sábado, 28 de marzo de 2015

Otra vez: Neuropolítica en el caso Venezuela

Injerencia Imperialista vs ???

Asdrúbal Romero M.

I-El Régimen aplicó el “framing” al Decreto Obama

Estoy como Lakoff, un experto norteamericano en Neuropolítica y de tendencia progresista, que en cada uno de sus libros insiste en evidenciar la molestia que le produce el hecho que los del Partido Demócrata no tengan la habilidad, que sí la tienen los Republicanos, en enmarcar (“framing”) su discurso político para que éste se conecte más eficientemente con los electores. Lo traigo a colación, al haber observado en días recientes la forma como ha sido procesado políticamente el Decreto Obama, tanto por el Régimen como por cierto sector de la Oposición vinculado a la MUD. No sería justo involucrar a toda la Mesa en la opinión que, posteriormente, expresaré, porque de ella no surgió un pronunciamiento oficial y unánime, lo cual habría sido deseable -aunque, quizás, pensándolo bien: mejor que no se produjo-. El Régimen, inmediatamente, apeló a la técnica del “framing” para generar un discurso político que contrarrestara al Decreto. Esta afirmación requiere de una explicación previa.
El ser humano piensa usando marcos conceptuales (“frames”). Las palabras nombran elementos de esos marcos. Cuando escuchamos la palabra “hospital”, nos imaginamos inmediatamente un edificio, diversos tipos de personas cumpliendo roles distintos y que interactúan entre sí en la ejecución de distintos procedimientos: médicos, enfermeras, pacientes, etc., por una parte; operaciones, consultas, tomografías, etc., por la otra. Esta palabra se refiere a todo un marco conceptual que le da sentido y significado a muchas de las palabras que se utilizan para designar elementos dentro del mismo. Lo que conocemos acerca del mundo está constituido por estas estructuras cognitivas o marcos conceptuales que hemos venido aprehendiendo a lo largo de nuestras vidas. Un discurso político será mucho más escuchado si a él se le enmarca dentro de un “frame” que sea harto conocido por los pretendidos recipiendarios del mensaje. No olvidemos: cada cual escucha e interpreta los mensajes que recibe a través de los marcos cognitivos que conforman su visión del mundo. El discurso podrá ser mucho más persuasivo si evoca un marco con el cual los receptores se sienten identificados o tienen una vinculación emocional positiva. Esta es la razón de ser de la técnica del “framing” como estrategia discursiva utilizada para lograr una comunicación más eficiente. A veces una sola palabra, o un par de ellas, es suficiente para evocar el marco dentro del cual queremos que nuestro mensaje sea percibido.    
Dicho lo anterior: el Régimen no se anduvo por las ramas. Vio su oportunidad de pasar a la ofensiva en la vinculación del Decreto de Obama con un marco conceptual que, históricamente, ha tenido mucho arraigo dentro del sentir latinoamericanista. Es el mismo “frame” del “Yanqui, Go Home” que todavía resuena con fuerza en el corazón de muchos latinoamericanos a quienes, por años, se nos ha vendido la tesis de que somos pobres por culpa de ellos. Ha sido el Imperialismo Norteamericano el que nos ha succionado nuestras riquezas para ponerlas al servicio de su auge económico, un “frame” que además es, relativamente, fácil de instalar en la mente de la mayoría por aquello de que siempre es más fácil ubicarnos en el rol de víctimas y echarle la culpa a otros de nuestro propio fracaso. El antiyanquismo latinoamericano no es de ahora, viene de muy atrás y no sólo se ha nutrido de argumentos economicistas, la muy difundida Teoría de la Dependencia, sino también de argumentos culturales; históricos, derivados de los enfrentamientos armados de Washington con sus vecinos del Sur y las intervenciones militares en el Caribe, y hasta el sicológico: consecuencia de esa malsana mezcla de admiración y rencor que hunde sus tentáculos en una de las facetas más oscuras de la naturaleza humana cual es la envidia. A su instalación en la cosmovisión latinoamericana, no sólo han contribuido factores adscritos a la izquierda más recalentada sino también partidos ubicados en el centro, tanto a la izquierda como a la derecha, así como sectores intelectuales. De hecho, no creo incurrir en una exageración al decir que en determinadas épocas ha sido parte de la “Verdad Oficial” de la mayoría de los gobiernos de la Región. No puede extrañar entonces que el “framing” acometido por el Régimen haya logrado colocar su discurso en el centro del debate político,  a pesar del caótico contexto social y económico que tan duramente nos viene golpeando a todos y las evidencias de corrupción al interior del Régimen que, día tras día, vienen ocupando titulares de medios internacionales.

