¿Por qué no voté en el referéndum de FAPUV? (II)
Asdrúbal Romero M. (@asdromero)
1-El Pecado Original
Tal como lo prometí: me corresponde en esta segunda entrega entrar al
espinoso asunto referido a las crónicas debilidades del conflicto planteado por
la FAPUV. Sin mayor preámbulo, comenzaré mi análisis por lo que, en mi opinión,
ha sido el gran talón de Aquiles de la federación de los gremios profesorales:
su decisión de participar en una mesa de negociación propuesta por el Gobierno,
conjuntamente con otras corporaciones gremiales representantes de sindicatos de
obreros y empleados administrativos universitarios, a los efectos de aprobar
una convención colectiva única para el sector. Esta decisión se produjo en el
marco del conflicto del año 2013. ¿Por qué fue un error?
·
Significó
abandonar el ámbito formal bilateral para la consecución de acuerdos con el
Ejecutivo Nacional, concernientes a las condiciones salariales y de trabajo de
un gremio con una especificidad muy particular, habida cuenta las funciones de
naturaleza académica que realiza y del supuesto marco legal que nos amparaba
(Ley de Universidades).
·
Significó,
también, la derogatoria de facto de las Normas de Homologación, sin que,
realmente, se hubiere consultado a los profesores al respecto. Es más,
significó consentir, tácitamente, con la posición legal del Gobierno de
remitirnos a la competencia de la Ley Orgánica del
Trabajo, de las Trabajadoras y de los Trabajadores (LOTTT). Para una discusión
mucho más amplia y sesuda de lo que ello implica, les recomiendo leer el
magnífico trabajo del Profesor Octavio Acosta Martínez sobre la evolución de la
Autonomía Universitaria en nuestro país (siete capítulos), en su blog: http://labragaazul.blogspot.com/ .
·
Dado que la LOTTT se refiere
taxativamente a negociar con organizaciones sindicales “y no con otras” (cito
al Prof. Acosta), las asociaciones civiles sin fines de lucro que funcionan
como gremios profesorales APUC, APUCV, FAPUV, etc., quedan excluidas de la
posibilidad de negociar con el Ejecutivo Nacional la convención colectiva única
para el sector. Es por esto que la FAPUV, al no ser una organización sindical,
consiente con jugar el indigno rol de participar en una mesa de negociación con
voz pero sin voto.
·
Con su participación en
evidente minusvalía en la mesa de discusión de la CCU, la FAPUV puso a depender
a nuestras condiciones salariales y de trabajo del criterio mayoritario de unas
federaciones de sindicatos que pueden ser “hermanos” pero que no nos
representan.
Expresado en forma más coloquial: en el
2013 la FAPUV aceptó someterse a unas reglas de juego procedimentales, que le
permitieron al Gobierno terminar de revestir con un manto de perfecta legalidad
las decisiones mayoritarias que emanaran de la mesa encargada de aprobar la CCU
para el sector. No deseo extenderme en la historia del conflicto de ese año, pero
como dicen: “de aquellos polvos, vienen estos lodos”, ese antecedente es lo que
le permite al Régimen expresar, a través del comunicado de la Asamblea
Nacional: “Sugerir al Gobierno Nacional que tome las medidas necesarias ante el
Ministerio del Poder Popular para el Trabajo, por el paro ilegal desarrollado
por las universidades” (segundo acuerdo). Vamos a estar claros, este régimen no
es respetuoso de la legalidad y del estado de derecho, ¿cuántas veces no hemos
visto que arrebata sin tener la ley a su favor? Pero, en este caso, la
participación de la FAPUV aprobando 105 cláusulas de las 124 contenidas en la
II CCU, hay que reconocer: le confiere al Ejecutivo Nacional la ventaja de la
máxima verosimilitud a la legalidad que pregona y que le permite calificar de
ilegal el paro, a sabiendas que, con mucha mayor comodidad que en otros casos,
los tribunales le concederán la razón. Y de dicha calificación: un decreto de
reanudación de faena, tal como se aplicó en el caso PDVSA, constituye un eslabón
perfectamente previsible en la secuencia estratégica del Gobierno. De allí que
haya expresado en mi primer escrito sobre este espinoso asunto: el Régimen podría
recurrir a un conjunto de acciones “hábilmente ancladas a las vulnerabilidades
derivadas del torpe proceder de FAPUV”.
