desconocido por éstos (quizás uno muy sesgado lo haga, pero no todos). Guaidó recibió tratamiento de vedette. Su presencia generó un inusitado interés. Disfrutó de un magnífico poder de convocatoria para convertirse en el vocero de una denuncia: las elecciones libres no son posibles porque el Régimen no las permite. ¡Pero no lo hizo!

Habló de todo, en paralelo, pero no ató el cordón. Algún periodista, quizás con excesiva buena voluntad, pudo haber entresacado de todo lo que dijo el mensaje punch, pero eso suele ser mucho pedir. Dejó a los medios europeos la libertad de elegir su mensaje. Y esto no iba a ser otro que el mantra preferido por estas latitudes. Nosotros, los venezolanos, por vivir la dramática pesadilla que estamos  viviendo, en la que ya casi todos sentimos que todo a nuestro alrededor se ha venido derrumbando–percibo constantemente esta sensación en mis interlocutores compatriotas-, tenemos la tendencia a creer que en el exterior la gente está clara sobre nuestra tragedia. Y no es así. Internacionalmente, muchas personas siguen despachando el tema Venezuela como otro escenario más del manido estereotipo de la confrontación Derecha vs Izquierda.

Suelo comer con relativa frecuencia en un centro para mayores. No se imaginan como tengo que morderme la lengua para no discutir cuando se habla de otros países. Lo de Evo: fue un golpe de estado. Lo de Venezuela, Trump que anda “jodiendo” porque quiere quedarse con el petróleo que está en el subsuelo. Nos invade una fuerza multinacional  liderada por USA y Maduro será una víctima. Sin importar las millones de víctimas suyas, como tampoco han importado las víctimas cubanas. Eso no lo vamos a cambiar. Como tampoco vamos a lograr que la divina izquierda –le divine gauche- siga prefigurando resolver nuestros problemas latinoamericanos de desigualdad social al calor de unos magníficos caldos en Montmartre o Malasaña. Nosotros no podemos dejarnos condicionar por esto. Tenemos que venir a Europa a exponer nuestras razones, sustanciándolas en nuestra realidad.

En estos países, donde tampoco es que se quiere mucho a los Estados Unidos, las personas tienden  a generar su opinión sobre la base de patrones que ya han internalizado neuronalmente. Y no crean que eso es muy distinto si elevamos el nivel al de unos “experimentados” tertulianos en cualquier programa de televisión político por muy visto que sea. O al de los periodistas en medios diferenciados fundamentalmente por preferencias ideológicas. Ya es proverbialmente reconocida la dificultad de los europeos para ponerse de acuerdo –no voy de nuevo a entrar en profundidad con la vergonzosa experiencia de la Guerra de los Balcanes que otras veces he relatado-. En virtud de toda esta realidad, muy posiblemente desconocida para Guaidó pero que alguien debió haberle advertido, ante los medios europeos había que presentarse con una narrativa sin fisura y un preciso mensaje principal enunciado con convicción y contundencia. Al darse este fallo de vocería, resultaba obvio que los medios iban a esconderse detrás del titular más fácil para despachar un asunto que muchos no alcanzan a comprender. Y ese es el mensaje que ha prevalecido: continuaremos luchando por unas elecciones libres.

Epílogo-De lo técnico a una reflexión casi personal.


Algunos hablan de ambigüedad en el discurso de Guaidó. No voy a hacerme eco de esa afirmación porque no le he hecho un seguimiento a todas sus ejecutorias como vocero nuestro. Ciertamente, su estilo no le ayuda. Un hablar por rachas, donde precipitadamente se disparan mensajes que no se conectan. Algo que se puede remediar con la ayuda de adecuados expertos. Yo prefiero creer que es eso. En este sentido, le concedo el beneficio de la duda. Y tengo que aclarar esto, para diferenciarme de personas que creen que la ambigüedad es a propósito, porque en el fondo, creen ellos, Guaidó comulga con los que dicen, para su particular conveniencia, que aquí solos sí podemos (por cierto lo acaba de decir el máximo líder de AD, no sé si después de haber consultado a sus bases sobre algo tan reñido con el sentir de la mayoría de los ciudadanos).

