viernes, 28 de mayo de 2010

Una atìpica reflexiòn sobre el movimiento estudiantil

¿Quièn fue Julio Soto?

Sector 18 de octubre en Maracaibo. Veinticinco disparos contra una trailblazer negra nueva, de los cuales once hicieron impacto en el cuerpo de Julio Soto para acabar con su vida. Un detalle en la irradiación noticiosa de tan lamentable suceso me llamó, poderosamente, la atención: Julio Soto era el presidente de la FCU de la Universidad del Zulia. El lujoso vehículo era de su propiedad. ¿Cómo un dirigente estudiantil podía acceder a un bien de tales características? ¿Una herencia quizás? El tiempo me daría la respuesta.
Un sepelio concurrido. Saadi Bijani, candidato a la Gobernación del Estado Zulia, llevó en hombros el féretro de Soto –era dirigente de la Democracia Cristiana Universitaria-. Stalin González hizo vigilia en la funeraria. Representantes estudiantiles de varias universidades, políticos, profesores, miembros del Consejo Universitario participaron en los actos fúnebres. Aunque privó la prudencia, no faltaron quienes responsabilizaran al oficialismo del hecho. Pero las investigaciones rápidamente destaparían una olla podrida de la que todo el mundo hablaba pero nadie se atrevía a ponerle el cascabel al gato: la existencia de una mafia en la venta de los boletos estudiantiles personalizados, en la que estarían involucrados algunos líderes estudiantiles, malos transportistas y personal del Fondo del Transporte Urbano (Fontur) de Maracaibo. Ya dos años antes del asesinato (primero de octubre de 2008), Polimaracaibo había señalado a Soto de estar inmiscuido en las irregularidades detectadas en la venta de tickets estudiantiles. Tenía un socio: Gelvis Rivas, dirigente estudiantil del PSUV con dieciséis años en la Universidad (Soto tenía trece para el momento de su muerte). ¡Eternos dirigentes! Todo había comenzado en julio de 2003, cuando la plancha encabezada por Julio Soto ganó la elección a la FCU y Rivas fue nombrado presidente de Fontur Maracaibo (sería destituido dos años más tarde). Si se animaran a leer los reportes del interesante caso, se encontrarían una verdadera danza de millones con entretelones bien escabrosos y la participación de dirigentes estudiantiles de uno y otro lado. Seguramente, fue esto lo que privó para que el Gobierno Nacional no utilizara el caso para desacreditar moralmente a la Oposición.
La moraleja: “Por lo mal que estuvimos llegamos a Chávez. Por lo mal que hemos estado permitimos que Chávez haga lo que le dé la gana. Pero es LITERALMENTE IMPOSIBLE que podamos salir de Chávez si estamos mal. Porque lo que le dio RAZON DE SER a Chávez sigue intacto desde la Oposición, desde los medios y desde las cúpulas privadas y profesionales de este país. Pero ahora vemos que hasta las ESTUDIANTILES”. Texto del bloguero Ciro Cabrera.
No comparto el calificativo de “intacto”, lo percibo exagerado e injusto, pero sí creo que dentro de la Oposición se siguen cocinando habas. En lo que respecta al sector estudiantil tengo que reconocer, no sin cierta tristeza, que no me sorprende. Sustentándome en mi propia experiencia, puedo decir que en las dos más recientes décadas (por lo menos) se ha venido produciendo un sostenido deterioro de la calidad moral de los dirigentes estudiantiles de las universidades nacionales. No hemos estado generándole al país buenos dirigentes políticos. Deberíamos partir de esta MEA CULPA a fin de comenzar a tratar de corregir el entuerto. Figuras relevantes de este gobierno constituyen excelentes ejemplos de lo que les digo: Jorge Rodríguez, ex presidente de la FCU de la UCV, el ministro EL Aissami, igual pero en la ULA, el vicepresidente Jaua o, ¿por qué no mencionarlo?, el caso de Juan Carlos Loyo, Presidente del Centro de Estudiantes de Economía de la UC durante el período de mi rectoría. Un dirigente estudiantil bastante cercano a mí, que frecuentemente me presentaba propuestas de organización de eventos conjuntos con CEDICE a las que apoyaba. Sí, del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad, una referencia ideológica ciento ochenta grados desalineada a lo que, hoy día, son sus ejecutorias como Presidente del INTI. Comprenderán porque me inquietan en sumo grado: las excesivas expectativas que el país se forma con relación a lo que el movimiento estudiantil pueda aportarle. No, porque no entienda que las características tan particulares de este gobierno, militarista y totalitarista, pueden contribuir a que emerjan liderazgos frescos, no contaminados, a lo interior de las universidades, sino porque tal emergencia, se dará con mayor probabilidad en aquellas instituciones donde la cultura política de su dirigencia estudiantil no esté tan marcada por rasgos de podredumbre. Esta es mi tesis. El fenómeno Soto es un ejemplo del extremo al que se ha llegado en este sentido. ¿Qué tanto del fenómeno Soto permea a la dirigencia estudiantil de la UCV? ¿Qué tanto a la de la UC? Esa fue la pregunta que, en un desayuno de la AVERU, le planteé a la Dra. Cecilia García Arocha, Rectora de la UCV, y a mi rectora.