Dos comentarios adicionales son pertinentes
en cuanto a la participación de la FAPUV en la aprobación de la CCU. Abusa en
demasía cuando, prácticamente, se asocia con el Gobierno para aprobar cláusulas
académicas que transgreden, o podrían transgredir, los respectivos estatutos
aprobados por los consejos universitarios que norman las funciones del personal
docente y de investigación de esas universidades cuyos gremios profesorales
representa. En el caso de la UC, se me ha denunciado que hay colisión. Los
consejos universitarios deberían, en consecuencia, examinar exhaustivamente
esta situación y denunciarla como una violación más a nuestra autonomía.
Violación de la que se ha hizo partícipe, incomprensiblemente, la FAPUV.
El segundo comentario tiene que ver con una
situación de carácter coyuntural: el hecho de que las otras federaciones
gremiales participantes en la mesa de discusión estuviesen controladas,
mayoritariamente, por dirigentes afectos al oficialismo (este régimen que “no
da puntadas sin hilo” se había asegurado mediante maniobras previas de que
fuese así). Debía prever la FAPUV que, a pesar de haber concertado con los gremios
“hermanos” una propuesta consensuada para elevarla a la consideración del
Ejecutivo, era muy probable el salto de talanquera en cuanto el Régimen hiciera
la presión política debida. Así ocurrió y lo de las comillas en hermanos no es
porque se niegue la hermandad gremial con los obreros y empleados
administrativos, sino porque en la actual coyuntura tendría que haberse
sospechado la volatilidad de tal hermandad. Más que con “hermanos”: la FAPUV se
estaba aliando con troyanos que, a la hora de la chiquitica, iban a cumplir en
esa mesa de supuesta negociación el rol político que se les había encomendado. No
se sabe si toda su entrega se debió al compromiso político o a una supuesta
propuesta de entregarle a dichas federaciones troyanas el monto obtenido de retener
a los empleados y obreros el 8% de lo cancelado a cada uno de ellos por
concepto de retroactivos. ¡Una millonada! Que debió dibujar en los dos iris de
más de un dirigente troyano el signo de los apetecidos dolaritos. En la UC se
hizo un amago de solicitar la retención a nivel de la Dirección de Administración, pero encontró una
fuerte resistencia de parte de los trabajadores. Los rectores deberían revisar
con estricta lupa la legalidad de acceder a tal tipo de retenciones.
En
síntesis de tan tragicómico episodio: la FAPUV se quedó sola, como era
absolutamente previsible. Defendiendo por largas jornadas, según algunos, el
honor universitario. En mi opinión: haciéndole, supongo que sin intención, el
papel del distractor para el Gobierno con la finalidad de otorgarle mayor verosimilitud
al proceso de discusión que éste venía cumpliendo con la mayor “seriedad” del
caso y el cual reventaría en el momento que le fuera oportuno. La
disponibilidad de lo que había para transar con el sector universitario ya
estaba de antemano decidida.
Desde la perspectiva que se vea, el que la
FAPUV accediera a sentarse en esa mesa con troyanos y el Gobierno constituyó,
más que un error, la comisión de un pecado original que gravitó, pesadamente,
sobre cualquier posibilidad de éxito que pudiera tener un conflicto
universitario adelantado en esas condiciones. ¿Por qué lo hizo?
2-Sobre las posibles razones para
caer en pecado
La respuesta que se pueda dar a esta
interrogante cae, necesariamente, en el terreno de las interpretaciones.
