domingo, 17 de diciembre de 2017

Lecturas políticas a raíz de Lorenzo Mendoza como outsider


Outsider, Consenso y Transición


Asdrúbal Romero (@asdromero)

¿Debe sorprendernos la forma como la candidatura de Lorenzo Mendoza ha prendido en el sentir de mucha gente? No realmente. El anhelo de cambio en el país es poderoso. Incluso en aquellos que obligadamente tienen que darle su voto al Régimen como consecuencia del sistemático procedimiento de extorsión al que se ven sometidos. Ese anhelo demanda de alguien que lo encarne. Y todo parece indicar que ha comenzado a construirse, espontáneamente, una mayoría que exterioriza la esperanza de Lorenzo como el líder, con el perfil requerido, para conducirnos a través del complejo proceso de transición que nos espera.

Constituye la madre de los desafíos asumir ese rol. Seguramente, les desencantará un tanto el reconocimiento de mi parte que no manejo información alguna sobre su disposición anímica a asumirlo. Como ciudadano buen amante de su patria, resulta plausible pensar que se habrá contagiado con algún grado de interés por la tarea, pero hay muchas otras variables que se nos escapan. De manera tal que no escribo estas líneas para comunicarles una buena noticia para muchos. Pero sí, con la finalidad de extraer algunas lecturas políticas de la proyección que ha adquirido su candidatura.

I-Sobre la tesis del Outsider


La primera y muy obvia lectura es la evidente incorporación al debate político nacional de la tesis del outsider, como una vía alternativa para reactivar esperanzas y la motivación en el electorado a participar. Andrés Velásquez, en su visita a Valencia, reconoció que se estaban dando las condiciones objetivas de cara a considerar la posibilidad de un outsider. También Henrique Capriles, en declaraciones publicadas en El Nacional, expresó: “soy de los que he dicho que el “outsider” es una opción en el proceso electoral de primarias”. Lo cierto es, con prescindencia de como pudiera estar valorando tal posibilidad la élite política opositora, que la todavía difusa visión de un Mendoza lanzado en la carrera hacia la Presidencia le ha abonado profusamente el terreno a la inseminación en el imaginario colectivo de la idea de la necesidad de un outsider. Ahora bien, para que una iniciativa como esta pueda germinar en un proyecto político exitoso se requiere de la satisfacción de ciertas condiciones.

Lo primero es el perfil del prospecto de outsider.  Debe ser un personaje ya conocido por los electores. Los especialistas en mercadeo electoral lo agradecerán grandemente. Quien no conozca a Lorenzo Mendoza por su nombre, lo reconocerá inmediatamente al saber que preside el más importante grupo privado de empresas del país. Con el confluyente agregado que la marca Polar, por sí sola, es emblema de una enraizada tradición y de una importante presencia a lo largo y ancho del territorio nacional. Y por si fuera poco, el mismo régimen ha contribuido a promover el conocimiento del “pelucón” –una interesante opción a considerar como apodo de campaña-, como efecto colateral de su sostenida campaña para encender el odio contra los empresarios. Campaña, por cierto, que a la luz de los resultados anti humanitarios de su gestión de gobierno, ya va definitivamente enrumbada al fracaso. De manera tal que en el renglón de conocimiento por parte de la población, Lorenzo Mendoza es un “outsider natural”.

Pero no basta con exceder en este renglón. También debe sumar a su currículum de outsider un rasgo de excelencia que sea pertinente de cara al propósito en cuestión. Mendoza se anota más puntos en eso, al haber consolidado con méritos una imagen de gerente muy exitoso. Muy posiblemente, en este momento político del país, esa sed de liderazgo que colma los cerebros políticos de nuestros sufridos votantes, se satisfaga mejor con un perfil de gerente exitoso que con uno que sobresalga en el campo de la lucha política. Contamos pues con un “outsider natural”. Si, en el papel de abogado del diablo, tuviera algo que señalar: diría que un historial de exitoso desempeño en el campo empresarial no constituye suficiente garantía  de éxito en el cumplimiento de las complejísimas funciones como máxima autoridad del Estado. Por supuesto, esta afirmación es materia para un encendido y prolongado debate que no abordaré en estas líneas.

Sobre lo que sí considero vale la pena insistir es el valor que, por sí misma, contiene la idea del outsider en la actual coyuntura política por la que tristemente atravesamos, con independencia de si el presidente del Grupo Polar accede o no a dar el trascendental paso. La idea no debe ser abandonada porque un “outsider natural” –en el muy específico contexto actual- desista. El país cuenta con otros potenciales outsiders. Aunque casi sobre decirlo, a muchos les encantaría ser considerado como tales, pero son muy pocos los que pueden calificar. Además del exigente perfil, condición que ya analizamos en el caso de Lorenzo Mendoza, la idea del outsider debe ser complementada  con un proceso de selección del mismo concordante con la trascendencia con la que debe revestirse una candidatura nacional de tales características.  Una candidatura outsider no es para que se mida en unas primarias. Con respecto a esto, me atrevo a opinar que Henrique Capriles se equivoca.

II- Unidad Nacional y Consenso


El proceso de deshumanización del país ha avanzado hasta  un estadio de tal gravedad que no creo necesario abundar en ello. Tan infausta realidad reclama a gritos de las élites de esta agonizante republica la concertación de un acuerdo nacional. Sí, ya sé que se dice fácil pero que es muy compleja su articulación. Si en algo ha tenido éxito este régimen, como en la historia de la Humanidad muchos otros de férreo perfil totalitario, es en la desarticulación de la élites de la sociedad civil. Pero todavía las tenemos, casi en resiliente estado de hibernación en el ámbito de instituciones también en vías de extinción. Allí están: las diversas iglesias; las academias y universidades; las cámaras empresariales; los gremios profesionales; los golpeados sindicatos; las distintas asociaciones civiles y culturales y, por supuesto, la élite política que no sola la conforma gente de los partidos sino individualidades con comprobada experiencia en el intrincado manejo de un estado republicano. El dantesco escenario del hacia dónde nos dirigimos nos reclama a todos, en modo imperativo, el alinearnos con el Deber Ser de la Política.

Y este no puede ser otro, en tan delicado tránsito de nuestra historia republicana, que la Unidad Nacional a los fines de: la construcción de una propuesta de Transición que reordene el Estado; la definición del perfil deseable del conductor de ese proceso por un lapso específico y en condición de no reelegilibilidad; la constitución de una alianza unitaria para gobernar y la selección mediante un mecanismo conducente al consenso alrededor de ese conductor. Este proceso unitario constituye, por sí mismo, el apalancamiento que le permitirá al “outsider” seleccionado compensar esa carencia de “naturalidad” que en las presentes circunstancias exhibe Lorenzo Mendoza. Es de hacer notar que recurrimos ahora a la apelación de outsider como el producto de ese proceso de concertación y consenso nacional y no en el sentido que connota la interpretación literal del término –de allí las comillas: pudiera resultar que el outsider terminara siendo uno no tan outsider-.

La otra alternativa que se nos presenta en el horizonte político: la de recurrir al tradicional proceso de primarias para elegir a un hombre de partido como el candidato para las elecciones presidenciales adelantadas con las que amenaza el Régimen, constituye una apuesta demasiado riesgosa en el actual contexto. Me cuento entre los que cree que la candidatura de Maduro es derrotable. El Régimen no ha podido avanzar, a la velocidad que quisiera, en el agrandamiento de ese universo de electores controlable a través de su infame estrategia de dominación política por hambre. El potencial de votos alcanzable por el Régimen es pronosticable con muy aceptable precisión, incluso municipio por municipio, sin necesidad de encuestas. Ese potencial es superable con creces si la inmensa mayoría social que se opone al Régimen sale a votar. El fenómeno del 16D, cuando se eligieron los diputados de la actual Asamblea Nacional, puede ser rebasado por mucho, habida cuenta del agravamiento de las condiciones de vida de los pobladores de este aquejado país. Pero, la pertinente interrogante es: ¿saldrá arrolladoramente a votar esa mayoría social que todavía no la puede controlar el Régimen?

¿Saldría a votar por el candidato electo en unas primarias organizadas por unos partidos que atraviesan el peor momento desde el punto de vista de su imagen ante la ciudadanía?    ¿No se correría el riesgo de que tales primarias se percibieran como un episodio reiterado de una ya casi eterna lucha de intereses donde no se asoma gesto de desprendimiento alguno? En la valoración de estos imponderables, merodea nuestro cerebro la fulgurante presencia del fenómeno de la abstención por rechazo que ha brillado en las dos más recientes elecciones. No es nada desestimable que unas primarias se conviertan en confrontación de maquinarias y, de ser así, ¿puede un candidato de maquinaria hacer renacer las esperanzas en el voto y por ende la motivación a participar? Me permito dudar.

