Elecciones Universitarias
(Primera entrega)
Asdrúbal
Romero M.
“Autoridades Rectorales y Decanos UC con períodos
vencidos”: este fue el titular de un reportaje de la Lic. Leimar García Luzardo
publicado en “El Carabobeño” el lunes 14 de enero. ¿Qué o quién lo motivó? No
sé. Pero lo cierto es que apareció en los días pico de toda la controversia que
se ha generado sobre el vencimiento del período presidencial y el inicio de uno
nuevo, marcado por acusaciones de inconstitucionalidad. No ha faltado quienes
comenten la ausencia de una alharaca dentro del seno de nuestra alma máter,
similar a la suscitada en el país, por el hecho de que tengamos unas
autoridades vencidas sin que exista, ni siquiera, la más mínima señal de cuándo
pudieran celebrarse las elecciones para su obligada renovación. Ya sabemos que
los simpatizantes del oficialismo se aprovechan de cualquier resquicio, para
enrostrarle a protagonistas de la Oposición cualquier conducta semejante a lo
que ellos critican. Justo es reconocer que en esta ocasión se están anotando
una estocada válida.
Se habla entonces de “Autoridades Sobrevenidas”,
adjetivo que se ha puesto de moda y aunque no me queda claro si su utilización
es estrictamente correcta: todo el mundo recibe el claro mensaje que la
legalidad y legitimidad del mandato de nuestras autoridades universitarias
comienza a verse socavada y que, en la medida que los días de este pesado 2013
transcurran, se irá configurando un gravísimo problema de debilidad
institucional en nuestra máxima casa de estudios. Es más, me atrevo a decir, si
este gobierno nacional que actualmente nos dirige estuviese bien consolidado
–que obviamente no lo está, también anda en su ruta de intentar sostener lo
insostenible- las circunstancias estarían dadas para una designación de
autoridades rectorales por parte del CNU con una clara debilidad argumental de
nuestro lado para combatir tan indeseable medida –el zarpazo final a nuestra
autonomía-. ¿Por qué me atrevo a especular sobre un escenario de tanta gravedad
y que nos afectaría a todos de una manera inimaginablemente nefasta? Es lo que
trataré de argumentar en los párrafos a continuación.
Por supuesto que estoy consciente de las razones que han
causado la paralización de los procesos eleccionarios a todos los niveles, no
sólo en nuestras universidades autónomas sino también en aquellas
experimentales donde se eligen autoridades. El engendro de la discordia reside
en el aparte 3 del Artículo 34 de la Ley Orgánica de Educación aprobada por la
Asamblea Nacional que transcribo textualmente: “Elegir y nombrar sus autoridades con base en la democracia
participativa, protagónica y de mandato revocable, para el ejercicio pleno y
en igualdad de condiciones de los derechos políticos de los y las
integrantes de la comunidad universitaria, profesores y profesoras,
estudiantes, personal administrativo, personal obrero y, los egresados y
egresadas de acuerdo al Reglamento. Se elegirá un consejo contralor conformado
por los y las integrantes de la comunidad universitaria” –el subrayado es
mío-. Desde su aprobación, las universidades autónomas han exteriorizado
formalmente su criterio que este artículo no les es aplicable, pero se han
producido reiteradas sentencias a nivel del Tribunal Supremo de Justicia que
expresan sin ningún lugar a dudas lo contrario.
Más fácil habría sido que la Asamblea Nacional, en
cumplimiento de lo estipulado en la segunda disposición transitoria de la
supramencionada ley (“en un lapso no
mayor de un año a partir de la promulgación de la presente Ley, se sancionarán
y promulgarán las legislaciones especiales referidas en esta Ley”),
reglamentara con mayor precisión y especificidad los criterios para la
conformación de esa novel modalidad de claustro universitario, pero no lo hizo,
generándose así una especie de limbo jurídico conducente a la actual situación
de caos y anarquía en una materia tan delicada como lo es la elección de
autoridades universitarias. Uno pudiese pensar que el incumplimiento es debido
a la desorganización e ineptitud que tan bien caracterizan a este régimen, o
que es parte de un plan con la premeditada intencionalidad de llevar a ese bastión de la resistencia que
conforman las universidades tradicionales y más reconocidas en el país a un
punto de franca debilidad institucional. Cada cual elegirá la opción que más le
parezca, pero lo cierto es que tampoco se ha producido una acción concertada de
parte de todas estas instituciones que pusiera la bola en el campo del gobierno
y es así como el tiempo ha venido transcurriendo y nos encontramos en un
escenario incómodo y muy inconveniente, en el cual no se ve un camino claro
hacia la reconstitución del hilo democrático en nuestras universidades,
circunstancia ésta que reviste suma gravedad.