Recordemos que el pecado original se cometió en el 2013. “Desde el 2004 las Normas
de Homologación (NH) fueron colocadas en
estado de hibernación”. Así lo manifesté en un largo artículo, “El Llamado de
FAPUV”, en el que pretendí hacer un balance del conflicto universitario del
2013. Lo pueden consultar en mi blog a través del enlace: http://quepasaenlauc.blogspot.com/2013/09/balance-del-conflicto-universitario.html
. Su lectura les permitirá una comprensión más cabal de todo el proceso de
deterioro de nuestra gestión gremial.
Desde el 2004, las NH no se aplicaban en
la práctica. Fueron los tiempos en los que el inmenso poder político de nuestro
comandante presidente le permitía decretar aumentos unilaterales para el
sector. Siempre, con muchos meses de retardo y con porcentajes de incrementos
inferiores a los que hubiesen dictaminado las NH. Fue esa la forma como se fue
construyendo la curva de empobrecimiento que hoy nos agobia. La FAPUV estaba
prácticamente desaparecida. El 2013 fue el año de su despertar, pero fue un
duro despertar. Se había roto el cordón umbilical entre dirigencia gremial y
base profesoral. En un encuentro casual que sostuve con el presidente de
nuestra APUC, después de interpelarle un tanto agriamente sobre las razones por
las cuales la FAPUV se dejaba irrespetar de esa manera. “¿Cómo era posible que
el sector universitario, siempre abanderado en el contexto nacional de las
luchas por el resarcimiento salarial de lo perdido a causa de la inflación, se
había sumergido en una onda de tanta pasividad ante el grosero abuso del
unilateralismo presidencial?”. Su respuesta, después de una larga conversación,
casi un monólogo de mi interlocutor, me permitió arribar a la siguiente
conclusión: la dirigencia gremial se sentía intimidada ante la posibilidad de
que el colectivo no les acompañara en sus mecanismos de lucha. “Se convocan los
paros parciales de actividades y muchos profesores desatienden a nuestro llamado”,
me lo reiteró muchas veces haciendo mención al temor que transitaba por la
mente de los agremiados a raíz de lo ocurrido con PDVSA. Este reconocimiento e
internalización por parte de la dirigencia de FAPUV, de que su combatividad
estaba minada por el temor, escepticismo o apatía de las bases profesorales,
posiblemente, fue lo que les indujo a aceptar el único escenario de negociación
que el Régimen les posibilitaba: la trampa jaula de la Convención Colectiva
Única. Podrá tomarse esta explicación como demasiado condescendiente, pero es
la única que se me ocurre para un error
muy similar al de Eva haciéndole caso a la serpiente. Faltó
asesoramiento legal y disposición para la combatividad de las bases.
Entre el 2013 y el 2015, la FAPUV no hizo
nada para reparar esa rotura de cordón umbilical, que le era tan necesaria para
recomponer su debilidad de cara al reto de poder activar estrategias de lucha
que se constituyeran en real presión para el Régimen. Este fue otro gran error
que se sumó al pecado original. Con respecto a este sub espinoso asunto –sub porque está subsumido dentro del tema más
amplio que estoy tratando-, manifesté mi opinión en otro largo artículo, “Sobre
la eternidad de los liderazgos gremiales", al cual pueden acceder a través
del enlace: http://quepasaenlauc.blogspot.com/2015/07/sobre-la-eternidad-de-los-liderazgos.html . Como no es mi deseo ser reiterativo, a
continuación sintetizo en forma muy ingenieril varios de los factores que
contribuyen a ese deterioro de la gestión gremial por parte de la FAPUV:
·
Liderazgos
desgastados y cansados, como consecuencia de la desaplicación del principio de
la alternabilidad democrática dentro del gremio. Crisis de representatividad.
·
Carencia de
reflexión estratégica en la conducción del gremio, por tanto: abordaje de los
conflictos mediante un enfoque excesivamente tradicionalista y sin la obligada
caracterización político- estratégica del adversario.
