jueves, 9 de febrero de 2017

A cuenta del significante "LOS DESTRUCTORES", una reflexión:

LA POLÍTICA COMO CONSTRUCCIÓN PERMANENTE


Pedro Villarroel Díaz

 


La fe en el porvenir, la confianza en la eficacia del esfuerzo humano,
son el antecedente necesario de toda acción enérgica
y de todo propósito fecundo

José Antonio Rodó (Ariel)

La altísima complejidad de la situación política y social del momento requiere de nuestra atención, con el propósito de observar la naturaleza del régimen como unidad política y discursiva, así como también las innumerables demandas del conjunto de la sociedad venezolana.
La adecuada caracterización de este régimen en lo concerniente a sus déficits políticos, institucionales y económicos son la condición sine qua non para la construcción desde la sociedad civil de los elementos de significación hacia una identidad política, con relato incluido, que promueva la construcción de una nueva hegemonía con pretensiones  de cambio.
La sociedad venezolana está atravesando una enorme crisis. La escasez de los alimentos básicos de la dieta diaria, la inflación, el deterioro salarial de los trabajadores, la pobreza cada vez mayor, la inseguridad, el desempleo, la restricción de las libertades civiles, los problemas de salud pública, la corrupción, el desmoronamiento ético y moral, así como el deterioro del sistema educativo, son los elementos que constituyen el conjunto de las demandas de los distintos sectores de la población venezolana.
¿Qué es lo que hay detrás de cada demanda?  Digamos que detrás de cada una de ellas se establece una relación entre la necesidad propiamente dicha y el deseo, entendido éste como la aspiración a alcanzar el ideal de realización humana. Es decir qué, detrás de cada deseo, preexiste el añoramiento de condiciones que están conectadas en el imaginario de la gente.
Muchos autores han analizado la realidad política de sus contextos y países. En América Latina, particularmente, ha habido estudiosos de la política y de los elementos que la constituyen como fenómeno psicológico, sociológico, antropológico, semiológico e histórico.
Es el caso del filósofo político Ernesto Laclau, quién desarrolló los conceptos de significante flotante y significante vacío dentro de la lógica del proceso de articulación de la hegemonía política. Veamos lo que señala al respecto:
Los significantes flotantes son elementos discursivos privilegiados que fijan parcialmente el sentido de la cadena significante “…constituidos en el interior de una intertextualidad que los desborda y cuya principal característica es su naturaleza ambigua y polisémica…” (Laclau, 2004). Dan cuenta de luchas políticas y semánticas que buscan hegemonizar un espacio político discursivo. A manera de ejemplo podemos indicar “hambre”, “desempleo”, “corrupción”, “inseguridad”.
A diferencia de ellos, los significantes vacíos son elementos particulares, palabras o imágenes, términos privilegiados que refieren a la cadena equivalencial como un todo “…son significantes sin significado que, inscritos en momentos de cambio político y de construcción de identidad popular, juegan un importante papel en la configuración de una nueva hegemonía política…” (Laclau, 2005). “Pueblo”, “líderes”, “ciudadanos”, por ejemplo.
La idea del significante vacío está vinculada a las necesidades, a las demandas y a los deseos, con el agravante en esta cadena relacional que a diferencia de la necesidad, el deseo no puede ser satisfecho.
El aspecto más acuciante en la actualidad para la dirección política de la mayoría opositora venezolana lo constituye el cómo construir una identidad, un rostro, un lenguaje y un discurso. Cómo construir cadenas de equivalencias de demandas insatisfechas que produzcan simultáneamente un orden y una diferenciación. Esta idea supone entender lo político como un proceso de construcción permanente en el que nada está definido de antemano.
Pretender producir un cambio de dirección política con las viejas recetas, llámese conciliación de élites, llámese grupo de iluminados (foquismo) etc., es pretender cambiar para que nada cambie. Un eterno ritornelo que vacía lo más importante del momento como lo es la construcción política para el cambio, es decir, vaciar la política de lo político.
El problema radica fundamentalmente en cómo construir en un ambiente de demandas e insatisfacciones  múltiples, una cadena de equivalencias con el propósito de unificarlas para producir cohesión e identidad.
¿Cómo cohesionar en un “nosotros”, una identidad afirmativa en contraposición al “ellos”? Cuando se logra encadenar, cohesionar, a través de las demandas e insatisfacciones, se produce una identidad que afirma la idea del “nosotros”. Cuando definimos ya a ellos como los otros y logramos diferenciarlos de nosotros, los demandantes e insatisfechos, se crea una situación proclive al cambio.
