martes, 18 de junio de 2019

¿Gestión exitosa? ¿Transparencia? Cierre del ciclo de IPAPEDI (2019)



Con este texto del Dr. Frank López se completa un ciclo de publicaciones en mi blog vinculadas a la decisión electoral IPAPEDI 19/6/2019. Reitero mi satisfacción que alrededor de este proceso, muy atípico para lo que ha sido la historia del Instituto, se hayan producido documentos escritos cuyo calado va más allá de lo coyuntura electoral. Gane quien gane, hay reflexiones contenidas en ellos que bien vale la pena sean analizadas a profundidad por los miembros de la comunidad profesoral sobre el deber de la ciudadanía activa que debemos ejercer, en todo lo atinente a la gestión de nuestra universidad y sus diversas organizaciones parauniversitarias.


GERENCIA PARA PRINCIPIANTES O DE  CÓMO DESTRUIR UNA REPÚBLICA CON EL CUENTO DE SER UN BUEN GERENTE


Prof. Frank López
@ELPRF






Los sabios, Callicles, dicen que
un lazo común une al cielo con 
la tierra, a los dioses con los hombres, 
por medio de la amistad,de la moderación, 
de la templanza y de la justicia; y por esta
razón, querido mío, dan a este universo el 
nombre de Orden.
(Platón, Gorgia; p.137)




En fecha 24-05-2019 y por comunicación escrita solicité al presidente del Consejo de Administración de IPAPEDI, prof. Fermín Conde, los informes financieros de dicha institución con el propósito de disponer de la información técnica de su gestión, evaluarla y hacerme mi propio criterio técnico sobre lo que la propaganda reitera como una buena gestión gerencial. Sin embargo, muy a mi pesar, el hecho de no haber recibido, hasta ahora, respuesta alguna respecto a tan legítima solicitud, me ha forzado a cambiar mi propósito inicial. Por ello, impedido de hacer dicha evaluación técnica, me he visto forzado a hacer estas consideraciones teóricas-filosóficas que a continuación les expongo, sin otro ánimo que dejar por escrito mi testimonio en estos tiempos aciagos, de extravíos y de complicidades que, a juzgar por las denuncias electorales, están corroyendo la esencia republicana de nuestra centenaria Universidad de Carabobo.

De modo que comenzaré diciendo que, de la gerencia actual de IPAPEDI puede afirmarse lo que, Sócrates, el hombre más sabio, le dijera a Calicle hace XXVI siglos. Dijo Sócrates (Platón, Gorgia; p.156):

"He aquí precisamente la conducta que tú observas al presente, Callicles. Exaltas a hombres que han hecho buenos servicios a los atenienses, prestándose a todo lo que deseaban. Han engrandecido el Estado, dicen los atenienses, pero no echan de ver que este engrandecimiento no es más que una hinchazón, un tumor lleno de corrupción, y que esto es todo lo que han hecho los políticos antiguos con haber llenado la ciudad de puertos, de arsenales, de murallas, de tributos y otras necesidades semejantes, sin unir a esto la templanza y la justicia. Cuando se descubra la enfermedad, la tomarán con aquellos que en aquel momento se pongan a darles consejos, y no tendrán más que elogios que prodigar a Temístocles, Cimon y Feríeles, que son los verdaderos autores de sus males".

Es decir, Sócrates le recriminaba a Calicles su ignorancia por exaltar gobernantes como Temístocles, Cimon y Feríeles, quienes creyeron que ser buenos gerentes consistía en construir edificios, carreteras y puentes, ignorando que, si el ejercicio de gobierno destruye las virtudes y los principios democráticos, las obras construidas tarde o temprano terminarán en la ruina junto con la mismísima República. Es decir, que tales obras no pasarán de ser un engrandecimiento artificial y momentáneo, un “tumor lleno de corrupción” que, con la ayuda de la ignorancia, la buena fe o la complicidad de los gobernados, terminan a la larga destruyendo la República.

