Laureano se nos puso serio
Asdrúbal Romero M.
Hace ya unos días recibí una invitación a un evento
político, que tenía como principal atractivo la presentación de un diagnóstico
de la realidad política actual por parte del periodista Miguel Salazar, el mismo
de las Verdades de Miguel. Lo cierto es que más allá de decir unas cuantas
verdades en ese estilo suyo tan peculiar, verdades que ya no pasan de ser
episodios anecdóticos que se siguen sumando a una montaña correosamente sedimentada
de corruptelas, escándalos, dosis de más de lo mismo que ya ni conmueven
nuestra capacidad de asombro, su disperso diagnóstico me decepcionó.
Reflexionando sobre el por qué no me había gustado, llegué a la conclusión que
era la ausencia de alguna propuesta para la construcción de un nuevo escenario
político. Por muy mal que esté el paciente, todo diagnosticador debe atreverse
a proponer alguna vía de solución. El ponente central no lo hizo, todo lo
contrario, al abandonar las instalaciones del CEIDEC recordaba las casas de opio
de Macao, que tanto aparecen en las películas, como el destino más recomendable
para todos aquellos que salíamos del evento vaciados de esperanzas por nuestro
irresoluble país. Una tendencia que ya he observado en los que, por algún
lapso, han estado de compadrazgo con el Régimen es la de meternos a todos en el
mismo escaparate de la mala calaña. No hay ni ha habido desde los tiempos de
María Castaña hueso sano en este país; gobierno y oposición aparejados en
maldad e ineptitud; cuarta y quinta similarmente nefastas; como si fuese una
manera de justificarse disparando una ametralladora de desesperanza 360 grados
alrededor.
Pero tú también eres pesimista, me dirán algunos -ya
me lo han dicho-. Cierto, en lo que respecta a la evolución de la tragedia
económica y social del país lo he tenido que ser. Y no me he equivocado: todas
las tendencias confirman mis más lúgubres pesadillas. Tengo que continuar
siéndolo de no producirse un rápido viraje. En virtud de lo cual: tengo una propuesta
sintetizable en tres afirmaciones. No hay fondo mientras sigamos recorriendo
esta insensata senda. Maduro y su camarilla han dado muestras incontrovertibles
de su indisposición a producir el viraje. En consecuencia: se impone la
necesidad de trabajar en pro de crear las condiciones que les obligue a
renunciar y dar paso a un gobierno de transición. Una junta tripartita pudiera
presidirlo con la finalidad de sustentarla con una plataforma amplia de gobernabilidad.
Conformada por un representante de la Oposición, otro de un sector interno
del Régimen dispuesto a concertar para rectificar y un militar de alto rango
con perfil bastante independiente. Eso sí, con una clara misión a cumplir:
enderezar el rumbo hacia un país de trabajo y producción en el que se respeten
el derecho a la propiedad y las reglas de juego para los inversionistas. Es una
propuesta para ya, se dice fácil no obstante tenga conciencia plena sobre las
inmensas dificultades para construir un escenario de transición de tales
características. Por otra parte: es estrictamente necesaria una salida política
y constitucional como esa si no queremos que el país se nos termine hundiendo
en nuestras propias narices.
Coincidencialmente, el mismo día del evento con
Salazar me llegó un correo contentivo de una entrevista a Laureano Márquez. Leo
todo lo suyo porque realmente admiro la brillantez sarcástica de sus
aproximaciones a la situación país. La entrevista tenía más de dos meses de
haber sido publicada (el 19/2/2015) y no la había recibido en las decenas de
correos que reviso diariamente, lo cual me causó extrañeza porque su producción
suele circular profusamente en las redes sociales. Adicionalmente, otro motivo
de sorpresa, Laureano se nos había puesto serio: la entrevista no estaba
escrita en la clave de humor a la que nos tiene acostumbrados. Pensé que su
agente habría tratado de sacarla de circulación, aunque en verdad ni siquiera
sé si Laureano tendrá agente. ¿La razón? En su seriedad, el reputado humorista
se había lanzado a profundidades que tendrían muy preocupado al imaginario
agente. Laureano afirma en esa entrevista que la situación es tan grave que
"la única salida es que el gobierno del presidente Nicolás Maduro
sea sustituido por otro, de transición". De nuevo: ¡coincidencia! Similar
propuesta a la que había pensado para no rendirme a las tentaciones de Macao.