lunes, 24 de mayo de 2010

El capítulo final -por ahora- sobre IPAPEDI

IPAPEDI (4ta entrega)


Llamo a Angel Carnevali vía celular, después de varios encuentros con la contestadora me responde. Candidato que no responde el celular está frito –le digo en tono de sorna-. Lo encuentro iracundo. Tiene una emergencia con su padre, está intentando hospitalizarle en la Clínica Lugo (Maracay), pero no le dan clave. Le han dicho que el seguro de la UC no les paga. Ya han tirado la toalla y su hermana ha tenido que poner su tarjeta de crédito, pero no saben, si dada la naturaleza de la emergencia, la administración de la clínica se las acepte. Esta es una tragedia que se repite todos los días, la sufren docentes, empleados y obreros, sobre todo cuando la emergencia es con algún familiar fuera de Valencia. Después de varios minutos en los que se desahoga a ritmo ametrallante –me hizo recordar el correo electrónico que enviara hace ya varias semanas un docente jubilado de la Escuela de Eléctrica titulado: “Bienestar Social en la UC…yo te aviso…un desastre” (lo publiqué en abril en mi blog www.quepasaenlauc.blogspot.com), le digo a Carnevali el objetivo de mi llamada: siendo candidato por Ingeniería a Vocal Principal en la plancha que encabeza Wilfredo, necesitaba su correo para hacerle llegar unos artículos que había escrito sobre la coyuntura electoral en el Instituto. No me atreví a sugerirle una recomendación que por un instante se dibujó en mi mente.
La UC se convirtió en institución de referencia en materia de política HCM, por haberse atrevido a asumir el riesgo de implementar un esquema mixto de auto seguro. Por años, se hizo un esfuerzo institucional importante para ir mejorando la eficacia del servicio, imposible decir que se llegó a la perfección (en este tipo de servicios no existe), pero se acumuló un know how que no merecía ser desestimado al retornarse, inexplicablemente, a la política de contratación de pólizas externas. Fue como una daga al pecho, desde ese punto de inflexión el declive de la calidad del servicio ha sido ostensible sin que, también inexplicablemente, se hubiese producido algún reclamo por parte del gremio. ¿Pueden evadir su responsabilidad en esto quienes hoy prometen villas y castillos?
Recientemente, fui invitado por la Rectora a una reunión en la sede de la APUC en la que las autoridades presentarían la gravedad de la crisis. Así fue, muy preocupante escuchar que ya para la fecha (un lunes de abril que no alcanzo a precisar): unas cuantas partidas presupuestarias se encontraban agotadas, entre ellas la del HCM. Pero la reunión viene a cuento, porque en la sede del organismo gremial me encontré un colega cuya presencia en la mini asamblea me causó extrañeza. Al preguntarle si le habían invitado, me respondió negativamente. Esperaba su oportunidad para hablar con una profesora de la Directiva, porque alguien le había dicho que ella podía ayudarle a resolver un problema de insuficiente cobertura por parte de la empresa aseguradora, bastante significativa por cierto, en una operación practicada a un miembro de su núcleo familiar. Quisiera pensar que esa solicitud suya fue canalizada mediante un reclamo formal de la instancia gremial y no, como se rumorea insistentemente, que se ha instalado una alcabala clientelar mediante la cual se prodigan, informalmente, favores en esta materia tan delicada. Por eso se me ocurrió, apenas un chispazo en el cerebro, sugerirle a Carnevali que llamara a Fermín o a Domínguez, miembros de la Comisión de Seguros; no sé a ciencia cierta cuál hubiese sido su reacción, pero la que prefiguré fue suficiente para no atreverme. El ejercicio de un derecho de todos no puede estar sujeto al sometimiento de tener que apelar a personalidades con "influencias especiales". Pareciera mentira que todavía no hayamos aprendido de los errores del pasado. ¡Cuánta más destrucción tendremos que ver en el país, para que un significativo segmento del electorado nacional admita de nuevo depositar su confianza en la oposición! ¿Y por qué ha ocurrido este fenómeno? Por los crasos errores del pasado. En la Universidad estamos obligados, más que en cualquier otra institución, a corregir esos errores, a actuar con extrema transparencia (nos estamos refiriendo a un concepto más amplio cuya inexistencia no implica la tradicional corrupción). ¿Qué vamos a esperar para poner la casa digna? ¿A que esta pesadilla concluya? –suponemos que el país va en vía de ello, lo contrario significaría la autodestrucción-. Y lo digo, ya no refiriéndome específicamente a lo de IPAPEDI, sino a otras situaciones de las que nadie se atreve a hablar porque nos hemos auto impuesto el COCO del GOBIERNO. Nadie critica lo criticable porque teme se le diga que está haciéndole el juego al gobierno y mientras: seguimos reproduciendo los errores del pasado. Me declaro liberado de ese chantaje, seguiré hablando de otros preocupantes asuntos, con mi estilo de decir las cosas, descarnadamente, como lo he hecho en esta secuencia de IPAPEDI. Prefiero que gane el equipo de Wilfredo, he abundado en razones que creo son muy válidas, pero no he seguido un guión sintonizado con las conveniencias electorales vistas por su comando. He optado por expresar libremente mi verdad y, al parecer, por los comentarios recibidos, unos cuantos se identifican con ella. ¿No hablaré más de IPAPEDI? No antes de esta elección, pero será muy interesante comentar los resultados.
PD: Sería risible que se quisiera presentar una de las candidaturas en esta elección de IPAPEDI como la de la “Unidad”.


jueves, 20 de mayo de 2010

IPAPEDI continúa: el tercer capítulo.

IPAPEDI (3ra entrega)