Se requiere de un camino distinto, como se lo manifestaba en mi intervención a Andrés Velásquez en la AEEC; se requiere de la creación de un clima político en el que se evidencie la colocación en primera prioridad de los más altos intereses de la nación y sus ciudadanos; de una ruta unitaria en la que la gente perciba que los más diversos sectores de la sociedad civil han participado, con notable desprendimiento, para elegir a la mejor opción para la impostergable transición con un mandato bien concreto y delimitado en el tiempo. El quid de la cuestión es conseguir el reverdecimiento de las esperanzas ciudadanas y su compromiso, en primera instancia con su voto, en la construcción de una salida a esta deplorable trampa en la que nos han hundido. Creo que la modalidad del consenso nos garantiza mayores probabilidades de lograrlo. Hablo de un proceso que demanda ingentes esfuerzos y nobles desprendimientos, como la gran palanca para levantar  la fe en que todos sí podemos lograrlo. ¡Es muchos más que el outsider¡


Tanto en el camino de las primarias como en el del consenso trabajado, el costo de perder es demasiado alto. Atrevamos a imaginarnos, sólo por un momento, un mandato de seis años más de los DESTRUCTORES. Además de la tragedia en lo económico y social, significaría la consolidación de la DICTADURA; el avance en el control cultural, político y electoral del país por la vía de sus deleznables mecanismos de control social y económico, hasta convertirse el Régimen en IDERROTABLE por la vía democrática; la consecución de su objetivo totalitario nos alejaría casi hasta el infinito la posibilidad de revertir los nefastos cambios que han venido implantando para alterar la mayoría de nuestros rasgos positivos como sociedad y pervertir todo el entramado institucional. No podemos perder. No podemos seguir jugándonos a Rosalinda en la interminable confrontación de intereses subalternos. No puedo concluir sin un mensaje a los partidos. El entusiasmo público alrededor de la figura de un outsider debe convocarles a reflexión sobre el problema de imagen que confrontan. Ojalá esta apreciable merma en su credibilidad sea un bajón de naturaleza coyuntural, porque los necesitamos muy fuertes en la construcción de un mejor futuro. Ahora es el momento de sumarse a un proyecto de unidad nacional e incluso, de ser posible, liderarlo abriéndose a la sociedad civil e integrándose con ella  a los fines de ensamblar un escenario de TRANSICIÓN bajo los principios de UNIDAD NACIONAL, CONCERTACIÓN y CONSENSO. Creo que UNIDAD es la otra palabra que debería ir en el título de este texto: UNIDAD de corazones; UNIDAD de capacidades, voluntades y esfuerzos; UNIDAD con desprendimiento por nuestra querida Venezuela que la podemos perder definitivamente. 

viernes, 8 de diciembre de 2017

Conversaciones sobre La Pava


Los “Neo Hércules”


Asdrúbal Romero (@asdromero)

A raíz de algunos tuits en los que mencioné este apelativo, así como en una publicación en Facebook en la que quise exteriorizar mis razones para votar este domingo 10 de diciembre por el Sr. Miguel Cocchiola, algunos amigos han tenido la curiosidad de preguntarme cuál es la idea que deseo transmitir con esto de los “neo hércules”.

Es una invención mía. Pero no es el producto de un razonamiento rebuscado, sino más bien el contenido de una de esas pompas –“pop ups”- que aparecen en tu nivel consciente sin uno realmente saber de cuál recóndita parte de tu cerebro pudiera provenir. Supongo que en su nacimiento participaron las neuronas de mi “Default Mode Network”. Me explico: la “red neuronal por defecto” –es la traducción que consigo en Google- está conformada por circuitos neuronales caracterizados por presentar mayor nivel de activación cuando, precisamente, no estamos haciendo nada en particular. A través de estudios de fMRI ellos son localizables en ciertas regiones del cerebro. Cuando nuestra mente anda vagando -el fenómeno del “mind-wandering”-, es cuando las redes neuronales de nuestra DMN más se activan, lo cual suele asociarse a bajos niveles de felicidad.

Como lo expresa Judson Brewer, el autor principal de un muy referenciado artículo publicado por la Academia Nacional de las Ciencias de USA, la DMN transporta nuestra mente a un lugar distinto de donde realmente estamos. Consecuentemente, su activación es indicio de que no estamos para nada enfocados en lo que se supone debiéramos estar haciendo en ese momento, sino pensando con arrepentimiento en algo que hicimos y no debimos hacer, o abrumados por las preocupaciones sobre lo que nos puede deparar el porvenir. No debe extrañar entonces ni a tirios ni a troyanos que, inmersos en este cuadro de dantesca destrucción de nuestro  modo de vida, la mayoría de los venezolanos andemos por allí con nuestras DMNs activadas.

Ese debe haber sido  mi caso. Pensando sin saber que pensaba en el país, estado en el cual con mayor frecuencia me sumerjo significativos lapsos, las andadurías de esas regiones del cerebro que, obstinadamente, se niegan a ser acalladas así lo intente con fallidos ejercicios de meditación, trajeron a mi conciencia esta idea sobre una nueva clase de “prohombres” que la Revolución ha parido. Son los “neo hércules”.

El haber sido transportada esta idea  en una pompa, no implica que sea desestimable el nivel de compleja elaboración que la concibió allá en las profundidades. Esta idea, me dije, tiene que tener su anclaje en unos seres de carne y hueso: los arquetipos de esta nueva raza. Y allí parecieron en imágenes  recreadas por mis pensamientos: la mayoría, sino todas, de las nuevas figuras candidaturales del PSUV para las elecciones regionales y municipales cuyos discursos pude valorar a través de distintos medios.

Estos tipos, ¿o sería mejor decir tipejos?,  se presentan como seres impolutos. No asumen para nada la mancha de ser los representantes de una revolución fracasada hasta el hartazgo. Nos describen la situación del país, o de sus regiones, como si fuesen candidatos de cualquier partido opositor. Reconocen todo lo malo, pero ellos lo van a componer todo. Sin sonrojo alguno, estos “caretablas” –como los tipifica el pueblo-, reconocen implícitamente que todo el desastre es consecuencia sólo de la incapacidad de quienes les antecedieron en los cargos a los que ellos aspiran. Y obvian, interesadamente, la mayor contribución a ese rotundo fracaso del fallido modelo del cual son abanderados.

Les han dicho desde la sala situacional que todo lo controla con asombrosa verticalidad: “no importa que arrojen fango hacia atrás, si con ello pueden presentarse como los adalides de la nueva esperanza”. Ellos constituyen la mejor demostración que el Régimen ha alcanzado nivel post doctoral en la línea de reciclar esperanzas. A los que cubren de oprobioso fango, no les importa o fingen que no les importa, porque, como dice un amigo analista que bien les conoce por dentro: todo se reduce a un apestoso pegamento clientelar que mantiene unido a ese partido. Mientras sigan teniendo su cuota de prebendas y les permiten preservar lo mal habido, morirán callados en el altar de las nuevas promesas. Hasta ahora ha sido así, aun cuando el estrangulador empobrecimiento del país les estrecha márgenes de maniobra y el caso PDVSA permite avizorar algunas probabilidades de que la podrida lógica clientelar pudiera cambiar.

Suceda lo que suceda, al Régimen sólo le queda continuar practicando su deporte preferido: ganar tiempo corriendo la arruga en espera de un milagroso acontecimiento que les salve de la hecatombe. No terminan de darse cuenta que la han corrido tanto que ya ni esa escasa esperanza pueden albergar. Pero no importa, han llegado los héroes de la nueva mitología con habilidades y capacidades especiales por encima de lo normal, tal cual los “comics” de Marvel o la Liga de la Justicia. Han heredado esos poderes supra terrenales del gran Zeus que yace eternamente en el Olimpo del Infortunio. Vienen a resolvernos la vida en los estados y alcaldías.

Y es así como ahora contamos con Héctor Rodríguez;  Rafael LaPava; también algunas mujeres maravilla y, casi le olvidaba,  con el Willy Casanova que va a salvar a Maracaibo de la pavorosa oscuridad y del tremendo basural que pulula en sus calles como he podido, dolorosamente, constatar en mi más reciente visita al añorado terruño. Se pueden observar algunas diferencias entre ellos. El Héctor de Miranda, nótese la referencia mitológica a la distante Troya, no halla cómo bordar su discurso para no desapegarse de su principales manantiales ideológicos, dada su condición de  lejano heredero, con la imaginativa venta de lo que podrá conseguir con sus titánicos poderes. Mientras LaPava, pensando desde ya en su futuro post revolucionario, no se cansa de decir en cuanta reunión privada monta que eso de izquierda y derecha no va con él. Que lo suyo es gobernar para todos y entregarle también cajas CLAP a la clase media.

