Divorcio Incomprensible
Asdrúbal Romero (@asdromero)
I-Reflexión preliminar
“Porque aquí nada cambia,
ni el viento”
Thays Peñalver (tuit:11/9/17)
Esta
idea la he reiterado varias veces en mis textos:
Venezuela
se ha convertido en un país en extremo noticioso. Todos los días ocurren muchos
eventos, muchos de ellos trágicos e incomprensibles para buena parte del mundo
civilizado. Pasa de todo en Venezuela, pero de lo sustancial, de lo que debiera
ocurrir: pasa muy poco, casi nada. Acompasados por una lenta dinámica, como la
de una tortuga, seguimos transitando una desesperante ruta hacia la muerte como
país. Metáfora nada abstracta en este caso, porque involucra la muerte, o casi
ella, de muchos de sus pobladores. Puede ausentarse uno un mes, o varios meses,
y al regreso constatar que en lo substancial se ha avanzado muy poco. Que el
país sigue casi detenido en un escenario de destrucción, como si un huracán
tipo “Irma” hubiese arribado por sus costas para quedarse encerrado dentro de
sus fronteras y disfrutar extasiado con el sufrir de su gente.
Hay
etapas en las que tenemos la sensación, quizás ficticia, de que avanzamos algo
más raudos hacia algún punto de quiebre del cual pueda derivarse el
indispensable cambio político. Hay otras, como la actual, en la que todo
pareciera moverse en cámara lenta hacia la luz al final de un túnel que se nos
ha perdido –el túnel-. Desplazamiento muy lento en lo político, aunque el furioso
accionar de los tormentosos vientos no se detenga. Divorcio incomprensible
entre lo político y lo social. A los efectos de atrevernos a vislumbrar el
escenario más probable hacia el cual nos dirigimos, es fundamental intentar visualizarlo
como un punto de confluencia de tres dinámicas que continúan en pleno
desarrollo.
II-La crisis económica y su impacto social
En
su génesis y posterior evolución inciden un número significativo de variables
económicas y sociales que interactúan formando círculos viciosos –lazos de
retroalimentación positiva- los cuales se confabulan, sinérgicamente, en el
tiempo para producir un empeoramiento sostenido de la calidad de vida económica
y social en el país. No voy a repetirme en el análisis que en algunos artículos
anteriores, publicados en este blog, he abordado desde la perspectiva de las
teorías y métodos disponibles para el análisis dinámico de sistemas. Sólo cabe
reiterar el pronóstico adelantado de que el empeoramiento sería creciente. La
crisis no tiene fondo, corolario este que sorprende a los legos en la materia,
aunque a estas alturas ya nadie debería albergar duda alguna sobre su certeza.
Adicionalmente,
otra conclusión del análisis dinámico: el empeoramiento irá manifestándose a
mayor velocidad. Bastaría con analizar la tendencia en la pérdida del poder
adquisitivo de nuestra moneda – o del valor de una hora de trabajo nuestra-
para certificar que este aspecto nefasto del pronóstico dinámico también se
cumple. En consecuencia: la crisis que actualmente padecemos; que muy seguramente
ya nos parece lo suficientemente dantesca; que ya tiene a más de la mitad de la
población damnificadamente pensando en el día a día sobre cómo va a sobrevivir
–no manejo datos actualizados como para estimar en qué porcentaje se sobrepasa
ya al 50%-; esa crisis no se va a
detener. Sólo puede profundizarse, avanzar hacia escenarios aún más dantescos.
Y tal avance será a velocidad de un huracán que no se desgasta para convertirse
en tormenta tropical, sino todo lo contrario: se alimenta de la destrucción que
inflige a sus víctimas para multiplicar sus fuerzas y convertirse en criminal
tornado.
Malas
noticias para quienes percibieron la crisis a través de la imagen de una isla
con algunas colinas. Quienes pensaron que por estar ubicados a suficiente altura,
la inundación no llegaría al nivel de ellos porque antes, con tantos muertos y
damnificados, algo debería ocurrir que la detuviera. Un estallido social, con
capacidad para detonar otro político y el giro salvador en lo económico, por
ejemplo. Ahora caen en cuenta consternados que ese no sabían bien qué no ha
ocurrido y que la inundación la tienen en los patios de sus casas. Ahora
quieren responsabilizar a otros de su inacción y crucificar chivos expiatorios.