II-Los tres factores de éxito para el Régimen

“Injerencia Imperialista” es una expresión precisa para encuadrar el Decreto de Obama dentro de la perspectiva específica del antiyanquismo latinoamericano. Cumple lo que dijimos: basta una acertada expresión para evocar todo un marco cognitivo, bastante complejo en este caso, lleno de elementos del pasado que se retrotraen para enriquecer el discurso que se desarrolla a posteriori y poderoso emocionalmente en su capacidad, todavía, de levantar pasiones. Pero, adicionalmente a esto, es factible señalar otros tres factores que han contribuido al relativo éxito del “framing” que nos vienen perpetrando. Por supuesto: la continuada reiteración del discurso a través de una costosa campaña mediática. Cadena Nacional todos los días; Maduro, cual un Chávez cualquiera, intentando con su insistencia abanderarse de su rol de líder del anti imperialismo y que nos olvidemos de lo “otro”, mientras uno se pregunta en qué momento se dedicará a gobernar este país con tantos nudos problemáticos pendientes por resolver. Jorge Rodriguez, que nos puede caer muy pesado a todos los que confrontamos a este régimen – en esto se juega la corona con Pedro Carreño- pero que no se pueden desestimar sus dotes de buen comunicador, liderando una alegre y eufórica campaña de “tuitazos”, “hashtags” y recolección de firmas, mientras disfruta haciendo trizas argumentalmente el famoso decreto. Y puede hacerlo, porque también es menester reconocer la debilidad argumental que se nos devela al leer la Orden Ejecutiva de Obama. Una especie de decreto “torigallo” donde se pasa de decretar a Venezuela como una amenaza para los Estados Unidos a una declaratoria de sanciones a funcionarios por la violación de derechos humanos, sin aportar las razones que justifiquen lo primero. Pensar que es torpeza en la redacción de los asesores no me luce verosímil, opino más bien que es la solución defectuosa a un acertijo sin fácil solución: cómo no contrariar la iniciativa republicana de sanciones en el Congreso Americano y al mismo tiempo enmascararlas detrás de un discurso de derechos humanos, más acorde con la imagen obamista y más potable hacia el público no intervencionista que pulula la clientela política del partido demócrata. En fin, un decreto pensado más para cuidar el frente político interno del gobierno de Obama que para jugarse el pellejo señalando los verdaderos argumentos que pudieran encuadrar el decreto dentro de un  “frame” más controvertido: ¿Hasta qué punto pueden las fechorías de un estado delincuente representar una amenaza para el resto del Mundo? Una importante verdad puede pasar inadvertida si ella no es enmarcada (“framed”) de manera tal que pueda ser nombrada, reconocida e instalada en las mentes de la gente.
En resumidas cuentas, lo defectuoso del Decreto les ha brindado municiones a los voceros del Régimen y les ha facilitado la consecución de triunfos en el frente diplomático. De allí que se haya constituido en el segundo factor a favor del “framing” de la Injerencia Imperialista. Pero hay un tercer factor cuyo señalamiento me permitirá exteriorizar la forma como yo visualizo debió haber sido confrontado el “framing” del Régimen, apelando a estas nuevas técnicas que nos aportan las neurociencias. Antes debo decir: un marco o “frame” puede ser evocado aun cuando sea negado. En el ejemplo emblemático de Lakoff, que le sirvió para titular uno de sus libros más leídos, él le dice a sus alumnos: “No piensen en el Elefante” y qué es lo primero que ellos hacen: pensar en el elefante. Cuando Nixon se dirigió en cadena televisiva a todo el público norteamericano a raíz del asunto Watergate diciendo: “Yo no soy un bandido”, todos los televidentes inmediatamente comenzaron a pensar que era precisamente eso. El corolario es que no se combate, discursivamente, un “framing” ubicándose dentro del cuadrilátero enmarcado por el marco cognitivo del contrario. Esto ha sido parte de la eterna historia de la Oposición confrontando a Chávez. Un “framing” se combate con otro “framing”. Puede darse la circunstancia que el marco cognitivo dentro del cual se quiera enmarcar una campaña comunicacional sea escasamente conocido o poco popular a nivel de los electores, pues bien: hay que arriesgarse y estar conscientes que el éxito de la campaña comunicacional pasa por instalar en la mente de los destinatarios de ella el nuevo “frame”.
Continuemos, ahora sí, con el tercer factor que ha contribuido al relativo éxito del “framing” Injerencia Imperialista.   Tiene que ver con la debilidad de la respuesta comunicacional opositora. Lo que le ha ocurrido a algunos políticos identificados con la oposición más institucional es que les ha dado verdadero pavor el parecer pro yankis. Se han visto en la necesidad de hacerse parte del reclamo hacia el Imperio por su injerencia. Una vez compartido ese criterio con el Régimen,  ya no importa lo que digan o las sutilezas que intenten para darle un giro a su posición y disparar un tiro en dirección contraria. Después de haberse dejado encerrar en el ring del contrario, ya la batalla discursiva la tienen perdida. Yo, la verdad, les confieso que he alucinado viendo a políticos supuestamente muy experimentados como: Zambrano, Jefe de la Fracción Parlamentaria de AD; Barboza, el Presidente de UNT, y Roberto Henríquez, Secretario General de COPEI, enterrar con su posición ambivalente cualquier posibilidad de confrontar hábilmente la ofensiva del Régimen.