Pero, la terca realidad se hace presente todos los días para reírse de sus súper poderes. El colapso es indetenible. No importa cuántas groserías y mamarrachadas se digan por twitter. Al LaPava, por ejemplo, un “comando especial” de Hidrocentro se encargó de dejar a su capital sin servicio de agua corriente. Ya va para un mes con ese complejo. El sistema eléctrico le recuerda a cada rato que tiene años funcionando, casi que de milagro según decir de quienes se encargan de operarlo, sin el debido mantenimiento. Ya la gente lo que hace es reírse de ese carro de Drácula supuesto a convertirse en el inefable símil del súper roncador vehículo de Batman. La verdad: ninguno de estos “neo hércules” va a detener la caída por el precipicio que ya iniciamos como sociedad.

Hace unos días, una querida amiga me interpeló. Me cuestionó el cambio de apellido que he utilizado en algunos tuits para referirme al “neo hércules carabobensis”. Tú, tan racional que siempre te muestras en tus escritos, ¿Por qué La Pava? Todo lo que ocurre y acontece tiene causales concretas que se han estudiado y que no dependen de fuerzas del más allá. Haciéndote eco de ese mote que el pueblo le ha acuñado, no haces más que reforzar esa confusión discursiva que la Revolución ha inseminado en el imaginario colectivo. El desastre hacia el cual vamos no es consecuencia de ninguna pava, continuaba su ataque dialéctico y yo no hallaba cómo responderle. Al final, no me quedó más remedio que sentarme a explicarle lo de mi “Default Mode Network”; de cómo no podía tranquilizarla ni siquiera apelando a la “mindfulness meditation” que había encontrado en mis estudios del budismo secular.

Le dije: lo he intentado todo para tratar de olvidarme de este colapso sistémico que nos embarga. Mi cerebro insiste en vagar cual judío errante por insólitos parajes de destrucción y desolación. Recrea imágenes que laceran mi corazón. Me transporta hacia un lugar donde la superstición y la magia vuelven a ser creíbles como castigo al tanto desprecio por la sensatez de la Lógica y la modernidad científico-técnica. De allí la pavosa pompa que ha contagiado mi lenguaje, contaminándolo. De allí la razón de ser de este extraño cuento donde algunos futuribles, pretendidos “neo hércules”, nacieron chamuscados, con horrendas quemaduras en su piel, testimoniales de algún ceremonial en ese volcán del odio que ruge en el abandono de los más débiles a la más infausta de las suertes.









miércoles, 29 de noviembre de 2017

La necesidad de diferenciar las victorias políticas de las electorales

Andrés Velásquez vino en gira a Valencia. Dentro de su agenda incorporó una reunión con el Tren. Nos presentó su tesis de la necesidad de unificar a la mayor brevedad posible a la Oposición alrededor de un líder elegido en una primarias. Hubo comentarios, planteamientos, preguntas y respuestas. El Dr. Frank López le planteó al visitante la necesidad de diferenciar entre victorias políticas y victorias electorales. En el siguiente artículo queda muy bien plasmada su propuesta, la cual encuentro muy recomendable analizar.




NOS URGE COMPRENDER EL GIRO POLÍTICO DEL RÉGIMEN
Frank López



Primera advertencia: El primero de mayo de 2017 debemos leerlo como la primera señal que enviaba el régimen de que su forma de hacer política había llegado a su punto de inflexión. Un punto de quiebre a partir del cual el régimen, ya fuera del marco democrático y constitucional, forzaría a la oposición a ajustar su estrategia democrática, electoral y constitucional que había venido desplegando con tanto éxito desde el año 2006. Quiero explicar esta primera sentencia. Ese primero de mayo, el presidente de la república, invocando el artículo 348 y 349 constitucional, decidió por voluntad propia y bajo el cálculo frio de su inminente pérdida del poder, convocar, a troche y moche, a un proceso constituyente. Semejante convocatoria, hecha desde el exterior del marco democrático y constitucional, no podía sino violar el artículo 7 constitucional que obliga al presidente a mantenerse dentro de los límites constitucionales, y violar también - y abiertamente- principios sagrados de la doctrina democrática, contemplados además en nuestro ordenamiento constitucional: me refiero al artículo 347 de la constitución que establece que la soberanía reside en el pueblo, y el artículo 63 constitucional que obliga a actos electorales libres, secretos, universales y directos. Por tanto, cuando el 30/7/2017, desafiando la enorme presión nacional e internacional, el régimen impone su voluntad de efectuar la consulta referendaria para imponer su ANC, la señal había aparecido con suma claridad: El régimen, ya fuera del límite democrático y constitucional, e imposibilitado de actuar democrática y legalmente, se disponía a desconocer las dos reglas de oro de la democracia: al pueblo soberano como titular del poder y las elecciones libres, secretas, universales y directas como forma de expresión de la soberanía. Es decir, a partir de entonces ha debido quedar claro para las fuerzas democráticas que el régimen había decidido, al costo supremo de convertirse en tiranía, no entregar el poder por ningún medio.

Segunda advertencia: Pero si aquella señal no prendió las alarmas en las fuerzas democráticas, que siguieron distraídas sin variar su visión política, todas las violaciones constitucionales y de las normas electorales que le precedieron a las elecciones regionales del domingo 15 de octubre de 2017, que bien pueden leerse como la continuidad y la confirmación de la voluntad tiránica del régimen, adoptada el 30/7/2017, de no entregar el poder por ningún medio. Porque, ya sin ningún tipo de escrúpulo democrático ni legal, el régimen, en su determinación tiránica de no entregar el poder, actuó violando, sin ningún disimulo, todos, absolutamente todas las regulaciones democráticas y constitucionales del proceso electoral. Por ejemplo, como las ha enumerado la periodista Ashley Flores Montesinos en los RUNRUNES del06/10/2017, se violaron los artículos 160 y 162 constitucionales, al no realizar las elecciones regionales de 23 gobernadores y 237 legisladores estatales cuando correspondía, en diciembre del 2016. Se violó el numeral 1 del artículo 2 de la Ley de Regulación de los Períodos Constitucionales y Legales de los Poderes Públicos Estadales y Municipales, al separar las elecciones de gobernadores de las de los diputados a las Asambleas Legislativas. Se violó, además, el artículo 42 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPE), al iniciar el proceso electoral antes de publicar el Cronograma Electoral. Se violaron los artículos 62 y 63 de la misma ley al no permitir la sustitución de candidatos. El artículo 75, al no regular la propaganda oficial. Y se mantuvo la violación de dicha ley al modificar el registro electoral luego del cierre de la auditoría del padrón, eliminando 17 mil personas en el Estado Táchira y 7 mil mesas de votación a nivel nacional; cambiando arbitrariamente los votantes de sus centros, 48 horas antes del día de las elecciones; suprimiendo el sorteo de mesas, el simulacro electoral y la acreditación de observadores nacionales e internacionales. Y como si fuera poco, expulsando con las fuerzas militares y en pleno proceso de totalización, a los ciudadanos que, como testigos amparados en la LOPE, presenciaban los conteos, según lo ha denunciado Andrés Velázquez. De manera que, si las elecciones de la ANC no prendieron las alarmas, esta violación masiva de todas las garantías electorales y ciudadanas, han debido indicarnos que se estaba produciendo un giro en la actuación política del régimen.

Tercera advertencia: En este sentido, el arrebatón arbitrario y delictivo que el régimen le hizo a los gobernadores Andrés Velázquez y Juan Pablo Guanipa en las pasadas elecciones, no deja ningún rasgo de duda de que ya existe, claramente, en este giro político, una determinación del régimen de no permitir triunfos electorales como los obtenidos en las elecciones parlamentarias del 15/12/2015. Y ello resulta más que evidente, porque si el 30/7/2017, cuando violó las dos reglas sagradas de la democracia, como los son el poder del pueblo y las elecciones libres, decidió desafiar al mundo y asumir los altísimos costos políticos que ello suponía, nada podía indicar que en estos desafíos electorales menores no fuera a reafirmar su propósito.

Cuarta advertencia: Por tanto, la determinación del gobierno de arrebatarle también el poder a los gobernadores adecos Laidy Gómez, Antonio Barreto Sira, Alfredo Díaz y Ramón Guevara, mediante el uso de la ilegal e ilegítima ANC, no puede interpretarse sino como la consecuencia de esta nueva forma de actuación política, en la que –como ya dijimos-no se contempla permitir ningún triunfo electoral como el de la AN, que ponga en riesgo el poder del régimen, porque, seamos francos, si el régimen fue capaz de violar, al enorme precio de su aislamiento y de su división interna, los principios sagrados de la democracia como son el poder del pueblo y las elecciones libres, entonces no hay razones para pensar que no esté dispuesto a violar normas y reglamentos electorales de menor jerarquía. En fin, se ha producido un punto de inflexión, un giro político, en el actuar político del régimen, que las fuerzas democráticas deben comprender para ajustar su estrategia.