Para los venezolanos esta enorme verdad socrática dicha hace tanto tiempo no nos es hoy nada extraña, porque ahora mismo, cuando escribo estas notas, estamos sufriendo en nuestras propias carnes esta forma insensata y errónea de administrar los fondos públicos, que en nuestro caso, también arruinaron las obras físicas y arruinaron la República.

Porque eso fue justamente lo que nos sucedió con Chávez, quien, en medio de su soberbia y su supina ignorancia, convenció a sus no menos ignorantes seguidores de que él, salido de Sabaneta y vendedor de arañas, era el mejor gobernante del mundo porque construía edificios, carreteras y puentes que, por efecto de la destrucción de las virtudes y de los principios democráticos que él mismo propició, hoy son una enorme ruina junto con la República que una vez fue la más próspera del continente.

Claro, son ejercicios gerenciales que, por desestimar la inversión en la observancia y consolidación de las normas y virtudes democráticas, se convierten en el puro goce de la sensualidad del poder, en la pura incontinencia dionisíaca de las pasiones o de los apetitos del cuerpo y del espíritu, que, como todo vicio, corrompen las bases cívicas de la democracia y terminan volviendo miserables a los ciudadanos. Porque el descarrilamiento moral de los buenos hábitos democráticos, más aún en instituciones de manejos de fondos públicos, hace, por ejemplo, que virtudes claves como la justicia, al terminar vulnerada por la inobservancia de las normas democráticas, pierda su insustituible función de convivencia social y de cohesión política, haciendo que las instituciones, ahogadas por la injusticia, terminen desintegradas, corrompidas y arruinadas. En otras palabras, la inobservancia de las virtudes democráticas, en estos tipos de gerencia, termina actuando como una fuerza entrópica que desata la erosión sistemática de las bases morales de las instituciones, haciendo que los ciudadanos, desmoralizados, desesperanzados y desconfiados, terminen asfixiados, perseguidos y arruinados juntos con la República.

Es, de esta manera, cómo estos gerentes ignorantes del contenido cívico de la función gerencial, al vulnerar la gobernabilidad democrática - como lo hemos vivido- terminan convirtiendo, aquello que fue institucionalmente armónico, sólido y próspero, en un lugar de la barbarie, donde, a la pérdida de civilidad democrática le va aparejada la destrucción institucional, cuyo saldo final lo conocemos: destrozos morales, espirituales e intelectuales, sumados a los escombros institucionales. Todo lo cual completan el paisaje, ya muy nuestro, de un campo arrasado, repleto de miserias y ruinas.

Que Chávez creyera que era buen gerente porque construía carreteras, edificios, puentes y ferrocarriles mientras debilitaban las bases de la republicana, y que sus seguidores, aturdidos por la propaganda, por la ignorancia, por el temor, por la buena fe o por su mentalidad de clientes, lo creyeran y gritaran entusiasmados: ¡ así, así, así es que se gobierna!, puede ser entendido; pero que aquí en una universidad, donde hay una Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, hayan abogados y politólogos que crean que son más importantes los edificios a medio construir que la observancia de los principios y normas democráticas, como la alternancia, es verdaderamente alarmante.

Y que Chávez creyera que bastaba con que él repitiera que hacía la mejor gestión pública del mundo y que sus seguidores, sin revisar la información económica y financiera, se lo creyeran a pie juntillas es entendible, pero que en una universidad como la nuestra, donde tenemos una Escuela de Administración y Contaduría Pública, una Escuela de Economía, una Maestría en Finanzas y un Doctorado en Ciencias Administrativas y Contables, que hayan administradores, economistas, contadores, auditores, magísters en finanzas y doctores en ciencias administrativas y contables, que crean que es suficiente la propaganda, sin evaluar la información económica y financiera, para creer que existe una buena gestión y repetir que “es la mejor gestión que ha habido en IPAPEDI”, es realmente una vergüenza. Y una vergüenza que nos dice mucho del estado académico de estos programas de estudios.