III-Nuestra propuesta para combatir el “framing” del Régimen

Conociendo a quienes detentan el poder del Estado en nuestro país como ya se les conoce; sabiendo, perfectamente, a estas alturas de todo lo que son capaces, a estos distinguidos señores de la Oposición, así como a cualquier ciudadano medianamente consustanciado con los hechos políticos más resaltantes en esta Venezuela bizarra,  la primera interrogante que debería habérseles ocurrido al enterarse de la existencia del Decreto Obama es la siguiente: ¿En qué tipo de enredos andará el Régimen como para que a Venezuela se le haya declarado como una amenaza para la seguridad internacional? Una interrogante que tiene mucho sentido habida cuenta de la imagen más bien pacifista y poco intervencionista del Presidente Obama, pero además: sustentable por la gran cantidad de información que se ha difundido  sobre las fechorías que han venido cometiendo personajes vinculados a los más altos niveles del Poder Público.
¿Acaso no sabemos que ya en los archivos americanos  reposan todas las canciones de los Makled, Aponte, Isea, Leamsy y demás compositores menores? Que Venezuela se ha convertido en el nuevo hub del narcotráfico internacional a través del cual circulan centenares de toneladas anuales de cocaína hacia Estados Unidos y Europa. ¿Puede o no considerarse esto una amenaza hacia el resto del Mundo?  Y de los miles de millones de dólares que, en su recorrido hacia las lavanderías internacionales de dinero, han contaminado el sistema financiero a nivel global utilizando cuentas bancarias institucionales de organismos del estado, qué podemos decir. ¿Qué se lo tienen que calar porque nosotros somos un estado autónomo?  Y más grave aún: que como somos tan buenos aliados prestamos nuestra colaboración para la legitimación de fondos de organizaciones, oficialmente, declaradas como terroristas en el ámbito internacional  e instalamos mecanismos expeditos para la entrega de pasaportes venezolanos a terroristas islámicos –con los que no contamos al interior del país por cierto-. El problema es que los pobladores de este país tenemos que tomar conciencia que el Estado Venezolano se ha convertido en un ejemplo emblemático de lo que Fukuyama en su libro, “La Construcción del Estado”, señalaba como Estado Fallido.  Y lo es, no sólo por su incapacidad demostrada para resolver los problemas de la Economía, la Salud, la Educación, la Justicia, la Seguridad, la Soberanía Alimentaria, etc., sino porque al ser incapaz de mantener los mecanismos naturales de control interno ha facilitado su abordaje por delincuentes, que aprovechándose de los privilegios propios de un estado cometen acciones que van en detrimento de otros estados. Por eso Fukuyama expresa: “Defiendo la construcción del Estado como uno de los asuntos de mayor importancia para la comunidad