¿Quién defiende a la clase asalariada?
Asdrúbal Romero M.
"Capriles
y Rajoy" es el título de un artículo que me prometí escribir y no cumplí.
Ya para ese momento de la campaña, mi escepticismo sobre la posibilidad de una
victoria de las fuerzas democráticas había sido vencido; desestimé las mediciones
de encuestadoras serias y preferí, como muchos, sumergirme en la esperanza de
un mágico Tsunami electoral. Me imaginaba pues, a Capriles teniendo que
confrontar la severísima crisis de las finanzas públicas que había heredado de
Chávez; al pueblo, no entendiendo que lo que estaba ocurriendo era consecuencia
del errado modelo económico de su amado líder y pidiendo a gritos su regreso,
mientras que los índices de popularidad del novel presidente descendían como en
un ascensor de la Casa del Terror. Pésimo escenario me decía a mí mismo, porque
así Venezuela nunca encajaría la tan necesitada lección que nos hiciera
aterrorizarnos a todos, en el futuro, de sólo pensar que se nos fuera a montar
en el coroto otro mítico encantador de miserias.
Este último
domingo (28/10), en el inciso dominical de Notitarde “Lectura Tangente”, Julio
César Jiménez, a quien no tengo el honor de conocer, publica: “Lo peor que le
pasó a Chávez fue ganar” y me sorprendí, muy gratamente, de ver reflejada mi
horrible fantasía en las líneas de su excelente artículo. Recomiendo su lectura
-https://bitly.com/TNf9UP+, también en el post anterior de este blog-. Aunque no considere totalmente exhaustivas sus
hipótesis sobre el desenlace –pueden producirse otros-, lo interesante es el
análisis para advertir del inminente colapso de las finanzas públicas de
nuestro país, aspecto éste sobre el cual no voy a redundar. La venta de unas
cuantas toneladas del oro de las reservas; el hecho que el dólar paralelo no
pare de subir, más que el tráiler de una telenovela con final trágico –como el
autor lo señala- es una evidencia de que al Gobierno ya se le está haciendo
imposible prolongar su táctica de correr la arruga hasta que pasen las
elecciones regionales. Así de grave será el problema que se nos viene encima,
que ya no pueden tapar los graves
síntomas de su descontrol de la enfermedad. El 2013 será el año en el que la
Caja de Pandora que este régimen ha venido gestando se abrirá con su nefasta
carga para el común de los venezolanos.
La
devaluación está cantada, así lo nieguen millones de veces. Y no será tan
pequeña como algunos economistas se atreven a pronosticar, a pesar de la casi
negra opacidad en las cuentas públicas de este gobierno. La inflación retornará
a niveles realmente preocupantes. Chávez, una vez más, intentará paliar la
situación decretando, unilateralmente, aumentos salariales insuficientes que
mantendrán el ritmo sostenido de empobrecimiento de nuestros ingresos. Por supuesto,
también intentará seguir manteniendo a los sectores de los que ha dependido
para su permanencia en el poder, en una burbuja de cristal con alimentos y
servicios básicos altamente subsidiados. Y la clase asalariada: ¿Cómo se
protegerá de lo que se le viene encima? Nótese que no me refiero tanto a una
clase media en vías de extinción, sino al grueso sector de la población que por
su desempeño laboral dentro de la economía formal, sea en una empresa privada o
ente público, tiene como único ingreso un sueldo que lo ubica, hoy día, en los
niveles C y D. Fue este sector, consciente de su progresivo empobrecimiento, quien
votó mayoritariamente por Capriles en las recientes elecciones. Le pregunto a
los líderes políticos de la Oposición: ¿Cómo se va a defender a la clase
asalariada?
La
interrogante es absolutamente pertinente. Gremios y sindicatos deberían ser los
llamados a organizar la resistencia de los asalariados, pero se encuentran muy
debilitados y desasistidos, disminuidos frente al magnífico poder
gubernamental. Pongo por ejemplo, al sector universitario, sus salarios han
llegado a niveles vergonzosos, pero FAPUV, la federación gremial que los
agrupa, no se atreve a convocar un paro general –en el pasado hace tiempo que
ya lo hubiese hecho- porque duda de que las bases profesorales atiendan unánimemente
el llamado. ¿Y por qué? Por el miedo, el fantasma PDVSA ronda por sus cabezas. Y
así los maestros y profesores dependientes del Ministerio de Educación, temen
ser reemplazados por los ciento cincuenta mil desempleados que ha formado la
Misión Sucre, aunque lo que buenamente puedan hacer sea piratear. Podemos
continuar analizando otros sectores, la realidad va a ser similar. El
aislamiento de los gremios los debilita.
Recuerdo
cuando Acción Democrática, como partido
político, controlaba la mayoría de los asociaciones gremiales y sindicales de
este país. Conformaban un temible poder de fuego opositor cuando dicho partido
se encontraba fuera del gobierno, quizás algunas veces utilizado
injustificadamente, pero, cuando recorremos la historia de todos esos años de
políticas económicas desacertadas de los sucesivos gobiernos, uno debe
reconocer que fue bueno para la clase asalariada que existiese ese poder
laboral con coordinación política. Constituía un factor de equilibro, frente a las
pretensiones gubernamentales de que fuéramos los asalariados los únicos
paganinis de los platos rotos a causa del nefasto manejo del tema económico. El
ejemplo está allí.
La MUD, por
varios años, se ha abocado a resolver el tema de la unidad política, pero ya sólo
eso resulta insuficiente. Le he escuchado a José Antonio Gil Yépez –en un par
de conferencias- decir que la MUD ha fallado en el debido acompañamiento a las
individualidades y sectores que han sido víctimas de este régimen. Comparto su
opinión. La Oposición debe comenzar a
desempeñar un rol enriquecido con emprendimientos y estrategias que amplíen su
espacio de acción. Debe comenzar a pensar, por ejemplo, en cómo acompaña a la
clase asalariada de este país en la legítima defensa de su bienestar económico.
Coordinar políticamente las acciones de gremios y sindicatos, ofreciéndoles un
contexto de unidad y frente solidario, se hace absolutamente necesario cuando
Venezuela se aproxima a un año en el cual: la Conflictividad Social Organizada estará,
más que nunca, perfectamente justificada. Sería muy bueno para tal
coordinación, contar con un líder legitimado por el apoyo popular pero…