Laureano es más audaz: propone que dicha transición sea encabezada "por
una corriente del propio chavismo en consenso con el resto del país". Me
es obligante decir que una vez conocida la posición de Laureano me entró un
fresquito y sentí el deber de exteriorizar esta irreverente opinión que
me corroía por dentro intentando que la dejara escapar. Por muy incómoda que,
políticamente, pueda sonar cuando nos encontramos en pleno ambiente de
primarias, sentí que debía acompañar a Laureano en su verdad que también es la
mía. Estoy firmemente convencido que Venezuela se encuentra en un momento
crucial, donde hace falta que emerjan a la palestra muchos Laureanos que le
hablen con su verdad al país, sin paliativos ni falsas esperanzas. Sólo de la confrontación
de crudas verdades podrían surgir los bosquejos de diversas propuestas para
salir de este atolladero. ¡Hay que atreverse a plantearlas!
¿Cuál
es la premisa fundamental detrás de la propuesta de una transición inmediata y
concertada con un sector del chavismo? Que los tiempos no dan como para esperar
los resultados de las parlamentarias, tan sencillo como eso. La situación
económica y social se deteriora a una velocidad tan pasmosa, que resulta harto
difícil imaginar a qué nivel de profundidad del sótano que estamos cavando nos
encontraríamos al final de tan angustiosa espera. Cuando hablamos de los
resultados de las parlamentarias, no me refiero simplemente a los electorales,
sino a los logros concretos que se pudieran obtener de una acción legislativa
tendiente a iniciar la reversión de tan nefastas tendencias como las que hoy
nos aquejan. Nos encontramos en una situación tan sui generis en lo político, que ambos bandos consumen buena parte
de su energía organizando unas primarias para seleccionar a los candidatos que
van a competir en unas elecciones que no tienen fecha. Supongamos que
finalmente se dan, que la Oposición gana y que tal victoria es reconocida
-supuestos que ameritan profundo análisis-, luego vendrá el proceso de
instalación de la nueva asamblea. Como estamos en la obligación de suponer que
la Oposición no podrá llegar, dando las mismas lecciones de democracia que
Cabello nos da las pocas veces que sesiona la asamblea actual, seremos testigos
de cómo los del gobierno recurrirán a todos los mecanismos de retardo
procedimental que son propios del juego democrático en instancias legislativas,
los mismos que se le han negado a la Oposición. De por sí, en ningún país del
mundo los congresos o asambleas han sido instancias eficientes para desmontar
lo que en Venezuela se requiere desmontar con inusual urgencia, máxime en un
país tan presidencialista como el nuestro y con un poder ejecutivo que
mantendrá por un tiempo, nada desestimable, absoluto control del poder
judicial. De manera tal que la visión de una nueva asamblea con la capacidad
para desmontar lo que nos tiene entrampados, es más una quimera proclive a convertirse
en otro hito de desesperanza al cabo de más tiempo perdido, una promesa
política imposible de cumplir, al menos en el corto plazo que pudiera
permitirse el país. Por otra parte, es también un espejismo anestesiante de las
iniciativas tendientes a organizar la sociedad en procura de otras vías de
salida. Venezuela es una olla de presión que ya tiene tiempo dando pitidos que
deberían tenernos mucho más sensibilizados y hasta alarmados. El alivio de tal
presión pasa por desembarazarnos del legado comunista de Chávez y ya sabemos
que Maduro está imposibilitado de hacerlo. ¿Qué más vamos a esperar? ¿Qué el
dólar este a 1000 a finales del próximo año como lo pronostican algunos grupos
económicos? ¿Qué más nos falta por ver para reaccionar? El nudo gordiano que
hay que reventar está claro. Propuestas como la de Laureano apuntan hacia el
objetivo correcto. Que es un tanto fantasiosa, sí, no tengo
problema en reconocerlo, pero está iluminando el camino a través del cual hay
que iniciar la exploración y enviar señales. Los ecos en la cueva nos
retroalimentarán, pero al menos sabremos que la dirección de arrancada ha sido
la correcta.