 Entonces, cuando ocurre lo de Canadá le caen a palos. Los Guaidolovers vs los Guaidodestroyers, se acusan mutuamente de antipatrióticos y muchos ciudadanos en el medio dudando sobre a quién creer.  Y si uno trata de defender y especular sobre la posibilidad de  carencias en sus habilidades discursivas, aunado a una situación que demanda una conducta diplomática, le califican a uno de ingenuo. Yo quisiera que Guaidó no fuera eso que ellos dicen. Porque si los supuestos destructores de su imagen al final tuvieran razón, o sin haberse demostrado que la tuvieran alcanzaran su éxito en destruirlo, yo no entiendo cómo ellos ni nadie pueda  imaginarse que la oposición va a quedar ubicada en mejor posición. Un Guaidó con su credibilidad totalmente minada y finalmente preso, ¡entonces qué!

La verdad, después de lo denunciado por Calderón Berti y todo el tristísimo espectáculo que se está ventilando a nivel de la casi extinta AN opositora, confieso que comienza uno a sentir que ya no sabe qué pensar. Estoy comenzando a creer también que esta sensación la está compartiendo mucha gente. Pareciera que los amigos del Frente Amplio no se han dado cuenta del efecto devastador que tales denuncias han tenido sobre la credibilidad en general del movimiento. Por esto creo que es un momento muy delicado y crucial para Guaidó.  Tiene una grandísima responsabilidad sobre sus hombros. Si desea sobrevivir, lo cual no lo tiene fácil aún después de la exitosa gira –sigo creyendo que lo fue-, debe aclararse él primero, para asegurarse que nos va a proponer un camino con plena convicción suya, a conciencia, que cree es el correcto.

Ojalá decida lo correcto, aun a riesgo de perder aliados que comienzan a ser un fardo –o quizás siempre lo han sido y ha sido muy difícil admitirlo-. Otros vendrán y con más fuerza.  Y luego: atender a la necesidad de ajustar el discurso –busque expertos-. Delimitar bien su mensaje. Enfocarlo. Hacerlo más preciso. Conectándolo a la realidad de nuestro contexto. Imprimiéndole movimiento, porque lo narrativo es más eficaz para emocionar y convencer. ¡Guaidó, tienes la perentoria necesidad de dotarnos de un relato de salvación!



2 comentarios:

  1. Asdrúbal: hermano, me encantó tu reflexión y expreso mi gusto por dos razones: uno, la conveniencia política de la gira internacional cuyo aderezo, muy picante por cierto, es lo dicho por Henry Ramos Allup.Lo interpreto como una "tácita orden" de NO tocar el tema con TRUMP. Segunda razón: has llegado a la misma conclusión que yo, siempre por deducción de tus argumentos. Creo que la "Oposición Institucional" como la llamas, está multifragmentada y lo está porque las necesidades de sentirse "los enviados por DIOS para sacar a Venezuela de la gruta donde está metida" son del tamaño de la Vía Láctea. La demostración más evidente: las declaraciones de HRA; la de Falcón; las contras a todo lo que diga Maria Corina y otros. Súmale a eso, la cantidad de "tuiteros chavistas", por su manera de razonar, que siendo de oposición les encanta argumentar que "sus opiniones son las valederas y que las de Guaido no sirven para dos lochas. Hermano: esa es la nacionalidad que tenemos y el rumbo ideológico del venezolano no es otro que el del "hombre enchinchorrado después de haber encontrado un tesoro" y esperar que la muerte lo separe del mundo real.

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  2. Excelente análisis. El tema del discurso político de la oposición o de Guaido ha sido el gran desenfoque. A estas alturas no hay excusas. Sin embargo creo que uno de los políticos que más se ha arriesgado y eso hay que respetarse lo. Eso de que ciertos españoles sigan pensando que en Venezuela hay una simple pelea entre derecha e izquierdista no me lo esperaba.
    Muy puntual tu trabajo. Un abrazo

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Aunque lo he intentado por múltiples vías a mi se me hace imposible responder comentarios en este blog. No quiere decir esto que no los lea.