jueves, 19 de julio de 2012

Después de un bache en mi salud, con retardo el último y cuarto capítulo sobre el caso FACE UC


ALGO HUELE MAL EN DINAMARCA

CAPÍTULO IV-¿Qué hay detrás?

                                                                                                        Asdrúbal Romero M.

A ver: Soy Rector, estoy sentado en mi silla de Presidente del Consejo Universitario. El punto más importante de la sesión: Designación de un decano interino porque el anterior abandonó el cargo. Punto de cuidado, me digo, sensible a complicarse fácilmente. Llega el momento, se ha introducido un derecho de palabra avalado con ciento veinte y seis firmas de profesores ordinarios, más de la mitad de la asamblea de la facultad profesoral según el criterio todavía vigente en UC. Pero además, comienzo a analizar la calidad y estructura del grupo activante del derecho de palabra. Tiene punch de opinión, me digo. Es variopinto, con presencias de llamativo prestigio académico y mucha antigüedad. A ver:

·         Profesora Olga de Villarreal. Ex presidenta de la Comisión Electoral UC. Reconocida por su afabilidad y buenas formas para la relación política. Candidata a representante profesoral al Consejo Universitario en las últimas elecciones suspendidas. Esposa del Presidente de la APUC. Si nos vamos más atrás: ex presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Carabobo. 
·         Dos de los más antiguos profesores activos de la Facultad. El profesor Patacón con treinta y tres años de antigüedad y la profesora Nilda Ochoa de Rigual –por ser miembro del género supuestamente débil no les facilitaré que le saquen la cédula-. A ellos dos sólo los supera en antigüedad, Miguel Pineda, pero éste, gracias a Dios no participa en el combo. Nilda, ex directora de Medios de la Universidad en la gestión rectoral anterior. Patacón, ex representante profesoral ante el Consejo Universitario, de opiniones controversiales, filósofo, con presencia relativamente frecuente en los medios de comunicación impresos, sus criterios pueden ser del gusto de la gente o no, pero de que tiene punch de opinión lo tiene.
·         La profesora Rosa Indriago. ¡Más punch todavía! Además de Jefe de Cátedra de Pedagogía y Currículo, más de veinte años con el único programa en la televisión regional que cubre la fuente de Educación Superior. Utilizadora intensiva de las redes sociales. Con cierta fama de controvertida, dura con los que critica, pero nunca la he visto defender lo incorrecto ni cuestionar sin sustento. El miedo comienza a entrarme en el cuerpo. Ojala ocurra algo que me permita suspender esta vaina, me digo. Mi otro yo sigue pasando revista…
·         Profesora Luisa Soto. Asesora del Vicerrector Académico. Candidata a decana en las elecciones que ganó el abandonante. Ojalá hubiese ganado ella! Otra profesora de muy suaves maneras en su manejo político.
·         Profesora Ruth Alvarado. Directora de la única escuela de la Facultad durante todo el período que ejerció el abandonante. La Ariel de una gestión muy gris. Me pregunto: ¿Por qué no la propuso a ella? ¿Cómo a alguien no le da vergüenza haber utilizado tan descaradamente a una buena persona? Su amiga, recuerdo que me digo. Su candidata por la Facultad a representante profesoral ante el CU en las elecciones suspendidas. De que hay pedigree político en este grupo lo hay, y no puedo decir que sean unos tremendistas, persiste mi diálogo interno mientras sigo pensando cómo difiero el punto.
·         Prof. Luis Enrique Vizcaya. También con mucha trayectoria política, asistente del Rector en el período de Elis Simón Mercado. Articulista de El Carabobeño. Con muchas relaciones en los círculos políticos regionales: si yerro, por su boca se enterarán, lo afirma el alter ego que ha comenzado a crecer dentro de mí, me mira con cara de genio de Aladdin pero sin ofrecerme una salida del atolladero.
·         Profesora Arelis Marcano. No entiendo qué hace allí, si me acompañó como Directora de Asuntos Profesorales en los primeros años de mi gestión. ¿Será que cuando renunció ya tenía su espinita conmigo? –cállate por Dios, genio inservible-. La elegí por su prestigio académico, no quisiera verla allí enfrente.
·         ¿Y la profesora Albers? ¿También en la acera contraria? Jefe del Departamento de Idiomas Modernos, un departamento que siempre me apoyó en las elecciones. Antigüedad, prestigio académico. No voy a mirarla  a los ojos. Ni voy a seguir con esta martirizante lista, supongo que con ellos estarán unos cuantos jefes de departamento y de cátedra, la alcurnia académica de esa facultad está con ellos, Dios, dime genio, al menos hazme un pequeño favorcito: ¿Cómo coño fui tan necio pa meterme en este precipicio guajiro?  Malos consejos, malos consejos, me susurra el desgraciado. ¿Otro favorcito genio? Vale, me riposta. Mándame unos encapuchados que acaben con esta vaina, anda, mándamelos.