Debo
detenerme en un breve inciso, para reconocer que me cuento entre los que pensé
que un punto de quiebre político-social ocurriría antes de arribar a estas
tenebrosas profundidades de la crisis. Supongo que lo preveía así por
insuficiente conocimiento de las historias de dominación de los pueblos por
regímenes comunistas. No, porque me sintiera cómodamente asentado en un lujoso
palacete de alguna colina viviendo en la indiferencia. Para testimonio de mi defensa
podrán servir, aspiro, las ingentes horas de improductivo trabajo en el intento
de evangelizar sobre la urgente y dramática necesidad de comprometernos todos
en luchar por la oportunidad de un viraje. No dejo de sorprenderme, cada día,
de la capacidad de aguante de los venezolanos ni de preguntarme cómo ha sido
posible que nos dejáramos hundir de esta manera. Afuera de nuestras fronteras,
quienes llegan a conocer nuestra realidad, tampoco alcanzan a comprender cómo
ha sido posible que hayamos sido traídos a tal estado de sometimiento y
privación de los derechos humanos más esenciales.
Nunca
bajaron los cerros. No bajo la bandera de la rebelión colectiva, como soñaban
muchos. ¡Ilusoria esperanza! Y si ahora bajaran, su motivación estaría menos
impregnada del deseo de liberación del yugo político y más por el aliciente de
instintos muy básicos. Bajarían buscando ciegamente lo que el Régimen ya no
está en capacidad de darles adonde sea que puedan encontrar algo. Se acabó la
etapa de la distribución de la riqueza que no era, en buena parte, producto del
esfuerzo. Al Régimen sólo le queda enfocar sus políticas hacia ver cómo les
quita a los pocos que tienen para dar a los que no tienen nada. Incluyendo el
azuzamiento del saqueo. A toda esa gente que han hundido por debajo del umbral de “un dólar por día”, estándar internacional de
pobreza mínima, el Régimen la ha convertido en lisiados políticos, en
discapacitados para el ejercicio de ciudadanía. ¿Cómo podemos seguir esperando
que se abracen a alguna consigna política, que se organicen para participar en
eventos de protesta, cuando tienen que luchar duro cada día a ver si comen?
Lo
más preocupante, insisto, la velocidad de la profundización de la crisis sólo
puede aumentar. Así ha sido hasta ahora desde el 2012, el año del “Fin de la
Fiesta”, cuando como locos gastamos dólares como si el barril de petróleo se
vendiera a 200. Cito un tweet reciente
-13/9- de Ricardo Hausmann: “Hace 295 días (un año menos 91 días), el $ en el
mercado paralelo pasó el umbral de 2200. Hoy pasó el de 22.000. Un cero en
menos de 1 año.” ¡No es cualquier cero! ¿Quiere decir esto que dentro de 295
días el paralelo podría estar superando los 220.000? Exactamente correcto, de
no aplicarse los correctivos que este régimen ya no tiene la posibilidad de
hacerlo aunque quisiera. Dólares no hay, ni para medir la miseria que ahora se
medirá en rublos, yuanes, huesos de conejo o qué carajo importa. El nuevo cono monetario no ha
terminado de llegar y ya no sirve. Ya se hace necesaria la existencia de
billetes de un millón, dos millones, y
pronto, muy pronto: los de cinco millones. La muerte del bolívar como moneda es
inminente, predice el prestigioso economista Steve Hanke, quien habla también
de una espiral mortal por la que se desliza Venezuela. ¿Hacia dónde nos conduce
ella? Hacia una crisis humanitaria con el potencial de convertirse en tremenda
y mundialmente mediática. Todo dependerá
del tiempo que tome concretar el escenario solución. Imágenes de hambruna como
en el África retratada por LIFE hace
unas décadas. Miles y miles tratando de pasar la frontera hacia nuestros países
vecinos. ¿Será que se está esperando eso?
III- En la esfera de la Política Interna
Resulta llamativamente contrastante la
diferencia entre las dos velocidades. Por un lado: la velocidad de terror con
la que nos transportamos en el autobús de la debacle social y económica del
país. Por el otro: la velocidad que caracteriza al proceso de búsqueda de una
solución política que desaloje del poder
a los DESTRUCTORES, responsables sin duda de la debacle. Tratando de ser
creativo y visualizar tal contraste con otra mirada: quizás no sea que la
búsqueda haya sido lenta sino que se nos ha hecho así porque una solución
política convencional –que involucre sólo fuerzas políticas al interior del
país- como tal no existe. Ya lo ha expresado con meridiana claridad el secretario adjunto de Estado de EE
UU para Seguridad y Lucha Antinarcóticos y ex embajador en Venezuela, William
Brownfield, -no es cualquier vocero-: “Estados Unidos cree que no habrá una
solución democrática para la crisis política y económica de Venezuela, mientras
el narcotráfico siga penetrando por “completo” cada uno de los estamentos de
poder del país, incluido el propio gobierno de Nicolás Maduro”.