Preámbulo: Decía Cortázar que las palabras escritas eran como flechas lanzadas, una vez en el aire ya no le pertenecían a quien las había escrito. Tampoco podemos ser dueños de cómo ellas puedan ser interpretadas. Al parecer, alguien ha reproducido mis artículos de opinión sobre IPAPEDI sin tener el cuidado de poner mi nombre, por ello se me acusa de utilizar el anonimato. Lo primero que he hecho al escribirlos es publicarlos en mi blog: www.quepasaenlauc.blogspot.com , que está a mi nombre, Asdrúbal Romero (lo digo para que pase a formar parte del contenido). Se los he enviado al mismísimo Fermín y a las autoridades a través de FACEBOOK con plena identificación mía, a los docentes de la UC que son amigos míos en esta red les consta. Se habla de “ruines miserias humanas”, sí, ciertamente creo que he comenzado a hablar de ejecutorias que tienen que ver con la miseria humana, quizás en mis palabras haya algo de la mía, pero convencido estoy que hay más: de esa miseria que va carcomiendo el alma de nuestra querida Alma Máter. La UC se ha hecho pasto de las miserias humanas, quien escribió ese mensaje acusador vivió muy de cerca la asfixia opresora de la miserable banda vende cupos, dicen que no la resistió, tampoco se atrevió a hablar de ella, si lo hubiese hecho le habrían dicho que hablaba desde su miseria humana. FIN del Pream.
Me encuentro con un viejo amigo y me lanza lo siguiente: Se la tienes dedicada al pobre Fermín. ¿Qué te ha hecho? Nada, siempre hemos sostenido una cordial relación humana, espero seguirla teniendo pero eso dependerá de él –le respondo, aunque veo en sus ojos que no me cree, en nuestra cultura la confrontación política construye enemigos, no adversarios-. Me enfrento a su candidatura no por lo que es, sino por lo que representa. Aprovecho que mi amigo conoce mi historia dentro de la Universidad y le digo: Como cuando era profesor raso en Ingeniería Eléctrica y me enfrentaba a Reyes Lanza por lo que él representaba: Un joven profesor, que a brevísimos años de haber ingresado, ya era Director de la Escuela por méritos políticos, una escuela en la que había doctores y magísters graduados en las mejores universidades americanas. ¡Era una afrenta! ¡Eso no debía ser! A eso me enfrentaba, pero nuestro trato personal era de un respeto que rayaba en la pulcritud. Tradúceme eso a la cuestión de IPAPEDI, me dice mi amigo. Si la candidata fuera Yelitza, con quien tengo más de 20 años de trato muy amistoso, o si fuera Villarreal, aliado fundamental en mi gestión rectoral (que hubiese, sabiamente, decidido no lanzarse a un segundo período APUC y estuviese aspirando a IPAPEDI), igual les enfrentaría. O Dominguez, o Gerardo o Darwin, a cualquiera de los que se identifican en los círculos políticos de la UC