Un Ojo en el Presente y el Otro en el Futuro
Escenas UC
Asdrúbal
Romero M.
1.
Introducción: ¡Cómo crecemos!
En un artículo que leí recientemente, su prestigioso
autor decía que los gobernantes en esta época debían siempre tener un ojo en el
presente y otro en el futuro. Una imagen válida para resaltar la necesidad de
que quienes nos gobiernen, siempre actúen con la conciencia del impacto de sus
ejecutorias en el futuro. Pensé, por supuesto, en nuestro país; pero también,
vino a mi mente nuestra querida alma mater.
Por varios años ya, las autoridades administrativas de
la Institución han venido, reiteradamente en los medios, quejándose de la
debacle presupuestaria más grave de todos los tiempos. Quizás lo sea, pero
tales anuncios no se comparecen con la política de crecimiento irracional que
venimos observando: más estudiantes; más contratación de profesores, empleados
y obreros –por encima del ritmo jubilatorio-; nuevas carreras; nuevas sedes
para las ya existentes, etc. Es como si la Institución padeciera de una
enfermedad hormonal que le impidiera acotar su crecimiento, hasta un tamaño
razonable y cónsono con sus posibilidades de financiamiento.
A raíz de una tensa discusión en el Consejo
Universitario, se suscitaron comentarios críticos en reunión social a la que
asistí. Es así como capturo la información que varios decanos se habían molestado
en exceso al enterarse, en plena sesión, que la Escuela de Derecho estaba
abriendo un primer año en el Núcleo La Morita. No sé si esa iniciativa cuente
con la debida autorización por parte del CNU, ni si sea para el país
prioritario ofertar mayores oportunidades de estudio en un campo profesional,
evidentemente saturado, pero al preguntar si existía algún documento formal de
planificación que se hubiese discutido en el máximo organismo, contentivo de
una política de crecimiento de la oferta académica –en cuáles áreas crecer y
las justificaciones pertinentes para hacerlo-, recibí risas sarcásticas como
respuesta. Para que no terminara de
salir de mi asombro, el cual, reitero, tenía y tiene su razón de ser en la
evidente contradicción con la “quejadera presupuestaria”, uno de los
interlocutores me dice: no se caiga
hacia atrás Rector, Relaciones Industriales ya tiene alumnos a nivel de quinto
año en La Morita sin la aprobación correspondiente por el CNU y también quieren
abrir Economía. ¿Y dónde me dejas a Enfermería? –apunta otro-. Es decir:
crecemos y crecemos, mientras la torta a repartir está cada vez más mermada por
el efecto inflacionario. No puede, entonces, causarnos extrañeza alguna el
perverso deterioro del funcionamiento académico ni que los “pobresores”, además
de cobrar salarios infames, tengan que esperar lo nunca antes visto para ver
concretados sus ascensos en nómina.
Cuando uno se pone a indagar cuáles pueden ser las
razones que motivan esta especie de desorden bulímico, no se consiguen densos
informes académicos que consideren las áreas de desarrollo del país en las que
se requieren mayor cantidad de profesionales o los argumentos típicos que se
estilan en esta clase de situaciones, no, lo realmente triste, es que la
poderosa fuerza subyacente que motiva todas esas iniciativas tiene que ver con
el hambre de votos. Es lo que impulsa esa alocada competencia por quién hace
crecer más su respectivo feudo político. Cuando no existe un equilibrio de
poder, esta competencia asume tal furia que llega, incluso, a generar un
marcado sesgo en la distribución de los recursos presupuestarios hacia las
facultades –sostenido en el tiempo además-, buscando favorecer a aquellas que
pudieran servir de plataforma de apoyo al candidato de la continuidad en el
poder. ¡Ay mi universidad, cuánto te pareces al país, así critiques mil veces
lo que ocurre en él!
2.