FRENTE A ESTE GIRO POLÍTICO ES IMPERATIVO UN AJUSTE A LA PRAXIS POLÍTICA OPOSITORA.


1.  En razón a lo expuesto, creo que la oposición no ha tomado nota adecuada de este giro político que ha dado el régimen, de este punto de inflexión, que se ha producido en la política oficial y que la obliga a introducir un cambio de perspectiva y una reconsideración en sus prácticas políticas. Quizá esa sea la razón por la cual, en cada proceso electoral, la oposición sigue esperando resultados similares a los de la AN del 2015, sin percatarse de que, se ha producido este giro que hace que la voluntad tiránica del régimen, salvo una mayor presión internacional, no está dispuesto a permitir ningún otro triunfo electoral que lo ponga en riesgo de entregar el poder.

2.   Y esta podría ser la causa por la que los argumentos de la oposición para participar en estos nuevos procesos electorales, sigan siendo invariablemente los mismos que se esgrimieron a lo largo de los 11 años que van del 2006 hasta hoy: que no hay que ceder espacio, que se puede ganar las elecciones si se tienen todos los testigos electorales, etc., cuando el arrebatón a Velázquez deja claro que el juego político ha sido puesto en otro tablero.

3.     Es quizá por esta falta de precisión en la caracterización del momento político, que las fuerzas democráticas en estos procesos electorales, donde debe participar, centran su campaña electoral en la esperanza de un triunfo que, repito, el régimen no está dispuesto a permitir por ningún medio. Lo cual hace que esta esperanza de triunfo se convierta en una inflada ilusión difícil de alcanzar, que impide convertir las derrotas electorales en triunfos políticos. Triunfos políticos que son los que deslegitiman e ilegalizan al régimen.

4.     En este sentido, la participación electoral, en el contexto de este giro político, si bien no garantiza triunfos electorales que puedan convertirse en triunfos políticos, si deben ser medios para mostrar al mundo, a partir de las violaciones gubernamentales del orden democrático y constitucional, el carácter tiránico y bárbaro del régimen. Y ello, desde luego, usando los procesos electorales como medios eficaces para levantar las evidencias técnicas que sirva para que los órganos competentes de la comunidad internacional tengan razones éticas y jurídicas para escalar, al máximo extremo existente, las presiones necesarias para hacer retornar el Estado venezolano al orden democrático y constitucional. De esta manera, esta forma de participación emerge como la única forma de evitar la desmoralización y la derrota de las fuerzas democráticas.

5.     Por todas estas razones creo pertinente mantener la estrategia de participación electoral, pero desde luego, concientizando a los factores democráticos de que el propósito no es necesariamente el triunfo electoral sino el triunfo político, ya que una derrota electoral sufrida por la oposición – cuya probabilidad es elevada- no es necesariamente una catástrofe, toda vez que puede transformarla en una victoria política, tal como ocurrió por ejemplo el 15 de diciembre de 1957, cuando Pérez Jiménez ganó el plebiscito, quedando políticamente tan debilitado que se vio forzado a entregar el poder el 23 de enero del año siguiente. O en el año 2000, cuando Alberto Fujimori, habiendo ganado las elecciones presidenciales del Perú, sufrió una enorme derrota política que el 21 de noviembre, apenas 4 meses más tarde, se vio forzado a entregar el poder. O en el año 2017, cuando el régimen de Maduro, habiendo ganado las elecciones de la ANC, quedó políticamente tan debilitado que ha terminado aislado y a duras penas se sostiene en el poder. O el mismo hecho de que, los gobernadores Velázquez y Guanipa, luego de haber perdido las elecciones, tanto se han fortalecido políticamente que hoy han adquirido rango de presidenciables. En definitiva, este giro político que se ha producido en el régimen obliga a la oposición a revisar y ajustar su práctica política.


jueves, 16 de noviembre de 2017

Let's Go Back to Basics!


Retornemos a los Fundamentos


Asdrúbal Romero (@asdromero)

En estos tiempos de tanto desconcierto, sostengo que puede ser útil retornar a la revisión de los fundamentos que, a nivel de los países democráticos más desarrollados, se consideran las bases imprescindibles para alcanzar la idoneidad de la dinámica política  que transcurre en ellos. Quizás, esta es mi hipótesis: podamos encontrar en dicha revisión parte de las causas que nos han traído hacia este escenario de severo desencuentro de las fuerzas opositoras y los ciudadanos –intra e inter-.

Cuando las cosas no andan bien, el equipo no gana, se dice en el argot beisbolero: “let’s go back to basics” –retornemos a los fundamentos-. Uno de ellos, cuando hablamos de procesos políticos, es el de la necesaria existencia y cohabitación de partidos cuyo funcionamiento sirva de soporte a una democracia siempre perfectible. Que los partidos son indispensables para el funcionamiento de la democracia es una verdad tan de Perogrullo, que algunos la utilizan para intentar acallar cualquier crítica que se le haga a los partidos bajo la acusación de ejercicio nocivo de la “Antipolítica”.

Los partidos políticos son necesarios, sí, pero no cualquier tipo de partidos. Las democracias exitosas han sido bien estudiadas. También los partidos políticos que les dan sustento a ellas. En un foro organizado en el contexto de la celebración de la FILUC, “Para seguir leyendo al País”, a raíz de una pregunta que se me hiciera en mi carácter de panelista, proponía que los estudiosos de las Ciencias Políticas acometieran una investigación. Que diseñaran un instrumento contentivo de todos aquellos rasgos deseables de funcionamiento que debieran ser satisfechos por los partidos políticos, que en nuestro ámbito nacional afirman estar comprometidos con un cambio de régimen y la construcción a futuro de una moderna democracia. En cada uno de estos ítems, una escala que permitiera medir cualitativamente el grado de cumplimiento por parte del partido bajo escrutinio del factor de deseabilidad en cuestión. Reconozco que es un proyecto ambicioso porque debería involucrar el examen de todos nuestros partidos, si ellos accedieran, extendido hacia todos los ámbitos regionales. El objetivo: obtener un ranking de aptitud de estas organizaciones, de cara al desafío que constituirá reconstruir una democracia donde los ciudadanos se sientan representados en los partidos.

El tema de la representatividad es fundamental. Desde hace muchos años, se ha reconocido, a nivel de toda Latinoamérica, que el principal obstáculo para la concreción de una agenda de democracia orientada hacia la ciudadanía es la crisis de representatividad de sus partidos políticos. Según el Latinobarómetro: en 2008 el 77% de los electores tenía ninguna o baja confianza en los partidos. En Venezuela, esta crisis hizo su erupción en la década de los 90 dando paso a la emergencia de esta pesadilla de la cual todavía no sabemos cómo salir. A muchos se les ha olvidado y recargan toda la culpa del surgimiento del fenómeno político del Chavismo en la “Antipolítica”.

En mi opinión, este es un argumento sobre simplificador de la realidad de aquel entonces. Una posición extrema que se contrapone a otra también extrema, y sobre simplificadora, que le achaca toda la responsabilidad a los partidos.  Hoy día, vemos como esta confrontación maniquea entre el blanco y el negro reitera su presencia en el debate político.  Se ha generado toda una corriente de opinión que les endilga toda la responsabilidad de la debacle electoral del 15 de octubre a los abstencionistas y  a los ciudadanos que no sólo se dejaron, supuestamente, seducir por ellos sino que, además, tampoco se movilizaron a participar en las protestas de las semanas anteriores con la cuantía requerida. En simultáneo, otros tantos generadores de opinión recargan la tinta de la culpabilidad sobre los errores, incoherencias y traspiés de los líderes de los partidos aglutinados hasta ese evento alrededor de la MUD. Se me podrá acusar de un cómodo eclecticismo, pero es mi más sincera y profunda convicción que las dos corrientes no son disyuntivas, como algunos pretenden, sino contributivas en el sentido de que ambas aportan con su verdad parcial a la explicación de lo que ha venido aconteciendo en el mayoritario flanco opositor. Todos, partidos y ciudadanos, le hemos añadido ingredientes y condimentos a este caldo indigesto que no terminamos de hallar la forma de cómo digerirlo.

