¿Y
Ahora Qué?
Asdrúbal Romero M. (@asdromero)
Ahora sabemos con
mayor certeza que de las cuatro rutas para salir del Gobierno, de las cuales la
MUD anunció después del 6D se iba a seleccionar una y se lo comunicaría al país
en un lapso de seis meses, tres de ellas dependían de la “buena voluntad
democrática” del Régimen. La selección no la hubo porque no fue posible arribar
a un acuerdo y se anunció una salida salomónica: se intentarían las cuatro
simultáneamente. También sabemos que esto no ocurrió, que al final prevaleció
la tesis del Referéndum Revocatorio (RR).
Recordemos las
cuatro: Petición de Renuncia, RR, Enmienda Constitucional y Constituyente. La
ruta de la Enmienda dependía de si el Régimen, a través de los otros poderes
públicos sobre los que mantiene el control, reconocería las resoluciones de la
Asamblea Nacional. Es harto evidente a estas alturas que tal reconocimiento no
se iba a producir, por lo tanto esa era una ruta conducente al fracaso. Las del
RR y Constituyente dependían de las decisiones del poder electoral: de si el
CNE, cumplidos todos los requisitos previstos en el marco constitucional,
convocaría los eventos respectivos que posibilitaran la concreción de tales
vías. Ya hemos constatado lo que el CNE ha hecho con el RR. No debe quedarnos
ninguna duda que de igual forma habría procedido con cualquier solicitud para
activar un proceso constituyente. Sobre esta ruta habría que aclarar que
siempre ha existido la posibilidad de una constituyente paralela –no reconocida
por el Régimen-, pero esta sería equivalente a una implementación alternativa
del artículo 350. Para que de ella se pudieran derivar efectos reales, tendría
alguna organización en rol de árbitro armado reconocer e imponer los mandatos
de esa rebelde constituyente. De no ser así: pura masturbación y riesgo abierto
para sus promotores. En síntesis: las tres –Enmienda, RR y Constituyente-
dependían para su éxito de qué tanto iba a mantenerse apegado el Régimen a las
reglas de juego democrático.
Ahora sabemos con
total certeza que el Régimen siempre ha estado dispuesto a darle una patada a
la mesa cuando le fuera necesario. Como el RR fue lo que prosperó, ya obtuvimos
la constatación de tal disposición vía CNE. Por supuesto, muchos me pueden
decir: pero eso ya se sabía. Ciertamente, todo parece indicar que unos cuantos
lo han intuido y pregonado, pero esa creencia no ha pasado a ser una tesis
admitida como verdadera por la mayoría. En mi caso: yo podía albergar algún
presentimiento de lo que iba a ocurrir -
de allí mis reservas de que todos los huevos se pusieran en la canasta
del RR-, pero no podría afirmar que estaba 100% seguro de la respuesta del
Régimen. Por esta razón, concediendo el beneficio de la duda a una plataforma
institucional como la MUD: esa era una etapa del juego por la que había que
pasar. Había que demostrar, contra cualquier género de duda, que el Régimen ya
no estaba dispuesto a ajustarse a las reglas del juego democrático. Ahora lo
sabemos. ¿O queda todavía algún residuo de duda?
Es muy factible
lucir errático jugando con las reglas democráticas frente a un régimen que no
las respeta. Como despabiladamente lo señala mi estimado amigo Octavio Acosta
–en un comentario a mi artículo “Preso pero libre”-: “La situación
pareciera conducir a lo siguiente: el seguimiento fiel de las reglas del juego
democrático no le ha servido a la oposición y todo parece indicar que no le
servirá. "Hay que hacer algo más" clama mucha gente. "La
oposición anda errática, sin saber qué hacer", también se dice. Es lógico,
si usted sigue las reglas y ellas no les sirven de nada, porque el adversario,
quien tiene el poder, no las respeta, eso de cajón le produce un desconcierto,
andará errático porque no sabe qué hacer. Y usted se hace también la pregunta
"¿qué debo hacer?". El asunto se complica, porque ese "algo
más" que todo el mundo clama no puede ser "democrático".
¿Qué puedo agregar? La última decisión del CNE coloca las
reglas de juego en otro contexto. Ya es hora de que la MUD admita como premisa
que no está desempeñándose en un cuadrilátero regido por reglas democráticas.
