El País Inviable
Asdrúbal Romero (@asdromero)
Ya
nos encontramos en el núcleo de una tormenta perfecta. Vientos huracanados que
arrasan con todo, de grado quinto dirían los meteorólogos. Con el encapotado
pronóstico de mayor enfurecimiento, a diferencia de los huracanes físicos que
tienden a mermar su potencial destructivo con el paso del tiempo. Esta tormenta
de índole metafórica, por supuesto, es la manifestación de una severa
inestabilidad de nuestro sistema socio-económico. Su respuesta natural a la
irresponsable permisividad con la que el Régimen consintió que se
desequilibraran los elementales balances entre ingresos y egresos, entre
precios y costos reales, por un tiempo excesivamente prolongado.
Nuestra economía, aunque con cierto rezago,
había alcanzado cierto grado de modernidad y complejidad en su manejo a pesar
de ser relativamente simple y de moderadas dimensiones cuando comparada a la de
otros países. Consecuencia de la necesidad de interactuar con una economía
mundial globalizada, por ende profundamente interdependiente, y una
funcionalidad operativa tremendamente impactada por los adelantos tecnológicos.
Estos destructores que han manejado al país durante estos últimos veinte años
nunca comprendieron esa complejidad, quizás por ello nunca le tuvieron temor.
Me
atrevo a más: no sólo que no la comprendieron, sino que siempre demostraron una
cierta subestimación del hecho de tener que comprenderla. Un ejemplo más de ese
absoluto desprecio por las razones científico- técnicas que ha caracterizado al
Régimen. Como cuando Chávez, en plena cadena nacional, se disponía a garabatear
sobre unos planos el nuevo rediseño del sistema eléctrico nacional
interconectado. ¡Por Diooos! Esa ignorante arrogancia les ha venido castigando
sin clemencia en todos los ámbitos de su gestión pública. ¡Nos está castigando
a todos! Porque ahora estamos sufriendo las consecuencias de que ellos
permitieran, con su estúpida petulancia, el quiebre sostenido de todos los necesarios
equilibrios que debían salvaguardarse en la planificación, operación y control
de nuestro sistema socio- económico. Es como si se les hubiese encomendado a
unos indígenas de la Isla de Pascua la sensible operación de un reactor nuclear
de última generación.
El
sistema se les salió fuera de control. Irrespetaron la imperiosa necesidad de
mantener en él los equilibrios más básicos y dieron pie con ello a que se
disparara la inestabilidad. Hace algunos
días, en una reunión de análisis y prospectiva, un buen amigo me decía que lo
que más le preocupaba era que no avizoraba ningún punto de equilibrio cercano en
el cual, después de su transición destructiva, el sistema pudiese aterrizar y
calmar su acelerada tendencia a continuarse deteriorando. No existe –le
respondí lacónicamente-. Después de un breve silencio continué. La deriva con
respecto a los equilibrios deseados es creciente y a mayor velocidad. Lo hemos
venido observando en todos los indicadores: precio del paralelo, hiperinflación,
etc. Retornando a la metáfora de la tormenta –ya había recurrido a ella-, los
vientos destructivos no van amainar.
Todo lo contrario. La inestabilidad es imparable,
a menos que se implemente una estrategia de estabilización en la que se
regenere un balance del sistema. De tener éxito, estaremos peor que cuando toda
esta tragedia se disparó, mucho peor, pero al menos en calma: estabilizados en
un nuevo punto de equilibrio.
Pero
quiere decir esto que dentro de muy poco no habrá casi carros en la calle
–volvió a intervenir mi interlocutor-. Con los costos actuales de un cambio de
aceite o de un par de cauchos, si siguen incrementándose serán muy pocas las
personas que puedan mantener a sus vehículos rodando. Muy cierto, le dije. Hace
unos cuantos meses escribíamos sobre cómo el modelo de educación universitaria
se había tornado inviable. Pero ahora la inviabilidad se ha extendido cual
enfermedad muy contagiosa a todas las áreas del quehacer colectivo del país. Cuando
un obrero, una secretaria, un maestro se ve en la situación de tener que
ponderar lo que le cuesta transportarse
a su lugar natural de trabajo y compararlo, ineluctablemente, con lo que va a
percibir salarialmente por esa jornada laboral, es hora de reconocer que hemos
traspasado el punto de quiebre de la viabilidad de mantener al país funcionando
con normalidad. ¡El país se ha hecho inviable!