Por la vía que vamos, los encargados de publicar la información financiera de IPAPEDI, dentro de poco, terminarán convencidos, como los funcionarios del BCV, del INE o del Ministerio del Poder Popular para la Salud, que ya no será necesario publicar la información financiera ni las estadísticas en general, porque el Presidente del Consejo de Administración informa, por medio de su aparato de propaganda, que está haciendo la mejor gestión de IPAPEDI. Y al final, si este modelo que marcha a contracorriente con el rigor técnico y profesional, termina imponiéndose en IPAPEDI, yo terminaré proscrito como académico por empeñarme en rechazar la propaganda como información técnica. Pero peor aún, si este modelo sigue avanzando, lo que veremos dentro de poco es una multitud de profesores arruinados y convertidos en clientes, gritando con furia a las puertas de IPAPEDI: ¡Así, así, así es que se gobierna!

De modo que, cuando algún gerente arrogante crea que el indicador más relevante para evaluar una gestión sea la construcción de obras físicas, sin importarles el debilitamiento que su actuación le causa a las bases democráticas de la institución; cuando los profesores, por ignorancia, buena fe, temor o conveniencia, comiencen a exaltar sus obras físicas sin importarles el daño que éste le causa a la democracia; cuando sus técnicos crean que, más importante que entregarnos las cuentas para que las evaluemos, es entregarnos un montón de propaganda para convencernos que es el mejor gerente del mundo; cuando eso sucede, estamos, justamente, frente a lo que dijo Sócrates a Callicles hace XXVI siglos: frente a un TUMOR DE CORRUPCIÓN CÍVICA QUE PUDRE LAS BASES DE LA INSTITUCIÓN. Y ese tumor está a punto de estallar en IPAPEDI y amenaza con arrastrar, primero, la merecida reputación de nuestros más respetados y apreciados exrectores que hoy prestan su imagen de buena fe a una gestión cívicamente cuestionable, y luego, al resto de los docentes que no sean capaces de hacerle entender a la actual gerencia su craso error. 

Y finalmente, si alguien por ligereza o conveniencia me juzgara mal por lo que acabo de afirmar con crudeza y angustia, solo quiero recordarle: estimado colega, esto no es una idea mía, es una idea de Sócrates de hace ya XXVI siglos, como lo he aclarado desde el comienzo de manera reiterada. ¡ Es tiempo de pensar y pensar es gratis, como decía Foucault!


Un comentario que se inició breve y no lo es tanto


Asdrúbal Romero M


Frank lanza un dardo certero al núcleo de nuestra esencia universitaria. ¿Cómo es que en una universidad puede asumirse la creencia en una “gestión exitosa” sin disponer de la información técnica- profesional que permitiera realmente valorarla como tal?

Recuerdo que a raíz de un comunicado de la actual junta de administración de IPAPEDI, contentivo de una serie de explicaciones tendientes a disolver las dudas generadas a partir del retardo con el que fueron pagados unos supuestos dividendos, me dispuse a entrar a la página web del Instituto con la intención de tener acceso a los informes de gestión de los años más recientes, esos que ya no se imprimen ni se entregan en las asambleas en razón de los altos costos de impresión.

No pude conseguir ninguna información. ¡Debían estar publicados al menos allí!

Me quedé con las ganas de saber cuál era el monto vigente en dólares de las inversiones del Instituto en el exterior.  Esto me habría permitido tener una idea, aplicando una tasa de rentabilidad promedio para este tipo de inversiones, de cuál habría sido el rendimiento de ellas que justificara el monto a repartir en dividendos. Monto este que debió haber sido especificado con precisión en el mencionado comunicado. Como tampoco se especificó a cuál tasa de cambio se había convertido a bolívares y en qué fecha.

El comunicado no tenía ni un solo número en su texto al respecto de lo sustancial. Sólo números para justificar lo pobres que éramos en bolívares, en consecuencia: del exiguo dividendo que en realidad nos habría correspondido y cómo la magia de la “ingeniería financiera” lo había multiplicado por 666 veces. Número muy llamativo por cierto.

¡Propaganda para atrapar incautos, sólo eso!

Ambigüedades y galimatías poco creíbles, para justificar un retardo que estaba calculado bajo la égida de otra tecnología, JIT, o “Just In Time” para nutrir el proceso de producción de votos –yo caí en cuenta que tenía depositado el susodicho bono este domingo, a tres días de las elecciones, justo a tiempo, sonreí con sorna y me distraje calculando cuánto me había quitado la maniobra tecnológica: seis dólares, pérdida significativa con relación a lo recibido-.

