Conflictividad Social Políticamente Organizada
Asdrúbal Romero M.
A Venezuela
le ingresan unos 36 millardos de dólares anuales (suponemos un precio promedio
de 100 dólares/barril), por el millón aproximado de barriles diarios que se le
venden al Imperio, el único que paga chan con chan -lo demás es: consumo
interno, la regaladera a Cuba y otros países del Caribe y el Convenio Chino-.
Por el otro lado, en el primer semestre de este año, el total de importaciones
venezolanas alcanzó el monto de 20,30 millardos de dólares (El Nacional,
7/11/2012) y es, perfectamente, presumible que en el segundo semestre éstas
vayan a aumentar -Navidad, la Fiesta Electoral continúa, etc.-. Por fuera de
esta simple cuenta quedan: el servicio de la deuda; los caprichitos bélicos y
los generosos donativos a otros países. He aquí el drama de las cuentas en
dólares de nuestro país: imposible cuadrarlas y ocultar, incluso ante legos en
la materia, la inevitabilidad de la devaluación de nuestro signo monetario a
escasos veintidós meses de la anterior (1/1/2011).
Quizás, “devaluar
sea lo mejor que le pueda pasar a la economía venezolana” desde la perspectiva
del funcionamiento del sobreviviente sector privado –así lo señala algún
experto-, pero su impacto erosionador sobre el salario de los trabajadores
debiera generar, como justa respuesta, un estado de Conflictividad Social
Políticamente Organizada, por aplicación del elemental principio de Acción y
Reacción. Si un gobierno lo hace mal, la oposición debe organizar la reacción
que le conduzca a pagar un alto costo político por sus desaciertos. Esa es la
lógica con la que operan las democracias funcionales en este mundo.
El año 2013
se caracterizará por la preeminencia de dos conflictos: uno de naturaleza más
política, porque está referido a los mecanismos de distribución del poder, cual
es la instalación de un estado comunal ultra centralizado –atado con un grueso
cordón umbilical a la instancia presidencial- versus la vigencia del estado
federal descentralizado que establece la constitución vigente. El otro es el
conflicto que se derivará del círculo vicioso socio económico en el que nos
mantiene sumidos este régimen. A las primeras de cambio, la Oposición aparece
más concentrada en el conflicto político, a juzgar por la cantidad de opinión
que al respecto viene generando su dirigencia. Sin embargo, me atrevo a
pronosticar que la gravedad de lo que se nos avecina en el plano económico,
progresivamente, incidirá para que el conflicto social tenga el efecto de
matizar el conflicto político y asuma preponderancia en el debate político del
país. Creo que la Oposición está subestimando la magnitud del problema
económico que se nos viene encima y no está preparándose para cobrarle a Chávez
el altísimo dividendo político que debería pagar. Este es el mensaje principal
que pretendimos transmitir en nuestro artículo anterior -¿Quién defiende a la
clase asalariada?-.
¿Cómo
hacerlo? Ya en el mencionado artículo aportamos una idea: la Construcción de la
Unidad de los Trabajadores, es decir: la coordinación política de los frentes
gremiales y sindicales en defensa del salario. Pero a este esfuerzo hay que
añadirle un reto: el diseño y despliegue de un mensaje comunicacional en lo
económico con pegada política. Por supuesto que este debe ser lo suficientemente
simple, a fin de que pueda ser comunicado con efectividad al principal receptor:
ese pueblo del que se dice que no sabe nada de Economía, aunque es la víctima
principal de su mal manejo. Sobre todo el oficialista, que coincide con el opositor
en el señalamiento de los síntomas de la enfermedad de nuestra economía:
inflación, alto costo de la vida, desempleo, etc., pero que le ha comprado al
régimen su falso discurso sobre las causas de la misma: especulación, voracidad
de los empresarios capitalistas, etc. El mensaje tiene que ser educativo,
reiterado y difundido a través de mecanismos que permitan su llegada a los
destinatarios del mismo. Que son los mismos, por cierto, que en los que Capriles
quiso enfocar su campaña, pero que su discurso se quedó en la igualación de su
oferta con la de su contendor sin intentar ir más allá: realizar el pedagógico
esfuerzo de explicarles porque la oferta del otro era “pan para hoy y hambre
para mañana”. Se perdió una excelente oportunidad, pero esto no es sólo
achacable al ex candidato. El cuidadoso diseño de un mensaje economicista, pero
con esa muy deseable característica de poder ser digerido por aquellos a
quienes tenemos el deber de explicarles, no ha sido hecho.
Hay quienes
desestiman esta posibilidad. Apelando al cliché “El pueblo no entenderá”
despachan el asunto y se resisten a intentarlo. Desconocen el vital hecho que a
todo ser humano le es inherente la tarea de administrar con economía sus
recursos disponibles, por muy escasos que éstos sean. De allí debe partir el
diseño del discurso. Al pueblo hay que
irlo preparando para lo que viene, irle suministrando una explicación
alternativa para que cuando la crisis agarre candela no sea, una vez más, un
desinformado recipiendario del superficialísimo discurso oficialista. Por
supuesto que la vocería de un líder legitimado con seis millones y medio de
votos, sería muy útil a la luz de este objetivo que hemos planteado. Es así
como el vacío que ha dejado “la controvertida decisión de Capriles” se hace
cada día más evidente y refuerza, en mi opinión, el contenido de mi primer
artículo de esta trilogía.
Disculpen
mi insistencia, pero a la Oposición además de un líder le hace falta una total
reingeniería. El modelo conducido por “el excelente concertador que no puede
aspirar” está agotado. Aveledo hizo un excelente trabajo en la construcción de
una unidad de partidos políticos, ahora se plantea la urgencia de innovadoras
estrategias y programas por acometer, quien las impulse tiene el legítimo
derecho a convertirse en el genuino líder político de la Oposición. De continuar
bajo el actual esquema: las balas les lloverán de todos los lados –al menos las
mías las disparo bajo un enfoque constructivo-; la profunda crisis social, que ya luce
inevitable, sobrevendrá llevándosela por los cachos y que Dios nos agarre
confesados con el desenlace político que podría producirse.
Existiría una opción, Dr. Asdrúbal. Pero me temo que la sociedad actual esté a años luz de la evolución colectiva necesaria en cuestiones del pensamiento no ideológico. Mientras persista la polarizacion ideosincrática en todos los órdenes de la vida social seguirán aconteciendo crísis económicas y de valores. Hay un manifiesto llamado Génesis, pero insisto, el mundo actual no está todavía preparado para asumirlo.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
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