·
Mala política
comunicacional. Uso de mensajes desgastados, por lo reiterativos en el tiempo,
y no sintonizados a las debilidades del adversario.
·
Falta de
comunicación con la institucionalidad universitaria, a fin de concertar
criterios que le dieran mayor fuerza al conflicto, y con otros sectores
internos que pudimos haber brindado mejor asesoramiento. Se supone que en las
universidades es donde estamos los expertos.
3-Radiografía de la fase final del
conflicto
Ubicados ya en el 2015, una contingencia de contexto que contribuyó a la vulnerabilidad
del conflicto fue el factor calendario. Plantearse un NO REINICIO de
actividades docentes, que a posteriori evolucionó hacia un eufemismo de paro,
después de un largo receso vacacional, con un diciembre demasiado cercano y
unas muy trascendentales elecciones para Venezuela en ese lapso, constituía una
situación de alto riesgo. El Gobierno lo entendió de esa manera y continuó con
su plan estratégico fríamente calculado: jugó un magistral gambito, enviando
los recursos para la cancelación de los retroactivos y la entrada en vigencia
de las tablas salariales aprobadas en la II CCU, de acuerdo al cronograma que
se había comprometido –en verdad se cumplió con un pequeño retardo que podría
considerarse poco significativo habida cuenta del volumen en BsF que debió
movilizar-.
¡Procedió como si no existiese paralisis! La bola estaba en el
campo nuestro. Ya no se trataba de una huelga tradicional, en la que un
conjunto de trabajadores decide recurrir a la medida extrema en su lucha por un
incremento salarial que no ha sido aprobado, sino de una huelga continuada, a
pesar de que se habían comenzado a devengar los incrementos aprobados, de
conformidad a un procedimiento revestido con un disfraz bastante verosímil de
legalidad -tal como fuera explicado anteriormente-.
La respuesta acertada por
parte de la FAPUV debió haber sido rechazar el envío de tales recursos a los
efectos de su cancelación a los profesores, en virtud de que el convenio
salarial no estaba finiquitado por considerarse inaceptable por las bases
profesorales. Conllevaba igualmente un riesgo, es verdad, pero nos colocaba en
una posición ética más favorable de cara a continuar la paralización. De haber
el Ministro enviado los recursos, a pesar del rechazo de la FAPUV, habría sido
este funcionario el susceptible de ser denunciado en su rol de cuentadante al
más alto nivel, por haber tramitado unos pagos a trabajadores que habían
anunciado su continuidad en el paro. Pero el rechazo de la FAPUV no se produjo,
es de suponer que por temor a la reacción en contra suya. Se genera entonces un
escenario inédito, creo yo, en la historia de los conflictos laborales en el
país -asumo el riesgo de ser contradicho por los expertos-. El paro entró en
una fase de mayor riesgo al ser susceptible de ser cuestionado moralmente. Me
imagino la campaña comunicacional: profesores que habían pegado una vacación
con otra, mientras seguían devengado sus sueldos, ya incrementados con un
“abultado” porcentaje, además de cobrar “jugosos” retroactivos. Las comillas
las podemos comprender nosotros, quienes ya sabemos que aun triplicando o
cuadruplicando la miseria empobrecida que cobramos, ella seguiría siendo
miseria, considerando el ritmo inclemente al cual hemos perdido nuestro poder
adquisitivo como consecuencia de una
inflación descontrolada.