La
anterior cita nos conecta prematuramente con el análisis de la tercera
tendencia que está relacionado con lo internacional, por lo que pongo el tema
en espera. Lo cierto es que la sensación de contraste entre las dos velocidades
sí es real. Ahora mismo, el país cayéndose a pedazos y la Oposición
Institucional –la nucleada alrededor de la MUD- ocupada y distraída en el tema
de las elecciones regionales. Por eso hablábamos antes de DIVORCIO
INCOMPRENSIBLE entre lo social y lo político. Esto lleva tiempo siendo así, como lo reconocen un
sinnúmero de analistas políticos. El análisis de las razones: ¡ameritaría un
ensayo! Ahora bien, no me voy a retractar en mi posición asumida en “Danza
Infernal”: la MUD hace posiblemente lo único que puede hacer ubicados, como
debemos hacerlo, en las coordenadas actuales de la tragedia política que nos
trajo hasta esta orilla del río. Dejar de hacerlo sería peor, sería de locos
como lo expresa mi compañero del Grupo de Pensamiento Universitario, el
profesor Frank López.
¿Habrá
elecciones regionales? Es una pregunta no determinística. La respuesta sólo
puede ser emitida en términos probabilísticos. La tesis abstencionista se ha
desinflado, aunque el diálogo anunciado desde Francia pudiera reactivarla – a
lo mejor es por eso que Zapatero anda tan diligente-. De continuar esa tendencia, con mayor
probabilidad el Régimen tenderá a boicotear la celebración de las elecciones.
Ahora mismo estimo esa probabilidad en un 60% - a ojo de buen cubero-. Dispone
de dos vías para hacerlo. Una resolución sin más de la ANC, apelando a x, y o z
razonamiento. O, más ladinamente, un anuncio de cambio de las condiciones
electorales, poniéndolas más leoninas para la Oposición con la intención de
torpedear el consenso alcanzado entre los partidos más importantes en cuanto a
la participación y volverlos a poner a pelear entre sí. Obvio, yo me inclino por
la segunda opción.
En
todo caso, la Oposición como un todo no se percibe con la fuerza suficiente
como para lograr el cambio político que ansía el pueblo. Por allí ha
reaparecido la opción del diálogo. También han comenzado las críticas,
valederas muchas de ellas. La MUD insiste en cometer los mismos errores con
relación al camino del diálogo. Lo que yo pueda decir al respecto, no lo diría
nunca mejor que como lo expone la abogada Thays Peñalver en su brillante
artículo: “Carta a la MUD sobre el diálogo”. Recomiendo una lectura sin
desperdicio en: https://toweltonet.wordpress.com/2016/11/09/carta-a-la-mud-sobre-el-dialogo-por-thayspenalver/ Como pueden ver, fue escrito en noviembre del
año pasado, pero tal cual lo reclama la autora, y yo ratifico: “como ellos no
escuchan”. Para concluir el análisis de la dinámica de lo que ocurre en la
esfera de lo político, en mi opinión esta no será determinante en la concreción
del escenario solución. Aunque ha aportado su cuota parte en su contribución a
crearle al Régimen esa situación de penoso aislamiento internacional por la
buena labor de cabildeo que se ha hecho en ese ámbito –tampoco exageradamente
meritorio porque a un régimen delincuencial es muy fácil hacerle cabildeo en
contra-. Esto nos conecta directamente con el análisis de la dinámica de lo que
ocurre en la esfera de las relaciones internacionales. Como luego les quedará
claro, esta dinámica y la primera analizada, vinculada a la tormentosa debacle
económico- social, son las que confluyen con mayor determinación en mi análisis
de cuál podría ser el escenario más probable.
IV-El Régimen en Cuarentena
Prácticamente
aislado en el concierto occidental de naciones. Uno de los signos que más me ha
llamado poderosamente la atención de este aislamiento, es la forma como Maduro
es batuqueado con tanto desparpajo por varios de sus colegas presidentes más
importantes de Latinoamérica. Macri le dice en su cara que le va revisar sus
cuentas bancarias en Argentina. Kuczynski le pide al
“dictador”, así le califica, que renuncie a la Presidencia. Y lo de Santos, no
tiene parangón ni en los más ardientes tiempos de la refriega Uribe vs Chávez.
Esto no es normal, me he dicho. Lo usual es que entre colegas presidentes se
aplique el refrán que entre bomberos no se pisan la manguera – como solía
decirse también de los rectores universitarios cuando yo asistía al Consejo
Nacional de Universidades-. Es natural que los presidentes pretendan la
protección mutua entre ellos, para intentar blindarse ante cualquier acusación
que pueda presentar un sector interno de algún país, en alguno de los
organismos colegiados en los que tienen representación.
