¿Quièn fue Julio Soto?
Sector 18 de octubre en Maracaibo. Veinticinco disparos contra una trailblazer negra nueva, de los cuales once hicieron impacto en el cuerpo de Julio Soto para acabar con su vida. Un detalle en la irradiación noticiosa de tan lamentable suceso me llamó, poderosamente, la atención: Julio Soto era el presidente de la FCU de la Universidad del Zulia. El lujoso vehículo era de su propiedad. ¿Cómo un dirigente estudiantil podía acceder a un bien de tales características? ¿Una herencia quizás? El tiempo me daría la respuesta.
Un sepelio concurrido. Saadi Bijani, candidato a la Gobernación del Estado Zulia, llevó en hombros el féretro de Soto –era dirigente de la Democracia Cristiana Universitaria-. Stalin González hizo vigilia en la funeraria. Representantes estudiantiles de varias universidades, políticos, profesores, miembros del Consejo Universitario participaron en los actos fúnebres. Aunque privó la prudencia, no faltaron quienes responsabilizaran al oficialismo del hecho. Pero las investigaciones rápidamente destaparían una olla podrida de la que todo el mundo hablaba pero nadie se atrevía a ponerle el cascabel al gato: la existencia de una mafia en la venta de los boletos estudiantiles personalizados, en la que estarían involucrados algunos líderes estudiantiles, malos transportistas y personal del Fondo del Transporte Urbano (Fontur) de Maracaibo. Ya dos años antes del asesinato (primero de octubre de 2008), Polimaracaibo había señalado a Soto de estar inmiscuido en las irregularidades detectadas en la venta de tickets estudiantiles. Tenía un socio: Gelvis Rivas, dirigente estudiantil del PSUV con dieciséis años en la Universidad (Soto tenía trece para el momento de su muerte). ¡Eternos dirigentes! Todo había comenzado en julio de 2003, cuando la plancha encabezada por Julio Soto ganó la elección a la FCU y Rivas fue nombrado presidente de Fontur Maracaibo (sería destituido dos años más tarde). Si se animaran a leer los reportes del interesante caso, se encontrarían una verdadera danza de millones con entretelones bien escabrosos y la participación de dirigentes estudiantiles de uno y otro lado. Seguramente, fue esto lo que privó para que el Gobierno Nacional no utilizara el caso para desacreditar moralmente a la Oposición.
La moraleja: “Por lo mal que estuvimos llegamos a Chávez. Por lo mal que hemos estado permitimos que Chávez haga lo que le dé la gana. Pero es LITERALMENTE IMPOSIBLE que podamos salir de Chávez si estamos mal. Porque lo que le dio RAZON DE SER a Chávez sigue intacto desde la Oposición, desde los medios y desde las cúpulas privadas y profesionales de este país. Pero ahora vemos que hasta las ESTUDIANTILES”. Texto del bloguero Ciro Cabrera.
No comparto el calificativo de “intacto”, lo percibo exagerado e injusto, pero sí creo que dentro de la Oposición se siguen cocinando habas. En lo que respecta al sector estudiantil tengo que reconocer, no sin cierta tristeza, que no me sorprende. Sustentándome en mi propia experiencia, puedo decir que en las dos más recientes décadas (por lo menos) se ha venido produciendo un sostenido deterioro de la calidad moral de los dirigentes estudiantiles de las universidades nacionales. No hemos estado generándole al país buenos dirigentes políticos. Deberíamos partir de esta MEA CULPA a fin de comenzar a tratar de corregir el entuerto. Figuras relevantes de este gobierno constituyen excelentes ejemplos de lo que les digo: Jorge Rodríguez, ex presidente de la FCU de la UCV, el ministro EL Aissami, igual pero en la ULA, el vicepresidente Jaua o, ¿por qué no mencionarlo?, el caso de Juan Carlos Loyo, Presidente del Centro de Estudiantes de Economía de la UC durante el período de mi rectoría. Un dirigente estudiantil bastante cercano a mí, que frecuentemente me presentaba propuestas de organización de eventos conjuntos con CEDICE a las que apoyaba. Sí, del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad, una referencia ideológica ciento ochenta grados desalineada a lo que, hoy día, son sus ejecutorias como Presidente del INTI. Comprenderán porque me inquietan en sumo grado: las excesivas expectativas que el país se forma con relación a lo que el movimiento estudiantil pueda aportarle. No, porque no entienda que las características tan particulares de este gobierno, militarista y totalitarista, pueden contribuir a que emerjan liderazgos frescos, no contaminados, a lo interior de las universidades, sino porque tal emergencia, se dará con mayor probabilidad en aquellas instituciones donde la cultura política de su dirigencia estudiantil no esté tan marcada por rasgos de podredumbre. Esta es mi tesis. El fenómeno Soto es un ejemplo del extremo al que se ha llegado en este sentido. ¿Qué tanto del fenómeno Soto permea a la dirigencia estudiantil de la UCV? ¿Qué tanto a la de la UC? Esa fue la pregunta que, en un desayuno de la AVERU, le planteé a la Dra. Cecilia García Arocha, Rectora de la UCV, y a mi rectora.