He preguntado a quienes pensé podían manejar alguna información precisa sobre los números en dólares de IPAPEDI. Sólo obtuve como lejana referencia el testimonio de un ex presidente, que me confirmó haber dejado en los activos del Instituto un monto aproximado a los nueve millones de dólares. Las tres juntas de administración presididas por Fermín Conde: ¿Incrementaron ese monto? ¿O lo redujeron? Nadie sabe. Un profesor me respondió: IPAPEDI es una CAJA NEGRA.

Muy grave esta afirmación. En una universidad no se debió haber tolerado que llegáramos hasta este extremo.

Este comentario ya no tiene que ver con campaña. Las elecciones son mañana y muy pocos leerán esta nota. Tiene que ver con lo que viene después. Es un mensaje a tirios y troyanos. La administración de IPAPEDI es un deber de todos. De quienes detentan el poder, diseñan sus políticas y las aplican. Y de quienes encontrándose fuera del poder ejecutor asumen proactivamente el rol de vigilancia.

Los mecanismos de contrapeso al ejercicio del poder son indispensables. Esto debería constituir una verdad de Perogrullo a los venezolanos. Si nadie ejerce esa función, es muy probable que se produzcan desvíos, cada vez más distanciados del interés general.

Se han producido muchas críticas, y de naturaleza muy diversa, a la actual gestión de IPAPEDI. Estoy convencido que son valederas. Lo malo es que hayan irrumpido en una coyuntura electoral, cuando la mayoría ha elegido su opción política y analiza cualquier argumentación que se presente a la luz del cristal de su selección. Los argumentos, por muy racionales que sean, se pasan a través del tamiz de los afectos, los agradecimientos y las emociones.

En virtud de lo dicho, he deseado cerrar este ciclo con el texto de Frank. Quizás, como dijo alguno, hasta produzca un efecto contraproducente para la campaña de la Alternabilidad, donde él no se ubica. Pero insisto, ya no se trata de campaña –tampoco es que a la altura de mis años y la terrible experiencia acumulada de ver cómo se destruye a mi país  y a mi alma máter, encuadro fácilmente en un organigrama tradicional de campaña-, se trata de dejar constancia escrita y accesible sobre una serie de aspectos, muy delicados todos ellos, que deben ser debatidos  a los efectos de introducir los correctivos pertinentes.

Yo hago votos por el CAMBIO, justo y necesario. Ojalá la oposición pase a ser gobierno y viceversa. Ambos lados de la balanza son necesarios. Si IPAPEDI nos duele, pues todos debemos ser más vigilantes de su dinámica. ¡Algo hemos venido haciendo mal en este sentido!

martes, 11 de junio de 2019

Foucault y una reflexión sobre los peligros de la eternización en el poder



Convencido que como comunidad universitaria, es muy importante que quede, debidamente, asentada y documentada la resistencia intelectual que en nuestra alma mater ha irrumpido, con respecto a la pretensión de eternizarse en el poder de IPAPEDI de su actual presidente (en su tercer período), les comparto esta reflexión del Dr. Orlando Arciniegas. Profesor jubilado de nuestra casa de estudios y reconocido intelectual.

El poder o el espejo de Narciso


 Dr. Orlando Arciniegas
@oarcinie




La elección de autoridades en IPAPEDI ha resultado esta vez un tanto más interesante. Que el eficiente colega Fermín Conde amenace con una cuarta reelección, no ha pasado por debajo de la mesa: le ha salido oposición y hasta una fórmula electoral alternativa. Los que apoyan la reelección se escudan en la gestión de Conde, a la que aprecian como exitosa, pero que, por supuesto, no hay que admitir como el summum de lo posible, pues siempre caben otras posibilidades, que, en buenas manos también, respondan a otros criterios, igualmente válidos y legítimos.