Plim, plum, plan, entra un encapuchado corriendo, el Secretario lo va a espescuezar, no! Nooooo! Suspendido el consejo, el punto en cuestión queda diferido.  Salgo corriendo, los familiares de la que iba a juramentar me miran con cara de arrechera. No me importa. ¿Por qué los habrán invitado? ¿Para presionarme? ¡Qué pendejo he sido! Gracias poderoso genio, de la que me salvaste.

Es lo que yo hubiera hecho, suspender, diferir, pero la Dra Jessy Divo de Romero, contra toda elemental lógica, decidió continuar con la sesión –quizás su pequeño genio le había prometido una violencia controlada- y juramentar a una persona que no cumple con los requisitos de Ley, que no tiene la entidad ni la capacidad política para ser Decana de esa facultad. Como aquel bacalao que el pobrecito de la Emulsión de Scott ha tenido que arrastrar por todos estos años, esa es la imagen que se me viene a la mente con la Rectora y su decana impuesta. Desde esa decisión crucial, apuntalarla en el poder de la Facultad se ha trastocado en un sainete de errores e ilegalidades. Como no tiene el apoyo de la mayoría del claustro ordinario de mayor antigüedad, se ha buscado reforzar su imagen con el apoyo del personal docente contratado. ¿A cambio de qué? Los concursos de oposición. Doscientos veintidós nuevos cargos se abren para crear el escenario de las expectativas, tal cual la Misión Vivienda de nuestro presidente –después lo criticamos-. Pero hay un problema, no controlan a la mayoría de los jefes de cátedra y departamentos. No importa, para eso está un consejo de facultad ilegal que cambia perfiles, estructura jurados violando las normas, etc.. De hecho, el paso previo fue ilegalizar al Consejo de Facultad destituyendo a los cuatro representantes profesores principales, que no quisieron avalar con su presencia en las sesiones la actuación de una decana presidente ilegal.  Cuatro de siete, la mayoría de los representantes profesorales, pero eso tampoco fue un obstáculo. Se convoca selectivamente, no a los segundos, ni a los terceros que están en las listas de designación expedidas en su momento por la Comisión Electoral de la UC. No, se corre la lista hasta llegar a los que se van a cuadrar con el nuevo régimen a cambio de lo que sea. El precio no importa, la Decana se queda y punto!

En fin, tampoco es mi interés detallar exhaustivamente la cronología de situaciones irregulares que ha disparado la terquedad de no querer enmendar el craso error. Lo que les he recomendado al grupo que sigue librando una digna lucha: cualquier irregularidad que vean, documéntenla e introduzcan ante las instancias respectivas los recursos de reclamo. ¿Con qué objeto si no le van a parar? –es la obvia interrogante-. Bueno, eso es como los abogados que todos los días recurren a la Fiscalía o al TSJ denunciando las miles de irregularidades que, a esta fecha, ha acometido el régimen chavista. Tampoco a ellos les paran, pero, tenazmente, todos ellos van contribuyendo a documentar un expediente que va creciendo, quizás solo sirva para la historia, o quizás quién sabe.