Un sepelio concurrido. Saadi Bijani, candidato a la Gobernación del Estado Zulia, llevó en hombros el féretro de Soto –era dirigente de la Democracia Cristiana Universitaria-. Stalin González hizo vigilia en la funeraria. Representantes estudiantiles de varias universidades, políticos, profesores, miembros del Consejo Universitario participaron en los actos fúnebres. Aunque privó la prudencia, no faltaron quienes responsabilizaran al oficialismo del hecho. Pero las investigaciones rápidamente destaparían una olla podrida de la que todo el mundo hablaba pero nadie se atrevía a ponerle el cascabel al gato: la existencia de una mafia en la venta de los boletos estudiantiles personalizados, en la que estarían involucrados algunos líderes estudiantiles, malos transportistas y personal del Fondo del Transporte Urbano (Fontur) de Maracaibo. Ya dos años antes del asesinato (primero de octubre de 2008), Polimaracaibo había señalado a Soto de estar inmiscuido en las irregularidades detectadas en la venta de tickets estudiantiles. Tenía un socio: Gelvis Rivas, dirigente estudiantil del PSUV con dieciséis años en la Universidad (Soto tenía trece para el momento de su muerte). ¡Eternos dirigentes! Todo había comenzado en julio de 2003, cuando la plancha encabezada por Julio Soto ganó la elección a la FCU y Rivas fue nombrado presidente de Fontur Maracaibo (sería destituido dos años más tarde). Si se animaran a leer los reportes del interesante caso, se encontrarían una verdadera danza de millones con entretelones bien escabrosos y la participación de dirigentes estudiantiles de uno y otro lado. Seguramente, fue esto lo que privó para que el Gobierno Nacional no utilizara el caso para desacreditar moralmente a la Oposición.
La moraleja: “Por lo mal que estuvimos llegamos a Chávez. Por lo mal que hemos estado permitimos que Chávez haga lo que le dé la gana. Pero es LITERALMENTE IMPOSIBLE que podamos salir de Chávez si estamos mal. Porque lo que le dio RAZON DE SER a Chávez sigue intacto desde la Oposición, desde los medios y desde las cúpulas privadas y profesionales de este país. Pero ahora vemos que hasta las ESTUDIANTILES”. Texto del bloguero Ciro Cabrera.
No comparto el calificativo de “intacto”, lo percibo exagerado e injusto, pero sí creo que dentro de la Oposición se siguen cocinando habas. En lo que respecta al sector estudiantil tengo que reconocer, no sin cierta tristeza, que no me sorprende. Sustentándome en mi propia experiencia, puedo decir que en las dos más recientes décadas (por lo menos) se ha venido produciendo un sostenido deterioro de la calidad moral de los dirigentes estudiantiles de las universidades nacionales. No hemos estado generándole al país buenos dirigentes políticos. Deberíamos partir de esta MEA CULPA a fin de comenzar a tratar de corregir el entuerto. Figuras relevantes de este gobierno constituyen excelentes ejemplos de lo que les digo: Jorge Rodríguez, ex presidente de la FCU de la UCV, el ministro EL Aissami, igual pero en la ULA, el vicepresidente Jaua o, ¿por qué no mencionarlo?, el caso de Juan Carlos Loyo, Presidente del Centro de Estudiantes de Economía de la UC durante el período de mi rectoría. Un dirigente estudiantil bastante cercano a mí, que frecuentemente me presentaba propuestas de organización de eventos conjuntos con CEDICE a las que apoyaba. Sí, del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad, una referencia ideológica ciento ochenta grados desalineada a lo que, hoy día, son sus ejecutorias como Presidente del INTI. Comprenderán porque me inquietan en sumo grado: las excesivas expectativas que el país se forma con relación a lo que el movimiento estudiantil pueda aportarle. No, porque no entienda que las características tan particulares de este gobierno, militarista y totalitarista, pueden contribuir a que emerjan liderazgos frescos, no contaminados, a lo interior de las universidades, sino porque tal emergencia, se dará con mayor probabilidad en aquellas instituciones donde la cultura política de su dirigencia estudiantil no esté tan marcada por rasgos de podredumbre. Esta es mi tesis. El fenómeno Soto es un ejemplo del extremo al que se ha llegado en este sentido. ¿Qué tanto del fenómeno Soto permea a la dirigencia estudiantil de la UCV? ¿Qué tanto a la de la UC? Esa fue la pregunta que, en un desayuno de la AVERU, le planteé a la Dra. Cecilia García Arocha, Rectora de la UCV, y a mi rectora.
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