En ese “todos” debemos incluir a los cómodos ciudadanos que no terminan de entender que este descomunal problema que afrontamos es de todos y que ya basta de exonerarse de responsabilidades asignándole exclusivamente a los partidos la titánica tarea de resolverlo. Pero también  hay que incluir a todas las fuerzas políticas.  A las que salieron derrotadas pero que, sintiéndose arropadas por el argumento extremo de señalar como única causa de su derrota al abstencionismo, continúan en una endemoniada dinámica hacia adelante como si nada hubiese ocurrido. No han dado muestras de haberse detenido a pensar si su problema pudiera ser el de haber perdido la conexión con sus supuestos representados. Hablan de Unidad, Unidad, Unidad…, pero tampoco dan muestras de haber hecho esfuerzos en la dirección de cómo recomponerla. Y también son responsables, las otras fuerzas que ubicadas en la otra esquina del maniqueo boxeo  blanco versus negro, pierden representatividad al no percibir los ciudadanos de a pie claridad ni concreción en la prometida ruta alternativa que nos conducirá al cielo –porque sí, ese día que hayamos salido del Régimen me sentiré como en el cielo-. Critican a los otros de haber acabado con la “calle” pero tampoco se muestran ellos con la potencialidad de organizar  “su calle”, quizás porque tengan miedo de que a ellos sus supuestos representados tampoco les acompañen.

En definitiva, que estamos todos quedando muy mal como país. ¡Todos! Y que en este trágico escenario del desencuentro, parece evidenciarse, de nuevo, una crisis de representatividad de los partidos. ¿Qué hacer? “Let’s go back to basics”. Los partidos deberían hacerse un profundo examen de conciencia sobre si lo están haciendo bien como partidos. ¿Están trabajando en la consolidación de una organización celular que les proporcione cobertura geográfica a sus iniciativas estratégicas, más allá de lo mediático? Esto es fundamental de cara al reto de convertirse en un auténtico partido moderno. Estoy consciente de la dificultad de avanzar en este aspecto en el contexto específico del país como lo tenemos y las severas restricciones de financiamiento, pero aún con todas las limitaciones no se debería perder el norte de hacer todo lo que se pueda, y donde se pueda, para ir ganando terreno en esta dirección. Si al menos se hubiese avanzado en el ámbito de los bastiones opositores, otro gallo hubiese cantado el 15O.

¿Se está trabajando en la estructuración y fortalecimiento de los organismos funcionales? Esto es básico de cara a la instalación de mecanismos de articulación con la sociedad civil. Se necesitan urgentemente las fracciones partidarias  de jóvenes, gremios profesionales, educadores, organizaciones obreras, universitarias, etc. Cada una de ellas haciendo política en su ámbito natural. ¿Cómo está funcionando la democracia interna? ¿Existe confrontación de ideas en el partido y se respeta su diversidad? ¿Se producen documentos sobre estas discusiones? ¿Se trabaja en el diseño de una visión estratégica compartida por todos los miembros del partido? ¿Cómo anda la formación de los dirigentes del partido a todos los niveles?

¿Se trabaja en el diseño de una narrativa política y los diversos instrumentos de comunicación para poderla permear hacia todos los ciudadanos en sus diversos niveles de formación? ¿Disponemos de mecanismos para elegir a los mejores para el ejercicio de las funciones públicas que el partido vaya a asumir? ¿Se han incorporado mecanismos meritocráticos para la designación de los representantes? ¿Se han creado las condiciones para que intelectuales, empresarios, en general ciudadanos con trayectoria en otros ámbitos no políticos pero con inquietudes, puedan incorporarse con cierta comodidad a las labores del partido?

Podríamos continuar postulando interrogantes como esta, pero no se trata de diseñar en este artículo el instrumento al cual hicimos referencia. Estamos conscientes, lo reitero una vez más, de que  los positivos de las respuestas a todas estas interrogantes apuntan hacia un ideal muy difícil de construir habida cuenta de las nefastas circunstancias. ¿Pero al menos se tiene claro el norte de hacia dónde deben enfocarse las actividades del partido y se ha comenzado a trabajar en cada una de las áreas? Porque el quid de la cuestión es el siguiente: Tenemos por delante el formidable reto de reconstruir al país; y lo queremos hacer en democracia; necesitamos para ello de partidos idóneos con visión de modernidad. No se vale eso de que ahora tengamos partidos mediocres, chucutos, que luego, cuando lleguemos al poder, los vamos a reconvertir de la noche a la mañana en los partidos que se requieren en esa visión del gran país del futuro que pretendemos vender. En consecuencia: la gran pregunta que deberían hacerse al interior de todos nuestros partidos es si ellos ya se están preparando para funcionar como los partidos de esa vigorosa democracia que nos venden como en un sueño. A lo mejor, al calor de estas respuestas, a preguntas que quizás ahora parezcan como inoportunas, podamos conseguir algunas claves de por qué la representatividad de los partidos vuelve a estar siendo tan comprometida.    


viernes, 20 de octubre de 2017

Crónica de la Inseguridad Crónica en la UC


¿Por qué tanto secretismo?


Asdrúbal Romero (@asdromero)

“Confía en el cuento,
no en quien lo cuenta”
D.H.Lawrence

I-Antes de las vacaciones


La acometida de servicio eléctrico al edificio de FACYT Química fue sustraída totalmente a finales del mes de mayo. La fecha exacta podría precisarla aunque no creo sea necesario. Casi un kilómetro de cable tipo 4 AWG, bastante costoso, hurtado como por arte de magia. Con anterioridad a este robo, la mafia roba cables cebada en las instalaciones ucistas nunca se había atrevido a operar en contra de un edificio destinado a cumplir funciones prioritariamente académicas, hasta el punto de lograr con su acción la paralización académica completa de una escuela. Lo señalo así porque, hasta ese momento, dicha mafia se había dedicado mayormente a canibalizar equipos y materiales de los sistemas de iluminación, de bombeo de agua desde los pozos, así como de las instalaciones eléctricas del Complejo Deportivo de la UC, Dirección de Deportes, Dirección General de Asuntos Estudiantiles (DIGAE), etc. Instalaciones que en varias oportunidades fueron recuperadas para luego volver  a ser robadas. Estamos denunciando una acción hostil que lleva ya varios años, con llamativa insistencia en los últimos dos muy posiblemente debido a su mayor rentabilidad.
Debo reconocer que cuando me enteré de lo de FACYT Química –resulta lógico y natural que un hecho de tanta gravedad llegue a mis oídos-, volví a pensar en lo que ya hacía casi un año había escrito y propuesto: la imperiosa necesidad que las autoridades de la UC denunciaran ante la opinión pública el asalto a mansalva del cual venía siendo objeto nuestra alma mater y exigieran ante las autoridades competentes  asumir su responsabilidad ante la inefectiva custodia del patrimonio universitario. Este, aunque suene a verdad de Perogrullo, constituye porción no excluible del patrimonio del Estado.
Tampoco se produjo algún tipo de declaración en los medios sobre lo acontecido en FACYT Química.  La política institucional de silencio público ante tan grave y continuada situación de riesgo de los activos ucistas se mantuvo. Esto a pesar de lo escaso que ya ellos resultan de cara al reto de mantener una agónica funcionalidad y de lo costoso que implica su reposición en el contexto de radical empobrecimiento institucional en el que nos ha hundido el errado modelo de desarrollo elegido por el Régimen. Tampoco las autoridades locales de esa facultad, su decano y su consejo de facultad, se atrevieron  a manifestar opinión contraria al público silencio institucional. 
En mi caso, a riesgo de ser calificado de cansonamente reiterativo, ratifico mi opinión que esa política de no reclamo público ante el evidente incumplimiento de los organismos de seguridad del Estado es equivocada. No es nueva y la hice pública el 25 de junio de 2016 cuando colgué en mi blog: “¿Hasta cuándo le rendimos pleitesías al Verdugo?”. Les invito a leerla en: http://quepasaenlauc.blogspot.com/2016/06/hasta-cuando-le-rendimos-pleitesias-al.html
Siendo coherente con esta posición, osé opinar, en el caso de FACYT Química, que constituía un craso error continuar enterrando en canalizaciones subterráneas costosos conductores eléctricos para que terminaran alimentando las alforjas de los roba cables, como con alta probabilidad ocurriría de no intentarse con carácter previo un cambio en las condiciones de seguridad del campus. Aun cuando no ejerza un papel activo en la cadena de gestión,  así lo reconozco, he procurado mantenerme siempre en activo estado de tutela con relación a lo que acontece en la UC, por esta razón exterioricé mi opinión a través de canales institucionales de suficiente autoridad. Como lo hice de modo informal, no puedo afirmar, responsablemente, que ella haya llegado al más alto nivel del gobierno universitario. Al final, la inversión se hizo para reponer la operatividad en FACYT Química. La acometida fue otra vez robada y el edificio, a la fecha de hoy, se encuentra de nuevo en condiciones de paralización de sus actividades.
El monto de esa inversión se debiera, en aras de la transparencia, informar a la comunidad ucista. Es más, debiera consolidarse un informe contentivo de todas las pérdidas patrimoniales millonarias que se han derivado de los múltiples robos, así como de las inversiones realizadas para intentar reponer aunque sea parcialmente tales pérdidas. En el caso de FACYT Química, me es obligante aclarar que la inversión no se hizo en su total requerimiento, considerando que se aprovecharon gran cantidad de retazos salvados de los masivos desmantelamientos de materiales eléctricos en las áreas deportivas. Invoco el rol de agentes activos de tutela que todo miembro de la comunidad debería ejercer y que constaten por sí mismos el estado en el que se encuentran tales áreas.
Relacionado con la misma facultad, FACYT, aprovecho para comentar la ocurrencia de otro evento de la misma naturaleza, aunque no pueda precisar si la fecha en la que aconteció fue también en el lapso previo a las vacaciones. Me refiero al robo de dos motores grandes, 25 o 30 HP, encargados de impulsar las bombas del sistema de refrigeración de tipo chiller instalado en el edificio de la escuela de Computación. Su efecto directo es la parálisis de los laboratorios por el riesgo que correrían los múltiples equipos de computación ante la ausencia de aire acondicionado. De esta manera, tenemos otra escuela de esa misma facultad con una operatividad académica severamente restringida. La razón por la que traigo a colación este evento está relacionada con las dimensiones de los motores. Ellas implican el uso de vehículos grandes y de equipos especiales para su movilización. A pesar de esto: nadie vio nada; nadie escuchó nada. Tal como ocurrió con la sustracción de otro motor de similares dimensiones del chiller del paraninfo, el cual para ser bajado desde la azotea del viejo edificio de la Facultad de Derecho, suponemos que hacia el callejón que la separa de la iglesia de San Francisco, habría requerido un accesorio tipo winche. Son estos robos los que han generado una ola de comentarios sobre la posibilidad de complicidad interna. No falta quien hable de la existencia de un “pranato interno”. Pero de esto no se les puede hablar a las autoridades, porque se molestan como si se les estuviese imputando a ellos de la responsabilidad directa en la comisión de tales acciones.
Un poco antes del inicio del período vacacional, se produjo el primer robo de cables, ciento ochenta metros, en la Facultad de Ingeniería que afectó al área de postgrado y otras dependencias. Recuerdo una conversación con el Decano Nazar, muy preocupado y dispuesto a invertir la totalidad de los ingresos propios generados por la Facultad –que han venido persistentemente reduciéndose como consecuencia de la situación país-, para resolver el problema. Le reiteré el criterio que había expuesto en la circunstancia de FACYT Química: No entierres allí tus escasos recursos que tanto te han costado generar porque te los van a volver a robar. Debes convencer a la Rectora y al CU de emprender una campaña pública para exigirle al Régimen la solución de los problemas que su incompetencia en materia de inseguridad les viene creando. A los pocos días salí del país en un breve viaje de visita familiar.

