¿Navidad Adelantada?
Asdrúbal
Romero Mujica (@asdromero)
Una
interrogante que ha rondado por mi mente todos estos días es si al Gobierno le
funcionará la arriesgada estrategia que ha ejecutado de cara a las elecciones
del 8D. En primer lugar, es obligante mencionar la operación “Navidad
Adelantada” (¿Recuerdan “Tormenta del Desierto”?). Llama significativamente la
atención la perfecta coordinación y sincronía de las acciones tendientes a
crear la ilusión de bonanza prenavideña. Veamos, por una parte: un importante
esfuerzo de la Tesorería Nacional enfocado a lograr la cancelación total y
ligeramente adelantada de tres meses de aguinaldo a toda la nómina dependiente
del erario público (no es lo habitual, como lo podríamos testimoniar los
profesores universitarios respaldados por nuestras experiencias más recientes).
Como agradable complemento: un nada desestimable incremento de las líneas de
crédito para los tarjetahabientes de los bancos manejados por el Gobierno, que
se nos comunicó a través de nuestros buzones de correo electrónico. Otros
bancos no gubernamentales acompañaron la medida. No sabemos si por alineación voluntaria o compulsiva
con la estrategia política del Régimen, o por el simple deseo de no quedarse
atrás en el juego competitivo. El resultado: un incremento no esperado, en todo
caso: no cónsono con la real situación económica del país, del poder de consumo
de muchos ciudadanos justo unas semanas antes del 8D.
Pero con la
inflación haciendo de las suyas, lo anterior no era suficiente. El
Gobierno optó por completar su “plan
perfecto” actuando también sobre el otro lado de la ecuación: los precios. De
aquí la arremetida contra las empresas vendedoras de productos electrónicos y
línea blanca, extendida luego hacia otras líneas de productos que se
caracterizan por un patrón estacional de demanda con máximos en la temporada
navideña. Bajar los precios a como dé lugar ha sido la consigna, con razón o
sin ella, por las buenas o por las malas, todo vale con tal de recrear esa
sensación de que la fiesta puede continuar. Lo hicieron en el 2012, a punta de
endeudamiento público. Ahora, cuando ya nadie les quiere prestar (y si lo hacen
será en unas condiciones excesivamente leoninas para el país), su desesperación
les lleva a mostrar de lo que son capaces. Cuando ya no dispongan de recursos
públicos para repartir, arremeterán
contra la propiedad privada para distribuir lo que no es de ellos. Si los
dejamos, llegará el día en que se metan en tu casa para obligarte a
compartirla.
Abundante
dinero en los bolsillos de la gente fue la clave para ganar en el 2012, ahora
la complementan con precios artificiosamente bajos en aras de pretender ocultar
el marcado deterioro de las condiciones económicas del país. Así es que piensan
comprar la victoria del 8D, ¡por eso es que adelantaron la Navidad! Una
estrategia cuidadosamente planificada que ha sorprendido incluso a los
estrategas de la Oposición. Desearía uno que fueran igual de organizados para
resolver los problemas del país, pero ya sabemos que a esta gente lo que
realmente la moviliza es su deseo por mantenerse en el poder.
Muchos
analistas políticos han señalado que la operación “Navidad Adelantada” ha
resultado beneficiosa para el Gobierno. ¿Será lo suficiente como para compensar
la percepción de acelerado deterioro de la calidad de vida que los pobladores
de este país hemos internalizado desde abril hasta esta fecha? Ya en octubre, el 73% de los venezolanos
evaluaba negativamente la situación del país (Datanalisis). ¡Una pérdida de
cuarenta puntos porcentuales en menos de seis meses! El Gobierno lo sabe, de
allí que su arremetida para bajar los precios de ciertos productos la haya
articulado a otra estrategia inspirada por motivos pocos navideños: Culpar a
los empresarios de la mala situación económica. Con ello, trata de evitar que
el señalamiento de ser el responsable de la crisis recaiga sobre sus espaldas y
persigue, también, recurrir una vez más a una estrategia que le ha funcionado
en el pasado: Polarizar, Polarizar
y Polarizar. Por esto: las cadenas de todos los días con rebuscados
ejemplos de especulación; la satanización del Presidente de Fedecámaras, Jorge
Roig, como singular cabeza de turco y su asimilación a la imagen del
desprestigiado Carmona; la rememoración del Paro Petrolero y otros paralelismos
históricos que ya no vienen al caso.