mundial, dado que los Estados débiles o fracasados causan buena parte de los problemas más graves a los que se enfrenta el mundo”. Fracasado sería otro buen adjetivo para calificar al Estado Venezolano y en ese rotundo fracaso hacemos daño a los otros países, ¡nos convertimos en amenaza! Este es el verdadero sentido  de “amenaza” al cual tendría que apuntar una oposición realmente clara sobre el delicado problema que tenemos entre manos. Somos “amenaza” porque este régimen ha convertido nuestro estado en un estado fracasado, en un estado fallido, en un estado que desde el exterior se comienza a percibir como un estado delincuente. Y este es el marco cognitivo en cual deberíamos dar la pelea comunicacional. ¿Difícil? Quizás, pero tendríamos que atrevernos porque este es el verdadero dilema al cual nos enfrentamos.

El Régimen hablando por su lado de imperialismo, historias del pasado, supuestas invasiones militares y otros asuntos risibles. Nosotros por el nuestro hablando de Estado Fracasado, con la artillería apuntando hacia sus falencias internas que son demasiado obvias para que la gente no las internalice y también: hacia las consecuencias externas que podrían derivarse de las acciones de un estado invadido de delincuentes. Ni siquiera nos corresponde a nosotros hablar de los defectos del Decreto Obama, si lo hice en este texto fue para intentar ser exhaustivo en el análisis del por qué, hasta ahora, el Régimen había ganado la batalla comunicacional.  Tampoco se puede andar endilgándole culpas a Obama y a sus asesores de que los haya revivido. El problema es nuestro. La batalla es nuestra. Ellos en su “frame”. Nosotros en el nuestro. Sin salirnos de allí y reiterativos. Si no insistimos hasta la saciedad en nuestro “frame” no lo posicionamos en las mentes de quienes queremos convencer.  Framing vs Framing. Injerencia Imperialista vs Estado Fracasado. Ojalá la MUD pudiera sentarse y reflexionar sobre estos temas. Termino citando a Lutz: “No es lo que tú dices, es lo que la gente escucha”.

sábado, 14 de marzo de 2015

País de Locos de Peter Albers

Tenía tiempo que no me sentía tan identificado con un artículo de opinión. Tanto que decidí colgarlo en mi blog sin pedirle permiso a su autor. Supongo que él sabrá, como lo decía Cortazar, que las palabras escritas son como flechas que dejan de pertenecerle al autor y nunca podemos pretender controlar dónde pueden caer.


PAÍS DE LOCOS

Peter Albers

Pareciera que no vamos a recuperar la cordura nunca. O, por lo menos, no todavía. Y no puede ser de otra manera, cuando un dirigente político dijera hace ya un tiempo: Chávez era el que nos controlaba a todo este poco de locos . Y si eso ocurre en los más altos niveles, y el país lo conduce un atajo de locos, visto que el loquero se murió ¿qué le espera al país? ¿Qué nos espera a nosotros? Y eso se pega.