Mención aparte, mi reconocimiento a ese grupo que no se ha quedado callado ante el abuso. En toda mi historia política dentro de la UC, que se remonta desde finales de los setenta, que por doce años consecutivos fui parte de un Consejo Universitario con una entidad, por cierto, muy superior al que tenemos ahora, nunca vi que a un grupo docente de las características que ya les he descrito le fuera infligido tanto maltrato institucional. Y voy a referirme a un solo ejemplo para sustentar la contundencia de mi afirmación. En un video que descargué y lo tengo en mi desktop por si llegara a desaparecer, vi con mis propios ojos cómo la rectora acusaba,  a ese grupo de profesores y profesoras, de haberse movilizado al tribunal en el mismo autobús de la gobernación de Yaracuy que había trasladado a los encapuchados el día de la violencia en el Consejo Universitario. Una insinuación no tan velada de que habían sido ellos los responsables de esa violencia. En realidad, desde ese mismo día los comenzaron a acusar. Como yo le manifesté a un amigo que me denunciaba cómo los encapuchados a punta de pistola sacaban a los alumnos de los salones de clase: ¿Quiénes? ¿Los encapuchados de Ruth? Y solté la carcajada. Pero vérselo decir a la Rectora, me bastó para valorar a qué niveles se estaba llegando. Hice un esfuerzo pero no pude, imaginarme a Olga, a Luisa, a Nilda, a Ruth, a la misma profesora Albers, quien por cierto había sido asomada por la misma rectora como una posible figura de consenso, encapuchadas dentro de aquel autobús parlando plácidamente con mi genio, primo del de Aladdin, que a su vez me apuntaba acusadoramente diciéndome: ¡Tú estás loco!

Tendrán que reconocerme qué es lógico que alguien como yo, que sigue viviendo su pasión loca por la UC aunque a veces no quisiera, se pregunte: ¿Qué es lo que hay detrás de toda esta locura? No puede ser una decisión política de naturaleza convencional, tiene que haber algo más. Es por lo que comenzamos a atar cabos. Dejénme decirles que el ex decano Torres, el abandonante, propuso para que le sucediera, a las primeras de cambio, a un profesor que no aprobó el escrutinio de las autoridades. Creo que con razón. Esta persona tiene una mancha en su historial como ex autoridad administrativa a nivel de esa facultad que le ocasionó una suspensión como docente por un año. Como también debo decir, que dentro del grupo protestante de las acciones de la Rectora y el Secretario hay dos docentes con mancha por una grave irregularidad cometida durante mi gestión rectoral –debo hacerlo en mi respeto a la obligación consciente de ser equitativo-. Pero volviendo al tema: se argumentó, justa o injustamente, que el rechazado tenía vinculaciones políticas con grupos estudiantiles involucrados en el problema de los cupos y el tráfico de un cúmulo de irregularidades que se ventilan a través de la Dirección de Control de Estudios de esa facultad, de la cual se dice que es un antro de corrupción donde todo tiene su precio, como algunos tribunales de la República. Por supuesto, que ahora esta versión será negada, pero eso fue lo que mis antenas captaron de informantes que estaban viviendo el drama allí dentro. Vuelve mi lógica a funcionar: si soy el dueño de una empresa y el gerente renunciante de una sucursal me propone una candidatura inaceptable, de la cual tengo reservas, ¿le doy oportunidad para que me haga una segunda proposición? ¿Me entrampo con él en un largo proceso de negociaciones para concertar una segunda candidatura? No rotundo, pero eso fue lo que ocurrió. El ex decano, viendo que su primer candidato no pasaba, comienza a jugar  a dos bandas, mantiene la candidatura mientras incita la revolución interna de las féminas, incluida la profesora Ginoid que la lidera, que se opone a su candidato rechazado y se nuclea, aparentemente, alrededor de Ruth Alvarado, la candidata natural de ese sector. El ex decano prolonga el tira y encoge, y en el momento apropiado lanza toda su caballería contra Ruth –“ella no, porque ella es mala, dice que estoy ilegal”-. Y estaba ilegal en verdad, porque ese es el error de origen que se comete en este singularísimo proceso: dejarlo desempeñando un cargo que ya no podía ejercer. Se da el “milagroso viraje” dentro del grupo de las féminas y emerge la candidatura de la profesora Ginoid, ya no es Ruth. Mientras en el lado de los opositores avanza un denso proceso de conversaciones que ha sido incitado por la Rectora. Asustados por los nombres que se barajaban para el Decanato, comienzan a asumir a Ruth como una probable salida institucional, pero antes habían manejado otras opciones como las de los profesores Patacón y Albers. El tiempo se les acaba, la ilegalidad del decano que ya ni iba a encargarse de su facultad se hacía demasiado evidente, había que decidir, la Rectora parecía convencida de la salida institucional con Ruth y, de pronto, un viraje inexplicable que a su misma gente la dejó pasmada.

