viernes, 3 de mayo de 2019

Un aspecto a destacar del 30A



Libertad: Asunto de Vida o Muerte

@asdromero

La autoría es de Leopoldo López, en sus declaraciones suministradas a las afueras de la Embajada de España. Afirmación contundente que reconforta mi relación con la política en mi maltratado país. Mi sintonía es total con ella. Justo en la noche del 29 de abril había concluido un texto para ser publicado a través de mi blog, que tiene estrecha relación con lo señalado por Leopoldo. De hecho, alcancé a publicarlo pero por carecer de señal de internet, no inicié su difusión.

Cuatro horas de sueño apenas, para ser despertado por el sonido de las vuvuzelas y el disparo de cohetones. Era ese amanecer que venimos esperando desde hace tanto tiempo. La esperanza se esponjó como crecida con levadura. Desde el principio supuse que esa puesta en escena, a primera impresión: muy arriesgada, debía tener correspondencia con un plan armado en estrecha cooperación con nuestro principalísimo aliado internacional: los Estados Unidos de América.

Ya contamos todos con buena información, seguramente no toda, sobre los entretelones de lo que se venía construyendo en estas recientes semanas donde todo parecía haberse estancado. También sabemos que el plan no rindió los frutos de nuestro anhelo. Pero, seguro estoy, que el 30 de abril de 2019 pasará a los anales de nuestra historia. La divide en un “Antes” y un “Después”. Lo acontecido es como si se le hubiese hundido, por un costado, una espada de vidriagón al Heredero del Maestro de la Muerte. Esa profunda herida ya no podrá ser suturada. En lo personal, aunque parezca innecesario reconocerlo, prefiero que se haya producido ese salto cualitativo en nuestra lucha por recuperar la Libertad, aunque debamos transitar todavía por un camino de mayores riesgos.

Prefiero encontrarme en este angustioso “Después” que en ese aparente remanso del “Antes” que comenzaba a generarme suma preocupación. Reunión a la que me invitaban, reunión de la que emergía con la sensación de un indetenible crecimiento de la desconfianza ciudadana en sus líderes. Crecimiento que no era gratuito, se nutría  de desafortunadas y controversiales declaraciones de algunos dirigentes, que, de una u otra manera, contribuían  a crear la sospecha de que se estaba intentando: montar una matriz de opinión favorable a unas fulanas elecciones, en un lapso de tiempo insoportable para una nación que ya tiene demasiado tiempo muriendo de mengua. Me refiero a unas elecciones antes del Cese de la Usurpación.

Uno de los efectos más positivos que acaricio de este 30A, ha sido el restablecimiento de la confianza ciudadana en sus principales líderes. Ahora debemos estar absolutamente claros que ni Leopoldo, ni Guaidó, ni por supuesto, aunque huelgue decirlo, María Corina, que la incluyo por su coherencia y por su merecimiento de estar incorporada a ese trío principal, han creído por algún momento en la bondad de esa tesis. Su razón: estar convencidos de la urgencia con la que se requiere salvar a este país, de liberarlo de las garras de la Muerte. Por eso, la afirmación de Leopoldo: “la libertad se ha convertido en un asunto de vida o muerte”, echa por tierra todo ese muro de desconfianza que venía gestándose.

Quienes conocen de mi trabajo, saben que me he identificado con el Discurso de la Urgencia desde el 2014, sí: desde “La Salida”, por eso me parecía inconcebible que alguien al interior del país pudiese estar contribuyendo a construir un nuevo Deja Vu electoral. En un largo texto, casi 4000 palabras, titulado: “La Urgencia es Nuestra. La Agenda debe ser Nuestra”, intenté desmontar toda la argumentación a favor de esa nueva oxigenación que el Régimen recibía, a través de la propuesta electoral gestada en los distantes despachos de la Comunidad Europea y el Grupo de Lima. Y que, aunque me refería a ello como una sospecha, pudiese estar encontrando eco articulador en algunos despachos de nuestra propia política.

El 30 de Abril cambió todo el escenario. El texto perdió vigencia. Por eso, preferí eliminarlo del blog sin haberlo difundido. Quizás algún día, ojala no, sea necesario re-publicarlo. Pero, por ahora, voy a rescatar parte de ese texto. A los efectos de la argumentación, lo primero tenía que ser lo primero, una vez más esgrimir el por qué el contexto de suma urgencia en el que se desenvuelve casi todo el país debía configurar como inaceptable, inadmisible,  el imbuirnos en una muy riesgosa expectativa de solución electoral a lejanos nueve meses. Las siete palabras de Leopoldo lo sintetizan muy bien. Mas, por aquello de que mejor sobre que haga falta, a continuación un extracto de mi texto:


El Discurso de la Urgencia


Debemos concentrarnos en explorar la posibilidad de unificar el discurso alrededor del reconocimiento que nuestra vida como país ya se ha hecho inviable y, en tal sentido, admitir que nuestra solicitud de ayuda a la comunidad internacional es urgente e impostergable. La cual, no necesariamente tiene que ser parafraseada en términos de la activación del 187, propuesta que ha demostrado tener poder divisorio. Se dice fácil pero se hace harto necesario argumentar unas cuantas razones al respecto. Lo primero, aunque para algunos de nosotros ya  luzca innecesario, es insistir en la calificación de URGENTE a nuestro estado actual como nación.

