El Marco de la “Destrucción”
Asdrúbal Romero M. (@asdromero)
I-Sucedió en la marcha
“Hoy voy a marchar.
Independientemente de cuán bien o cuán mal considere que lo están haciendo los
visibles líderes opositores. Hoy, como ciudadano, debo tomar conciencia de que
la guerra de los Destructores me está afectando a mí, y a mi familia, y que
tengo el pleno derecho a acometer esta, y muchas otras actividades de protesta
y resistencia pacífica, en defensa propia y de mi familia. No se puede seguir
delegando en otros lo que cada ciudadano debe hacer. Lo primero es asumir
individualmente la lucha. Lo segundo, organizarse”.
No resistí el impulso de
publicar en Facebook lo que de manera espontánea me había dictado mi inconsciente
cognitivo, tal como si fuese un memorándum que sólo podía ser obedecido.
Después, me fui a marchar este 23 de enero. No voy a entrar a calificar
políticamente el evento. Implicaría recargar mi tintero con una de las tintas
del año pasado y, la verdad, ya ésta me produce hastío.
A las alturas de la
venerable tienda “Valentino”, la marcha se había convertido en un delgado hilo
de caminantes que conversábamos confundiéndonos con quienes visitaban esa área
comercial por razones muy distintas -no había consignas que arengar-. Una de esas personas,
una señora que caminaba en sentido contrario me detiene. Me dice: yo tengo
mucho que decir sobre esa pancarta –una que cargaban unos jóvenes delante de
mí-. “Mire Rector, estos grandes carajos
han destruido todo…”.
La conversación continuó
por unas decenas de segundos y tuve que excusarme para no quedar demasiado
rezagado. Pero el inicio de su breve discurso entró en franca resonancia, con
lo que mis neuronas me vienen cantando, desde hace meses, es la palabra exacta
que todos debemos utilizar para referirnos a los conductores de este nefasto
régimen: los “Destructores”. Todavía sus palabras resuenan dentro de mí. Poco a
poco, progresivamente, todos los venezolanos, independientemente de su mayor o
menor formación, del estrato social al cual pertenezcan, vamos coincidiendo en
que este régimen, del cual debemos salir a la mayor brevedad posible, se asocia
a Destrucción. ¡Se identifica con Destrucción!
II-¿Por qué insistir en lo de los “Destructores”?
En cuanto a la debacle
social y económica, se habla de
destrucción: del poder adquisitivo de los salarios; de la capacidad de
producción del país medida en cierre de empresas; de las oportunidades de
empleo formal; de las posibilidades de progresar, etc. En lo referente a la
educación, se habla: de universidades convertidas en gigantescos elefantes
blancos a cuenta de hacer inviable su funcionamiento; de una educación pública
en el suelo que no puede absorber los alumnos cuyos padres ya no alcanzan a
pagar una mermada educación privada; de la destrucción de las posibilidades de
un futuro digno para nuestros hijos (una idea un tanto más elaborada); de la
diáspora de los jóvenes, etc. Y así: se habla de la destrucción de la salud
pública y privada; de la infraestructura; de la institucionalidad; del Estado
de Derecho; de la capacidad de contener a la delincuencia, etc., etc., etc. Por
donde se mire: la más insólita destrucción es lo que campea en todas las áreas
de quehacer humano de este casi derruido país.
Ahora bien: ¿Por qué
insistir en la calificación de “Destructores”? En una reunión con profesionales
interesados en el manejo del lenguaje en la comunicación política, se planteaba
la evidente necesidad que tiene la Unidad Opositora de generar un enmarcado (“framing”), propio y coherente, dentro
del cual desarrollar un lenguaje efectivo en su conexión con los ciudadanos.
Esto es muy importante. El lenguaje es mucho más que un medio de expresión y
comunicación. Él es la puerta de entrada hacia el cerebro. El lenguaje provee
acceso al sistema de conceptos que usamos para pensar y cumple la función de
organizarlo (Lakoff en “The Political Mind”).
Un amigo, admirador del
partido Podemos en España -no por su desempeño ideológico sino por la
sobresaliente forma como maneja su comunicación política-, decía: necesitamos
una palabra como la “casta”. Este es el término usado por Iglesias y sus
correligionarios para referirse a todo lo que representa el status quo político en ese país: los
responsables, según ellos, de la crisis de la cual derivó el fenómeno de los
“Indignados”. Fue la primera vez en la que me pregunté cuál podría ser esa
palabra en nuestro caso. Ahora creo tenerla: los “Destructores” y el objetivo
de este texto es proponerla para que se discuta, se mejore o se reemplace por
otra mejor. Pero necesitamos esa palabra que al escucharla, automáticamente,
invoque en el cerebro de cualquier compatriota todo un marco mental y sus
respectivas narrativas que le rindan una caracterización de este villano régimen
abocado a la “Destrucción”.
