sábado, 27 de enero de 2018

¿Es el dilema votar o no?



PUNTO DE ENCUENTRO PARA LA UNIDAD NACIONAL



El video corresponde a un lapso de la entrevista radiada en el escuchado programa de Unión Radio “Con la Derecha y con la Izquierda”. Se refiere a si el dilema ahora para quienes deseamos un cambio en el país está entre las opciones de votar o no. La respuesta está en consonancia perfecta con los conceptos de UNIDAD NACIONAL y CONSENSO, que en el movimiento carabobeño PUNTO DE ENCUENTRO PARA LA UNIDAD NACIONAL nos hemos comprometido promover. El verdadero dilema estriba en si los ciudadanos de este país vamos a unirnos todos o no, para enfrentar más eficazmente las estrategias para eternizarse en el poder del oprobioso régimen que preside Maduro.

El movimiento está en fase de constitución. La rueda de prensa a los medios de comunicación social, para su presentación,  fue ofrecida en la Galería Braulio Salazar el jueves 25 de enero. Me correspondió a mí, el autor de este blog, dar lectura a un texto que comparto con ustedes más abajo y en el cual se enuncian los objetivos y premisas fundamentales que animan al movimiento. No sin antes decir que quienes nos hemos abocado a organizar sus primeros pasos,  percibimos como una señal de muy buen augurio el que nos acompañara una nutrida representación de diversos sectores de la sociedad civil: cámaras empresariales; representantes de los trabajadores; profesores universitarios; dirigentes juveniles, culturales y también políticos.  A todos, GRACIAS y a TRABAJAR PARA UNIR AL PAÍS. 

DECLARACIÓN A LA PRENSA (25/01/2018)


Quienes suscribimos esta declaración de prensa dirigida a los medios de comunicación social, hacemos pública nuestra decisión de organizarnos en un movimiento generador de opinión, tanto en el ámbito regional como nacional,  dirigida a promover la unidad nacional y el consenso como los procesos políticos más idóneos para:

En primer término, lograr la concertación en torno a un proyecto de país y el correspondiente plan de acción contentivo de un conjunto de líneas estratégicas fundamentales para una transición, cuyas metas sean el resolver la grave situación de crisis humanitaria e inviabilidad económica que nos aquejan, así como consolidar la reinstitucionalización de la república en todos los ámbitos de su accionar colectivo.

En segundo término, estamos persuadidos que debería continuarse activando el mecanismo de consenso, a los efectos de la selección de un auténtico candidato unitario para las elecciones presidenciales de este año. Consideramos que el consenso, como proceso integral visibilizado con  absoluta transparencia hacia todos los venezolanos, es la vía idónea para lograr la recuperación del entusiasmo y la motivación en los ciudadanos por su participación electoral en tan crucial evento. En este sentido, nos parece inconveniente la ruta anunciada por algunos de los más importantes partidos que integran la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en lo que respecta a la realización de unas elecciones primarias para la escogencia del candidato “unitario”.

Consideramos, con relación a lo planteado, muy pertinente hacer la siguiente acotación: cuando hablamos de unidad nacional, nos referimos a una unidad que integre a todos los sectores representativos de la sociedad venezolana: Iglesias; Universidades; Empresarios; Trabajadores; Educadores; Gremios Profesionales; Partidos Políticos; Jóvenes; Academias; ONGs, etc. Una unidad que esté por encima de los partidos y que sea representativa del mayoritario e inmenso deseo de cambio que se respira en el país. Nos resulta inimaginable pensar, que podamos continuar soportando por muchos años el afán destructor de un régimen el cual, superado el escollo de unas últimas elecciones que se celebrarían con algún resquicio de democracia, seguramente se abocaría a consolidar una férrea dictadura y, con ella, concretar su anhelada pretensión de eternizarse en el poder.

Precisamente, por esta razón es que necesitamos de la movilización masiva de los electores. Para derrotar ampliamente tales pretensiones y lograr el urgente e indispensable cambio que demanda la sociedad venezolana. No creemos necesario, en esta oportunidad, ahondar demasiado en el diagnóstico.  Venezuela ha entrado en un preocupante estado de inviabilidad y sostenibilidad de su economía vital,  cuando los empobrecidos salarios han llegado a un nivel tal que ya no se puede vivir del trabajo. Ni tampoco acudir a él, porque cada día el colapso del sistema de transporte, sus altos costos y la gravísima crisis de efectivo suponen una creciente obstaculización del fundamental cumplimiento laboral.