A mí lo que me inquieta es la ligereza con la que se ha asumido la posibilidad de una larga detentación de un poder, en este caso el de IPAPEDI, que, poder al fin, es como cualquier otro. Recuerden que luego del largo ejercicio intelectual de Foucault sobre el poder, visto como múltiples relaciones de fuerza, debemos admitir que, socialmente, el poder está en todas partes, incluso en IPAPEDI. Así las cosas, no es nada extraño que el que llegue allí en plan de jefe quiera quedarse, pues el deseo de mantener el poder y de aumentarlo es parte de la naturaleza humana. Es que el poder resulta adictivo, ¿verdad? Casi una verdad de Perogrullo.

Pues bien, lo que se sabe del poder es que seduce, alucina, hincha de vanidad, incita, y, aunque nos enferme, no deja de darnos, entre otras, una agradable sensación de superioridad e imprescindibilidad. Del Síndrome de Hybris, hablan los que han visto su rostro patológico. Lo cierto es que el poder, a estas alturas, debe ser asumido con el escepticismo que se debe tener frente a la naturaleza humana, y con una racional desconfianza a toda forma de poder, repito. Si los ángeles gobernaran a los hombres, no serían necesarios los controles ni las limitaciones al poder, decía James Madison, gran arquitecto de la Constitución de los EE.UU. Pero ya sabemos que no nos gobiernan los ángeles, ni que los hombres son ángeles. Ponerle, entre los varios límites que debe tener el poder, el de la limitación en el tiempo, resulta entonces de lo más prudente y sabio. Al fin y al cabo, el poder legítimo es aquel que no le faltan controles y limitaciones.

Por último, agregaría, que, después de la terrible experiencia del chavismo, los venezolanos deberíamos ser, definitivamente, partidarios de la alternabilidad en los cargos y mucho más desconfiados del poder, de todo poder. Y que además no hay ningún ejercicio inocente del poder; el poder per se reporta un extraordinario provecho personal a quien lo ejerce. Y no estoy hablando de torticeros beneficios. Cosa que no viene al caso.



miércoles, 5 de junio de 2019

Monumento al Despropósito

Candidato en el techo de su Monumento al Despropósito



Me encanta cuando en una campaña electoral, en este caso la de IPAPEDI, nos encontramos con candidatos que escriben. Ya ha comenzado a difundirse la propuesta renovadora del Gordo Guevara y su equipo, por escrito, como debe ser: un documento compromiso. Es el equipo que apoyo, por ideas, por estatura académica, por mi coherencia con el cumplimiento del principio de la alternabilidad democrática. En esta oportunidad les comparto otro texto del Profesor Ing. Víctor Carrera, de la Escuela de Ingeniería Mecánica, candidato a vocal en esa plancha, sobre el cual me permito, a continuación, hacer un comentario.


Yo también vi el vídeo….

Victor Carrera
@InVictorCarrera


Este domingo, 2 de junio se dio inicio formalmente a la campaña electoral para la elección dentro de nuestro Instituto de Previsión Social, IPAPEDI. Pero desde hace unos días antes, está rodando en las distintas redes sociales, un vídeo que dura aproximadamente tres minutos, a manera de propaganda electoral, hecho por el actual presidente (él sólo) y quien aspira que los profesores UCistas lo elijamos por "cuarta vez consecutiva"  en el mismo cargo,  desconociendo y violando lo establecido en el reglamento de la Institución, en el cual sólo se permitía una sola reelección para éste y todos los cargos del Consejo de Administración.

En esos tres minutos, el creador quiso condensar todo “el cambio” que se ha logrado en 9 años de gestión dentro de IPAPEDI. Y haciendo honor al tiempo, creo que fue totalmente acertado en el lapso de duración de dicho vídeo, pues evidencia que él necesitó menos de 15 segundos por cada  año que ha estado en la presidencia del instituto,  para mostrar los “logros” de la gestión más larga que se ha experimentado en toda la historia de IPAPEDI.

Si bien, dicho comercial comienza dando un recorrido por lo más nuevo que en materia de salud se ha implementado (Galería Salud debe tener menos de dos meses de inaugurado), no dice que todos los servicios que ahí se nombran son con cargo al monto total de la suma de la póliza contratada por algunos asociados (la póliza no es ni automática ni gratis para todos los asociados, el que la desee debe previamente: adquirirla y pagarla).

