Incongruencias
Asdrúbal Romero M.
Asdrúbal Romero M.
¿A quién critico: a Chávez o lo malo de la Oposición? Les confieso que es un dilema que a veces confronto cuando escribo. A Chávez ya lo critica bastante gente y bien, además, sigo insistiendo, representa el pasado que en cualquier momento comenzaremos a vivir. Me preocupa más lo incierto del futuro: qué viene después de este nefasto régimen. Me angustia que la Oposición, siendo gobierno, nos termine engendrando un chavezote. ¿Qué me conduce a pensar esto? El observar que pretenden colarse como figuras emblemáticas de la Oposición: habilidosos politiqueros con agravados vicios, cuando los comparamos a los que en el pasado causaron este espantoso viaje que no terminamos de padecer. ¿Exagero? Como respuesta me remito a una anécdota universitaria en tres actos, escrita en clave de ficción pero inspirada en hechos reales.
Primer acto: El discurso en el aula
En plena clase, entran, abruptamente, un grupo de estudiantes con el objetivo de invitar a los alumnos a que se monten en los autobuses ubicados en la entrada a la Facultad. Una lejana sinfonía de cornetazos anuncia su disponibilidad para llevarlos a una marcha de la oposición. El profesor tímidamente se repliega, como es muy habitual ahora: no se atreve a protestar sus pésimos modales. El más grandulón de ellos se dirige a sus compañeros y les lanza un trillado discurso sobre la Autonomía Universitaria. A ninguno de los escuchas le queda claro cómo esa retahíla aprendida de palabras, mil veces repetidas, se articula con sus decadentes laboratorios; con los frecuentes paros; con el desastre de los baños; con que cada vez, con mayor frecuencia, tengan que sentarse a ser mudos testigos de la mediocridad intelectual de imberbes profesores. Cumplida su misión, los supuestos dirigentes abandonan el aula, sólo ellos, nadie se mueve de sus pupitres. El profesor retoma su clase. Ni él ni los alumnos comentan algo sobre lo que motivó la interrupción.
Segundo acto: Sólo un autobús se va a la marcha y los alumnos discuten
Medianamente lleno. Sólo uno. La clase ha terminado y un grupo de los que estaban en el aula se encuentra en un cafetín, desde el que se puede ser testigo de la pobrísima convocatoria a la marcha. Comentan entre ellos la partida del autobús. Una de las chicas, buena estudiante y percibida por sus compañeros como un tanto ingenua, dice: Debimos haber asistido a la marcha. Mis padres siempre cuando conversan sobre política se preguntan: qué es lo que nos hace ser tan apáticos que no protestamos por lo que ocurre en el país. Seguro que ellos eran de los que antes siempre iban a las marchas y hasta se enfrentaban a piedras con la policía –le replica una amiga-. ¿Y por qué no fuiste? –le pregunta uno de sus compañeros-. Nadie se movió, si al menos algunos se hubieran levantado, yo les habría seguido –fue la respuesta-. Nadie va a seguir a esos tipos –interviene ahora el que parece más curtido de ellos-, cuántos del curso no les habrán pagado a alguno de ellos para que le tramitaran por arriba un cambio de sección o la inscripción en una materia sin tener la prelación aprobada. La que primero habló se muestra sorprendida. El problema, María Teresa, es que tú eres buena estudiante y nunca has tenido que enredarte en esas vainas. Pregúntale a Alfredo que pagó 30 y le fue bien, o mejor: pregúntale a Enrique que cayó con la misma cantidad y lo engañaron. Como que se les trancó el serrucho con las nuevas autoridades de la Facultad, pero ellos tan campantes no devuelven los reales. Cuando fue a reclamarles, arrecho, le sacaron una pistola, “tú, piazo e guevón, trágate tu arrechera y cierras bien tu geta”. A partir de allí otros miembros del grupo comenzaron a narrar otros casos de los que se habían enterado. Nadie reconoció haber sido activo participante en alguna de esas estafas académicas. María Teresa que no lo podía creer. Ana Julia quiso encauzar la conversación desde la perspectiva de la ética pero no tuvo mayor éxito. Otro de los del grupo que había permanecido callado remató: Si esos van a ser los líderes de la Oposición, me quedo con Chávez. Quién sabe, a lo mejor tenía su corazoncito oficialista bien escondido y sus compañeros no lo sabían, todos asintieron a su lacónica pero contundente reflexión. Al día siguiente, aparecían en el periódico, dando declaraciones, dos de los que habían entrado al salón -fotografiados al lado de una autoridad universitaria y otros importantes líderes regionales de la Oposición-. Los padres de María Teresa le enseñaron el reportaje, preguntándole porque de los miles de estudiantes que tenía la Universidad no había asistido ni el 1%. Ella sintió pena ajena, prefirió no decirles nada.
Tercer acto: Un cafecito con las rectoras de la UCV y UC
Quien se toma el café es quien escribe, en un desayuno de la AVERU, así que este tercer acto proviene de la vida real. Lugar: la Estación Inglesa del Rectorado.