Maduro se
mete de lleno en la campaña reivindicando la bandera del resentimiento social y
blandiendo el hacha de la guerra contra el sector empresarial, busca reactivar
para su causa al voto chavista. Ofrece diez mil becas al exterior; tablets para
todos los estudiantes universitarios; 400000 electrodomésticos; carros más
baratos; villas y castillos; ¡lo que sea! Lucen todos, él y su corte,
desesperados porque saben que el 8D se juegan la vida. Y nosotros, los que nos
oponemos a su forma irresponsable y aventurera de gobernar, deberíamos saber
que una victoria suya (incluso una derrota por muy estrecho margen) le
otorgaría una visa democrática (o más bien: una patente de corso) con validez
para los siguientes tres años. Deberíamos todos los días, al levantarnos y
acostarnos, hacer inspirados ejercicios de imaginación sobre cómo sería ese
país que tendríamos al cabo de esos tres años. Si hiciéramos esto,
visualizaríamos con claridad el carácter plebiscitario que tiene esta elección.
¡A este
gobierno lo frenamos con votos! En esta especie de oración se sintetiza la
rebeldía que ha invocado en mi persona la estrategia que ha puesto en práctica
el Gobierno. Y debo suponer que en muchos otros, como por ejemplo: los
trabajadores de muchas de esas empresas que se irán a pique, como consecuencia
de las temerarias acciones que ha emprendido Maduro a fin de construir un
escenario de engañosa ilusión. Por esto,
aunque no me niegue a reconocer que el Gobierno podrá obtener algunos
resultados positivos de su estrategia en ciertos sectores de la población,
considero que la misma es altamente riesgosa y como tal: nadie puede asegurar
que el balance final sea netamente positivo a su favor. El resultado sólo se
sabrá el día de la elección, pero bien vale la pena analizar antes que ésta se
dé algunos de los riesgos en los que ha incurrido el Gobierno.
La
operación “Navidad Adelantada” requería de un manejo demasiado preciso de su
tiempo de ejecución. No ha sido así, el apresurarla ha permitido que de ella misma se devele una
visión demasiado temprana y dramática de lo que viene después. Los anaqueles
vacíos, como si los hubiese barrido una tormenta del desierto, se constituyen por
sí mismos en augurio de la espantosa escasez que les sobrevendrá. ¿Cómo se
repondrán los inventarios? ¿Lo hará el Gobierno? –es lo que ha anunciado.
Tendremos mercales para productos de ferretería y pdvales para repuestos de
carros. ¿Quiere eso la gente? Quizás a los del extracto E no les importe mucho,
¿y al resto del país? Muchos se hacen estas mismas interrogantes en las colas
de la marabunta. Están allí para aprovechar una oportunidad o para adquirir un
producto que tienen temor que después de esto ya no lo podrán conseguir a
ningún precio por demasiado tiempo. Hacen la cola pero Maduro no los ha logrado
engañar, no van a votar por sus correligionarios.
Quienes
estamos conscientes de lo mal que está el país y cada vez somos más, sabemos
que la causa de todo radica en un modelo fracasado que ha destruido la
capacidad de producir en el país. Cada vez importamos más, de manera tal que han
sido, precisamente, ellos los que han promovido la costosa dolarización de nuestra
economía -un contrasentido con lo que predican. Ahora quieren echarle la culpa
al que se arriesgaba a comprar sus mercancías al precio del dólar innombrable
porque ellos no tenían suficientes para darle de los baratos. Ese, que fue víctima
de su viveza, no va a reponer inventarios, va a esperar si es que puede
aguantar y despedirá a la mayoría de sus empleados, si no todos. Desempleo y
escasez pintan el futuro que la gente ha comenzado a avizorar, ayudados por el “trailer”
que les ha exhibido el Gobierno como avance de lo que viene.
Adicionalmente,
la estrategia de polarización habrá
activado al núcleo chavista, pero también está teniendo el efecto de activar a
los opositores, muchos de ellos que estaban entibiados por las insensateces de
la política local comienzan a reconocer el valor del voto en contra, les guste
o no el candidato de su localidad o las mamarrachadas de la MUD local. La
abstención en el bando opositor la ha reducido la estrategia agresiva del
Gobierno. Así que no todo lo que brilla es oro, le diría a los analistas
políticos. Aunque sea verdad que en esta elección la agenda la ha impuesto el
Gobierno y que la Oposición ha lucido más bien a la defensiva, en este país se
ha sembrado tanto deterioro que no debería extrañarnos que la tendencia del
voto castigo a la calladita se imponga, para terminar resonando como severo cornetazo.
No me gusta
la desesperación con la que Maduro pretende envolvernos en su gran farsa y me
preocupa. Me suena a que está dispuesto a lo que sea. No me extrañaría que
intente amplificar el tamaño de la trampa electoral o que el 8D veamos una
mayor violencia instigada contra los testigos de la Oposición. O que derrotados
finalmente se atrevan a darle una patada a la mesa. Contra eso, lo único que
tenemos a la disposición son votos y más votos. Vamos a avasallarlos con votos,
tantos que brillen como una estrella que se vea desde Belén.
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