Lo explico un poco;  si usted tiene la póliza en 10 millones, pero va al servicio para ser examinado por un médico especialista, y este le pide hacerse un examen, le será descontado de su póliza el costo del médico familiar que lo remitirá al especialista, los honorarios de dicho especialista y el costo total del o los exámenes que le deban aplicar. Esto reduce, evidentemente,  el monto de su póliza para cualquier eventualidad. Me incomodó la forma de presentar la noticia y tuve que detener el vídeo con una duda dándome tumbos en la cabeza. ¿Por qué si es un vídeo informativo, no da la información completa para que todos conozcamos cómo son las cosas en realidad?  Rápidamente recordé que se trataba de un comercial electoral…

Cuando volví en cuenta y recordé que estaba viendo un vídeo con fines electorales, cambió mi percepción del contenido “informativo”.

  ¿Qué partes del mensaje despertaron mi curiosidad?  Varias que las trataré de enumerar de manera sencilla:

1.- La presencia del candidato reeleccionista totalmente solo. ¿En nueve años al mando de la institución no pudo consolidar un equipo de gestión? ¿Es una gestión personalista?

2.- ¿Por qué presenta la póliza de salud, la compra de propiedades y la construcción de un resort como “logros” en nueve años de gestión? ¿Dónde fueron a parar los otros servicios que históricamente prestó este instituto en otras gestiones, tales como: Préstamo para adquisición de vehículos, Adquisición de viviendas? Nadie dice nada del edificio que se compró en la Av Bolivar Sur y que ahora se encuentra invadido. El montepío, prácticamente, perdió su esencia, y así otros planes que no alcanzo a recordar en este momento.

3.- Se nos muestra la construcción de un resort de 54 apartamentos  en  Chichiriviche. Varias cosas  me llegaron a la mente con esta escena: 1) ¿Todavía está este edificio en construcción?  2) La cantidad de millones de bolivares que todavía se necesitan para que, algún día, se termine esa obra, y 3) No pude evitar imaginar qué sentirán todos aquellos profesores que aún no tienen vivienda propia y le están mostrando una construcción mil millonaria con fines recreacionales que no sabremos cuando estará terminada.

Quisiera cerrar dejando claro que en mi posición personal y como candidato a vocal al Consejo de Administración, creo que usar a la institución para hacer propaganda es un acto de ventajismo cuestionable. Además,  no se debe olvidar que el Instituto no es un proyecto de una persona, que al estilo de Nicolás Maduro, pasea en su flamante camioneta y muestra como “invierte” el dinero de todos los asociados, mientras estos últimos no tienen como comprar un par de zapatos para ir caminando a dar sus clases.

La institución se merece un verdadero cambio y  una gestión que sea más cercana a las necesidades, que actualmente vive cada profesor asociado en estos días tan difíciles nadando en una crisis extremadamente terrible.

Un gran abrazo para todos.

Víctor Carrera


Mi comentario:

 Un Monumento al Despropósito


Asdrúbal Romero M
@asdromero


Coincido en un 100% con la valoración que hace Víctor del video propaganda. Sin embargo, no quisiera dejar pasar la oportunidad para enfocarme en un aspecto que me llamó particularmente la atención. Se refleja en el video un severo problema de desconexión con la realidad cuando el profesor Fermín Conde, candidato a eterno presidente, osa mostrar como un gran logro la construcción de un resort recreacional de 54 apartamentos en Chichiriviche (no me extrañaría que fuera el único resort en construcción en esa zona).

El plantearse un objetivo recreacional para los profesores no es algo cuestionable per se, pero en el contexto socio económico en el que estamos hundidos: me atreveré a opinar que lucirá para la mayoría de los miembros de IPAPEDI como un auténtico despropósito. En lo personal, como uno es lo que escribe y, en este blog, desde el 2013 hemos venido pronosticando la ocurrencia de este tsunami económico que ha arrasado con la viabilidad funcional de la mayoría de los organismos públicos, incluidos en ellos nuestras universidades, así como el poder adquisitivo de quienes salarialmente dependemos de ellos,  me parece particularmente ofensivo a nuestra inteligencia: ver haciéndonos carantoñas de candidato al prof. Fermín montado sobre el techo de esa obra de relativo buen tamaño, candidata su vez a sumarse al repertorio de obras abolladas que acumulamos en nuestro historial ucista.