De pronto, las máscaras de
la habitual hipocresía diplomática son retiradas de los rostros al más alto
nivel y se activa, en resaltante sintonía, una abierta y manifiesta campaña
hostil contra el representante del Régimen. ¿Cuál puede ser la razón? En mi
opinión, no puede ser otra que la convicción compartida de que el Régimen,
habida cuenta de su actividad delincuencial, se ha convertido en un riesgo de
seguridad para todo el continente. Esto, aunado al pleno conocimiento que se
tiene del viaje sin retorno, por ahora, hacia una espantosa crisis humanitaria
y lo que ello significa para los países vecinos y más cercanos. Esta
convicción, como solía relatar el Régimen con respecto a la espada de Bolívar,
se propaga a veloz marcha por todo este lado del Atlántico. Y ya avanza rauda
en Europa. Somos estado fallido, y como tal: generadores de problemas hacia los
demás. Por eso la solución del “Problema Venezuela” se ha desplazado del locus
interno al externo. Lo malo es que nuestra solución ya no dependerá tanto de lo
que puedan hacer nuestros dirigentes opositores –algunos dirán: menos mal-, estamos
subordinados a las decisiones que puedan tomar actores políticos externos.
El papel de los Estados
Unidos, aparte de las medidas tomadas hasta ahora, ha sido acopiar las pruebas
del carácter delincuencial de la cúpula podrida que detenta el poder en nuestro
país y hacerlas llegar oportunamente a cada uno de los despachos
presidenciales. Su decisión de intervenir, me atreveré a especularlo, está
tomada. Pero no lo va a hacer sin consenso regional. Se comenta mucho en
ciertos círculos que para eso fue el viaje del vicepresidente Mike Pence.
También se dice que la respuesta de la mayoría de los presidentes fue que había
que esperar un poco más.
¿Esperar qué? ¿Más pruebas?
¿O imágenes más dramáticas de la crisis humanitaria? Esta ya es una realidad,
pero quizás todavía no sea lo suficientemente mediática como para justificar
posiciones políticas. Que si es cruel, así es la política. Si no, pregunténselo
a los cubanos, a quienes los han dejado cocerse en la miseria por más de
cincuenta años mientras su destino se jugaba en un tablero geopolítico. Voy
concluyendo: el escenario solución más probable es el de la intervención. Pero
habrá que esperar.
Esta espera de los dolores,
porque de ella no puede esperarse otra cosa que no sea más sufrimiento para
todos, me hace recordar lo acontecido en la Guerra de los Balcanes –la antigua
Yugoeslavia-. Servios, bosnios, croatas y otras etnias se mataban entre sí en
el marco de una guerra verdaderamente fratricida que derivó en genocidio –años
noventa del siglo pasado-, mientras la diplomacia europea seguía en el juego de
las dudas y la indecisión. Al final, Clinton intervino y los europeos todavía
se apenan de ese capítulo muy triste de su historia como comunidad. Ojala algo
parecido no ocurra con Venezuela.
Ya desplegado el análisis de
cómo las tres dinámicas apuntan hacia el escenario de una intervención que será
de un perfil más humanitario que militar. Habrá seguramente un apoyo táctico
logístico de esta naturaleza, pero no preveo enfrentamientos, no hay con qué,
las fuerzas armadas nuestras están tan inviabilizadas como lo pueden estar la
mayoría de las instituciones del país –siempre pongo como ejemplo a las
universidades siendo particularmente doliente de ellas-. Visualizo una pregunta que se me podría hacer si esto fuera una conferencia: ¿Por qué descarta un
escenario tipo Cuba? Que nos dejen cocer también en nuestra salsa de la “felicidad”.
Mi respuesta es breve. Este
régimen ha corrido tanto la arruga en lo económico, que ya ni siquiera pueden
llevar al país a un estado de miseria estabilizado, como el que sí los Castro han
logrado en Cuba. Nuestra miseria no se estabiliza, avanza hacia la muerte. Ya
el Régimen va disponiendo de menos recursos para los CLAP. Pudieran plantearse
un programa de ayuda social mínimo que les aportara sostenibilidad, financiado
con parte de los beneficios de su actividad económica delincuencial, pero hasta
esto se les ha puesto muy obstaculizado en
el escenario de las restricciones de carácter financiero que ha impuesto los
Estados Unidos y que próximamente
impondrá Europa. Están demasiado expuestos. El mundo occidental no se la va a
calar. Esa decisión ya está clara. La interrogante que queda es cuándo actuará.
¿Será cuando la crisis humanitaria alcance
tales niveles, que a los países latinoamericanos les quede por siempre en su
historia el pecado de no haberse decidido a actuar a tiempo?