como el Grupo APUC. Ese grupo debió haber entendido que IPAPEDI les era un terreno vedado. ¿Por qué? Yo fui a hacer una gestión en IPAPEDI, casualidad, el día que salieron las destempladas declaraciones de María Luisa de Maldonado recomendando a los profesores que se salieran de la póliza de gastos Médicos Mayores (era su contraofensiva al escandalazo de Seguros Carabobo). Hablé con los miembros de la directiva (los de ese tiempo), estaban desayunándose con la noticia. ¿Cómo podía ser eso? Me ofrecí a hablar con Villarreal, recientemente electo para su primer período en la APUC y yo le había apoyado, creía tener ascendencia, le pedí que intercediera para que se buscara una solución concertada a la grave problemática que se le había generado al Instituto. Me salió con cuatro piedras en la mano. Ese día entendí que el juego de ese grupo era debilitar al IPAPEDI con la complicidad de la Rectora. Como cuando una empresa grande quiere hacer un TAKEOVER de una más pequeña, primero la debilita a ver si puede comprar sus acciones a precio de gallina flaca. Ya lo intentaron la vez anterior con Yelitza y no tuvieron éxito, ahora, con un IPAPEDI debilitado, lo vuelven a intentar y con mayor apoyo político, a lo mejor estos artículos míos los han fortalecido políticamente. ¿Me entiendes ahora? -interrogo al amigo-. Me opongo al TAKEOVER que pretende el Grupo APUC: la ruptura del equilibrio triangular, mi principal argumento en la primera entrega de esta serie de reflexiones.
¿Por qué un IPAPEDI debilitado? Estos artículos me han servido para saber, a través de muchos mensajes, que la gente está muy descontenta con IPAPEDI, el gigantesco mono ucista de 40 millardos les ha debilitado. Muchos jubilados a los que no se les ha cumplimentado los retiros de aportes personales (una política aprobada en el pasado que quizás no sea sostenible), van a votar por quien sea se ubique en la acera contraria. Hay quejas sobre los costos de la póliza de Gastos Médicos Mayores, sobre la atención que presta la empresa corredora (me dicen que el servicio 24 horas es una falacia). Si la institucionalidad “ipapediana” se salva de este intento de TAKEOVER, tendrá que encerrarse tres días seguidos en un retiro campestre a plantearse un auténtico rediseño de la atención que presta el Instituto. ¿Qué tanto de la incapacidad de dar respuesta puede deberse a mala gestión? ¿Qué tanto a una crisis descomunal que muchos pretenden evadir, como los avestruces, pagando con el último de la cadena? De cómo esa crisis está siendo afrontada, también habrá que hablar, y que no me vengan a decir que también es miseria humana. El diálogo continúa, aunque algunos crean que es un monologo. Mucha gente se está sentando a dialogar y sus aportes se ven aquí reflejados.