El peligroso contagio del virus
chavista
Una de las imágenes que más daño le ha hecho al país:
es la del fallecido presidente Chávez resolviendo en cadena nacional algún
complicado problema técnico o logístico, mientras conversa, improvisadamente,
con sus ministros y realiza anotaciones en su cuadernito. A ver fulanito, si
instalamos tantos megavatios aquí, y tú, menganito, te encargas de instalar
otros tantos allá. Trazaba entonces una raya sobre el cuadernito, se quedaba un
segundo pensando concentradamente para luego exclamar: ¡debemos instalar una
línea! De cuánta capacidad, zutanito, y una voz temerosa surgía aventurándose a
improvisar con una cifra. Lo que en otros países se resuelve utilizando
complejísimos paquetes de computación, aquí se aparentaba resolver mediante el
despliegue mediático del “Método del Bodeguero”. Ese desprecio por la
complejidad técnica de los sistemas de apoyo al funcionamiento de los países
modernos; esa priorización, siempre, de las razones políticas por encima de la
racionalidad técnica y económica que demanda el manejo sistémico de las
organizaciones humanas complejas fue lo que trajo al país al borde del abismo.
Además, produjo un efecto colateral. Ese modo de proceder parece haberse
contagiado a la mayoría de las autoridades en este país, sean del bando
oficialista o del opositor. Asuntos que antes se llevaban con cierto apego a
procedimientos formales y respeto a las normas pertinentes, ahora se resuelven
al voleo, con prescindencia de las restricciones normativas, financieras o
técnicas y sin medir cuál será su impacto en el futuro. En definitiva: lo que
prevalece es el “si conviene políticamente, hay que hacerlo como sea y punto”.
Traigo lo anterior a colación, porque se relaciona con
este nuevo modo de gestión universitaria de meter a más estudiantes donde no
caben y contratar a más profesores así no se sepa cómo se les pagará en el
futuro. En nuestra UC, a pesar de que su máxima autoridad, la Rectora, se
identifica muy activa y visiblemente con la Oposición; que el Secretario se
presenta todos los lunes con una ardorosa columna criticando al Gobierno; que
los dos Vicerrectores también se identifican con el “Progreso”, aunque con
mayor recato, y, en general, la mayoría de los Decanos y miembros del Consejo
Universitario dicen ser críticos de este régimen, la Gerencia de la Institución
viene evidenciando, cada vez más, que ha sido tocada por esa epidemia causada
por el virus chavista de muy peligroso contagio. De vez en cuando, el
Vicerrector Académico alza su voz disidente, pero muy apagada, para criticar la forma cómo se está procediendo en
cuestiones académicas bien delicadas. No es suficiente, la sensación que
transmite la UC es de contagio total.
Consciente de que estoy siendo duro (no quisiera serlo
tanto), necesito remitirme a ejemplos concretos. A escenas, como he subtitulado
este artículo. Se referirán a lo que continúa ocurriendo en la Facultad de Educación.
Creo no equivocarme, al señalar que la muy errada decisión de designar a la
actual decana encargada (errada porque abortó las posibilidades de que se
gestara un escenario de convivencia académica, política y democrática en esa
facultad y por ser, claramente, ilegal), será reconocida, históricamente, como
un punto de inflexión nefasto de esta gestión rectoral. Si anteriormente a esa
decisión, podía señalársele de la carencia de una vocación racionalizadora del
funcionamiento institucional, a la luz de la crisis presupuestaria en la que tanto
insistían; lo cierto es, que con posterioridad a ella, han aflorado una serie
de conductas que han desnudado a los lobos debajo de sus pieles de cordero.
Muchos miembros de esta comunidad han podido apreciar de lo que son capaces y hasta
dónde puede llegar su obscenidad académica con tal de sostener sus maniobras
politiqueras. Ese “lograrlo por encima de lo que sea”, llevándose por los
cachos lo que haya de llevarse, le induce a uno a pensar que el contagio ya iba
por dentro, que era cuestión de tiempo para que comenzara a evidenciarse en
aberrantes manifestaciones.
