Contradicciones
Asdrúbal Romero
M. (@asdromero)
Escuchando a Maduro en diversas
oportunidades hablar sobre el conflicto fronterizo con Colombia me he
preguntado: ¿Y qué ocurrió con el conflicto con Guyana? ¿Será que la Exxon ya
agarró sus macundales y se fue de la zona? Por supuesto que no lo creo, no soy
tan pendejo para creerlo, el diferendo debe seguir anclado en el mismo punto.
Lo que ocurre es que a este penoso régimen que nos gobierna, los conflictos que
inventa por estos meses se le agotan sin que él logre su objetivo. Este no es
otro que tratar de conseguir otro DAKAZO que les permita momentáneamente
recuperarse en las encuestas y especular si con la “subidita” logran remediar
en algo la debacle electoral que se les viene encima.
A la vista del ciudadano común debiera ser
evidente que no persiguen en verdad resolver problema alguno, sino seguir
explorando a ver si la pegan, pero su capacidad de engaño ya a estas alturas de
la otra debacle, la social y económica, se nota en extremo mermada. Lo intentaron
también con los operativos de la OLP y ya se han dado cuenta que no suben, sino
que más bien bajan. Hay que reconocer que en algo sí han sido creativos: En
reciclar viejos problemas, que si no los han creado ellos, se han encargado de nutrirlos
hasta agigantarlos, para ofrecer la resolución de los mismos como promesa de
campaña. Cada vez menos personas les creen.
Lo último que se les ha ocurrido es
querer transmitir la imagen que, ahora sí, se abocarán a resolver un muy difícil problema que ellos
mismos han creado: el del contrabando fronterizo. Me voy a centrar en este,
aunque ellos aluden en paralelo a otros problemas de muy inferior credibilidad.
Lo del contrabando sí es real. La causa principal es evidente: el gigantesco
desequilibrio entre el valor de los bienes cuyo precio es controlado al
interior del país, gasolina, alimentos regulados, etc., y lo que valen allende
las fronteras, en países que se someten a la disciplina de mantener un libre
cambio de divisas.
El no cumplir con su obligación de tomar
las decisiones en materia económica como era su inescapable deber hacerlo, ha
incidido para que el problema haya crecido hasta convertirse en dolorosa
sangría diaria para un país que ha sido tan inclementemente empobrecido y,
además, en poderoso incentivo para la proliferación de un sinfín de mecanismos
corruptores. El asunto se ha tornado inmanejable hasta tanto no se resuelva el
elemental problema de vasos comunicantes que nos enseñaban en tercero de
bachillerato. Pero entonces vienen estos,
con su ineptitud, su catálogo de recetas trasnochadas y la delicadeza
propia de elefantes en cristalería, a, supuestamente, resolver el problema para
generar un espectáculo dantesco que con razón ha irritado a los vecinos,
mejores nuevos buenos amigos y enemigos, todos incluidos y unidos en el
categórico rechazo. Nada mejor, después de haber suscitado tan tremendo
zaperoco, que un viajecito hacia la China o cualquier otro remoto lugar que les
permita tomar distancia y enfriar el desaguisado. Si no fuera por el daño que
se le hace a la imagen de nuestro país y la incontrovertible violación de derechos
humanos, el espectáculo sería de una risibilidad para desternillarse.
Ahora bien, a fin de honrar el título de
estas líneas, si en verdad lo que ellos quieren es resolver el problema del
contrabando y no se les ha ocurrido otra sino cerrar la frontera, en el mejor
novel estilo de Corea del Norte, por qué el cierre es parcial. ¿La sangría sólo
es en la región tachirense y por algún milagro divino es inexistente en la
zuliana, en la apureña o en la frontera con Brasil? Es inevitable que recuerde
mi más reciente viaje a Maracaibo. Allá pude constatar que en el propio casco
de Maracaibo hay estaciones de servicio que requieren del chip para proveer el
preciado combustible, pero hay otras tantas que no lo tienen instalado, por
cierto: son las que están, todo el tiempo, repletas de vehículos en largas
colas de espera. Uno tiene que
preguntarse: ¿Estos tipos son gafos(a) o tan pocos sistémicos que por eso
tienen al país patas arriba(b)? ¿O de lo que se trata es de montar espectáculos
para hacer ver que ellos están resolviendo cuando la verdadera intención es no
resolver nada(c)? Ya yo tengo mi respuesta: ¡Es la tercera! Y lo que está
ocurriendo es que cada vez más, un creciente número de electores los tiene
pillados. Las contradicciones entrelíneas de sus argumentos son tan evidentes
que ya están como esos pitchers a cuyas bolas se les ven las costuras.
Para concluir,
yo lo que le solicito a los voceros de oposición es que no se enganchen en sesudas
discusiones sobre lo positivo o lo negativo de los montajes que estos señores inventan.
Como si fueran unas efectivas políticas públicas que ameritaran algún tipo de consideración,
por faaavooor, señores, son sólo montajes para ver si llegan con algo de oxígeno
al 6D. Y esa es la única respuesta que hay que suministrar a los vladimires enredadores.
No se pueden dejar atrapar en el cuadrilátero del contrario (marco de la guerra
económica). Tienen que dar respuestas cónsonas con su propio marco y la mejor forma
es proyectando las engañosas intenciones mediante las evidentes contradicciones.