martes, 18 de mayo de 2010

IPAPEDI continúa: El segundo capítulo

IPAPEDI (2gda entrega)

Esta segunda entrega se nutrirá, fundamentalmente, de los comentarios recibidos a raíz de nuestra publicación inicial. Lo primero, reconocer que ella no fue todo lo informativa que debió haber sido, sobre todo en lo concerniente a la especificación de los candidatos. ¿La razón? El primer artículo estaba mayormente concebido (y escrito) cuando todavía no se disponía de un candidato de la institucionalidad “ipapediana”. Al ser informado que tan indeseada situación se había resuelto, procedí a su publicación en el blog, pero reconozco que no fui lo debidamente explícito. Concentrándome en el cargo presidencial, además del prof. Conde, se han postulado para ese cargo los profesores Pedro Solovey y Wilfredo Camacaro –ambos docentes de FACES ya jubilados-. Pedro fue Presidente del Instituto, es bastante conocido pero su opción se ve debilitada al no haber estructurado una plancha que le acompañara. Wilfredo, un economista de reconocida experticia profesional, de conductas conciliadoras, excelente relacionista público, que pudo haber sido Vicerrector Administrativo, en el período 2000-2004, de no haber algunas figuras, muy cercanas a él, cometido algunas tonterías políticas que le significaron la enajenación de unos ochenta votos muy cercanos, a su vez, a la tendencia que representaba la plancha rectoral que apoyamos en aquella oportunidad. Pudo haber sido candidato a la Presidencia en las elecciones anteriores del Instituto, pero prefirió formarse primero en la Vicepresidencia. Es muy importante recalcar esto, porque cualquiera que analice el hilo conductor de las candidaturas presidenciales electas, observará que el electorado se ha comportado con relación a IPAPEDI (son elecciones distintas a las otras que se realizan en la Universidad) con un criterio bastante impermeable a los ejercicios de paracaidismo. La comunidad profesoral ha optado por favorecer a aquellas candidaturas que vienen de haber desempeñado cargos directivos de inferior jerarquía dentro del Instituto. Wilfredo es el candidato de una institucionalidad silenciosa (aunque yo no esté, precisamente, haciendo ejercicios de silencio), que traspasa las fronteras de adscripción a los grupos de poder tradicionales y actúa, sin explícitamente ponerse de acuerdo, para hacer respetar al Instituto y mantenerlo al margen de la voracidad política de esos grupos.
A IPAPEDI también han arribado los tiempos de cambio, lo dictamina así el amenazante contexto externo. Sería estúpido ignorar esto. Los crecientes retardos en la entrega, por parte de la UC, de los recursos financieros al Instituto, consecuencia de su muy precaria situación presupuestaria, la monumental deuda que se ha acumulado, todo ello ha obligado a una política restrictiva en los créditos –también en lo que respecta a la oportuna entrega de los aportes personales a los docentes recientemente jubilados- y esto viene generando un creciente descontento. Personalmente opino que le ha faltado habilidad, en lo comunicacional, a la actual junta directiva en explicarle a la comunidad las razones para tal tipo de restricciones -un aspecto en el cual la nueva directiva habrá de esmerarse y estoy seguro que Wilfredo está consciente-. Pero no por ello, vayamos a caer en el error de escuchar cantos de sirena donde ahora se nos prometen cambios radicales que van a mejorarlo todo, como lo prometido hoy en esa costosa publicidad aparecida en la prensa: el profesor Conde ofrece, ahora sí, el diseño de una política de previsión social integral. Y ¿por qué no fue agente promotor de ese rediseño estando en la privilegiada posición que ha ocupado por años? ¿Cómo es que ahora sí va a trabajar por tan deseable objetivo cuando hasta ahora ha sido campeón de lo contrario? Creo que de esa cabuya, los venezolanos, en la actualidad, nos estamos tragando un rollo. No es inusual en nuestro golpeado país, no lo fue en la cuarta y menos lo es ahora, ver a nuestros políticos predicar exactamente lo contrario a lo que han practicado.
Finalizo con el comentario a un mensaje recibido: “te falta aclarar que así como hicieron con la APUC, ahora quieren convertir el IPAPEDI en otra dirección del Rectorado”. Habrá que aclarar primero que el prof. Conde, aparentemente, cuenta con mayor apoyo político dentro del equipo rectoral, además del apoyo de la pareja del poder –aun así estoy convencido que Wilfredo va a ganar, precisamente por ese espíritu rebelde que se refleja en el mensaje-. Que los Maldonado le apoyen, es comprensible. Conde fue la última vez electo al CU en una plancha de ese movimiento (una recompensa, ver la entrega anterior). Lo de las autoridades rectorales, quizás tenga que ver con la firme actitud del IPAPEDI en reclamar lo adeudado (en esto han sido consistentes todas las directivas desde que yo era vicerrector). Ojalá rectifiquen e internalicen que el tener enfrente a una directiva de IPAPEPI con un perfil más institucional que patronal les ayuda más que perjudicarles, como el primer argumento politiquero tradicional pudiera engañosamente aconsejarles. Además ya va siendo hora que vayan buscando su perfil propio. Lo que sí resulta odiosamente inaceptable: es el argumento político utilizado en una conversación con algunos miembros de la actual directiva del Instituto con miras a construir una artificiosa plancha de consenso con Conde a la cabeza, por dos protagonistas de ese poder político encubierto que todo lo intenta manipular detrás de bastidores. Pero el tintero se me ha agotado, vivan el suspenso hasta una posible tercera entrega.

