Caradurismo por la Paz y la Vida
Asdrúbal
Romero Mujica (@asdromero)
Lucía muy relajado y lleno de confianza mientras lanzaba. Lo hacía con ventaja con relación al pitcher del equipo contrario: por encima del hombro a pesar que la caimanera era de softball, quizás un mensaje no tan subliminal de que para él, al igual que para su antecesor, las leyes y reglas no se aplican con la misma obligatoriedad de observancia que para el resto de los mortales. Es muy sano, pensé, que un presidente sometido a tantas presiones como las que conlleva su alto cargo, pueda disfrutar de un momento de grato relax; pero yo no podría, en sus circunstancias, mostrarme ante el país con esa cara de satisfacción propia del que ha cumplido bien con sus deberes. Cada día que transcurre sin que se comiencen a tomar las obligantes decisiones que ameritan la compleja crisis económica que aqueja al país, lo deberíamos valorar como una señal de crasa irresponsabilidad de parte suya.
En verdad, es como si cada día se le aplicase una vuelta de tuerca adicional a una crisis que ya está lo suficientemente complicada como para que se piense, alegremente, que todavía se puede seguir difiriendo su atención sin que de ella se deriven sus implacables efectos. Se han pasado todos estos primeros días de enero discutiendo si disminuyen el cupo para viajeros e incrementan el de internet, como si estos renglones de egresos en dólares para el usufructo de las personas naturales constituyeran el nudo gordiano del gravísimo problema que representa para el país: la ya crónica escasez de dólares. A juzgar por lo que nos revela Blanca Vera Azaf en “El Nacional” (9/1/2014): las facciones de los “radicales” y los “pragmáticos” en el gabinete económico se caen a dentelladas en la toma de decisiones sobre un asunto que no representa ni siquiera la quinta parte del gasto anual en dólares del país. Luce como si estuviesen evadiendo entrarle al verdadero núcleo del problema o quizás, como me lo sugirió alguien, dejan filtrar esas informaciones como maniobra distractora para mantener alejada nuestra mirada del verdadero corazón del drama. Mantienen a medio país en vilo, entrando todos los días a sus respectivas paginas bancarias a ver si ya tienen autorizados sus cupos de internautas. Mientras, nadie parece darse cuenta que en el núcleo de la crisis se continúa gestando un temible huracán.
¿Por qué no dicen cómo es que van a resolver lo de la deuda acumulada con el sector industrial que ya alcanza un rimbombante monto de quince mil millones de dólares? Esta deuda se ha generado, porque el BCV no ha tenido la disponibilidad en dólares para honrar el pago de las operaciones crediticias, debidamente autorizadas por CADIVI, para adquisición de las materias primas e insumos importados que requiere el sector industrial para sus operaciones. Los proveedores, muchos de ellos casas matrices de transnacionales que operan en el país, han venido postergando la dura decisión de cerrar sus líneas de crédito pero ya están al borde. ¿Qué va a hacer el Gobierno? ¿Va a dejar en “stand by” esa deuda y a buscarse nuevos proveedores en su sistema centralizado para compras internacionales? Esto implicaría la extinción definitiva del reducido parque industrial que nos queda en pie, con las gravísimas consecuencias de abrupto desempleo y pavorosa escasez, que en el mejor de los casos: sería “transitoria” hasta tanto el Gobierno resolviera el descomunal problema logístico de montar su “Big Mercal”, al cual todos los ciudadanos de este país tendríamos que recurrir para comprar desde un destornillador de estría hasta un automóvil. ¿Se lo imaginan? ¿De verdad creen que este gobierno tiene la aptitud para resolver tan complejo problema logístico, cuando no ha podido hacerlo ni siquiera con los productos de alimentación más básicos?
No desestimo la posibilidad de que esta cuerda de aventureros e irresponsables intente tan dantesca solución. Si han dejado que la crisis se incube hasta este punto, corriendo la arruga hasta el borde del precipicio, es porque son capaces de eso y más. Si lo hicieran, querría estar en primera fila para escuchar lo que van a decir los jerarcas de los sindicatos chavistas de las ensambladoras automotrices que, ignorantemente, se han plegado a la estrategia oficialista de destruir su principal fuente de trabajo, no obstante: los sueldazos que devengan –comparados a los de muchos profesionales en nuestro país, sobre todo los del sector educativo-; que vienen laborando en programaciones cada vez más reducidas debido a las continuas paralizaciones de planta y, no suficiente con lo anterior, que ingresan a sus bolsillos, anualmente, centenares de miles de bolívares por la reventa de dos automóviles que les asignan en cumplimiento de la cláusula de los “cupazos” contemplada en su normativa laboral. ¿Cómo se puede entender tanta locura? Mientras tanto, dan risa las tablas de precios para los diferentes automóviles que publicita el Gobierno, cuando todavía no ha decidido si va a pagar parte de la deuda a fin de mantener abiertas las líneas de crédito, ni cuál sería el valor del dólar a los efectos de la adquisición de los kits de montaje importados (CKD) para poder arrancar la producción este 2014, habida cuenta que las plantas ya prácticamente no disponen de este material. ¿Será qué creen que pueden seguir engañando per secula seculorum?
Quienes ya no parecen creerles más son las líneas aéreas, a quienes les deben tres mil millones de dólares, ¡un monto que es comparable al de las reservas líquidas operativas de las que dispone el BCV! He aquí el quid de la cuestión, ¡el nudo gordiano pues!: sólo en un par de montos de deuda señalados, cuya exigencia de pago era para ayer, ya se supera en seis veces la liquidez del BCV que dirige el pragmático Merentes (NMJ) –y hay más deuda de este tipo: no he incluido en esta sintética reflexión al sector comercial-. ¿Por qué no nos dicen cómo van a resolver tan gigantesco entuerto? Esta es la verdad de un gobierno que ha creído que podría seguir tapando lo nefasto de sus ejecutorias ad infinitum, mediante el teatro de mantener el dólar en un valor extremadamente ficticio. Han estirado tanto la liguita que ella ya no da más, su sección transversal ya entra en el campo de estudio de la nanotecnología. Por eso es que no les queda más remedio que aumentar la gasolina en un salto de garrocha al cual le tienen pavor, pero Maduro no reconoce su necesidad ni su urgencia. No tenemos prisa, dice, mientras insinúa la salvación del Planeta como su auténtica motivación. Por eso, cuando haciendo zapping en mi televisor, me topé con la caimanera “arreglada” por la Paz y la Vida, me quedé por tres innings viéndola. Me había impresionado tanto ese rostro inicial de Maduro tan rebosante de confianza en sí mismo, que quería saber: si en algún momento se escaparía de ese rostro aunque fuera un minúsculo destello de esa angustia que muchos venezolanos llevamos tiempo cargando entre pecho y espalda. ¡Nada! Cuando me obstiné, iba ganando ocho a cero. A la confianza se le había sumado un casi imperceptible rictus de soberbia. Me entró la duda si no sería un caso de redomada ignorancia y que, como a Chávez, nadie se atrevía a decirle la verdad. ¿O tendría conciencia sobre el polvorín que estaba montado? De ser lo segundo, les digo: yo no tendría vísceras para exhibir tanto caradurismo.
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