Ayer y hoy he estado en la Facultad -tenía hoy un examen de reparación del curso intensivo vacacional-. La soledad era increible, los profesores brillaban por su ausencia. A los pocos que logré ver por los pasillos les pregunté: ¿Qué? ¿Las vacaciones continuan? Cuarenta y cinco días no son suficientes, ahora en las facultades donde se organizan estos veranos expansivos como el helio, las clases comienzan en la segunda mitad del mes (me dicen que en Faces y Educación el panorama es igualmente desolador). Será hasta ese entonces que los profesores a dedicación exclusiva se incorporen. Hoy más que nunca, en la Universidad se aplica la ecuación clase=trabajo. Y los cambios de dedicación se han seguido repartiendo, no por la necesidad institucional, sino por componendas electorales o más descarnadamente: compra y venta del voto. Por cosas como ésta es que somos tan débiles institucionalmente.
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Aunque lo he intentado por múltiples vías a mi se me hace imposible responder comentarios en este blog. No quiere decir esto que no los lea.