Lo que evidencia su pretensión de disfrazarnos como un logro lo que en verdad es un monumento al despropósito, es una absoluta carencia de visión estratégica que todo gerente, para poder autocalificarse de exitoso, debe exhibir. Lo que nos está ocurriendo en la Universidad, tanto desde el punto de vista institucional como el personal de todos sus trabajadores, no podemos decir que es algo que nos cayó abruptamente del cielo. Los anuncios, predicciones, opiniones de los más distinguidos economistas del país, sobre lo que se nos venía encima han copado los medios de comunicación social desde hace, por lo menos, cinco años. Una gestión con un nivel de planificación estratégica medianamente razonable, capaz de analizar el contexto y sus tendencias, democratizada y con una voluntad real de consulta a sus miembros sobre una decisión como esa, nunca hubiere aprobado la construcción de ese resort.

Ese edificio es un síntoma de esa enfermedad que produce la eternización en el poder. Cuando los planos personal e institucional se confunden, y el jerarca llega a pensar que lo que es bueno para él, también lo es para los miembros de la organización que dirige y en consecuencia lo impone. Es así como comienza la desconexión con la realidad, ese fenómeno que claramente todos percibimos también ocurre entre los miembros de la cúpula chavista con respecto a la realidad del país.

Lo nefasto de tal desconexión, es que comienza a correrse el riesgo que la organización deje de ser pertinente para sus miembros. Tal como lo señala Víctor: cómo van a percibir la mayoría de los profesores, que confrontan ingentes problemas para satisfacer sus necesidades básicas, que la caja de ahorros en la que ellos tienen los pocos ahorros que pueden tener, se ha abocado a la construcción de un resort que cuando se finalice, si es que puede llegar a ser concluida la obra, ellos no están en condiciones de disfrutar. ¿Es eso realmente prioritario? –se preguntarán-. Y de esta interrogante pasarán a preguntarse si no será mejor desafiliarse y darle mejor uso a ese 10% del sueldo que les retienen, así pierdan ese otro 10% institucional que ingresa a una institución de muy poca utilidad para ellos.

Si llegare el momento que para una mayoría: la respuesta a esa pregunta fuera la desafiliación, estaríamos en presencia de un excelente ejemplo de pérdida extrema de pertinencia. Y ello no sólo sería perjudicial para los que se fueran, sino también para los que nos podemos quedar ya sea porque nuestras circunstancias personales –edad, historia económica personal, otros ingresos, hijos afuera, etc..- nos alivian un tanto de la crisis y quizás nos permiten hacer mejor usufructo del Instituto.

¡IPAPEDI tiene que ser de utilidad para todos! Si no, pierde pertinencia. Que la ha venido perdiendo por falta de un análisis estratégico correcto.  IPAPEDI ha tenido que cambiar. Obviamente, ¿acaso el tsunami no le ha afectado también? En razón de ese cambio es que hemos perdido tantas cosas buenas que IPAPEDI antes nos ofrecía. Por cierto, no por eso vamos a calificar a Fermín de destructor, como sí lo hace la jauría tuitera con algunas autoridades -muy selectivamente escogidas-, que han tenido que enfrentar con muy escasas armas el mismo tsunami.

Pero lo cierto es que la ruta de cambio en IPAPEDI tiene que ser corregida. Ese cambio que nos prometen seguir no nos gusta, no nos interesa,  de continuar nos conduce a una pérdida extrema de pertinencia acicalada por el endiosamiento del jerarca. Necesitamos es una gestión más humana, más en sintonía con las necesidades de todos los miembros del Instituto (respetando la diversidad de sus distintos segmentos) y con una inapagable luz orientadora: el incremento de la pertinencia de IPAPEDI para todos sus afiliados.