No
se trata de desmeritar a los que creen en la vía parlamentaria como única
salida. Tengo queridos amigos entregados fervientemente a esta opción con la
mejor de las intenciones, honestamente creo que están equivocados. No se trata,
tampoco, de proponer que se abandone rotundamente esa ruta, hay que
transitarla, prepararse para ella, pero resulta inaceptable ver que todo el
esfuerzo político se concentre en la tragicomedia de la lucha por una botella
vacía, cuando tenemos en pleno desarrollo acontecimientos tan graves. Aquí en
Carabobo, por ejemplo, vemos cómo un emblemático periódico regional con una
tradición democrática de ochentaiún años
nos lo cierran por falta de papel; cómo nos continúan desmantelando el parque industrial que
tanto esfuerzo tomó edificar; que la Facultad de Odontología UC se ve obligada
a cerrar técnicamente por falta de insumos y repuestos, en una manifestación
más de cómo la buena universidad pública, autónoma y gratuita agoniza porque
las condiciones del país tornan su operatividad inviable, cercenándose así el derecho de miles de estudiantes a acceder a
una educación universitaria de verdadera calidad. La inviabilidad, en vuelo
rasante sobre todo el territorio nacional, merma ferozmente la capacidad de dar
respuestas de instituciones, organizaciones y empresas en el más amplio
espectro de su vasta diversidad, afecta a públicas y privadas por igual, y
amenaza con invadir, prontamente, hasta nuestra infraestructura residencial. Todo
el país se nos torna inviable. Mientras tanto, no se observa un esfuerzo
cohesivo de los partidos y líderes políticos para organizar a la sociedad en
contra de tan implacable ola de destrucción. Le molesta a uno que se muestren
tan ausentes, tan enMUDecidos, tan ensimismados en su ópera tragicómica. Le
molesta a mucha gente con la que uno habla y así como crece la desafección hacia
el Gobierno, también crece la dirigida hacia un estamento político que se percibe
incompetente para organizar un contrapeso eficaz a esta invasión bárbara. De
manera tal que ojitos, aún con los generales del desabastecimiento e hiperinflación
en campaña por el bando opositor, pudieran producirse resultados electorales
que sorprendan a más de uno.
Ya para concluir, les invito a leer el análisis más in extenso
contenido en la mencionada entrevista. Pueden acceder a ella en el
enlace: http://elestimulo.com/blog/laureano-marquez-dice-que-la-salida-es-un-gobierno-chavista-de-emergencia/ .
Les planteará muchas interrogantes que quedan sin respuesta porque a la fecha
no se disponen. ¿Existirá un sector del chavismo dispuesto a concertar con el
resto del país? Lo del apellido plantea una contradicción: ¿un sector del
chavismo dispuesto a desconocer el legado del padre que se los dio? Yo prefiero
reformular la pregunta en búsqueda de algún sector dentro del Régimen que esté
dispuesto a concertar para rectificar. ¿Existe? Lo que puedo decir es que dentro de la cueva hay mucha gente
preocupada. Están conscientes que el modelo equivocado no da para más, de la
necesidad de rectificar. Puede que, ideológicamente, sean socialistas, pero no
comunistas recalcitrantes. Simplemente están allí porque se montaron en el
proyecto de poder del amigo carismático, pero ahora se sienten entrampados,
dentro de un régimen que soltó amarras para adentrarse en las oscuras aguas del
totalitarismo y que se quedó sin posibilidades para un retorno democrático. Saben
que hay que dar un rápido viraje pero también, como nosotros, se preguntan cómo.
Mientras tanto, se están defendiendo a sí mismos. ¿Habrá alguien con quién conversar
para ponerse de acuerdo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aunque lo he intentado por múltiples vías a mi se me hace imposible responder comentarios en este blog. No quiere decir esto que no los lea.