Y
si tomamos distancia con respecto a las preocupaciones de la clase media, o la
asalariada, y enfocamos el análisis en los sectores más vulnerables de la
población: es la vida la que se les va haciendo inviable. Es la satisfacción de
las necesidades más básicas para mantenerse vivos, la alimentación, la salud,
lo que ya va siendo plagado implacablemente por el fenómeno de la inviabilidad.
Ya no hay forma de que estos arrogantes destructores puedan parar su afectación
de todas las dimensiones de la vida en Venezuela. Todo está impactado y esto,
más temprano que tarde –medido hoy en el tiempo- les va a expulsar del poder
convertidos en genocidas. Sólo la ligereza colectiva de nosotros como
integrantes de una nación –ligereza como una traducción literal de una palabra
en inglés que expresa con certera precisión lo que deseo significar: “lightness”-, explica que todavía estén
en el poder.
Bien,
el mensaje central que deseaba transmitir ha sido desplegado. Sin embargo,
deseo aprovechar los conceptos presentados para desarrollar un subtema. Tiene
que ver con la afirmación hecha antes: “la crisis de inviabilidad les va a expulsar del poder”.
Tan clara como a mí me parece, resulta que no luce convincente para muchas
personas con las que tengo la oportunidad de intercambiar opiniones. A
continuación les presentaré el argumento contrario que esgrimen éstas.
Argumento que, por cierto, he encontrado con significativa regularidad en
textos, más o menos largos aunque sin el suficiente soporte, compartidos en las
redes sociales.
I-¿Éxito o Fracaso del Régimen?
Dicho todo lo
dicho, se podría hablar con suficiente respaldo de estruendoso fracaso del
Régimen en su gestión de gobierno. Esta es mi opinión sin abrigar ningún género
de duda. Pues bien, resulta que lo que es fracaso para mí, para los contrarios
–en el debate que ya hemos enunciado- constituye un éxito. Parten de la premisa
que toda la progresión dinámica de la crisis, ha sido cuidadosa y sigilosamente
planificada por el Régimen con el objetivo de traernos a este severo estado de
empobrecimiento generalizado, dentro del cual les será muy fácil mantenernos
sometidos por muchos años más.
Ahora resulta que
estos señores, a los que yo he insistido por varios años ya de calificar como
destructores, son unos genios que han planificado la transición dinámica
perfecta a este especie de nueva cuba reprogramada. Y como Cuba ha estado
dominada por más de sesenta años a pesar del doloroso empobrecimiento de sus
pobladores, el tercer enunciado del silogismo para quienes, sin mayor
elaboración, tristemente admiten el éxito del Régimen es concluido de manera
casi automática: Lograron consolidar su estrategia de dominación -¡Nos jodimos!-.
Quizás, esta lógica de razonamiento sea uno de los insumos para la tanta
desesperanzada resignación que observamos a nuestro alrededor.
Recientemente, en
una muy amistosa reunión de ex autoridades de la UC, tuve la oportunidad de
escuchar, ojalá por última vez, esta argumentación del supuesto éxito. La
temática de esa reunión no me permitió darle respuesta a esa narrativa que nos
sorprenderíamos de la cantidad de gente que la comparte. Ahora sí, mi argumentación
contraria: El análisis dinámico que
subyace a muchas de las afirmaciones contenidas en este texto, me ha conducido
a la conclusión que el Régimen ya no cuenta con el margen necesario para poder
estabilizar a Venezuela en un estado de miseria generalizada como es el caso de
Cuba. ¿Cómo equilibran ahora después de jugar tanto tiempo al autoengaño de una
economía ficticia?
En Cuba, los
Castro, por más de sesenta años, con la ayuda por un extenso lapso de Rusia y
luego con la del chavismo, han logrado mantener a sus pobladores en un estado
de equilibrio, por ende estabilizado aunque con algunos vaivenes, cuya
primordial característica ha sido la prevalencia de condiciones de nulo
progreso, sub alimentación, sub educación e insuficiente calidad de la salud
pública. Siempre han dependido de las ayudas externas, cortadas éstas:
entrarían en una progresiva crisis de inviabilidad como la que a nosotros nos
afecta. ¿Cómo lo pudieron lograr hasta ahora? Además del financiamiento externo
y cierto celestinaje por parte de un veleidoso izquierdismo europeo, habría que
entrar a considerar las circunstancias propias de las coordenadas espacio
temporales en las que la revolución castrista triunfó en ese país.