II-Después de las vacaciones: ¡El megarobo!


A mi regreso me consigo que el reinicio de actividades en Ingeniería con un nuevo semestre académico está seriamente comprometido a raíz de un nuevo robo –el anterior entiendo que fue subsanado aunque no manejo información sobre el origen de los recursos aportados para la ejecución de la obra-. Esta vez el daño es de mucho mayor alcance: un tercio de las áreas de la Facultad sin energía. Las acometidas a tres grupos de transformación, de los nueve existentes, totalmente sustraídas. Mi paciencia ante la desidia en el manejo del recurrente problema se agotó. Aunque no faltará quien diga quién soy yo para demostrar paciencia e impaciencia ante el mismo. En todo caso, el extenso e informativo prolegómeno contenido en la sección anterior, me es útil para dejar constancia de mi relación afectiva con una nefasta problemática que podríamos comenzar a calificar como de larga data.
Cuando recibí información más detallada sobre las longitudes y tipos de cables sustraídos, tomé conciencia de las dimensiones financieras del problema. Ya no valían pañitos calientes, me dije. ¿La UC tendría recursos para resolver las ingentes carencias causadas en el corto plazo de pocas semanas? Continúo albergando fuertes dudas. Por eso me aboqué a una campaña informativa sobre la problemática en el ámbito de las redes sociales. El 11 de octubre publiqué en Facebook una nota que les transcribo a continuación:
“Extremadamente preocupado por nuestra Alma Mater. A la inviabilidad debida al radical empobrecimiento se suma la acción devastadora de una mafia roba cables que se ha cebado en la UC. Tanto que parece condenar a una facultad, mi facultad, a un prematuro cierre técnico. En Ingeniería se han robado más de 2000 metros de cable de alimentación eléctrica. Con porcentaje mayoritario de conductores de alto grosor y por ende costo: 240 mts de 350 MCM, cuyo costo unitario es $ 6.24 por metro; 980 mts de cable #2/0 cuyo costo unitario es $ 2.38 por metro -precios de fabricante a nivel internacional-.
Una estimación muy conservadora apunta a 8000 dólares, aproximadamente, el costo sólo de adquirir los conductores que se necesitan para reemplazar los robados. ¿A qué tasa de cambio ponemos esos dólares? A 30000, el simple costo de adquisición remonta a los doscientos cuarenta millones de bolívares. Si añadimos costo de otros materiales, mano de obra, ganancia y costo financiero para la empresa contratista en un país donde la inflación ya sobrepasa el 50% mensual, no me extrañaría que el monto total requerido para reponer la alimentación de energía eléctrica sobrepase los quinientos millones de Bolívares. ¿Tiene la UC presupuesto para acometer la obra? Al parecer no. Lo que extraña es el hermetismo de las autoridades. Cuando deberían estar protestando a viva voz el grave problema de inseguridad que plaga a nuestra institución y exigirles a las autoridades competentes los recursos para afrontar la inminente situación de cierre técnico, predomina el silencio y el fingimiento de una normalidad que no existe. También preocupa, sobremanera, la pasividad de los miembros de esa comunidad. ¿Dónde está la dirigencia estudiantil? ¿Dónde el gremio profesoral? Hay más, mucho más, sobre la difícil situación que también afrontan otras facultades. Un reinicio donde nada es normal pero las instancias de cogobierno actúan como si todo estuviese normal. Continuaré informando.”
Como pueden darse cuenta, había acometido la tarea de calcular  costos. Así fuera a precios internacionales, porque la volatilidad local de los precios la habría convertido en interminable. Sin embargo, comparaciones con algunos de los precios suministrados por empresas locales del ramo me convenció de que mis estimados eran más bien conservadores por defecto. La nota, inmediatamente, produjo múltiples reacciones y comentarios. Por razones que manifestaré al final de esta crónica, me pareció justo e interesante incluir en ella la reproducción de una de las secuencias de intercambio de opiniones –comúnmente denominadas en la jerga técnica de Facebook como “thread”-.