viernes, 14 de mayo de 2010

IPAPEDI

IPAPEDI

El próximo 27 de mayo (jueves) habrá elecciones en IPAPEDI. Saludamos el hecho que, finalmente, los electores dispondremos de tres opciones presidenciales entre las cuales poder elegir a quien dirigirá los destinos de tan importante institución para el bienestar social nuestro. Salutación que tiene pertinencia, porque hasta hace muy pocos días sólo un candidato, el profesor Fermín Conde, había anunciado su interés de postularse para la Presidencia del Instituto. Ocurría con esta candidatura un fenómeno que no podría calificar de sorpresivo, si lo hiciera: mentiría, siendo única: no sólo no generaba una corriente de consenso favorable a ella sino que, contrariamente, despertaba recelo, preocupación, inquietud, etc. en muchos docentes. Así lo señalo, responsablemente, amparado en el gran número de manifestaciones en ese sentido de las que fui objeto. Es importante destacar que un porcentaje, significativamente, apreciable de tales manifestaciones provinieron de docentes que han desempeñado funciones directivas dentro del Instituto en los últimos años, o han sido miembros activos de sus diversas comisiones de trabajo. Como lo señalara un querido amigo: con la candidatura de Conde parecía replicarse el fenómeno Insulza. Un falso consenso que, afortunadamente, en nuestro caso suscitó una intensa movilización del “ipapedismo” en búsqueda de una opción presidenciable que llenara el vacío dejado por la candidatura natural del profesor Camacaro, actual vicepresidente, que en razón de una dolorosa situación familiar había anunciado su decisión de no presentarse.