Tan locos estamos, que si un presidente de un país llama torturadores a unos individuos que detentan cargos desde los cuales es muy fácil (no digo que lo hagan) abusar de su autoridad, lo tomamos como una ofensa personal. Es como si acusar de malandro al matón del barrio fuera tomado como una ofensa por el barrio entero, y que además tomen la acusación de la policía contra el delincuente como una injerencia en la vida del barrio. Cuyos ocupantes más bien deberían estar agradecidos de que alguien los haya liberado de esa plaga.

Tan locos estamos, que un representante diplomático declara en un asqueroso programa de televisión, por el canal de todos los venezolanos , una teoría muy suya según la cual el setenta y pico por ciento de los venezolanos tenemos la cabeza hueca. Todo dicho con sorna y tono de superioridad que hace presumir que tan amanerado parásito es un experto neurólogo. Y luego tilda su desafortunado comentario como humor negro . Y con su infeliz chistecito ofende a los muchos venezolanos que han caído, con su masa encefálica derramada sobre el pavimento, víctimas de las balas de plástico de los matones dirigidos por los acusados de violadores de derechos humanos.

Tan locos estamos, que nos caemos a golpes en un automercado por un paquete de jabón, de leche en polvo, de pañales, o de lo que sea. Hasta por una batería para el carro implica ir dispuesto a recibir puñetazos y patadas. Por supuesto, en este país de locos, los culpables son los que en realidad son los primeros interesados en vender esos productos, pues para eso tienen sus empresas. Pero el sistema socialista ha enredado todo tanto, que lo que se consumía producido en el país ya no se produce gracias a las expropiaciones indiscriminadas, y los que se consumía importado ya no se importa gracias a un loco sistema de cambio que cambia a cada rato para reemplazar el sistema viejo por uno nuevo que ahora sí va a funcionar . Y tampoco funciona.

Tan locos estamos, que caemos en el jueguito de lo que ahora se llama pasticho noticioso , que consiste, como en el plato italiano, que se hace cubriendo con una nueva capa de pasta la de más abajo, tapando cada escándalo político generado por la corrupción de los más altos dirigentes, con otro escándalo. Solo que las capas son de plasta, no de pasta& Y nos ponen a mirar para afuera para que no veamos el sucio de adentro de la casa. Táctica para distraer al país de locos.

Tan locos estamos, que, como los cubanos, nos estamos acostumbrando a un sistema político y económico que nos lleva a la ruina, si es que no llegamos ya. Y si no ponemos fin a esto votando para sacar a esos diputados bolivarianos que solo sirven para alzar la mano cuando se les ordena, pronto nos veremos en la peor miseria, como en Cuba. Ya lo dijo la valiente luchadora cubana Yoani Sánchez: Nunca pensé que iba a llegar a decir que Venezuela estaba como Cuba .

Y sí estamos.

peterkalbers@yahoo.com

@peterkalbers

jueves, 5 de marzo de 2015

Anécdota marabina sobre la profundidad en las que nos encontramos.

Anécdota sobre la profundidad a la que estamos

Asdrúbal Romero M.