En Venezuela, las condiciones objetivas para un cambio están dadas: desconfianza en la dirección política del régimen derivada del desatino en las políticas económicas, incapacidad para resolver problemas relacionados con los servicios públicos como electricidad y agua potable, deterioro de la educación venezolana, una creciente y pavorosa crisis económica, desmoronamiento del sistema de salud, entre otros.
Todo esto ocasiona en la población un sentimiento de repulsa, de insatisfacción profunda, de rabia y frustración que no consigue todavía cauce, debido a la carencia de un liderazgo político que traduzca estos sentimientos en una acción política contundente para producir las transformaciones necesarias hacia una Venezuela democrática y libre.
Siendo esto así ¿Cómo articular la heterogeneidad de demandas en una cadena que las haga equivalentes a través de un significante que permita ordenar y dirigir la acción política, con el propósito de producir el cambio en la sociedad venezolana?
Esto es algo que a nuestro modo de ver no hemos podido aún construir. Desde el liderazgo representado por la Mesa de la Unidad Democrática no se ha logrado establecer las articulaciones que combinen la lucha política, por ejemplo, en la Asamblea Nacional con la lucha en la calle de los demandantes que exigen al régimen soluciones a sus problemas. De allí que no sea posible visibilizar todavía una dirección que con claridad y resolución otee en el horizonte de la comprensión y realización, el anhelado cambio político en Venezuela.
El liderazgo político opositor, por lo menos en lo inmediato, no luce articulador para el cambio. Su discurso paradójicamente habla desde el adentro del régimen, negando su propia esencia transformadora al dedicarse a elementos subalternos que desdibujan la verdadera lucha, desentendiéndose así de los únicos elementos que hacen posible la construcción de una identidad desde el afuera del régimen político actual, que le niegue a éste su sobrevivencia y permanencia.
Una hegemonía se construye, insistimos en esto. La oposición venezolana hasta este momento no ha sido capaz, entre otras razones porque no ha logrado constituir un territorio discursivo que interprete las conexiones de equivalencia de demandas de la gente, quedando atrapados entonces en la antinomia producida por el discurso del poder, que genera angustia, confusión y miedo.
Esta es la tarea gigantesca que tiene por delante la sociedad civil organizada y su dirección política. Solo en la acción diaria de los demandantes de la sociedad civil es posible la construcción de lo político, de su relato y de una ciudadanía democrática.
La política es una construcción permanente que requiere de su liderazgo, no solamente claridad del momento que se vive, sino también saber de las relaciones que hay entre el poder y las demandas insatisfechas de los ciudadanos. Se constituye políticamente el poder en una relación entre el estado y los ciudadanos.
Es impostergable comenzar a construir un liderazgo colectivo en Venezuela, un liderazgo democrático, donde a pesar de las diferencias y los distintos puntos de vista podamos convivir en pos del bien superior que no es otra cosa que un Estado de libertades, de democracia, de participación y de resolución de los problemas fundamentales del pueblo venezolano.
Creemos firmemente que estamos en la fase fundamental de construir política, de hacer política. La política no debe confundirse con un manual de instrucciones. La política hay que construirla permanentemente. Y debemos comenzar hablando con la gente, entrando en contacto con las necesidades reales de la gente de verdad, no desde un buró.
Ahora ¿Es cuestión de un día, es cuestión de un año? No lo sabemos, es cuestión de procesos. De visibilizar en el horizonte de comprensión las posibles soluciones a los problemas del país.
¿Recetas?... han habido bastantes, en economía por ejemplo, así como en otras áreas. El problema es construir un relato creíble, posible, confiable, que se sienta, pero que además genere esperanza. Una esperanza de cambio.
Porque la esperanza está ligada al deseo y si nosotros no conectamos deseo con esperanza, no hay posibilidad de cambio en Venezuela.
Referencias Bibliográficas
Laclau, E. (2004) Estructura, historia y lo político. En: Butler, J., Laclau, E., Zizek, S., Contingencia, hegemonía, universalidad. Diálogos contemporáneos de la izquierda. Buenos Aires: FCE.

Laclau, E. (2005) La razón populista. Buenos Aires: FCE. Montero, A.S. (2012) Significantes vacíos y disputas por el sentido en el discurso político: un enfoque argumentativo. En: Identidades, Núm. 3, Año 2, Diciembre 2012, pp.1-25.

1 comentario:

  1. Profesor gracias por el articulo, sin embargo, recordando, antes del año 1998 hubo innumerables malestares a la política civil gracias al X comportamiento de algunos militares, luego del año 1998, ha habido algún evento de alguna casa de "militares" en la cual este tipo de acciones tenga noticia??? Ahora los "militares" tienen todo el poder (no se para que) en Venezuela, con tanto dinero "prestado" de la Naturaleza, es que están comprando una segunda vida???

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