Le pregunto a la Dras Cecilia y Jessy si conocieron el caso de Julio Soto: un ex presidente de la FCU de la Universidad del Zulia que fuera asesinado, ensalzado post mortem por muy escasos días y, finalmente, sindicado de dirigir una mafia millonaria con la corrupción en el manejo del subsidio del transporte estudiantil (para mayores detalles leer mi artículo en el blog www.quepasaenlauc.com “¿Quién fue Julio Soto?”). Las dos rectoras me respondieron, inmediatamente, que estaban al tanto. Fue entonces cuando les manifesté mi preocupación por, las que yo consideraba, excesivas expectativas del país en el movimiento estudiantil. Temía, así les dije, que ese fenómeno de corrupción a nivel de la dirigencia estudiantil pudiera estarse dando en otras universidades autónomas. Les dije que era muy peligroso para la Oposición que se ensalzaran figuras inmersas en tal corrupción, porque el Gobierno se aprovecharía de ello para desacreditarla moralmente; que las autoridades rectorales debían asumir un rol de vigilancia en ese problema específico. La Rectora de la UCV me manifestó que ellos se habían cuidado mucho de apoyar a figuras emergentes que fueran bien frescas. Expresó tener plena confianza en Roderick Navarro, el nuevo presidente de la FCU de esa universidad. Creo recordar que dijo que “ponía las manos sobre la candela” por ese muchacho. La Rectora de la UC no me dio su respuesta, no por no querer dármela, sino porque en ese momento fuimos interrumpidos e invitados a pasar al salón de sesiones que la reunión ya comenzaba. No importa, después de todo: las palabras son las primeras que se lleva el viento. Ahora, cuando han surgido incontrovertibles pruebas de la corrupción académica de unos representantes estudiantiles ante el Consejo Universitario y miembros de la FCU, es cuando se requieren, de parte de la Comisión Electoral Universitaria, de las Autoridades Rectorales y del Consejo Universitario, respuestas contundentes y sin vacilación. Estaremos pendientes, mientras tanto predicando que la Oposición debe ser sana sanita, sanita en alma, vida y corazón.
Le pregunto a la Dras Cecilia y Jessy si conocieron el caso de Julio Soto: un ex presidente de la FCU de la Universidad del Zulia que fuera asesinado, ensalzado post mortem por muy escasos días y, finalmente, sindicado de dirigir una mafia millonaria con la corrupción en el manejo del subsidio del transporte estudiantil (para mayores detalles leer mi artículo en el blog www.quepasaenlauc.com “¿Quién fue Julio Soto?”). Las dos rectoras me respondieron, inmediatamente, que estaban al tanto. Fue entonces cuando les manifesté mi preocupación por, las que yo consideraba, excesivas expectativas del país en el movimiento estudiantil. Temía, así les dije, que ese fenómeno de corrupción a nivel de la dirigencia estudiantil pudiera estarse dando en otras universidades autónomas. Les dije que era muy peligroso para la Oposición que se ensalzaran figuras inmersas en tal corrupción, porque el Gobierno se aprovecharía de ello para desacreditarla moralmente; que las autoridades rectorales debían asumir un rol de vigilancia en ese problema específico. La Rectora de la UCV me manifestó que ellos se habían cuidado mucho de apoyar a figuras emergentes que fueran bien frescas. Expresó tener plena confianza en Roderick Navarro, el nuevo presidente de la FCU de esa universidad. Creo recordar que dijo que “ponía las manos sobre la candela” por ese muchacho. La Rectora de la UC no me dio su respuesta, no por no querer dármela, sino porque en ese momento fuimos interrumpidos e invitados a pasar al salón de sesiones que la reunión ya comenzaba. No importa, después de todo: las palabras son las primeras que se lleva el viento. Ahora, cuando han surgido incontrovertibles pruebas de la corrupción académica de unos representantes estudiantiles ante el Consejo Universitario y miembros de la FCU, es cuando se requieren, de parte de la Comisión Electoral Universitaria, de las Autoridades Rectorales y del Consejo Universitario, respuestas contundentes y sin vacilación. Estaremos pendientes, mientras tanto predicando que la Oposición debe ser sana sanita, sanita en alma, vida y corazón.
La universidad se puede resumir en cuatro palabras: Un Micro de Venezuela, la misma corrupción, los mismos sueños, los emprendedores, los vagos, los luchadores, los oportunistas... y la dirigencia corrompida tal y como lo está en su contraparte macroscópica representada por el pais, buen artículo este, desnuda muchas verdades, un saludo profesor.
ResponderEliminarProfesor ...¿qué hacer? Expone los hechos de corrupción académica, ponemos cara de asombro y se continúa en la misma mediocridad.
ResponderEliminarYa bien leí por allí en un artículo relacionado con el éxito, podemos tener creencias y convicciones muy profundas, ahora si no somos capaces de propiciar aquellos cambios que urge nuestra sociedad, simple y llanamente no estamos logrando nada. Es un lugar común, pero debemos cambiar primero nosotros, para que todo a nuestro alrededor cambie.
Gracias por su espacio