En este nuevo escenario, el Gobierno develó el motivo escondido de su
gambito con un comunicado aprobado por la fracción psuvista de la Asamblea
Nacional. Un comunicado con una burda redacción, contentivo de una serie de
CONSIDERANDOS absolutamente cuestionables, pero que en sus resoluciones, y las
correspondientes lecturas entrelíneas que se podían hacer de ellas, demostró que el Régimen sabía perfectamente en
qué llagas estrujar sus pérfidas garras. En el supuesto negado de llegar las
universidades en paro al mes de enero, la mesa estaba servida para que el
Régimen, finalmente, pudiera entrarle a saco a las universidades. Desde
emprenderla contra los cuentadantes locales (Rectores y Decanos): destitución,
intervención, inhabilitaciones de contraloría, fuertes sanciones pecuniarias,
enjuiciamiento penal, ¡las opciones eran múltiples! Yo, siendo Rector y
consciente de la naturaleza implacable de este régimen, debo decirlo
responsablemente, no hubiese corrido riesgos y hubiese tomado las medidas
administrativas pertinentes. También el Régimen podría emprenderla contra los
profesores, aunque muchos piensen que esto era menos probable, con
declaratorias de abultadas deudas por concepto de salarios devengados y no
trabajados; destituciones súbitas por inasistencias flagrantes, etc. Lo más
seguro es que antes de llegar a esos extremos, los cuentadantes locales actuaran
y sobrevendría, entonces, el escenario de confrontación interna que el Régimen
disfrutaría a placer.
Me es obligante aclarar lo de “supuesto negado”: cuando escribo estas
líneas doy por supuesto que la FAPUV hará su mayor esfuerzo para que en las asambleas
profesorales, convocadas este viernes 20 próximo pasado, se levante el paro
sobre la base de un “triunfal” acuerdo FAPUV- AVERU- Gobierno. Me abstendré de
explicar el por qué de las comillas en triunfal, so pena de ser acusado de
premeditado y alevoso. En mi opinión: ha quedado demostrado que lo del
referéndum era innecesario. Fue más una respuesta emocional al comunicado
provocador. Quienes ya se sabían derrotados, pensaron, equivocadamente, que el
mencionado comunicado les aportaba un nuevo elemento para intentar reconstituir
el conflicto y se inventaron esa huida hacia adelante. Al final privó la
sensatez de los rectores, quienes viendo pender las dagas sobre sus cuellos, le
hicieron saber a la FAPUV que el paro ya no iba hacia ningún lado.
En el transcurso del conflicto, la FAPUV nunca
logró una verdadera activación de sus bases; nunca logró montar una actividad
que hiciera sentir aunque fuese incómodo al Régimen; ni siquiera una marcha que
fuera la mitad de las de antes a pesar de existir cien veces las razones de
antes; anunció un parlamento universitario que no pudo organizar y así el
conflicto fue muriendo de mengua con las casas de la luz quedándose vacías, sin
nadie que las defendiera. Propongo, que después de procesar el trago amargo, la
FAPUV se aboque a un proceso de renovación de sus cuadros directivos a todos
los niveles y que el liderazgo emergente se comprometa con la realización de un
Parlamento Gremial Universitario. Así como la Universidad debe repensarse a sí
misma, ante las amenazas de un 2016 aún más graves que las de este acido 2015,
es verdaderamente urgente que el gremio profesoral comience una reingeniería de
toda su estructura de representación y visión estratégica.
4-Dos comentarios finales
Reconozco que este documento se ha convertido en casi una radiografía del
conflicto, por supuesto muy personal y desde una perspectiva externa. He
rebasado mi meta inicial a expensas de una longitud poco aconsejable. Aspiro
que lo suculento de su contenido les haya traído hasta aquí. No quiero, sin
embargo, concluir sin referirme a un asunto colateral que no quiero dejar pasar
y a una interrogante que muy probablemente el lector se debe estar haciendo. Lo
primero deseo traducirlo a una petición dirigida a nuestros empleados y obreros,
en el sentido de ser más cuidadosos a la hora de elegir sus representantes en
estos momentos tan críticos que vive el país. Se trata de una anécdota.
Aprobada ya la II CCU y días antes de salir el comunicado de la Asamblea
Nacional, se produjeron al menos dos reuniones informales entre el Ministro y
la Presidenta de la FAPUV. Avanzaron en la búsqueda de una solución al
conflicto que, cuantitativamente, no representaba mucha mejora con relación a
lo aprobado, pero le permitía a la FAPUV una salida cualitativamente más
honrosa del conflicto (¿Lavarse la cara?). Era lo que ya desesperadamente andaban buscando.