Era esta especie
de estado de equilibrio con miseria estabilizada, similar al que impera en
Cuba, el que mi amigo pretendía, con ansiedad, avizorar en un lapso cercano. Un
estado de equilibrio en el que aterrizáramos con alguna prontitud, mucho más
pobres pero al menos sin la sensación de seguir cayendo por un precipicio sin
fondo. En la conversación a la que hice referencia, me confesó que no lo veía cercano. Recuerden
mi categórica respuesta: ¡No existe! Una
verdad que ha podido ser empíricamente constatada desde que el final de la
fiesta fuera decretada (reelección de Chávez a finales del 2012). La crisis no
se detendrá. Continuará incesantemente profundizándose. El Régimen activó la
tormenta perfecta, el más luminoso incendio en la pradera, la más vertiginosa
caída por un despeñadero hacia el centro de la Tierra, como quieran
describirlo, y ahora ya no pueden detenerlo. Sólo su salida podría engendrar
las condiciones para comenzar a frenar los furiosos efectos de la
inestabilidad. Y todavía seguiremos cayendo por un tiempo. ¡De allí la urgencia
para que se vayan!
Este amigo, que
es el momento de reconocerle como muy inteligente, en sus reflexiones de
búsqueda de algún punto de equilibrio al cual desesperadamente asirnos, comenzó
a identificar algunas posibilidades de equilibrios localizados en ciertas regiones
del país. Ciertamente, podrían surgir en algunas zonas rurales comunidades
organizadas que viviendo de la siembra muy artesanal, la caza y la pesca, y del
rezo a los dioses cuando alguien se enferme gravemente o una cruenta epidemia
les toque a sus puertas, pudieran
alcanzar un equilibrio de sobrevivencia. Viviendo a la espera de un nuevo
avatar que les visitara.
Al final, ambos llegamos a la conclusión que estas zonas de equilibrios localizados nunca podrían extenderse a los efectos de cubrir a un país en el cual ya se han levantado densos núcleos urbanos y se ha consolidado una dependencia de una infraestructura y de una compleja modernidad que el Régimen vanamente se ha empeñado en destruir. Los destructores no sabían en verdad, es mi hipótesis, la caja de pandora que estaban abriendo. Ahora, no nos queda de otra que abocarnos, sin ellos y bajo un espíritu de unidad nacional, a concertar un plan para la transición que saque a Venezuela de esta lastimosa condición de país inviable.
Al final, ambos llegamos a la conclusión que estas zonas de equilibrios localizados nunca podrían extenderse a los efectos de cubrir a un país en el cual ya se han levantado densos núcleos urbanos y se ha consolidado una dependencia de una infraestructura y de una compleja modernidad que el Régimen vanamente se ha empeñado en destruir. Los destructores no sabían en verdad, es mi hipótesis, la caja de pandora que estaban abriendo. Ahora, no nos queda de otra que abocarnos, sin ellos y bajo un espíritu de unidad nacional, a concertar un plan para la transición que saque a Venezuela de esta lastimosa condición de país inviable.
II-Algunas útiles referencias
Ya para concluir,
hicimos mención con anterioridad al “análisis dinámico que subyace a muchas de
las afirmaciones contenidas en este texto”. Ciertamente, en este trabajo se
habla más de los resultados observables que de las razones que explican su
acontecer –en atención a la necesidad de limitar su extensión-. En el pasado,
he publicado tres artículos en los cuales, apoyándome en la Teoría Dinámica de
Sistemas, presenté un enfoque prospectivo de esta crisis. Intenté en ellos
tratar de explicar las causales que la habían activado, en un lenguaje que
pretendí fuera lo más digerible posible por legos en la materia. Para quienes
deseen profundizar sobre esas “razones” les facilito sus títulos y direcciones
de acceso en este mismo blog:
1. “Fin
de la Fiesta” (19/02/2013). http://quepasaenlauc.blogspot.com/2013/02/parenme-pelotas-que-las-vengo-pegando.html
2. “Sobre la Inestabilidad de nuestra economía” (11/11/2013). http://quepasaenlauc.blogspot.com/2013/11/otro-enfoque-sobre-por-que-lo-que-viene.html
3. “Venezuela hacia un ‘Process Shutdown’” (14/12/2014). http://quepasaenlauc.blogspot.com/2014/12/venezuela-hacia-un-process-shutdown.html
Son tres trabajos
con datos e informaciones ajustados a las coordenadas temporales en las que
fueron escritos. Tres instantáneas tomadas en el lapso de casi dos años:
inicios del 2013 a finales del 2014. Un hilo en común: la mirada puesta hacia
el inquietante futuro. Desde aquellos
tiempos veníamos preocupados por la posibilidad que el desarrollo dinámico de
la crisis desembocara en la Tormenta Perfecta. ¡Cuánto nos hubiese complacido
el habernos equivocado!