Como verán, en este cuarto y último capítulo de esta micro novela aporto muchos detalles de lo que en el primer capítulo fueron apenas insinuaciones, buscando provocar, ahora sé que equivocadamente, que la Rectora corrigiera su rumbo hacia ese tremedal en el que se ha hundido. En realidad, hay mucho más recovecos anecdóticos en esta crónica con los cuales no les voy a cansar. Lo importante es que, al final, unas negociaciones en las sombras, imponen a la supuesta candidatura que garantizará el control político y la “paz” en la Facultad. ¿Cuál paz? ¿La paz con la mafia? La profesora Ginoid ha tenido una larguísima relación de amistad con el ex decano. Ella ingresa en los últimos concursos de oposición celebrados en esa facultad bajo su mandato. Era su verdadera persona de confianza, por eso la impulsa para que sea representante profesoral ante el Consejo de Facultad y la responsable política de su grupo profesoral.  Para buenos entendedores, no creo que hagan falta más palabras. De todas maneras, es un buen momento para releer los cuatro capítulos de esta crónica –recomendación para aquellos quienes les interese el tema-. Verán como todo engrana. Como también entenderán, que corro riesgos si hablo más descarnadamente. Ya me lo han advertido amigos y “nuevos enemigos”.

En mi opinión: la mafia se salió con la suya. Si le he dedicado tantas horas y tinta electrónica a este oscuro episodio de la historia ucista, no va a ser por mi conocida amistad con Ruth, ni porque no me hayan complacido o alguien me manipule como andan diciendo algunos por allí -“I am too old for that”-. Es porque contextualizo todo lo ocurrido en FACE dentro de un problema institucional de más amplio espectro y profundidad, como una septicemia que amenaza con extenderse a todo el organismo. Hay que resistirse a las pretensiones de la mafia a extender sus tentáculos hasta las instancias de poder dentro de nuestra querida Alma Mater. Ya no la pueden controlar, vean lo que ocurrió en Odontología. Todo parece apuntar a que el mismo mecanismo se aplicó en la PAI de Medicina aunque no hubiese detenidos. Revisen, auditen como lo han anunciado: en un mismo salón se produjeron once de las mejores notas de la prueba. El precio pagado fue treinta millones de los viejos. ¿Cómo lo sé? Como he escrito sobre este problema, me han llegado decenas de denuncias anónimas, que ya no voy a seguir procesando, aprovecho para anunciárselos a los denunciantes anónimos.
 “Quien siembra vientos, recoge tempestades”
 Concluyo con un pensamiento de un viejo amigo, el Dr. Otto Hoffman Iturriza, él señala que se inspiró en uno de Bertolt Brecht:
“Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos; pero hay quienes luchan toda la vida y…… ESOS, son los que requiere con urgencia nuestra Alma Mater”.