Lamentablemente para la FAPUV, se produjo una filtración sobre los avances.
Esto enfureció a los troyanos que, airadamente, le reclamaron al Ministro el
hecho de que estuviese permitiendo una salida victoriosa a la FAPUV. Nosotros
estamos pagando el costo político ante nuestras bases y usted va a concederle
unos beneficios adicionales a la FAPUV, no nos la calamos, le dijeron. Tal
presión política surtió efecto y al Ministro no le quedó más remedio que
reasumir una línea dura, lo cual quedó evidenciado ante los rectores en la
reunión del CNU celebrada el 23 de octubre. A los troyanos, les importó muy
poco los beneficios adicionales
extensibles a sus agremiados que pudieran pactarse con la FAPUV fuera de la
mesa negociadora de la convención. Le dieron prioridad al objetivo político de
trancarle el juego a su supuesta federación “hermana”. Por eso, la propuesta
por escrito del Ministro nunca llegó. La amarga lección no debe ser olvidada.
Finalmente, la pregunta que debe estar haciéndose el lector: ¿Si usted,
profesor, tenía un análisis tan pormenorizado de las inconveniencias de
decretar un paro, por qué no lo exteriorizó antes como si lo hace ahora? No fui
el único que pronosticó dificultades en esa acción extrema. De hecho, algunos
de los argumentos presentados en este documento provienen de los análisis
escuchados a otros profesores. Nadie, sin embargo, se atrevió a asumir un
discurso a contracorriente en la asamblea profesoral realizada en el Colegio de
Abogados el 25 de septiembre, incluida mi persona. ¿La razón? Sencillamente,
nos dimos cuenta que cualquier intento discursivo de advertir sobre las
dificultades de la paralización iba a ser malinterpretado y barrido por la
rabia de las bases profesorales. No debe quedar duda: hay rabia en el corazón
de los profesores universitarios, por haber sido llevados a este nivel de
empobrecimiento tan patético. Lamentablemente, esa rabia no se pudo transformar
en activación y sin esta era muy difícil ganar el conflicto. Toda la captura de
opiniones previa a la precitada asamblea, permitía predecir que la votación a
favor del paro sería como un aluvión. Optamos entonces por intervenir haciendo
propuestas conducentes al fortalecimiento del paro:
·
Sacar el paro
de lo únicamente reivindicativo, a los efectos de incorporar el tema de la
INVIABILIDAD INSTITUCIONAL en el fragor de una economía a punto de ser
hiperinflacionaria.
·
La necesidad
de buscar la unidad entre gremios y autoridades, como a primera vista parecía
estar ocurriendo en la ULA y la UCV.
·
El PARO
ACTIVO como requisito indispensable para poder ganar el conflicto.
·
Repensar a la
Universidad ante el desafío de los nuevos tiempos, mediante la activación de
mecanismos para la discusión interna a nivel de las cátedras, departamentos y
escuelas.
·
La
celebración de un parlamento universitario interno a fin de considerar las
propuestas venidas de las diferentes facultades.
·
La necesidad
de incorporar otros mensajes y palabras al glosario comunicacional del paro.
Participé, conjuntamente con un grupo ad hoc de
profesores, en reuniones con las autoridades y decanos en el mismo sentido. Se
logró algo, más bien poco, muy distante de lo deseable. Excepto FACES, y en
menor grado Ingeniería, facultades donde se fomentó más un clima de discusión
entre profesores y con la dirigencia estudiantil, en el resto, hasta donde pude
obtener información, hubo poca participación. Temas como el de la INVIABILIDAD
de un modelo universitario que se nos muere entre las manos mantiene total
vigencia, ante los muy oscuros nubarrones que se avizoran con la entrada del
2016, pero no sé, dudo, la Universidad me luce inerte, como si se le hubiese
vaciado el espíritu. Al final, me quedo con una sentencia que le he escuchado a
muchos: la Universidad ya no es lo que era.