¿Diálogo sin Leopoldo?
Asdrúbal Romero M. (@asdromero)
No pueden
imaginarse cuánto he evadido el tener que repetirme en ese inagotable debate
que se ha venido dando en el país sobre las bondades y/o errores en las
actuaciones de la MUD. Sobre todo, después de escuchar a Fernando del Rincón
decir, al inicio de uno de sus más recientes programas en CNN, que en Venezuela
todo parecía haber girado en 360 grados: habíamos completado toda una vuelta
para quedar en lo mismo; todo un ciclo para darnos el gusto de repetir, como si
hubiésemos reprobado una materia de bachillerato.
La verdad es que
quienes nos atrevemos a exteriorizar planteamientos críticos sobre las
ejecutorias de la MUD, algunos con excesiva frecuencia y otros que nos vamos
cuidando hasta que explotamos, conformamos un amplio espectro de opiniones. Los
hay desde los que acusan a los jerarcas de la MUD de colaboracionistas vendidos
que negocian el sentimiento opositor a cambio de billetes verdes, -este no es
mi caso y además nunca he creído en esa monserga-, hasta los que osamos de vez
en cuando argumentar sobre algún aspecto con relación al cual creemos que la
MUD lo está haciendo mal. Argumentar, es
decir: exponiendo razones. Pero al final, todos: desde los ominosos guerreros
del teclado hasta los sabelotodos, somos lanzados al mismo infierno de Dante,
que por estos días Tom Hanks lo ha puesto de moda, por esos ardorosos
espadachines de la lengua que pretenden blindar a la MUD ante cualquier
señalamiento crítico.
Aunque suene a
pedantería decirlo, me he auto ubicado
en el grupo de los sabelotodos, también calificados con sarcástico encono de
incómodos managers de tribuna. Me baso
para este atrevimiento en el hecho de haber especializado mis críticas en el
área de los errores sistémicos cometidos por la MUD. El de la obstinada
negativa a construir una articulación orgánica con las diversas organizaciones
de la sociedad civil es uno, importante por lo demás. Entenderán porque hablo
de la posibilidad de repetirme si consultan, por ejemplo: “Otra vez el debate
sobre la MUD” (http://quepasaenlauc.blogspot.com.es/2015/05/la-exitosa-convocatoria-de-ll-para-el.html). Y este error sistémico no sólo lo he denunciado
yo, sino infinidad de analistas y hasta la misma Comisión para la
Estrategia de la Mesa de la Unidad Democrática, designada por la MUD, coordinada por Arístides Hospedales e integrada
por gente muy valiosa, se los dijo. Nunca hicieron caso.
El otro error
sistémico en el cual he insistido es el de las marcadas deficiencias y
carencias en el manejo discursivo frente al Régimen. No voy a señalar referencias
específicas al respecto, porque llenaría este artículo de un excesivo número de
enlaces a mi blog. Entren a él y constatarán. Valga la autopromoción. No voy a
auto repetirme, reitero, así que no hablaré de tales temas. Sino de los
pequeños errores que se montan uno sobre el otro y cuando venimos a ver…..
La lengua me la
he mordido hasta llenar de sangre mi boca, pero el otro día un amigo
–conociéndole: sospecho que deseaba provocarme- me envió un correo electrónico
contentivo de un artículo el cual, palabras más, palabras menos, me confirmaba
con formalidad lo ya difundido -a través de decenas de cadenas en las redes
sociales-, sobre todo el pandemónium que se había generado alrededor de la
tarima de la marcha denominada “La Toma de Venezuela” -26O-. Quien escribe,
Ezequiel Abdala para la Revista Ojo, confiesa haberse sentirse abrumado por la
popularidad del “Vamos a Miraflores” entre la masa que rodeaba la tarima. Les
invito a que lean su crónica, excelentemente escrita, en: http://revistaojo.com/2016/10/26/cuando-los-lideres-se-crecen/ .
Bien vale la pena
recrear a través de sus palabras aquel hervidero en el que una masa enrabietada
coreaba: Si no salimos hoy / se acaba la Unidad. Dirigente que se atrevía a hablar, dirigente
que era abucheado y cargado de duros epítetos. Todos tuvieron lo suyo. Según la
crónica: Capriles y Ramos Allup fueron valientes al mantenerse en
contracorriente contra el deseo de esa masa enardecida y argumentar el porqué. De
allí el título del artículo “Cuando los líderes se crecen”, pero no es su conclusión,
la cual comparto, lo que me interesa destacar. Sino el cómo de una
circunstancia totalmente cargada de irracional emocionalidad, surge una
decisión política de tanta trascendencia como anunciar para una fecha
específica una marcha que tendrá como objetivo central el dirigirse a
Miraflores.