 Venezuela ha entrado en la recurrente vivencia de una tragedia, a juzgar por los indicadores de desnutrición; de muertes innecesarias, por falta de medicamentos o a consecuencia de una extremadamente inadecuada atención de salud. Nos encontramos inmersos en el epicentro de una  crisis humanitaria nunca antes vista cuya progresión dinámica debe ser detenida ya. De proseguir el Régimen en el poder, continuará profundizándose.  Ya ha dado muestras hasta la saciedad de no estar en capacidad, ni tener el deseo,  de producir el imprescindible cambio de rumbo que requiere el país.


 No podemos, en consecuencia, darnos el lujo de perder las próximas elecciones presidenciales. El riesgo que corremos es demasiado alto. Por ello, nuestro llamado a que nos entendamos sin traumas e innecesarios enfrentamientos, para poder encarar, sin zancadillas, a un régimen abusador y corrupto.  Hay que pensar primero en el país y deponer intereses personales. Nos proponemos, identificados con los principios  de unidad nacional y consenso, el primordial objetivo  de regenerar la confianza colectiva del país en sus líderes y, así, hacer renacer la esperanza en el voto como instrumento de cambio.  Esta es la vía para lograr la cristalización de la mayoría social con la que contamos, en un gobierno de unidad nacional que ejecute una  transición construida sobre la base de eficaces consensos.

Postdata:


https://www.youtube.com/watch?v=FMJ-sEYeLBw

 Dirección de video en youtube contentivo de una parte de la rueda de prensa.



jueves, 4 de enero de 2018

Universitarios debemos asumir exigencia al Régimen de Dolarización


Dolarización: ¡Es urgente!


Asdrúbal Romero (@asdromero)

I-Propuesta en una noche universitaria


Si mediante el establecimiento de algún plan de políticas económicas, quisiéramos que nuestro poder adquisitivo no se continuara licuando de la manera como lo ha venido haciendo – en los meses más recientes a una velocidad que produce vértigo-, tendríamos que unificarnos alrededor de la exigencia de la implantación de tal plan. Este es el leitmotiv que me anima a proponer la tesis de la Dolarización en el marco de una conversación en la que sólo participábamos profesores universitarios.

Tal como ha venido avanzando el proceso destructivo de nuestra moneda, mi premisa, a estos centenares de metros hundidos en el subsuelo, es que el plan con la mayor eficacia para detener la progresiva y rapidísima erosión del poder adquisitivo nuestro en un corto plazo es la Dolarización. Reconozco que pudieron haber existido otros planes con ese objetivo, pero el tiempo, inexorablemente, continúa transcurriendo. El Régimen, con su destructiva obstinación, no hace nada que no sea continuar echándole gasolina al proceso ya hiperinflacionario, mediante ficticios incrementos salariales y el consecuente incremento de la base monetaria. La economía del país reacciona como uno de esos ríos, que con imparable fortaleza, ha decidido retomar su cauce llevándose por delante lo que tenga que llevarse. Todos los indicadores coinciden en que ya estamos mucho peor que Ecuador, mucho, demasiado, cuando a ellos no les quedó de otra sino adoptar la Dolarización.

Las opciones a las que podíamos recurrir han ido, progresivamente, tornándose poco atractivas, al menos en cuanto a su potencialidad cortoplacista  de poder frenar con la suficiente fuerza el ritmo hiperinflacionario. Sólo nos va quedando como opción: la  inmediata dolarización que, además, por evidentes razones se va haciendo casi inminente. Esta es mi premisa. La que me motivó a lanzar en la mencionada reunión de profesores, sin mayor preparación previa, la Dolarización como el Plan, el único alrededor del cual debíamos unificar nuestra posición. Por supuesto, se produjeron reacciones encontradas. La sola mención a la moneda del Tío Sam contenida en el apelativo del Plan evocó naturales manifestaciones de temor, incertidumbre e incredulidad. Debo decir que yo también pasé por tales estados cuando, por primera vez, en el ámbito de las discusiones del TREN se planteó el tema de la Dolarización.

Demasiada agua ha circulado debajo del puente desde aquellas fechas. El Régimen con su eterno correr de la arruga ha logrado transformar mis temores en aceptación del carácter irremediable del tratamiento. Una connotación al interior del “frame” salud, para transmitir lo mal que estamos y la necesidad que tenemos de ponernos la vacuna a fin de tratar de salvaguardar el pésimo salario que ya devengamos –en términos de su real poder adquisitivo-. Es en este sentido que voy a desarrollar la argumentación contenida en este texto.