Considero el momento apropiado para permitirme un
inciso. No estoy de acuerdo con ese estilo de democracia que prescribe el
artículo 34 de la LOE para nuestras superiores casas de estudio. Sin embargo,
me resulta infactible por razones de longitud extenderme en la explicación de
las razones para mi desacuerdo. También sería inoficioso que lo hiciera,
tomando en cuenta la situación de encerrona en la que, respecto a este tema, ya
nos encontramos los universitarios. Más me molesta esa ambigüedad contenida en el precitado artículo
34, uno de los aspectos que me inclina a pensar que sí es parte de un plan de
maliciosa intencionalidad. Pero si me ponen a elegir entre una variante de
democracia impuesta e indeseada y la ausencia de democracia, opto por la
primera, sin duda. Ya vendrán tiempos mejores para el país donde todos estos
entuertos podrán irse revisando. Dicho en forma más clara: las universidades
tendrían que haberse abocado ya a reformar sus reglamentos electorales a fin de
intentar entrar en consonancia con la norma impuesta y hacer elecciones. Si los
agentes del gobierno lograran una vez más que este las paralizara, el vacío lo
crearían ellos y no, como lo que está ocurriendo en la actualidad: el muy peligroso
vacío está siendo creado por las mismas autoridades universitarias.
Intentados, como han sido, todos los recursos legales
ante el TSJ: el tiempo de que una universidad se escude detrás del hecho que
las otras no han hecho elecciones para ella tampoco organizarlas, ya pasó. La
monoliticidad del Gobierno y todas las instituciones del poder público que ha
sometido a rodilla en tierra, con relación al tema de las elecciones
universitarias, ya está harto
comprobada. Especular sobre un posible cambio de gobierno dejó de ser una
quimera el siete de octubre. ¿Qué más se va a esperar? Por esto, ante ese
titular con el cual comencé este artículo, que en mi opinión reviste un tono
acusador –haya sido esa o no la intención de su autora-, me preocupa en demasía
la falta de una respuesta institucional de la UC que implique un compromiso
serio de organizar elecciones.
Sí, ya lo sé, la UC no se encuentra sola en esta
problemática circunstancia. El caso es que nuestra máxima autoridad rectoral
asumió iniciativas en el pasado reciente que la han conducido a una situación
de flagrante desacato –no tengo información si en las otras instituciones
afectadas ha ocurrido algo similar-. Sobre esto aportaré más detalles en la
siguiente entrega, los cuales les convencerán de la grave amenaza que se cierne
sobre nuestra alma máter. También presentaré una propuesta de conformación de
claustro electoral, la primera piedra para iniciar un debate abierto que
debería estar ya en pleno apogeo –si acaso se ha iniciado, se conduce de manera
tan soterrada que ni siquiera una ex autoridad informada como yo sabe de su
desarrollo-. Eso sí, para un debate rápido e intenso, ya no nos queda mucho
tiempo.
Como tantos otros asuntos, unos importantes y otros no tanto, la universidad (es decir, personalizando, los profesores y/o autoridades) poco tienen que decir a menos que les afecte directamente. Unos, muy ocupados buscando como redondear el misero sueldo universitario; otros, con poco interés en la vida universitaria, ni se dan por enterados; y algunos, interesados en que fulano o mengano opte por un cargo tal o cual o que fulanito no llegue al cargo tal o cual y en eso pasan sus días, meses y años. Pura política de pequeños asuntos sin trascendencia, pero en el que tienen un interés personal.
ResponderEliminar¿Dónde están los pensadores de la UC (o de cualquier otra universidad venezolana)? Algunos pocos, los mas ilustrados, dictando conferencias o elaborando asesorías (por dinero, claro). Los demás, surfeando (nuevo verbo) sobre los eventos, sin ningún aporte. Y unos poquísimos, como el ilustre profesor Romero, ex rector, y otros, abriendo tienda aparte para dar rienda suelta a sus inquietudes e ilusiones (en su introducción al blog, Romero dice así: "...este blog ...se convierta en el futuro en un foro de discusión de ideas, propuestas, señalamientos críticos...). De esos casos vemos algunos, pero muy pocos. Y su influencia, creo que esmuy escasa. De todos modos, los esfuerzos individuales son loables y, tal vez, alguna chispa puede prender. Soñemos...
Finalmente: quisiéramos tener un claustro informado, inteligente, buscando ideas para solucionar los problemas, planteando alternativas, etc. Recientemente tuve un encuentro (en la antesala de un médico) con un profesor ingeniero amigo. Le comentaba ¿Dónde está la discusión para obtener recursos para la investigación? ¿Dónde está el análisis para crear instancias que sustituyan la multiplicidad de departamentos (matemáticas, idiomas, etc.)? La respuesta: "Megias, nadie está discutiendo estos temas..."
Buona sera, amigos. Y no perdamos la esperanza, que es lo último que debe perderse...
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Eliminarquisiera comentar, pero no es fácil, creo que debería ser , 1 voto profesor 1 voto alumno, que valiera o valiese, igual, profesor y alumno,como dice el artículo 1 de la ley de universidades de los años 70. (acerca de lo que la universidad que es una comunidad de valores espirituales que reune a profesores y estudiantes en la búsqueda de la verdad y afianzar los valores transcendentales del hombre), y después se extendiera a los otros miembros, de la comunidad universitaria!!!
ResponderEliminarcreo que lo que plantea el profesor Megias es el tema vertebral fundamental, que deberíamos los universitarios en estos tiempos de incertidumbre y cambios, totalmente avocarnos , para garantizarnos nuestra supervivencia como institución universitaria de calidad
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