¿La MUD había
decidido en frío una decisión de tanta trascendencia como esa? ¡Y tan
equivocada! No sé si esta afirmación merezca mayor discusión, en todo caso me
remito al introito del precitado artículo: “De la gente que pensaba que podría
cambiar su vida con el premio que sacara de una caja de Ace, hemos pasado a los
que creen que pueden sacar a una dictadura con apenas pisar el asfalto que
rodea el palacio de Miraflores. Que eso es llegar, tocar el suelo, ver el
Palacio y el dictador huir”. A este hermoso sarcasmo le añadiría: si es que
acaso la MUD cuenta con un ejército secreto que sacaría ese día con la
finalidad de proteger una marcha de desesperados inocentes, porque con estos
bichos ya no se requiere tanto ejercicio de imaginación para saber cómo la iban
a detener. ¡Obviamente no! No hubo ninguna decisión formal de la MUD en ese
sentido, como lo demostraron los discursos de Capriles y Ramos Allup, pero lo
que emergió como una decisión de la MUD hacia la gente fue esa. Pregunto
entonces, para no decirlo yo: ¿Se concreta con esa aventurada convocatoria un
error o no?
Me podrán
responder: sí fue un error, pero no de la MUD, sino de unas personalidades que
hacen vida dentro de la MUD y que no podían ser contradichas en aras de la
Unidad. ¡Perdónenme! La Unidad, como valor, tiene que estar subordinada al
obligado imperio de principios y valores que están por encima de ella. Si había
que desmentir a quienes, en esta oportunidad, se equivocaron -como en el pasado
se equivocaron los otros-, había que hacerlo, porque el delicado momento así lo
exigía. La aventurada convocatoria fue tan errada, finalmente no me contuve,
que condujo a un error mayor.
¿Cuál? El diálogo.
No porque no haya que dialogar, siempre será importante la posibilidad de
establecer un diálogo como una de las vías para salir de esta pesadilla. Un
diálogo, por ejemplo, bajo la modalidad que tan brillantemente ha expuesto la abogado Thays Peñalver (@thayspenalver). Del reciente referéndum que se celebró en Colombia, quedó
plasmado en mi memoria un dicho que me parece es aplicable a esta situación
nuestra: no es el sí (al diálogo), ni es el no (al diálogo), es el así no. La
MUD terminó participando en un diálogo cuyas condiciones de contexto no le
fueron convenientes. ¿Y por qué no condiciono de mejor manera su participación?
Posiblemente, esta
es mi opinión personal y, por lo que he leído, de algunos otros managers de
tribuna, porque la MUD, ante la inminente convocatoria a un evento de muy
probables nefastas consecuencias y de compleja controlabilidad política, se vio
forzada a participar en algo sin el tiempo suficiente para trabajar la
construcción de un consenso interno. Incluso,
se ha dicho, fue un tanto entendiblemente coaccionada por los representantes de
la Iglesia que, habida cuenta de la naturaleza de su representación, tenían que
priorizar su justificada inquietud acerca de la probable pérdida de muchas
vidas. Pero no sólo fue la MUD, también el Régimen se vio precipitado hacia el
diálogo. Preocupados tendrían que estar, no por las vidas sino por la
posibilidad que su método asesino de contención les acarreara, finalmente, la
pérdida del Poder.
Ambos bandos se
vieron obligados al diálogo, pero el Régimen, con mayor poder, manejo de
recursos y la funcionalidad de su unidad jerárquica, logró sacar mejores
resultados de su escenificación. La MUD cometió errores. La presencia del
desacreditado Timoteo Zambrano en esa mesa, debían saber que les iba a generar
millones de comentarios ácidos en su contra, de esos que le proporcionan
oxígeno a los tan mentados guerreros del teclado y después se quejan. Nunca
deberían olvidar que sus errores se convierten en argumentos de sus opositores
más radicales Permitir la participación
de Maduro, que es un rayador que a quien toca raya. En fin, no deseo extenderme
en esto, para darle espacio preponderante a la que yo creo es la razón
fundamental por la que un diálogo celebrado, en esas condiciones, terminaría
siendo malo para la MUD como lo ha sido hasta ahora.
La auténtica y
verdadera piedra en el zapato del diálogo es la condición de Leopoldo López
preso. Y lo centro en su figura personal, consciente como estoy de su no
aceptación a ser liberado si antes no lo son todos los presos políticos. Asume
para sí el papel del capitán que debe abandonar de último el barco siniestrado
y le concedo toda la razón. Yo, en su lugar, también la asumiría. Reitero: con Leopoldo preso, es muy complicado
para la MUD participar en un diálogo que pueda resultar fructífero porque su
misma participación divide y al dividir pierde su representatividad.