II-La Expedita Ventaja Principal


No voy a entrar en la repetición de los diversos argumentos, a favor y en contra, que excelentes articulistas del tema económico ya han presentado a la opinión pública sobre la opción dolarizadora. Voy, más bien, a permitirme el enfoque coloquial con el cual se desarrolló el intercambio de opiniones con mis colegas, a cuenta de mi argumentación sobre su principal ventaja. El asunto más álgido, comprensiblemente, fue cómo iban a quedar los sueldos. En el renglón de los egresos, el ciudadano de a pie ya tiene que obligadamente admitir su inmersión abrupta en el mundo de los precios dolarizados. Las dudas surgen en el lado de los ingresos. ¿A qué tasa de cambio aplicable al cálculo de los sueldos y salarios arrancaría la famosa dolarización?

De plano hay que decir que la Dolarización no le permitirá a cada cual saltar, por obra y gracia de un milagro del Espíritu Santo, a un nivel de sueldo en dólares comparable al devengado por los profesionales similares en otras latitudes. A los profesores universitarios, la Dolarización no nos servirá para ganar los tres mil quinientos dólares mensuales que pagan en Ecuador. Tal grado de recuperación salarial ya no es posible en nuestro país, habida cuenta de los efectos devastadores sobre la economía que ha tenido el accionar de los DESTRUCTORES. ¿Y entonces? ¿Podemos pensar que la fulana dolarización nos retrotraerá al menos a un sueldo en el rango de los mil dólares? Tampoco, les dije, ese tipo de sueño ya nos ha sido vedado por la revolución empobrecedora.

En el otro extremo, tampoco resulta agradable pensar que en el marco de una dolarización factible fuéramos a quedar con un sueldo de quince dólares –suponiendo un ingreso promedio mensual de mis interlocutores de un millón quinientos mil bolívares y una tasa de cambio, muy cercana a la “innombrable”, de bolívares cien mil por dólar-. Aunque quién sabe, si continuamos en rol de observadores pasivos viendo  como el Régimen sigue destruyendo el poder adquisitivo de nuestros ingresos laborales,  pudiéramos terminar sumidos en tan nefasta circunstancia a la hora de acordarse una obligada dolarización en un futuro más lejano.

Lo rescatable de esta discusión sobre escenarios salariales en dólares, desde los soñados hasta el exageradamente realista al momento presente, es tomar conciencia sobre dos aspectos. El quid de la cuestión está en el cálculo de la tasa de cambio factible con la que se podría arrancar el proceso de dolarización de nuestra economía. Lo segundo: los profesores universitarios, como sector muy representativo de las élites intelectuales de este país, deberíamos en este 2018, que recién está arrancando, organizarnos para exigirle al Ejecutivo Nacional la Dolarización a la brevedad posible, como la única vía creíble que se percibe de cara al objetivo de preservar el poder adquisitivo de nuestros ingresos salariales.

Los gremios universitarios deberían empoderarse con este discurso. Y apoyarse de los expertos con los que contamos en las diversas instituciones, a los fines de involucrarnos en la discusión de los aspectos técnicos del proceso; elaborar propuestas y asumir la representación del sector que corre el mayor riesgo de salir golpeado en la Dolarización: el asalariado del sector público. En Carabobo, por ejemplo, contamos con un Francisco Contreras, reputado profesor de la escuela de Economía, que viene trabajando los cálculos para computar tasas de cambio para el arranque sobre la base de diversos criterios y escenarios.  Este es un tema de trascendencia para nosotros. Para que tengamos una idea, si como tasa de cambio inicial se tomara la tasa implícita que para la fecha que escribo estas líneas, dos de enero, se aproxima a los diez mil bolívares por dólar, entonces el salario dolarizado para el mismo ingreso promedio que les mencionaba con anterioridad sería de 150 dólares. Y este es como la cota máxima de lo que podemos soñar, porque así de majestuosamente furioso ha sido el empobrecimiento propiciado por los DESTRUCTORES.

No faltará quien diga: ¡Pero eso es muy poco! Y verdaderamente lo es, pero es lo que nos va dejando el Régimen como espacio para aspirar. El punto a resaltar es: con la Dolarización lo que se persigue no es tanto lo más que podamos ganar en dólares, comparado al informal monto que pudiésemos calcular hoy consultando la temida página, sino que no sigamos perdiendo poder adquisitivo. El objetivo es abatir la inflación. Que si vamos a comenzar a devengar 150, 100, 75, 50 dólares o…¿¿??, al menos ya sabremos que contamos con ese piso firme y que nuestro sueldo no va a seguir erosionándose –excepto por el impacto de la débil inflación que pueda afectar al dólar-. Los que neciamente se oponen a la Dolarización porque, en ella, van a iniciarse devengando un mísero salario en dólares, debieran saber que, de no aplicarse, podrían llegar a ver lo que mensualmente perciben  equivaliendo a una cantidad de dólares susceptible de ser contada con los dedos de una mano. ¡Y no en un futuro muy remoto! Se pueden admitir otras razones para oponerse a la Dolarización, pero no esa.