¿Por qué lo digo? Nada más designarla y consciente, la
Rectora, que su designada contaba con un piso político interno de muy frágil
estabilidad, decidió apuntalarla asignándole recursos presupuestarios para la
realización de un macro concurso de oposición con el objetivo de cubrir
doscientos veinte nuevos cargos docentes. ¡Se dice rápido pero hay que ver lo
que cuesta eso! Cuando el proceso se haya completado, la Facultad sobrepasará
por mucho el máximo tamaño de su plantel ordinario en toda su historia. Hecho
éste que no se comparece ni con su crecimiento matricular (comparado al de
otras facultades), ni con la crisis por la que tanto lloran, ni con las
recomendaciones de racionalidad académica que, desde mi gestión rectoral, se
plantearon con relación a la excesiva frondosidad curricular que venía gestándose
en esa facultad. Explico esto: aunque en el papel FACE tiene una sola escuela,
a través de la creación de nuevas menciones, y ahora submenciones (me enteré
hace unos días de una propuesta sobre la submención Teatro), a esa facultad se
le deja crecer como si tuviera no sé cuántas escuelas, cuando la racionalidad
curricular lo que aconseja es reducir a nivel de pregrado el exceso de
especialización. No obstante lo señalado, se me informa que hay en proyecto la
apertura de un proceso adicional de concursos de oposición para cubrir
cincuenta cargos a tiempo completo. Díganme ustedes: ¿Cómo se le puede dar
credibilidad a las lágrimas de cocodrilos sobre la tan mentada crisis? ¡Cómo! Cuando se nos exhibe, impunemente, un
ejemplo de cómo se subestima la racionalidad académica y se le confiere
prioridad al objetivo político asignándole una porción significativa de los muy
escasos, supuestamente, recursos presupuestarios no comprometidos. ¿Qué tan
diferentes somos de lo que criticamos?
3.
La cuestión moral
No suficiente con lo señalado anteriormente, que ya es
grave, se vienen filtrando un conjunto de informaciones realmente alarmantes
sobre la moralidad que adorna a tales concursos. Un nepotismo que raya en lo
escandaloso y aprovecho para decir: que las graves acusaciones contenidas en
este documento, son sustentables todas con datos, oficios, nombres y apellidos,
que se podrían suministrar a una Comisión Ética, interna o externa, que se
designara para una revisión integral de tales concursos. Pero además, como miembro integrante de una
comisión de IPAPEDI para revisar lo del Montepío, tengo la oportunidad de
enterarme que buena parte de los “presuntos ingresos” comprometen seriamente el
futuro de la Universidad, porque en número altamente significativo son personas
con una edad no cónsona con lo que debería calificarse como un proceso
constitutivo de una generación de relevo (este asunto, en particular, me ha
generado una serie de reflexiones sobre la ruptura de la institucionalidad que
compartiré con ustedes en otro artículo). En número nada desestimable, son
profesores adscritos al Ministerio de Educación, unos cuantos jubilados y otros
tantos próximos a jubilarse. Existen problemas de colisión de dedicaciones que
deberían auditarse mediante un sano cruce de nóminas, cuyo alcance debería
extenderse para incluir a quienes ingresaron en los concursos anteriores (casos
concretos de “enchufados” con cargos de dedicación exclusiva adentro y afuera).
En fin...
No se crea que es fácil criticar tan
duramente a personas con las que se ha compartido o, en todo caso, tendrá que
compartir en los archivos de la historia institucional; ni desligarse, en la
condición de uno, de esa especie de chantaje implícito en cuanto a no criticar a autoridades opositoras porque se le hace el
juego al gobierno que es capaz de “mil monstruosidades peores”. Desde hace
meses he sido recipiendario de las fétidas emanaciones: como gotas de una
tortura china. ¿Escribo o no escribo? He ahí el dilema, hasta que ocurre un
evento que nos impulsa a hacer lo correcto. Asumo una responsabilidad
histórica, indestructible, con relación al futuro de mi universidad. A
continuación: la primera escena.
4.
Escena primera
Lunes 13/05 en la mañana. A punto de entrar
a una reunión de la Junta Directiva del OVA, recibo la llamada de una querida
amiga. ¿Puedes hablar? Necesito hacerte una consulta –me dice-. Claro que sí,
dale. No sé si sabrás que estoy como Jefe de Departamento. Si tú no me
informas, difícil que lo sepa –le respondo-. Me lanza la pregunta: ¿Estoy
obligada a darle carga a una profesora que ganó en los recientes concursos? El
problema es que no tengo secciones para asignarle carga y me están presionando
para que divida secciones. Lo primero
que se me ocurre preguntarle: ¿Y cómo es eso? ¿Esos concursos no fueron
avalados por Auditoría Académica? No sé cómo habrán logrado el aval, pero no
hay suficiente carga para asignarles a varios de los ganadores de los
concursos, no es sólo en mi departamento. En ese momento, me menciona tres
departamentos más.
