Kuznets y Gini en el facebook
Asdrúbal Romero M.
Leí
un comentario muy inusual en las redes sociales: “En todas las discusiones que he tenido con los
adoradores de Chávez y su ‘paraíso socialista’ que viven en el extranjero,
todos tratan de chapearme con el mentado índice Gini. Todos citan el condenado
índice como el Santo Grial que prueba en forma definitiva como todos los que
criticamos a Chávez (incluidos los venezolanos que vivimos acá) estamos
equivocados (y que somos, indudablemente, seres demoníacos)”. Sorprendente en
verdad: conseguirse con un texto como este en el Facebook; no pude evitar la
tentación de entrar en el coloquial intercambio entre unos jóvenes, al parecer,
con llamativa inquietud intelectual. Les sugerí una tarea, la cual pretendo
resolver, lo más sencillamente que pueda, en este artículo.
El índice de Gini es un indicador de la
desigualdad en los ingresos de los pobladores de un país. Un valor de cero se
corresponde con la perfecta igualdad (todos perciben los mismos ingresos) y un
valor de cien se correspondería con la hipotética desigualdad perfecta (una
persona percibe todos los ingresos y los demás nada). Es más sofisticado que el
indicador que utiliza el Banco Mundial para medir la desigualdad social,
resultante de dividir la suma de los ingresos de los pobladores ubicados en el
quintil más rico entre la de los ubicados en el quintil más pobre. En todo
caso, debería quedar claro, ahora, porque a los defensores de las políticas
oficialistas les encanta que Venezuela se ubique en el puesto 84, mientras
Chile está posicionado mucho más atrás, en el 141, en una lista ordenada de
menor a mayor índice de Gini de todos los países del mundo. ¡Como en Chile hay
más desigualdad, nosotros estamos mejor!
Al respecto, recordé lo que sostenía Simon Kuznets,
Premio Nobel de Economía de 1971. Analizando la relación entre crecimiento
económico y desigualdad social, él defendía la hipótesis de que la misma iba
cambiando según fuera el grado de desarrollo de las naciones. Si nos vamos a
una aldea tribal en África, independientemente de las desigualdades políticas
que podamos conseguir –no es igual el estatus del reyezuelo o del hechicero que
el de los demás-, en el plano económico todos serán pobres. En las sociedades
premodernas se daba la coincidencia de un bajo nivel de desarrollo y un bajo
nivel de desigualdad social. Sin embargo, eso cambia cuando se inicia el
proceso de desarrollo económico. En la primera etapa se da lo que Marx denominó
“acumulación primitiva”. Los acumuladores comienzan a enriquecerse antes que
los demás. La desigualdad económica, por lo tanto, se instala en el sistema. Es
la durísima etapa donde crecimiento y desigualdad avanzan simultáneamente, que
fue lo que suscitó la severa denuncia moral de Marx.
Cuando se llega a un cierto nivel de desarrollo
económico, la desigualdad social comienza a bajar. Kuznets señalaba dos razones
para ello. En primer lugar, una estrictamente económica: como a los
industriales “acumuladores” les interesa un mercado creciente en el que puedan
colocar su producción, les conviene aumentar los ingresos de sus propios
trabajadores a fin de convertirlos en consumidores. Un juego de suma positiva,
donde todos ganan. Aludía, como ejemplo, a la revolución del industrial
norteamericano Henry Ford. Pero también
hay una segunda razón de orden político: como los países económicamente desarrollados
tienden a democratizarse tarde o temprano (averigüen si hoy existe un país
realmente desarrollado que no sea democrático), la votación de la mayoría más
pobre pesa más que la de la minoría más rica y se genera una acentuación de las
políticas distributivas.
Kuznets lanzó entonces su famosa curva de la U
invertida, como una descripción gráfica de la evolución de la desigualdad en el
curso de los procesos de desarrollo económico. Cuando los países son muy
pobres, se ubican en el piso de la primera “pata” de la U invertida. Fue lo que ocurrió con la India, que a raíz
de su independencia se acogió a un socialismo precapitalista. Debido a esa
tradición política, en 1995 todavía ocupaba un excelente lugar en la lista
ordenada de menor a mayor desigualdad, un excelente 4,7 (índice del BM), pero
su producto territorial por habitante era apenas 300 dólares. Repartía bien, sí, pero migajas. Hoy eso está
cambiando, al igual que China, un excelente ejemplo de lo que ocurre cuando la
acumulación crece a la par que la desigualdad. Todo el mundo habla de los
“nuevos ricos” chinos que les encanta comprar bolsos de Louis Vuitton y vehículos
Ferrari, mientras que una gran parte de su población se mantiene todavía en
escandalosos niveles de pobreza. Fue el caso de Brasil que creció espectacularmente durante la
dictadura militar (1964 a 1985), pero en 1995 tenía la relación de desigualdad
más alta del planeta: ¡un descomunal 32,1!
Después de alcanzar el lomo de la “U” invertida, se da
una tercera etapa donde la desigualdad comienza a bajar por la segunda “pata”.
Se comenzarán a reflejar desigualdades semejantes a la de la primera “pata”,
sólo que ahora irán acompañadas de niveles de vida incomparablemente
superiores. Chile se encuentra en la bajada, su índice de desigualdad todavía
es muy alto, peor que el de Venezuela, pero su PIB per capita es 18354 dólares
(puesto 49 según estimados 2012 del FMI) y sólo 11% de sus pobladores se
considera que viven en estado de pobreza. En nuestro país es el 30% y el PIB
per capita es 13242 dólares (puesto 71). ¿Cuál de los dos países anda mejor?
La tarea que les sugerí a los chicos fue que revisaran
la “U” invertida de Kuznets. Fue así como él y Corrado Gini se encontraron en
el Facebook con mis jóvenes amigos, mientras recordaba mis tiempos de ocio
madrileño leyendo a Mariano Grondona. El ensueño se convirtió en angustia: ¿Y
será que éstos que nos gobiernan nos quieren retroceder a la India de 1995?
Todos muy pobres, mendigando por migajas. ¡Si los dejamos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminardemasiada buena la intenciòn y orientaciòn del artìculo y la pertinencia de lo que vivimos actualmente en venezuela!
ResponderEliminarhttp://www.abc.es/20121008/familia-educacion/abci-consigue-finlandia-numero-educacion-201210011102.html
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