Ahora bien, ¿cuál es la causa para que se haya suscitado un movimiento tan resiliente a la candidatura de Conde? Lo primero es reconocerle que, en términos relativos, él ha tenido un buen desempeño como representante profesoral ante el Consejo Universitario. Con un perfil más gremialista que institucionalista, su principal habilidad ha sido la de establecer una red mediática que le permite comunicarnos, electrónicamente, los asuntos que se discuten en el máximo organismo respecto a nuestra subestimada circunstancia gremial (en diversas oportunidades he recibido correos suyos muy pertinentes, en más de una le he respondido con palabras de felicitación). También, el profesor Conde, se ha desempeñado, ya por varios años, como miembro de la Comisión de Salud del Consejo Universitario. Se le adjudica un rol protagónico en el sorpresivo cambio de política de seguros HCM de la UC, cuando, en el período rectoral anterior, se abandonó el esquema auto administrado para anunciar la contratación de una póliza de extensión con Seguros Carabobo. Nunca se presentó una argumentación convincente que justificara el cambio de un esquema que rindió sus buenos frutos a otro que tiene tiempo haciendo agua. La Rectora, que se había caracterizado por ser furibunda defensora del esquema auto administrado, trató de salirle adelante a los múltiples comentarios y denuncias que se tejieron alrededor de la extraña decisión, anunciando que ésta beneficiaba tanto a los profesores que ya no sería necesario que contratáramos coberturas adicionales a través de IPAPEDI. Ella misma se encargó de hacer un llamado para que los miembros del Instituto pasáramos por su sede a retirarnos. Un destemplado e inconsulto acto de agresión a IPAPEDI, con la complicidad de una comisión de seguros, en la cual al Profesor Conde se le percibió como bisagra articuladora con la empresa aseguradora que se benefició del jugoso contrato. Es allí donde comienzan los problemas de relación de este candidato con la institucionalidad de IPAPEDI, problema que, obviamente, no se ha resuelto. Como se preguntaba el profesor Carlos Alvarado, actual presidente del Instituto, en una reunión a la que asistí (parte de ese proceso de movilización resiliente que les comentaba anteriormente): ¿Cómo es posible que por el sólo hecho que lleva lo de su candidatura muy adelantada se nos vaya a pedir que consideremos la aspiración presidencial de una persona que ha sido agresora de IPAPEDI? -no estoy autorizado para revelar el nombre de la autoridad y ex rector que se atrevieron a tan infeliz y anti institucional planteamiento-.

También señaló el Presidente, que en múltiples oportunidades, tanto en el período rectoral anterior como en el actual, IPAPEDI había solicitado la designación de una comisión rectoral inter institucional –APUC, IPAPEDI y Universidad- para la estructuración de una política integral de salud con una póliza única (se acabarían las múltiples claves a solicitar, los interminables procesos administrativos para abandonar las clínicas). Nunca ha sido acogido el planteamiento. Y esto es lo fundamental que los profesores debemos considerar en este transcendental proceso eleccionario: el diseño de una política de salud más beneficiosa para nosotros, debe considerar equilibradamente los tres vértices de opinión que están naturalmente responsabilizados de aportar una respuesta sistémica a la ya trágica problemática. Entregarle IPAPEDI al profesor Conde, el rostro más visible de la actual política de salud de la UC, adscrito políticamente al grupo que actualmente dirige la APUC, implica una ruptura de ese equilibrio sano y necesario. Sería una anulación del tercer vértice de opinión por invasión de los otros dos. ¿Qué extrañeza podría causarnos que ello condujese a una profundización del actual desastre que sufrimos en materia de salud? En verdad: sólo eso podríamos esperar.

Por supuesto que asumo personalmente este análisis histórico- político de cara a la decisión que los miembros de IPAPEDI deberemos tomar el próximo 27. Se me quedan otros cuantos argumentos fuera del tintero, pero he expresado lo fundamental. Sólo quiero completar la historia que dejé inconclusa: ante aquel llamado de la anterior rectora, sólo ochenta y seis profesores se retiraron de la póliza de IPAPEDI (ni siquiera el ex rector consorte se acogió a su petición). Los profesores bien sabemos que en las chiquiticas nos defendemos con IPAPEDI, ahora es el momento de defenderlo nosotros a él.