Me encuentro a escasa distancia de atravesar el puente y mi acompañante me sugiere que eche gasolina en una estación de servicio cercana. “En Maracaibo las colas están insoportables”. Ya en espera de proveernos del preciado combustible, nos adentramos en el tema del porqué de las interminables colas. Me cuenta mi interlocutor: “Si tú llenas el tanque y te vas hasta la Concepción -una población ubicada a una media hora de Maracaibo en automóvil-, un poco más allá, puedes vender cuarenta y cuatro litros de gasolina a 1200 bolívares (27,27 Bs/lt). Si te vas hasta Carrasquero, más cerca de la frontera, te los compran a 1600 bolívares (36,36 Bs/lt). Si te arriesgas hasta el río Limón, te los arrebatan a 2000 bolívares (45,45 Bs/lt). En esos puntos de recolección te sacan los litros y van llenando pipas que luego serán transportadas hacia Colombia”. Un trabajo sencillo y mucho más rentable que ser un maestro de escuela. Uno comienza a entender cómo el contrabando de gasolina se ha erigido en la principal actividad económica en toda la zona fronteriza. Se ha estructurado una inmensa red de extracción que se alimenta de innumerables pequeños suplidores, sin contar los voluminosos cargamentos que manejan los capos más poderosos. ¿Y a cuánto pagan el litro del otro lado? –pregunto-. “El precio varía día a día, en septiembre del año pasado lo pagaban a 40 bolívares. Una simple regla de tres con los datos de la hoja Excel de “DolarToday” te arrojará que ese precio debe estar a punto de triplicarse” –en Colombia un litro de gasolina se vende a un poco más de ochenta y dos céntimos de dólar-. Con razón, en un momento de la conversación mi interlocutor se muestra muy pesimista al decirme: “va a ser muy difícil que algún día logren acabar con esa industria del bachaqueo”.
No le digo nada. Me quedo pensando. Siempre había despachado el tema apelando al criterio teórico de que el día que en Venezuela se sincerara el precio de la gasolina, el incentivo económico para tal actividad ilegal cesaría. Si bien esto no deja de ser verdad, surge la interrogante: ¿Qué implica a estas alturas sincerar el precio de la gasolina en nuestro país? Si se le asigna un precio de cinco bolívares por litro, es decir: que llenar un tanque estándar de cincuenta litros nos costaría 250 bolívares, cincuenta veces el costo actual, el incentivo para el contrabando de la gasolina  apenas sufriría una pequeña merma. Y si lo ponen a 10,  a 20, a 30, el incentivo iría mermando pero aun así seguiría siendo muy rentable el bachaqueo de gasolina. ¿Y qué tal si nos imaginamos la situación límite de llevarlo a 120 Bs el litro para acabar de una vez por todas con esa actividad ilegal? Entonces llenar el tanque nos costaría seis mil bolívares. Casi nadie en este país podría darse el lujo de movilizar su vehículo.     
Mi estimado interlocutor tenía razón. El costo de la gasolina ya se ha hecho “insincerable” en nuestro país. Al menos, por ahora. Esta anécdota puede ayudarnos a visualizar el sótano de irracionalidad en el que nos han sepultado  estos señores que nunca han tenido la más mínima idea de cómo administrar un país en un mundo globalizado. Han sido tantos años de mentir tanto, de correr la arruga tan descarada e irresponsablemente, de negarse a reconocer las más evidentes realidades económicas, de despreciar los más elementales criterios técnicos, que ahora nos encontramos sumergidos todos en un pozo de irrealidad tal, que montarnos en el ascensor que nos devuelva a la realidad del mundo actual  se aprecia como una tarea titánica con un explosivo costo social para todos. La misma curva exponencial de incremento del precio del dólar innombrable, nos va dando indicio de la velocidad a la que hemos ido descendiendo hacia un sótano de profundidades cada vez más insondables –supongo que ya no habrá duda que vamos descendiendo a una velocidad que aumenta en proporción al descenso que hemos registrado hasta ese momento (ley exponencial)-.
¿Cómo detenemos este sinsentido? Mientras más descendamos, las dificultades para montarnos en el ascensor serán mucho más complejas. La anécdota de la gasolina la podemos trasladar a otros planos de nuestra realidad social y económica. Podríamos trasladarla al análisis de propuestas como la dolarización que muchos asoman, que a mí en lo personal me atrae porque la percibo como un ascensor hacia la realidad, pero que, en paralelo a ella,  es menester entrarle al complejísimo tema de cómo ir moderando el impacto social, en sus múltiples e insospechadas ramificaciones. Esto es válido para cualquier otra estrategia alternativa que pretenda sacarnos de esta ficción loca que hemos vivido para retrotraernos de nuevo a la realidad. Tal parece que a este Régimen lo que le va, finalmente, a inferir la estocada final es el dólar: ¿Y entonces qué?