¿Por qué? No
dejemos de lado que quienes se están sentando en la mesa del diálogo fueron los
mismos que lo hicieron en el 2014. En aquella oportunidad fueron muy
criticados. Una no desestimable porción de sus problemas de imagen devienen de
aquel evento. De aquellos barros, estos lodos. Por supuesto, ellos pudieran
alegar en su defensa, como de hecho lo hicieron, que consideraban,
políticamente: las condiciones no estaban dadas para una salida como la que
promovía Leopoldo con María Corina y Ledezma. Acusaron, sobre todo a Leopoldo,
de jugar un “adelantaíto”, es decir: de no haberles informado, oportunamente,
lo que se proponía con la aviesa intención de tomar mayor ventaja política de
los resultados positivos que pudieran derivarse de su acometida estratégica,
etc., etc. No estoy en condiciones de saber si eso fue realmente así o si lo
que hubo fue una diferencia de visión con relación a la acelerada dinámica de
lo que iba a ocurrir en Venezuela en materia de deterioro social y económico en
estos tres últimos años.
Quizás, por qué no
asomar el escenario alternativo, Leopoldo trató de compartir con ellos su
visión de lo que ya estaba en proceso de inevitable evolución dinámica. Que les
argumentara la necesidad de evitarle al país esta irremediable pérdida que se
ha producido desde el 2014 hasta acá y, en consecuencia, planteara la necesidad
de no postergar más la salida del Régimen. Pudo haber ocurrido de esta manera
también, por qué no. Mi propia experiencia me dice que la cuestión pudo haber
fluido de esa forma, porque a cuántos no he intentado convencer yo de esa misma
visión que ya unos cuantos compartíamos, por diferentes vías, con Leopoldo y, sin
embargo, no lo logré. De nada valía que uno se desgañitara hablando de
tendencias explosivamente dañinas. Que uno mostrara curvas exponenciales
apuntando hacia la tragedia que hoy vivimos (qué puede extrañar que la tasa de
cambio del dólar, en cuestión de días, se haya acelerado hasta casi superar los 2000 Bs/$, cuando lo que está haciendo es
recuperar en brevísimo plazo una predecible tendencia artificiosamente
contenida). Al parecer, no todo el mundo tiene la misma capacidad para la
visión sistémica. O, también es verdad, muchos, aunque la tengan, priorizan la
solución del nudo gordiano político, como paso primero, aunque de la dinámica socio
económica que se estuviere visualizando a futuro pudiera derivarse una crisis
humanitaria. Hoy lo tengo claro, antes no.
Asomo el escenario
alternativo porque hoy, a casi tres años del inicio de aquellos eventos,
resulta incontrovertible que la visión acertada fue la de Leopoldo –y sus
acompañantes, disculpen que no siempre les mencione por razones de brevedad-. Esa
visión trastocada en insondable realidad la está sufriendo el pueblo venezolano.
Y Leopoldo está pagando, ¡de qué manera! su supuesto aventurerismo. Entonces,
aquellos argumentos que pudieron haber esgrimido quienes se sentaron a dialogar
con el Régimen en aquella ocasión, hoy día ya perdieron totalmente su vigencia.
Si en el 2014 existía un espacio relativamente creíble para la contraposición
de dos puntos de vista, este ya se agotó. La Oposición no puede plantearse sentarse con
el Régimen si en esa mesa de diálogo no está presente Leopoldo o quienes puedan
válidamente representarle. Y, por supuesto, para que esto pueda ocurrir
Leopoldo tiene que estar libre y, como él, todos los actuales presos políticos.
Si la MUD insiste
en un diálogo sin Leopoldo, divide. Resulta inevitable que divida, así los
ardorosos espadachines digan lo que digan intentando convertirnos en focas no
pensantes y proclives al fácil aplauso. Y
si, además, el Régimen implementa toda una estrategia de liberar los presos
afines a los que acceden a dialogar mientras continúa persiguiendo a Voluntad
Popular, le echa leña a la caldera de la división. Ellos bien saben lo que
hacen. Proponen un escenario de inmoral extorsión que no puede ser aceptado por
la MUD sin que ello también la raye. Por eso, el rumbo actual tiene que ser
corregido. La primera condición para el diálogo tiene que ser la liberación de
todos los presos políticos. Y de allí en adelante, lo que se pueda concertar
estando todos comprometidos alrededor de una unidad auténticamente creíble.
Vuelvo a hacerme eco del esquema de diálogo propuesto por Thays Peñalver.
El tema es
complejo. Una amplia diversidad de temas conexos se quedan en el tintero. Pero
deseo finalizar con una recomendación. El momento político que vive Venezuela
es en extremo delicado, por eso no hay espacio en él para un ejercicio de la
política que esté reñido con la verdad y los valores morales fundamentales.
Cualquier decisión que se vaya a tomar, sométanla a la criba de la autenticidad
moral y verán que dejarán de errar. Y se interrumpirá ese deambular en el que
un error pequeño deriva en otro más grande y así, sucesivamente, hasta llegar quizás a
una situación que se pueda calificar, incontrovertible e irreversiblemente, como un mal
resultado de la actuación de la MUD. Que será también un mal resultado para todos y para el país.
¿Podríamos definir para un futuro,
objetivamente, lo que es un MAL RESULTADO? Un buen tema para abordar en un
próximo artículo, porque toda delegación a un cuerpo de dirección debiera tener
una acotación en el tiempo para el cumplimiento de objetivos.