Un inciso: no es la primera vez que percibo que
Auditoría Académica ha perdido todo ese vigor institucional que tenía cuando
nació como un ente bipartito autoridades- gremio. Eran los tiempos en los que
el gremio se había constituido en el principal contralor de los excesos de las
autoridades. Por informaciones de lo acontecido en otras facultades, considero
que a Auditoría Académica, en vez de fortalecerle en el trascendental rol que
debe jugar en el contexto de una crisis tan severa, se le ha debilitado hasta
convertirle en un ente burocrático que sólo sirve para avalar hechos consumados
e injustificables con significativa frecuencia.
Para hacer el cuento corto, en ese momento
le respondo a mi amiga que si la profesora ha ganado un concurso, la Institución
le ha creado derechos subjetivos por cuya satisfacción pudiera demandar a la
misma universidad. No es culpa de la profesora que no se hayan aplicado
correctamente los procedimientos previos a la apertura de los concursos. Seguro
–le digo-, terminarán asignándole carga, pero cuídate tú de avalar eso. Recuerda
que la cuerda revienta por lo más delgado. En estos tiempos tan precarios,
actúa la Contraloría para revisar la asignación de carga y terminas tú pagando
los platos rotos. Deja a salvo tu responsabilidad, que sean los que te
presionan los que asuman la responsabilidad de ejecutar sus irregularidades. No
puedo evitar la tentación de preguntarle: ¿Quién te está presionando? El Jefe
de la Cátedra, supongo que siguiendo órdenes del Director de la Escuela, la
profesora es su hija. ¿No fue ese señor el que metió dos de sus hijos? –una de
las gotas de la tortura china-. Así es –me responde con tono de hartazgo-. Con
el mapa del entramado de relaciones familiares y de intimidad concurrente en
esos concursos, podría construirse un poema de la contracultura académica – lo
pienso pero no le digo nada para no abrumarla más-.
La conversación concluye con una invitación
suya a una nueva reunión con un grupo de profesores, a la cual accedo (ya son
tres las veces que me reúno con la golpeada resistencia de esa facultad). Debo
aclarar que para el momento de la consulta, supuse que la profesora que se
sienta, pacientemente, en el departamento con su uniforme de bioanalista a esperar que le den carga mientras cumple
horario, tenía ya su oficio de designación por parte de la Rectora. El día de
la reunión me enteré que todavía no. El proceso no se ha consumado, se está a
la espera de la opinión del Vicerrectorado Académico. También tuve conocimiento
que mi amiga había dado pasos en la línea de lo recomendado: se había dirigido
a la Coordinadora de Auditoría Académica. La reacción de la Decana Encargada no
se hizo esperar. Cual una Diosdada Cabello cualquiera, le envió un oficio
prohibiéndole el envío de comunicaciones a cualquier ente externo a la
facultad. Tanto le irritan que los oficios dirigidos al Consejo de la Facultad
la califiquen de “Encargada”, que ha ordenado no sean recibidos. No me
reconoces con el título que yo quiero para mí, te desconozco tu derecho a
dirigirte a mi consejo. Cualquier parecido con ese mundo externo paralelo y
bizarro que sufrimos, al menos, la mitad de los venezolanos, no parece ser,
precisamente, una cuestión de simple coincidencia.
La conclusión fundamental de esta escena: Ya
no sólo se trata de ambición política desmedida, ni de dudas sobre la ética con
la que se han manejado concursos académicos, sino de gasto dispendioso de
recursos públicos que bien pudiera justificar una averiguación por parte de la
Contraloría General de la República.
5.
Escena
segunda
Al siguiente día en la tarde, en la reunión.
