¿Cuándo se termina este conflicto?
Asdrúbal Romero Mujica
Difícil predecirlo. Aunque la
propuesta económica del Gobierno dista bastante de ser realmente efectiva en
cuanto a la recuperación del salario perdido por los universitarios en los
últimos años (los expertos calculan que habría que aumentar en un 156% para
llevar los sueldos al mismo nivel de enero 2008), opino que el tema salarial no
constituye el auténtico nudo gordiano de este conflicto.
La insistencia del Régimen en
desconocer a la FAPUV, como la legítima representante de los docentes
universitarios que decidieron ir a paro indefinido, constituye el punto de
desencuentro que a estas alturas percibo como insalvable. Independientemente
del grado de descontento que unos u otros pudieran albergar con respecto a las
actuaciones de FAPUV, en esos años que los incrementos unilaterales decretados
por el Presidente prevalecieron por encima de una correcta negociación amparada
en las Normas de Homologación, lo cierto es que la Federación logró activar un
proceso democrático mediante asambleas, plebiscitos, etc. que arrojó una
decisión, evidentemente mayoritaria, de los profesores de acogerse al paro
indefinido aun reconociendo su carácter de recurso extremo. Es de suponer que
esta decisión extrema -nótese que repito el adjetivo calificativo- se produce
como consecuencia de la nula efectividad de todo ese largo preludio de paros
escalonados, que no alcanzó a lograr respuesta alguna del Gobierno en cuanto a
disponerse a abrir algún escenario de fructífero diálogo y, por otra parte, del
cansancio ante ese continuado abuso que sepultó nuestros niveles de
remuneración salarial a niveles nunca antes vistos, con su pernicioso efecto
sobre las posibilidades de mantener un sano proceso de regeneración académica.
Se presenta entonces una disyuntiva
fundamental que puede resumirse en los siguientes términos: cómo un gobierno
cuyas políticas económicas han generado un notorio empobrecimiento de los
sectores asalariados de este país puede pretender darse el lujo de desconocer a
la representación, buena o mala, agotada o no, que un segmento significativo de
los trabajadores universitarios ha asumido como suya. ¿Cómo puede un segmento
intelectual de la sociedad calarse que una reiterada maniobra de promoción del
paralelismo sindical, que en algún otro sector laboral pueda haber tenido
relativo éxito, prospere impunemente ante nuestras propias narices? Pretender
esto es un grosero insulto a nuestra inteligencia y debe internalizar el
Régimen que está lidiando con un estamento de la sociedad que está obligado,
por su propia condición, a ejercer un rol pedagógico hacia el resto del país,
sobre el maniobrero intento patronal de un gobierno, que suda copiosamente
inflación por todos sus poros, de evadir esa responsabilidad suya en la mesa de
negociación laboral.
De que el profesorado optó por asumir
a FAPUV como su representación gremial, como la única y legitima contraparte
con la que este Gobierno debía sentarse, no debe quedar duda. El paro indefinido
es la principal demostración. Por lo tanto, me gustaría ver cómo es que esos
profesores van a asistir a una asamblea
a decirle, a los que le echaron pichón, que no importa que el Gobierno los haya
ninguneado y que ellos ahora quieren incorporarse a clases. Eso sería de una
INCONSECUENCIA tal que no le quedaría a uno más remedio que tener, muy
tristemente, que admitir el que este Régimen logró su objetivo de barrer el
piso con la dignidad de la Universidad Venezolana. ¿Están dispuestos los
profesores a esto? Por ahora, no veo que exista una mayoría dispuesta a
rendirse en condiciones de tanta indignidad. Aun cuando reconozca que el nivel
de activismo con el paro esté muy deteriorado en instituciones como la nuestra
(UC), donde factores contaminantes vinculados a la política interna le han
hecho mucho daño al conflicto. Aun cuando sospeche que eso de ser parte de la
“luz” que vence las sombras, es decir: el ser parte de ese ejercicio pedagógico
al resto de los trabajadores de este país del cual les hablaba, comience a
saberle a nada a muchos profesores. Aun cuando entienda y sopese las razones de
quienes ven en lo que está ocurriendo: las líneas maestras de un macro plan,
cuidadosamente, diseñado por el Gobierno para ponerle finalmente la mano a la Universidad
y, quizás, perpetrar en ella una reiteración de la salvajada de PDVSA –con este
paro le estamos entregando al Gobierno la Universidad con lacito y todo,
dicen-. Aun así, no percibo que las condiciones estén dadas para que LA HORA
MENGUADA DE LA INDIGNIDAD se aposente en nuestros recintos universitarios.
El Gobierno también debe hacer una
lectura acertada de la situación. La Universidad no es PDVSA. Las complejas y
múltiples ramificaciones dentro de la sociedad venezolana de la identidad
universitaria, podrían confabularse para crearle a este gobierno un Vietnam de
imprevisibles consecuencias. A esos estudiantes que se fueron a sus casas y
dejaron en hombros de los profesores la defensa del último reducto de la
Academia que nos queda, y a sus padres, les digo: se verán mil veces más
perjudicados cuando en nuestras universidades se pretendan instalar remedos de
la Bolivariana o de la UNEFA. ¿Cuál será entonces su reacción?
Por eso, Sr. Maduro, lo aconsejable
es que se ocupe de crear las condiciones para una sentaíta (rememoré la
ayudaíta que la misteriosa candidata requirió de Aymara). Si usted se
compromete a incluir en el ajuste salarial del 2014 el porcentaje de devaluación
que, a lo mejor, se vea obligado a aplicar en lo que queda de año. Si se compromete
a incluir a este sector universitario en una discusión, así sea a marcha
forzada, de un proyecto de ley de educación superior que incluya un nuevo
modelo de financiamiento que sincere la situación del sector y se abandona esa
recalentada pretensión de introducir extractos de una ley vetada en una
convención colectiva –ya se produjo un gesto bastante positivo en este
sentido-. Si usted reconoce al “otro” porque ya no están dadas las condiciones
ni políticas ni económicas para que ese “otro” se siga calando que lo
desconozcan, usted acaba con este
conflicto universitario a muy bajo costo. ¡Usted es quien puede hacerlo!
Extraordinario!,,,,Seguiremos siendo Dignos , aunque a los interno quieren que seamos Indignos .....
ResponderEliminarExcelente Articulo, es la realidad que tenemos, y nuestra dignidad no la pisotea este, ni ningun gobierno.. Adelante, lucha y calle.. Atte. Julio Garcia
ResponderEliminarexcelente
ResponderEliminarDr. Romero
ResponderEliminarSiempre lo he considerado un excelente profesional, me gusta su artículo y considero que en este momento el tema va más allá de la remuneraciòn a los profesores universitarios. Es un tema de dignidad que compete a todos los venezolanos, sobre todo a aquellos que en algún momento pasamos por esa magna casa de estudios. Si nuestros esfuerzos no apuntan a defender las universidades será muy dificil defender el avance, el progreso de cualquier pais, donde todo se fundamenta en la educación