¿Qué nos queda? Activar una campaña
admirable para forzar la Renuncia. La ruta que más me gustaba desde el
principio. Pero eso es muy difícil. Maduro no va a renunciar –parece que
escuchara miles de voces diciéndomelo-. Cierto, pero es tan difícil, quizás algo
menos, que las otras rutas llenas de recovecos espinosos donde el Régimen nos iba
a continuar emboscando con sus sempiternas trampas propias de un comportamiento
dictatorial.
Si tenemos un objetivo claro: cambiar de régimen y cuatro
rutas, una directa-la Renuncia- y otras tres indirectas, por cuanto dependen de
la concreción de otros procedimientos intermedios que son, al menos, igualmente
difíciles de alcanzar, por qué no irnos por la línea recta. Más clara, más directa. Porque además nos
permite concentrar todo el repertorio comunicacional en la madre de todas las
crisis. En un artículo anterior, yo hacía referencia al video de Carlota Flores
en la campaña presidencial de Luis Herrera (1978). La crisis actual da para
millones de videos, infinitamente, más dramáticos que el de Carlota Flores.
Señores, el pueblo más desprotegido está pasando hambre. Los neonatos se mueren
todos los días en los hospitales públicos de todos los estados. Los viejitos se
mueren por falta de medicinas y tratamientos oportunos. Sólo hay que incorporar
la empatía con ese pueblo que está sufriendo lo indecible, lo nunca antes
padecido en Venezuela, para disponer creativamente de los elementos comunicacionales que nos permitan desarrollar, con solidez y credibilidad, nuestra campaña admirable. Todo el mundo va
a saber que estamos hablando con la verdad, porque la mega crisis ya no se puede ocultar ni le
es desconocida a nadie. Hasta el Régimen está consciente –¿tendrán consciencia?-
de que la multidimensional y gigantesca crisis, casi una bomba atómica, constituye su vulnerable talón de Aquiles.
No es lo mismo plantear una diatriba contra las verdugos del
CNE porque no nos ponen el número de máquinas para el RR que consideramos justo,
que invocar una narrativa de urgencia frente a los nefastos efectos que está
generando la Crisis –sí, de aquí en adelante con mayúsculas, como lo amerita-.
Este es el camino para intentar concienciar a los ciudadanos que están haciendo
colas y pasando hambre, de la necesidad de un inmediato cambio de modelo para
comenzar a frenar este acelerado rumbo hacia una tragedia. Hay que intentar
involucrarlos con un discurso en el que ellos se sientan representados. Las dos colas, la del RR y las de todos
los días, nunca se llegaron a unir. ¿Cómo podía lograrse con un discurso
giratorio alrededor del litigio por un RR que, conforme
han transcurrido los días, lo han percibido más distante en el tiempo y
más lejano a sus inmediatas necesidades? ¿Cómo podía aspirarse a que se sintieran representados?
Considerando que el Régimen ya nos la ha puesto bien clarita
(la bola de cristal): ruta que dependa de ellos no va porque, aquí, juego
democrático no hay. Considerando que existen los argumentos sólidos para que no
se perciba como un abandono el no insistir en un procedimiento que nos ubica el
RR en el 2017, no sólo los jurídicos y la restricción de condiciones, sino que
ese RR sencillamente no le sirve al pueblo, no se trata de que se vaya Maduro,
se trata de que se vayan todos con su modelo empobrecedor pal carajo. Ya no podemos seguir distrayéndonos en rutas
indirectas que lo que hacen es incorporar tópicos y complicaciones adicionales, aquí hay un solo tema: la
Crisis, ¡por respeto a los que están sufriendo!
¿Se puede dialogar
con el Régimen? Claro que sí, pero abanderados con el tema de la Crisis. Con
cifras y datos: miren adónde nos han traído; miren hacia dónde vamos; se tienen
que ir ya; cuáles son las condiciones en las que están pensando deba garantizárseles
para irse ya (escucharlas no implica aprobarlas: ese sería el tema de
negociación). Este sería el marco conceptual, el frame, dentro del cual les hablaría. Creo, sinceramente, que a
estas alturas no debiera apelarse a otro. A ellos sólo hay que hablarles donde
les duele, de la Crisis. No nos queda de otra: comenzar a escalar por la
pendiente aparentemente más dura, quizás nos sorprenda y no lo sea. El poderoso
contexto de la Crisis les está haciendo mella a ellos también. Nosotros,
políticamente hablando, desde el 6D para acá no hemos sido lo suficientemente
eficaces en explotarlo. De aquí en adelante debe ser nuestro único recurso. La
Crisis ¡La Crisis! Deben irse ya. Ya no hay tiempo para seguir inventando,
ni ellos ni nosotros. Así lo veo yo.
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