Informaciones van, informaciones vienen. Realmente siento que es horroroso todo
lo que me denuncian. Es en ese momento, cuando surge mi convicción de escribir
este artículo que dejó de serlo para convertirse en documento. Confío en lo que
me dicen, pero, en todo caso, si sólo una de una de las denuncias fuera cierta
ya se justificaría abrir una averiguación. Debería designarse una Comisión de
la Verdad que recibiera todas esas denuncias, adonde estos profesores pudieran
acudir. Quizás haya subjetividad en ellos, que les haga ver irregularidades
donde no las hay, pienso, mientras me siguen sacando papeles y mostrando
oficios, suministrándome pruebas. Más se refuerza en mí la tesis de que una
comisión honorable de esta universidad debiera revisar todo ese cúmulo de
situaciones que se abigarran en pavoroso escándalo académico. No es la primera
vez, recuerdo los precedentes en dos procesos anteriores de concursos de
oposición organizados por esa facultad. En ambos casos, el Consejo
Universitario designó sendas comisiones, las cuales consiguieron abundante tela
para cortar.
Me cuentan que el día anterior, el Consejo
Universitario aprobó la reincorporación directa de una ex profesora ordinaria,
que se había ido al exterior por dos años, para dar clases en una cátedra cuya jefatura
no le ha dado el visto bueno y que es distinta a la que en ella concursó. Hija
de dos profesores influyentes, estaba a punto de que le abrieran un expediente
por inasistencia a clases cuando renunció. Ahora, el mismísimo CU la premia
permitiéndole pasar por “GO” sin pagar los doscientos. Si bien un profesor
ordinario que haya renunciado, puede reincorporarse y readquirir su escalafón,
debe cumplirse: primero, el reingreso a través de su cátedra originaria y segundo,
al cabo de un año, la verificación que de manera permanente existe la necesidad
de cubrir una carga académica en esa cátedra. La solicitante de la reincorporación
ni siquiera ha comenzado a dictar clases por lo que, obviamente, el
procedimiento previo no se ha cumplido. Y a Auditoría Académica la volvieron a
dejar otra vez pintada en la pared. No sé, en verdad, qué les puede estar
pasando a los señores miembros del Consejo Universitario, ya a estas alturas
deberían saber que las solicitudes provenientes de esa facultad tendrían que
ser tomadas con largas pinzas y analizadas con potentes binoculares. Entiendo
que sólo el Vicerrector Académico salvó su voto.
Pero de todo lo que me cuentan, esta segunda
escena es lo cumbre. Evidencia incontrovertible de la chapucería académica. A
un salón de clase se presentan dos profesores, los alumnos son los mismos, la
materia es la misma, ¡la sección es la misma! ¡Diooos, cómo puede explicarse
esto! La materia es una sola: Proyecto Comunitario, pero es administrada por
dos departamentos Orientación y Psicología. Abrieron dos concursos para la
misma materia, a través de cada uno de los departamentos, con áreas de conocimiento
y contenidos programáticos diferentes. Risas al fondo. ¿Qué tal? Dos profesores
para una misma sección. Abundancia sobrevenida, que se lo expliquen a los
profesores de otras facultades que andan pasando tanto trabajo.
6.
Cierre
del telón
A lo mejor es que estoy siendo mal informado
o es que, a mitad del período rectoral, les agarré tirria a algunas de estas
autoridades. ¿Será? ¿Pero no creen ustedes que hay elementos suficientes en lo
denunciado como para acercarse a averiguar que puede haber allí de verdad, sin
entrar a prejuzgar cuáles pueden ser las malas intenciones de los denunciantes
(me incluyo)? Elementos no sólo vinculados a la Ética Académica, sino también señalamientos
concretos sobre el desidioso manejo de los recursos públicos, tan escasos y
necesitados, y la forma poco sustentada
como se timonea la navegación institucional en estos tiempos tan
convulsionados.
Creo que las autoridades, en especial la
Rectora y el Secretario, deben reflexionar. Porque hayan cometido un
desaguisado con la designación de esa señora decana, no deben auto condenarse a permanecer enterrados en un hueco a recibir
desde arriba arena a palazos –por no decir otra cosa-. Todavía están a tiempo
de enmendar, para que lo de Educación no se les vaya más de las manos: la
designación de una comisión que acometa una revisión integral y, sobre todo, un
ojo de futuro para el manejo de la crisis con austeridad y racionalidad. Comprendan
que muchos estamos, realmente, muy preocupados con respecto hacia dónde
conducen a nuestra querida alma máter. Y ustedes, tampoco han lucido muy
receptivos a permitir el escenario electoral.