Por supuesto, ese listado imaginario que desde los 150 va bajando hasta los 15 –insisto en recordar que he tomado como ingreso promedio el que estimé como promedio para los participantes en la mencionada reunión y utilicé en ella con fines ilustrativos-, revela que hay un rango amplio dentro del cual puede ubicarse nuestro sueldo dolarizado  ab initio, el cual es dependiente de la tasa de cambio de arranque que se seleccione. Es en esta ubicación donde debemos buscar incidir. Los universitarios debemos liderar en el ámbito nacional la propuesta de la Dolarización; explicar su justificación lo más didácticamente posible al país y pelear por un rol de interlocución de nuestros expertos en el espacio donde se tomarán las decisiones.  Y debemos hacerlo, no viéndonos nuestro propio ombligo y pensando egoístamente como sector afectado, sino asumiendo la representación de todos los trabajadores del país, como nos corresponde. Nos dejamos quitar las Normas de Homologación por este régimen, es hora de retomar nuestro rol como líderes en la lucha de los trabajadores del país por la compensación salarial obligatoria de la pérdida de poder adquisitivo de la unidad monetaria. En este momento, no existe ya otra vía expedita que no sea la Dolarización. Este es el discurso que debemos asumir como bandera.

Ya para concluir, no dejo dejar fuera del tintero una pregunta que también fue recurrente en la reunión. Este régimen nunca va a dolarizar, ¿para qué enfrentarlo con esa bandera? La premisa parece muy obvia, aunque uno nunca sabe. Jamil Mahuad, Presidente del Ecuador habló pestes de la dolarización tres días antes de decretarla. No le quedó más remedio. Si este régimen  aceptara dolarizar, me atrevería apostar a que la tasa de cambio no resultaría conveniente. Tendríamos que comenzar la recuperación salarial, como se ha logrado en Ecuador, desde muy abajo. Lo ideal es que dolarizara un nuevo gobierno con acceso a financiamiento fresco. Parte de ese financiamiento, requerido para estabilizar económicamente al país, podría utilizarse para arrancar una dolarización desde un piso más alto, en el cual pudiera tratar de obtenerse una mejor paridad del poder adquisitivo con el de otros países latinoamericanos con economías de dimensiones similares a la nuestra. Es decir: con una tasa de cambio para el arranque no tan dura y lograr así implantar una dolarización más soportable. ¡Siempre va a ser dura! Esa es una realidad ya heredada. Pero la idea es ablandarla, introduciendo criterios de carácter social en las calculadoras de los tomadores de decisiones. Francisco nos ha venido presentando en el Vagón Monetario del Tren tasas de cambio “atractivas” en el contexto de la severa realidad que afrontamos. Planteadas sobre criterios sólidos, pero que lamentablemente hay que estar continuamente recalculándolas para peor, en la medida que el tiempo pasa sin tomar decisiones.

Por eso es que la presión debe producirse ya, de inmediato. Conforme más tiempo pase, peor será. La Dolarización es como un salvavidas al cual, desesperadamente, debemos asirnos, para no perecer. La Dolarización es una bandera económica, social y también política, en el sentido de que ella demanda una ventana de comunicación sencilla, orientada hacia las clases más populares, sobre del por qué el país ha sido conducido a una nefasta situación económica y de empobrecimiento social, que hace irremediable la aplicación de un trago tan amargo como es la Dolarización en lo atinente a los elementos y símbolos de nuestra identidad nacional. Es obvio que al Régimen no le va a gustar escuchar nuestros argumentos para la Dolarización. Es obvio que una exigencia como esta adquiere una relevancia política. No se va a quedar sólo en el plano económico. No tenemos por qué, nosotros, cuidarnos de restringirnos en una exigencia que ya es casi de sobrevivencia civil para no incomodar al Régimen. No es aceptable ni admisible que este pueda condicionarnos nuestros motivos de lucha y mucho menos después de la DESTRUCCIÓN Y MUERTES de las que son responsables.

Maracaibo, cuatro de enero de 2018