Los marcos mentales (“frames”) son estructuras instaladas en
nuestro cerebro que configuran la manera cómo vemos al mundo. No podemos ver o
escuchar los marcos mentales, ellos son parte del inconsciente cognitivo al que
no podemos acceder, pero que conocemos a través de sus consecuencias: la manera
cómo razonamos y lo que cuenta como sentido común para nosotros (cosmovisión o
“worldview”). Todas las palabras
transmiten un significado con referencia a un marco mental. Cuando tú escuchas
una palabra, su “frame” -o una
colección de ellos- es activado en tu cerebro (otra vez Lakoff, ahora en “Don’t Think of an Elephant”, seguro que
no pudieron evitar pensar en el animal de grandes orejas).
La apelación a ellos como
los “Destructores”, si todos los opositores comenzáramos a utilizarla
reiterativamente en cada oportunidad que nos refiramos a ellos, si la hacemos
parte de nuestro lenguaje diario, invocará en el cerebro de la mayoría de
nuestro auditorio el marco mental de la destrucción que están llevando a cabo:
total, profunda, sistemática y sistémica. Como todo “frame”, este de la “Destrucción” tiene sus componentes:
Roles semánticos: Las
víctimas (los ciudadanos, las Instituciones); los villanos (los perpetradores
de la “Destrucción”); los actos de villanía (todas las decisiones, acciones,
instrumentos normativos, etc. que se utilizan para perpetrarla); los héroes
(los que luchan para impedir que la “Destrucción” continúe, los que se resisten
a ella). Estos roles pueden combinarse en multiplicidad de escenarios y
relatos.
Cada cual, al escuchar la
palabra, no sólo se ubicará en el “frame”
que con toda justicia buscamos instalar en las mentes de todos los venezolanos,
muy probablemente también recreará en su mente relatos extraídos de sus
vivencias diarias que ejemplifican la “Destrucción”. Porque así somos los seres
humanos, pensamos mediante marcos mentales, metáforas, relatos, imágenes,
prototipos y metonimias: todas corresponden a conexiones neuronales que se han
constituido en nuestros cerebros.
No me extrañaría, por
ejemplo, que Víctor Carrera, profesor de la escuela de Ingeniería Mecánica UC, al
mencionarle: los “Destructores”, retrotraiga de su memoria cualquiera de los
tantos relatos que ha padecido en su condición de ser doliente de una
universidad a la que se le viene destruyendo sistemáticamente (lo menciono
porque con frecuencia los publica en Facebook, se cuenta entre los héroes
anónimos que se resisten al pavoroso propósito). O que Damiano, presidente de
Fedecámaras Carabobo, al escuchar la palabra, rememore cualquiera de las
narrativas de centenares de empresas que ha visto morir. Pero también tenemos
que lograr que María, habitante de la comunidad de Luis Herrera, al tener en la
noche que acostar a sus hijos con sus estómagos vacíos, lleve a su mente algún
relato que relacione a los “Destructores" con su condición de inocente víctima
de esta tragedia.
Puede que no sea la
palabra mágica, “Destructores” -¿notan la insistencia con la que la repito?-, a
mi amigo, el de la “casta” no le gusta, dice que le falta punch, que requiere
ser completada con algún adjetivo. Bien, existe gente muy creativa que puede
mejorar la propuesta, lo importante es que la teoría que la soporta ha sido
desplegada de la manera más sencilla que he podido.
Voy a violar una regla,
sí, voy a traer a colación la terminología que invoca uno de los “frame” utilizado por los “Destructores”:
la “Guerra Económica”. ¿Ven los que le digo? ¡Todo lo que viene a cada uno de nuestros
cerebros! Algunos recurriremos a nuestro razonamiento consciente para rechazar esa
mentira mil veces dicha. Otros la siguen creyendo: ¡Ya han logrado
incorporárselas a sus sinapsis cerebrales! Nunca debes usar las palabras de los
contrarios, estarías, seguramente sin desearlo, activando el “framing” que ellos han pretendido
imponer. Por ello, me pareció tan tremendamente desafortunado que representantes
de la MUD hubiesen refrendado el bendito “framing”
del Régimen en el infeliz comunicado de la Mesa de Diálogo.
Ellos, los “Destructores”
han sido entrenados para utilizar el “framing”.
¿Cuándo nosotros, las víctimas de esta guerra total que viene siendo y todavía
muy pocos nombran (Méndez Güedez), vamos
a comenzar a implementar un “reframing”
del debate político por estas tierras? Ya va siendo hora. Nótese que acabo de conectar el “frame” de la “Destrucción” con otro que
los seres humanos ya conocemos: el de la Guerra. Somos víctimas de una guerra. ¡Todos
los días se producen bajas! ¿Cuándo entonces? Urge hacerlo. Primero, debemos
convencernos: se demanda un nuevo lenguaje para instalar nuevos “frames”. ¡El lenguaje tiene una fuerza
política que nunca se puede desestimar!