Instituciones
Empobrecidas
Asdrúbal Romero M. (@asdromero)
Del hospital oncológico Dr. Miguel Pérez Carreño, ubicado en
Bárbula, solicitan ayuda al asilo de ancianos San Martin de Porres: una bombona
de oxígeno para un paciente que se les está muriendo. La solicitud puede ser
atendida positivamente, pero en el transcurso del traslado de la bombona, un
recorrido relativamente corto dado que el asilo tiene su sede en el Pabellón 14
de la otrora Colonia Psiquiátrica de Bárbula, se muere el paciente. Quien nos
narra la muy infausta historia a los asistentes de un evento del Tren es el
Alcalde de Naguanagua y él nos hace la pregunta en voz alta: ¿Cómo es posible
que el oncológico no disponga ni siquiera de una bombona de oxígeno? Esta
interrogante retrata, vívidamente, el drama que están padeciendo las
instituciones empobrecidas de este país en todas sus respectivas áreas de
responsabilidad social: salud, educación, etc.
Los venezolanos estamos siendo víctimas del empobrecimiento
más implacable que hayamos alguna vez sufrido, pero tengo la sensación que, en
general, no están siendo capaces de trasladar esa crítica realidad que ya están
viviendo en sus hogares, a las instituciones en las que laboran o de las que son potenciales recipiendarios
de algún servicio. Un profesor universitario, por ejemplo, se le daña el
compresor del aire acondicionado de su cuarto
y no lo puede reponer porque el sueldo ya no le alcanza. Está muy consciente
del problema que afronta, pero cuando en el aula donde usualmente dicta sus
clases persiste la circunstancia del aire acondicionado dañado, lo primero que
se le ocurre es lanzar algún improperio acusando de incapaces a la cadena de
autoridades, Director; Decano; Vicerrector Administrativo; Rector, que él
siente son los responsables de que la enojosa falla no se haya solucionado. ¿Acaso
piensa que la Universidad es una burbuja? Igual ocurre con empleados y
estudiantes. El otro día un decano me confesaba que había sido amenazado por un
grupo estudiantil de interrumpir las clases en la Facultad, si el aire
acondicionado de la biblioteca no era reparado inmediatamente. Pues bien: el
costo de reponer esa unidad se ha magnificado tanto, más de diez veces en lo
que va de año, que no se dispone del
presupuesto que permita su rehabilitación. El problema en el hogar y en la
Universidad viene resultando ser el mismo.
Es como si existiese una carencia de pensamiento sistémico.
La cataclísmica inflación que merma terriblemente la posibilidad de mantener,
en lo personal, el nivel de calidad de vida a la que nos hemos acostumbrado, de
igual forma erosiona la posibilidad que tienen las instituciones públicas de
mantener el nivel de calidad en la prestación de sus servicios. Recordemos que
ellas no pueden trasladar el incremento de sus costos a un aumento en los
ingresos a percibir por concepto de sus servicios prestados, sino que dependen,
fundamentalmente, de un presupuesto público asignado. El Alcalde de Naguanagua
nos hablaba en su intervención de las inmensas dificultades que confrontaba
para reponer los reflectores, dañados con mayor frecuencia debido a los continuos
apagones de CORPOELEC, de las diez torres de iluminación que había instalado en
el municipio. No sólo es la dificultad para conseguirlos, sino el explosivo
incremento de su costo. En el renglón de suministros eléctricos se observan
aumentos del orden del 1500% y hasta del 2000%, porque al desaforado incremento
del dólar verdaderamente marcador de los precios, por encima del 400% en lo que
va de año, se le suman los factores de escasez y especulación. Sin ningún
género de duda, estoy convencido que el coctel de inflación que golpea a las
instituciones públicas es aún mayor que el que venimos sufriendo a nivel
individual.