III-Del intercambio de opiniones


A continuación, la transcripción del primer comentario del profesor Gustavo Guevara: “Responsablemente, frente a los comentarios, no sólo de mis queridos amigos Asdrúbal, María Isabel y Evelyn, sino de todos los demás comentaristas, no puedo permanecer callado, pues como decía el Gran Rector Unamuno, a veces callar puede ser interpretado como aquiescencia. Quienes me conocen saben que no soy un borrego de las autoridades universitarias. Sin embargo, durante mi asistencia como representante profesoral ante el Consejo Universitario, he podido constatar que si hay un punto en el cual todo el Consejo, y sobre todo el Vicerrector Administrativo José Ángel Ferreira, se ha devanado lo sesos para buscar una solución, ha sido precisamente el tema de la seguridad, y de los robos de los equipos de nuestra Casa de Estudios. Después de que uno escucha las historias de los vigilantes desarmados que cuando ven venir a los ladrones portando armas largas, lo único que pueden hacer para salvar sus vidas, es montarse en el techo de las instalaciones y observar impotentes cómo desvalijan nuestras instalaciones, uno cambia su forma de pensar en lo que se refiere a criticar desde afuera, sin conocer la cruda realidad de los hechos. He presenciado las carreras para obtener un carro o una moto, así sean usadas que permita al menos recorrer las instalaciones durante las noches, para saber, al menos, visualmente que todo está bien (sin novedad). El tema ha sido tan importante para el Consejo Universitario que ha estado de forma permanente en las agendas de todas las sesiones, y en todas las sesiones, el Vicerrector Ferreira informa lo que se ha estado haciendo. Evidentemente, comparto todas las inquietudes de Asdrúbal, de Evelyn, de María Isabel, de Ángel Ardón y de los demás comentaristas. Lo que no puedo compartir es la acusación, porque es una acusación que llega hasta insinuar la complicidad por ceguera, de que las autoridades de la Universidad han guardado hermetismo y que los organismos de cogobierno actúan como si todo estuviese normal, porque eso sería mentir y además injusto. Incluso hace dos sesiones, el Consejo Universitario decretó el estado de emergencia de la Universidad, y sobre esa base ha tomado una serie de decisiones para enfrentar la crisis, como son por ejemplo, la delegación en las facultades de algunas potestades centralizadas, en aras de agilizar los procesos de compras, acortando los lapsos para evitar las brechas entre el precio cotizado y el precio efectivo de compra. Ello por solo nombrar una medida puntual. Para el caso concreto de los robos, en la sesión 1829 se nombró una Comisión presidida por el Vicerrector Administrativo y varios decanos. Yo los invito a ponerse en contacto con la Comisión y a ofrecer su posible colaboración. He estado pensando que hasta sería interesante nombrar comisiones de profesores que eventualmente pasen la noche en las instalaciones más sensibles, para que puedan ser testigos de la cruda realidad que es pasar una noche en un sitio donde la vida no vale medio cuando se trata de enfrentar a grupos armados hasta los dientes y decididos a todo, sabiendo que nadie puede enfrentarlos. En lo que se refiere al inminente cierre técnico de la Universidad, lo cual está muy cerca de la realidad, tengo la posición de que sin fingir normalidad, porque además nadie la ha fingido (no se habría decretado el estado de emergencia), hay que luchar hasta el último aliento por mantener abierta la Universidad, y si hay que cerrarla que sean los miembros de la comunidad universitaria, a través de sus gremios, quienes tomen esa iniciativa desde la óptica de las condiciones del ejercicio del proceso de enseñanza-aprendizaje.”
La transcripción es completa, aunque con menores correcciones de acentuación gramatical. Es una decisión que asumo, a riesgo de extender esta crónica, en aras de reflejar con la mayor justicia posible el estado de ánimo que pudiera estar embargando a las autoridades y miembros del CU que han venido afrontando el problema desde la perspectiva de buscar un esquema de solución interna. ¿Existe éste? ¿A qué costo? ¿Cuáles son las limitaciones? De no haber expuesto con anterioridad mi posición sobre el tema e incluso haber tenido la posibilidad de un diálogo directo con el Prof. Ferreira a raíz de mi post en el blog ya referenciado, me habría sentido muy mal con el comentario de mi estimado amigo. Gustavo, para quienes no lo conocen, es un reconocidísimo profesor de la escuela de Economía. Brillante, inteligente, por eso mismo nos alegró que se le hubiese brindado la oportunidad de asistir al CU. Fue elegido como representante profesoral suplente en la última elección para tal efecto, hace ya unos cuantos años, y desde hace pocos meses está ejerciendo esa representación. El haberse molestado a responder mi nota in extenso me motivó una respuesta que transcribo a continuación:
“Estimado Gustavo, lo primero decirte que estoy muy consciente del difícil contexto país. El responsable de los robos masivos en la UC es el Régimen. De esto no tengo dudas. No me hago eco de quienes transforman mi denuncia en una acusación directa al profesor Ferreira. Sé que él también está muy preocupado. Si de algo es culpable, es de haber querido venderle a la Institución el slogan UC SEGURA, con el cual terminaba asumiendo frente a la comunidad la dación de una garantía que ni él, ni la Rectora, han estado en condición de cumplir. Precisamente por el contexto país. De lo que yo me quejo es del silencio frente a la opinión pública. E incluso frente a una comunidad que debe ser informada con transparencia de la gravedad de lo que está aconteciendo. Que es dantesco, porque tal como están las cosas Ingeniería no podrá abrir efectivamente sus puertas en meses. Pero algo parecido está ocurriendo con FACYT. Y Ciencias de la Salud por otras razones. Entonces amigo creo que el CU, como máximo organismo, no está ejerciendo una conducción acertada. Y uno espera de gente como tú, con inteligencia y experiencia de procesos pasados, palabras de mejor orientación y no quedarte encerrado en las continuas lamentaciones del vicerrector porque allí, dentro de esas cuatro paredes, no se va a resolver nada hermano. Si eres tu quien va asumir la defensa de lo que está haciendo el CU frente a la crisis, te invito a que hagamos un debate público sobre tan dolorosa situación, al menos para mí. Y que conste que lo que asomo en mi denuncia pública no es sino la punta del iceberg. ¡A ver si cada uno asume su responsabilidad!”
Esta respuesta me permite colocar en el justo nicho la intencionalidad de esta denuncia. No se trata de atacar por atacar, o de atacar para inferir algún daño político. Se alimenta en la convicción de que están atacando el problema de manera equivocada. Y de que en su fracaso, terminan asumiendo una conducta defensiva que muy bien se retrata en el comentario de Gustavo.  Debo reconocer que en el mismo me extrañó sobremanera no se refiriera a la gravedad de lo denunciado.  Quizás deba decir que me produjo una irritación que se refleja en mi respuesta y algo de desencanto. Gustavo continuó con el thread:
“Por supuesto, Asdrúbal, siempre sería muy interesante tener un debate contigo pues con toda seguridad sería muy enriquecedor por los desafíos que implicaría enfrentarse a tu lucidez. Sin embargo, el responsable mayor de todo este problema, y quien maneja los datos con todos los detalles importantes, es precisamente José Ángel Ferreira, y es él quién debe afrontar el reto, al cual yo asistiría como un disciplinado oyente. Sin embargo, solo te puedo adelantar, porque eso es algo que no se puede esconder, que la angustia y los esfuerzos del VRAD por el problema de la seguridad son visibles hasta en su aspecto físico. Ahora bien, que José Ángel ofreció algo que se escapaba de sus posibilidades como fue el slogan UC SEGURA, es algo de lo cual no hay ninguna duda. Creo que en este momento, tu aporte sería fundamental y deberías ofrecerle al CU el aporte de tus conocimientos. Si yo hubiera leído tu nota antes, habría propuesto la incorporación de algunos profesores como tú en esa comisión, donde si mal no recuerdo están entre otros Ferreira, José Luis Nazar, Benito Hamidian y José Marcano que son los decanos más afectados. No recuerdo si está también David Rutman.”
Mi respuesta: “Gustavo, creo, no sé por cuales razones, percibo que deseas encauzar el debate sobre si José Ángel ha hecho un gran esfuerzo o no. Si está enflaquecido a raíz de ese gran esfuerzo. Déjame decirte que ese debate me parece pueril. No parecen, sinceramente, frutos de tu lucidez que también eres muy lúcido. El debate es si le seguimos ocultando a la comunidad la gravedad de todo lo que está ocurriendo y en esto no es solo el tema de los robos: hay muchas otras cosas graves desde el punto de vista académico que están pasando. O si de un diagnostico sincero comenzamos a abordar los problemas. ¿Por qué tanto secretismo? Los que te conocemos y sabemos de tus capacidades esperamos de ti una gestión distinta como consejero universitario. Hemos tenido esa esperanza en esta hora muy menguada que vive nuestra alma mater”.
Cohabitando con la coloquialidad y el intercambio de filigranas de mutua admiración, creo no fingidas al menos de mi parte, existe dureza en el debate que es arquetípico de la forma como muchas veces abordamos el tratamiento de los problemas en nuestro ámbito institucional. Le perdemos la vista a lo trascendental, distraídos en la contabilidad de los daños personales o políticos. Gustavo continúa:
“Asdrúbal, lo que pasa es que esta discusión tiene al menos dos niveles, y si bien uno es más importante que el otro, ninguno es pueril. El primer nivel, el más importante, es el que tú planteaste, y con el cual estoy de acuerdo en lo fundamental: no debe haber secretismo en la crisis de la Universidad, y tanto las autoridades como las instancias de cogobierno no deben actuar como si todo estuviera normal. El segundo punto es que hay una acusación hacia un cuerpo de cogobierno y hacia algunos responsables de la política universitaria en el sentido de que están actuando como si todo fuera normal, y allí es donde no estamos de acuerdo pues al menos desde que yo estoy asistiendo al CU, las actuaciones de dicho cuerpo en ningún momento han apuntado a sostener que la situación en la UC está normal. Por tal motivo considero injusta tal afirmación, y sobre todo considero injusto que algunas personas se monten en la cresta de algo que tú señalas a título de justa crítica para linchar políticamente a personas o a grupos de personas, sin aportar al menos una propuesta de solución. Esa forma de pensar y de actuar, muy parecida a la usada para linchar hoy a la MUD, a la Cuarta en 1998, es algo que, además de hacernos mucho daño como institución, me parece injusto, sobre todo cuando pueden convertirse en linchamientos, y sabes que nunca me ha gustado ningún linchamiento. Por esa razón no me parece pueril, aunque no sea el punto principal, que introduzca en la discusión los esfuerzos que ha hecho la PIPSUC y Ferreira, pues la crítica puede ser muy constructiva cuando se comienza al menos reconociendo los esfuerzos que se han hecho como un punto de partida. Lo otro, la negación de todo lo que se hecho, y la crítica a secas, sin proponer soluciones, solo nos aleja de la unión que debemos tener en aspectos tan difíciles como el de la seguridad en la UC”.
El intercambio podría haberse extendido ad infinitum. Pero interviene otra profesora, ex decana de FACYT, distinguida también por cumplir su rol de agente activa de tutela. Yaquelín Loyo expresa: “Gustavo han habido avances importantes al tomar decisiones difíciles como la eliminación de los kioskos que rodeaban FACES y el permitir el resguardo de los organismos de seguridad del estado en su momento.
Pedirle a la comunidad universitaria que aporte soluciones es cuesta arriba si no eres experto en asuntos de seguridad. También fue y es cuesta arriba para el CU.
¿Qué podemos hacer como comunidad? Ya lo expresé anteriormente. Debemos protestar y mostrar cifras contundentes de cómo ha sido desmantelada la infraestructura universitaria, plantarse ante el MPPEUCT y demostrar cómo afecta a la academia y a el normal funcionamiento. Mientras sigamos dando clases (yo doy) sin parecer afectados por la inseguridad poco podremos lograr.”
Me encantó la intervención de Yaquelín. Como buena ingeniera, apuntó exacto al quid del asunto. Ella expresa lo que hay que hacer que es, precisamente, lo que no se ha querido hacer. Por razones que no alcanzo a entender. A provecho entonces para cerrar el thread: “Para terminar la discusión por este medio, me identifico totalmente con la posición expresada por la prof.  Yaquelín Loyo. Creo que allí está el quid del asunto. Creo que en lo fundamental podemos estar de acuerdo. A mí no me anima ninguna intención de linchamiento y menos hacia Ferreira, a quien le expresé hace tiempo mis profundas reservas con relación a las falsas expectativas que se creaban con la campaña UC SEGURA. Y lo hice con lealtad porque le aprecio en lo personal. Esa conversación fue a raíz de un post en mi blog dónde planteaba la interrogante de hasta cuándo le rendíamos pleitesías al verdugo -Ameliach-. Vale la pena que lo leas porque en su contenido se incluía una advertencia sobre el creciente problema de la inseguridad y el desmantelamiento.
Yo lo que creo es que se ha corrido la arruga demasiado tiempo con este tema y ahora hay temor de que la comunidad se entere de todo el desmantelamiento que se ha producido. ¡¡Es masivo!! Gustavo averigua un poco y entonces entenderás porque llega un momento que la molestia y la rabia comienzan a generar efervescencia por canales que pudieran confundirse con algún plan de linchamiento político”.
Y eso es lo que yo creo: que se ha corrido demasiado la arruga. También están afectadas otras áreas: pabellón de postgrado de Odontología, Aula Magna, Torre de transmisión en el cerro La Cruz –todos los equipos de transmisión, etc., etc., robados-. También la Dirección de Transporte donde se llevaron hasta el transformador, aunque entiendo que este caso ya fue resuelto. La Universidad, como el País, diluyéndose en nuestras manos. A la Comunidad se le mantiene de espaldas; poco informada  a pesar de la gravedad de sólo una de las facetas de la profunda crisis que embarga a la Institución. Quizás a algunos poco le importe, pero no son la mayoría.