Acabo de regresar de Maracaibo, la segunda ciudad más importante del país, y no exagero al señalar que lo que se vive allá es dantesco. Una ciudad prácticamente paralizada. No sólo es el colapso de los servicios. Es que los niños no están recibiendo educación. A las escuelas públicas no asisten casi alumnos ni profesores. En las privadas la asistencia es mayor, aunque reducida, sólo para recibir tres horas de clase al día. Calles semidesiertas, en las que llaman poderosamente la atención las larguísimas colas de vehículos para proveerse de combustible. Actividad económica casi nula, excepto por la compra y venta de lo indispensable a precios bastante más altos que en el resto del país –me consta-. Así como la educación, la prestación de servicios de salud anda por el suelo.

Voces importantes en el estado Zulia, como la del ex Rector de LUZ Ángel Lombardi, cuestionan el que la dirigencia política regional, el Bloque Parlamentario Zuliano ni las instituciones emblemáticas del Estado “han estado a la altura de la gravedad de la situación”. En otro tuit: “No vale la pena formar parte de un país cuya capital, donde residen los principales poderes, es indiferente a nuestra salud pública”. ¿Muy duro? No lo creo. De continuar el invivible colapso en esa región, no es de extrañar que temas superados como el de la “Independencia” vuelvan a tener resonancia. Se ha iniciado un proceso de desmembramiento de la unidad territorial de la República, cuando en su “culmen centralista” el Régimen Destructor ya no se preocupa más que de mantener a su bunker caraqueño en una especie de “burbuja dolarizada”, mientras que al resto de las regiones las abandona como si no fueran más que “monte y culebra” –las comillas porque continúo apelando a expresiones de Lombardi-.

No se trata sólo del Zulia. También es Táchira; Barinas; Guayana; vastas zonas rurales del país. Otro amigo me habla con suma preocupación de Punto Fijo. Es como una ola que se traslada desde la periferia hacia el centro porque, en mi viaje, hasta en Lara pude notar los primeros efectos de lo que se nos viene encima. Cabe entonces preguntarse: ¿Cuál es el porcentaje de territorio nacional que debe estar sumido en un estado de perenne inviabilidad de lo básicamente humano para que asumamos, todos a una voz, la solicitud de ayuda urgente?  El país ya está dividido y es un fenómeno que no sólo es delimitable por fronteras geográficas.  También una frontera salarial marca su presencia divisoria. El reducido sector privado que todavía subsiste en el marco de la crisis ha venido, autónomamente, generando políticas salariales, a fin de garantizar para su fuerza laboral algún nivel de sobrevivencia. Para sus trabajadores, el salario todavía retiene algo de valor y sentido lógico. No ocurre así en el inmenso país que depende del salario público, donde éste ha dejado de tener algún valor. Simplemente, ha dejado de existir y con su muerte ha sobrevenido el vaciamiento de las instituciones y su incapacidad para realizar funciones vitales para cualquier sociedad.

Nuestra profunda y prolongada crisis, en su fase terminal ha devenido en una fragmentación del país en islas franqueadas por muros de indiferencia. En este escenario, donde cada día son más los abandonados a su infausta suerte, cómo no unirnos para decir en un solo clamor que el país no soporta más la opresión de quienes, a cualquier costo, apuestan a mantenernos secuestrados bajo su odioso poder. La Comunidad Internacional, tanto los que nos apoyan como los que no, deberían ser enterados de parte nuestra que ya no hay tiempo para prolongadas disquisiciones políticas y diplomáticas.

Hace algunos días, un amigo me propuso un ejercicio de escenarios. ¿Qué vamos a hacer si la Comunidad Europea y el Grupo de Lima consiguen para Venezuela una vía electoral de solución, nuevo CNE, supervisión internacional, etc.? ¿Nos vamos a negar? Mi respuesta fue inmediata. Emergió más de mi emocionalidad que de un análisis racional. Así lo reconozco, aunque creo que en las actuales circunstancia: ello no le resta valor. Ya no hay tiempo para esa solución, le dije. El tiempo se agotó. El Régimen se encargó de patear esta posibilidad cuando todavía podría haber sido una alternativa. A partir de esta primera escaramuza se generó un largo debate tuitero que me permitió aclarar mejor las ideas y someterlas al escrutinio de la racionalidad. Estas son las ideas que pretendo plasmar en el presente texto.

Lo cierto es que el fantasma de las elecciones vuelve a rondar por el espacio de soluciones a la crisis venezolana. Le asigno esa connotación espectral por cuanto es una alternativa generadora de una esperanza, que demanda un tiempo infinito dada la profundidad del pozo en el que estamos hundidos. Recordemos que el tiempo es relativo.  Debemos todos hacer un esfuerzo imaginativo para visualizarnos nueve meses después en un país sin salud, sin educación, con más hambre, con un colapso de los servicios básicos más agravado, con una economía más dañada, y paremos de contar todo lo negativo que sobrevendrá a nueve meses más, siendo optimista, de vida en esta tragedia. Por otra parte, una alternativa, las elecciones, con un alto porcentaje de riesgo que no se concrete en una solución efectiva, sobre lo cual me referiré con posterioridad.

1 comentario:

  1. Para mi el 30 de abril, demuestra que hay muchos trabajando en silencio y que no que perder la esperanza

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Aunque lo he intentado por múltiples vías a mi se me hace imposible responder comentarios en este blog. No quiere decir esto que no los lea.