Gobernaciones, alcaldías, hospitales, tribunales,
universidades, liceos y colegios públicos, son instituciones todas que se
encuentran inmersas en el mismo marco de empobrecimiento sistémico al que no
vemos sometidos todos los pobladores de esta nación deprimida. Un dato muy
revelador de este empobrecimiento lo aportó Alejandro Feo La Cruz en su ya
mencionada intervención. El presupuesto que maneja su municipalidad es
aproximadamente de un millón de dólares. Muy correcto, por cierto, que lo haya
cuantificado en esa unidad monetaria para poder tener una idea real de su
potencialidad para atender las demandas de servicio en esa unidad político-
territorial (el bolívar como moneda ha perdido esa cualidad de cuantificación
del valor real de las cosas). Un municipio de características similares en
Bolivia, un país que otrora lo percibíamos como referencia de un país pobre,
maneja un presupuesto superior a los seis millones de dólares. Así estamos y
vamos a peor. ¿Qué hacer? La unión de todos los venezolanos en un clamor único
para pedirle al Gobierno que rectifique sus políticas en aras de controlar la
inflación no ha sido posible. De nada valen epilépticos incrementos salariales
con tufillo politiquero cuando nos enfrentamos a una inflación proyectada del
300% para 2016. Las instituciones pueden unirse y llenar ese vacío. Sus
autoridades deben integrarse en un esfuerzo de cohesión institucional, para convertirse
en un vector poderoso que le haga ver al gobierno que ya no se trata de crisis
presupuestarias ordinarias y recurrentes, sino de una inflación que devora
cualquier posibilidad de dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos. El
Gobierno rectifica o vamos directo a una crisis humanitaria de proporciones
incalculables. El terrible cuento de la bombona de oxígeno es una pequeña
muestra de lo que ya viene ocurriendo todos los días.
En estas situaciones ya tan comunes muchos se sienten culpables porque piensan que la causa de su empobrecimiento es su mala administración, o la falta de habilidad para seguir el procedimiento estipulado por el gobierno para conseguir las cosas, o hacer la solicitud del objeto de precio regulado muy barato, etc. Y la verdad es que no hay suficientes productos y por lo tanto a algunos, o más bien muchos, no les llegará lo que necesita aunque sea oxígeno.
ResponderEliminarCuando un calificado grupo de carabobeños costituimos el centro de análisis, reflexión y acción TREN ( talleres de reconstrucción nacional) hace 5 años ya alertabamos con angustia sobre el rumbo que llevaba el país, en el acto público de instalación invitamos a un viaje desde la estación DESASTRE NACIONAL a la del NUEVO PAÍS. Hoy lamentablemente se sobrepasaron nuestras predicciones del abismo hacia el que ibamos. Vamos en caída limpia que sólo un PARACAIDAS nos permitirá amortiguala, y ese no es otro que adoptar medidas audaces y eficientes para reinstitucionalizar el país, hacer de la EDUCACIÓN, los EDUCANDOS y los EDUCADORES la PRIORIDAD NACIONAL, el respeto absoluto al ESTADO DE DERECHO, y a la PROPIEDAD PRIVADA, el desarrollo de las AUTONOMIAS FEDERALES, nuevas políticas ECONOMICAS , y la recomposición MORAL de la nación
ResponderEliminarCuando un calificado grupo de carabobeños costituimos el centro de análisis, reflexión y acción TREN ( talleres de reconstrucción nacional) hace 5 años ya alertabamos con angustia sobre el rumbo que llevaba el país, en el acto público de instalación invitamos a un viaje desde la estación DESASTRE NACIONAL a la del NUEVO PAÍS. Hoy lamentablemente se sobrepasaron nuestras predicciones del abismo hacia el que ibamos. Vamos en caída limpia que sólo un PARACAIDAS nos permitirá amortiguala, y ese no es otro que adoptar medidas audaces y eficientes para reinstitucionalizar el país, hacer de la EDUCACIÓN, los EDUCANDOS y los EDUCADORES la PRIORIDAD NACIONAL, el respeto absoluto al ESTADO DE DERECHO, y a la PROPIEDAD PRIVADA, el desarrollo de las AUTONOMIAS FEDERALES, nuevas políticas ECONOMICAS , y la recomposición MORAL de la nación
ResponderEliminarMientras no se tomen medidas correctivas el empobrecimiento se incrementará a niveles de crisis humanitaria, el gobierno no lo va ser somos nosotros que debemos tomar las riendas de la nación
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