IV- Sobre el decreto de emergencia


 Como no quisiera tener que escribir más sobre este tema concreto de la crónica inseguridad en la UC, no puedo cerrar esta publicación sin referirme al Decreto de Emergencia que el prof. Guevara mencionó varias veces en el intercambio de opiniones.
De mi experiencia, un decreto de tal naturaleza se hace con la finalidad  de justificar y autorizar a los jerarcas administrativos: la recurrencia a procedimientos, más expeditos, que permitan las compras y/o contrataciones que fueran necesarias para la pronta normalización de actividades paralizadas por hechos sobrevenidos. La redacción de los considerandos justificativos debe ser específica –recordando al Dr. Sué-, indicando las áreas afectadas así como el grado de afectación en cada una de ellas. Una redacción genérica y ambigua como la siguiente: “Atendiendo a las circunstancias fortuitas e imprevistas acontecidas durante este último año en espacios de la Universidad de Carabobo, en las cuales la inseguridad, hurtos, robos y delitos en general han azotado reiteradamente nuestra Alma Mater, ocasionando graves daños en la infraestructura física operacional que impiden dar cumplimiento  a los compromisos y exigencias de la gestión en la formación académica pautada para sus estudiantes” no cumple con lo señalado. Cualquier contralor celoso en el desempeño de sus funciones la objetaría. La lectura entrelínea que uno le hace, considerando los antecedentes y entretelones  de esta continuada controversia, apunta hacia la insistencia en no querer revelar detalles del drama de inseguridad que nos aqueja. De aquí la interrogante que nos hacemos en el título: ¿Por qué tanto secretismo? En este sentido, este documento de denuncia sí contiene una propuesta, a su vez ratificada en mejor estilo por la prof. Loyo. Lo correcto y transparente es presentar el inventario pormenorizado de todas las pérdidas. Y a los efectos de viabilizar la aplicación de procedimientos administrativos de emergencia, precisar las áreas en las que se requiera su instrumentación.
Por otra parte, la única medida concreta de emergencia que se decreta es una delegación  de las competencias administrativas en los consejos de facultad -artículo tercero del decreto-. Ojo avizor, decanos presidentes y demás miembros sobre lo que realmente puedan hacer con ese decreto desde la perspectiva de las normas contraloras, habida cuenta de lo señalado en el párrafo anterior.

V- Comentarios y reflexiones finales


No es fácil en mi condición de ser un ex rector que con frecuencia asisto a actos protocolares de la Universidad, encontrarme con las autoridades en funciones así como miembros del CU, con algunos de los cuales mantengo lazos de amistad y profundo agradecimiento, y asumir el riesgo de ser percibido como una especie de “Chapulín Linchador”. Pero la crítica hay que hacerla, porque la Universidad está primero.
Cuando uno se aboca finalmente a escribir, es porque las observaciones y críticas que uno pueda hacer ha tratado de canalizarlas por vía informal, sin conseguir la receptividad que en buena conciencia creemos ellas ameritan. Por supuesto, suele ocurrir que cuando una denuncia se hace pública, la mayoría de sus lectores la van a procesar de manera muy plana y puntual: los hechos concretos. Cada cual extraerá de esos hechos interpretaciones propias porque las flechas lanzadas han dejado de pertenecerle a quien las escribe. La mayoría no sabrá, ni tienen por qué saberlo, los entretelones de la historia que ha conducido a la denuncia. Por eso agradecí que Gustavo decidiera confrontar y, al mismo tiempo, enriquecer mi escueta versión; expusiera un punto de vista alternativo que daba cabida, con mayor justeza, a todo lo que se ha obrado al interior de la UC en procura de atender la problemática. Se ha hecho, pero los resultados, incontrovertiblemente, han sido fallidos. Es el momento de democratizar los problemas, no sólo este sino muchos otros que viene confrontando la Universidad como resultado del convulso cambio de contexto que se ha derivado de la fulana revolución.
Por esta razón, abandoné mis macundales de ingeniero y me lancé a esta extensiva crónica que a muchos parecerá un exceso. Lo es, pero también es un registro detallado de un inclemente y continuado ataque externo a nuestra universidad en este trágico lapso de historia que nos está tocando sufrir.  Debemos atrevernos a registrar todo, lo bueno y lo malo, las ideas y pareceres que se han confrontado. Nos haría mucho bien, y ojalá en esto diéramos ejemplo hacia el resto de la sociedad, abandonar la cultura del “pobrecito” que tanto daño nos ha hecho desde los tiempos de la Cuarta.
En este país, y también en nuestro entorno más pequeñito, cuando alguien critica o denuncia, es habitual que primero se sopese cuáles son las intenciones del denunciante; qué objetivo persigue; quién es el “pobrecito” o la “pobrecita” a quien se busca dañar en lo personal o en lo atinente a su proyecto político; antes de entrar a valorar si la crítica o denuncia tiene algún asidero; qué tan grave es lo que se plantea; qué se propone. He aquí la otra razón por la que quise abocarme al registro completo de todo el intercambio de opiniones. No sólo porque amplió el horizonte de justicia donde se ubicaba mi denuncia, sino también ilustró a la perfección esta maníaca forma que tenemos de comportamos como sociedad.

En esta universidad, hoy día, nadie puede afirmar con seguridad si algún día llegaremos a tener elecciones. Así pues, dejémonos de celos políticos que en mi opinión constituyen la principal causa para tanta cerrazón;  para tanto fingimiento de normalidad cuando la realidad nos está arropando. Abrámonos al libre flujo de la información para que la comunidad tome conciencia de la gravedad del estado institucional y partamos de allí al abordaje de los problemas con los que ese entorno externo absolutamente cambiante y convulsionado nos está desafiando. Se requiere de medidas audaces; de reorganización; sino acometemos  cambios pereceremos en la debacle de nuestra pertinencia social.