Venezuela hacia un “Process Shutdown”
Asdrúbal
Romero Mujica (@asdromero)
En el control de
procesos industriales, una operación en condiciones inestables suele durar
relativamente poco tiempo. El proceso entra en inestabilidad cuando alguna (o
varias) variable que está siendo regulada a los fines de mantenerla en el punto
de equilibrio deseado de operación, comienza a alejarse de su valor deseado a
una velocidad que es proporcional a su distancia de alejamiento. Decimos
entonces que el error en esa variable, la diferencia entre su valor real y el
deseado, se rige por una dinámica exponencial.
En clase,
acostumbro decirles a mis alumnos que en la vida real tal deriva exponencial
dura muy poco; que llega un momento que el comportamiento predicho mediante el
análisis lineal, curvas exponenciales que van hacia el más o el menos infinito,
deja de reflejar lo que realmente ocurre en el proceso. ¿Por qué? Básicamente,
porque el crecimiento indeseado en la variable inestable es detectado por un
sensor para el cual se ha especificado un valor máximo (o mínimo) y, así,
cuando la variable alcanza ese valor, el sensor envía una señal indicando que
el proceso está operando en condición de alta inseguridad. Esta señal de alarma
es captada por un sistema, cuya función es la de activar una secuencia lógica
de acciones para producir lo que denominamos un “Process Shutdown”. En un
reactor químico, por ejemplo, que ha entrado en barrena de inestabilidad: la
temperatura está creciendo exponencialmente; llegará un momento en el cual
arribe a su valor máximo de seguridad. A partir de allí, el sistema manejador
de las alarmas se encargará de producir un cierre de las válvulas que alimentan
de reactante y otras acciones dirigidas a detener en el proceso la producción
de más energía calórica. El reactor deja de producir. Un “Process Shutdown” es
equivalente a detener el proceso y sacarlo fuera de operación. Desde el momento
que el sistema administrador de alarmas entra en acción, el modelo del proceso que
usamos para analizar su operación alrededor de un punto de equilibrio deja de
ser válido y las exponenciales de los libros de texto dejan de ser efectivas
para describir lo que en el proceso ocurrirá.
Esta metáfora
industrial me es útil para introducir algunas reflexiones sobre el
comportamiento del sistema económico venezolano, todo un mega proceso, además
infinitamente más complejo que el reactor de la metáfora, por ser altamente
descentralizado. Con esto quiero señalar, que existen muchos agentes tomadores
de decisiones sobre el proceso, distribuidos a lo largo y ancho de la geografía
nacional, entes públicos y privados que están tomando, simultáneamente,
decisiones sobre variables que influyen sobre el comportamiento del proceso
como un todo. Cuando una corporación privada decide acometer un “Process Shutdown”
de su negocio, porque las variables del entorno económico ya no le permiten
seguir operando, tenemos el ejemplo de una decisión tomada en algún lugar que
va a influir sobre el sistema en general. Por supuesto que existe un agente de
decisión más poderoso, cuyas decisiones tienen una mayor incidencia sobre el
comportamiento del macrosistema. Está ubicado en el más alto nivel de la
administración del Estado y es el responsable de ir monitoreando todo el
proceso e ir tomando decisiones para intentar mantener controlado todo el
sistema. Obviamente, en Venezuela esto no está ocurriendo. Lo que es más grave:
no está siendo así desde hace ya unos cuantos años.
El 11 de
noviembre de 2013, escribí un artículo en mi blog titulado: “Sobre la
inestabilidad de nuestra economía”
(http://quepasaenlauc.blogspot.com/2013/11/otro-enfoque-sobre-por-que-lo-que-viene.html).
A su entrada en el blog le asigné otro titulazo más llamativo: “Otro enfoque
por qué lo que viene es Joropo”, intentando captar más lectores (con este
título se publicó en la popular página de Runrunes, lo cual garantizó una
interesante difusión). En ese artículo, intenté describir varios de los lazos
con retroalimentación positiva operando dentro de la economía venezolana, cuyos
efectos eran perniciosos, por decir lo menos, sobre las grandes variables
descriptoras de nuestro comportamiento económico: escasez, inflación, desempleo,
tasa de cambio promedio BsF/$ con la que operaba la economía, etc.. Como
dijimos en aquella oportunidad, era responsabilidad del Gobierno el poner en
funcionamiento los lazos de control responsables de estabilizar el efecto de
los desequilibrios. Al menos de esa fecha hacia acá, no ha puesto ni siquiera
uno en funcionamiento. No debe de extrañar a nadie, en consecuencia, que en los
actuales momentos se haya patentizado la barrena de inestabilidad en la que nos
encontramos inmersos. Debo decir que esta región de comportamiento inestable
con pleno furor exponencial, ha durado mucho más de lo que solía pronosticarles
a mis alumnos de Control de Procesos. O lo que es lo mismo: desde hace tiempo,
las luces de alarma debieron haberse prendidos. Y los mecanismos diseñados para
confrontar las causas generadoras del comportamiento inestable, debieron haber
actuado. Pero no ha ocurrido así. Nuestros economistas lucen sorprendidos y,
cada tanto, tienen que revisar sus predicciones para ubicarlas en un nivel
mayor de empeoramiento de toda la situación.
Hace un par de
días llegó a mi whatsapp, el enlace a un video de una entrevista del economista
García Banchs en Venevisión. Finalmente, llegué a ver que un economista
comenzaba a atreverse a pronosticar algunas características del “Process
Shutdown” de la economía venezolana. Aclaro: es muy posible que a estas alturas
otros economistas también lo estén vislumbrado y advirtiendo al público, pero
yo no los he visto. Los pronósticos de García Banchs me hicieron reflexionar.
Es muy fácil imaginarse cómo es el “Process Shutdown” de un simple proceso de
producción. Pero: ¿Cómo puede caracterizarse el “Process Shutdown” de toda una
economía de un país? ¿Puede paralizarse totalmente una economía? Tal cosa es
imposible, siempre algún rasgo de actividad económica permanecerá, así sea la
que podamos acometer sembrando en el balcón de nuestros apartamentos. O
nuestros hijos ordeñando vacas en alguna hacienda hacia donde hayan sido
llevados para cumplir un proceso de reeducación. Pero, obviamente, lo que sí
comienza a hacerse evidente es que el flujo de bienes hacia los consumidores va
a seguir mermando a una velocidad catastrófica. Ya advierten los economistas
que inventarios quedan para menos de tres meses. El cuadro de “Escasez
Generalizada” comienza a verse más claro, como en el revelado de una fotografía
por el método tradicional. Voy a concluir refiriéndome a otra metáfora que
solía utilizar en clase para denominar el desastre: Esta barrena de
inestabilidad nos está conduciendo directamente al “precipicio guajiro”. Como
maracucho, debo decir, el “precipicio guajiro” para ellos era yo mismo, con mi
paquete de represalias, cuando ellos dejaban que su proceso asignado se les
saliera de control. Algunos lo recordarán todavía con odio, para otros ha
pasado a ser una graciosa anécdota de los tiempos aquellos en los que eran
felices (así me lo han hecho saber por Facebook, a raíz del artículo ya
mencionado). ¿Cómo va a ser el “precipicio guajiro” de la economía venezolana?
Confieso que no me atrevo a vislumbrarlo en todas sus múltiples y gravísimas
dimensiones. Pero hay algo que no me voy a callar esta vez: Vamos a pasar a la
Historia por una falta de coraje patriótico incalificable. ¿Cómo es posible que
nos estemos dejando conducir, como ratas hacia el océano, en vía expresa hacia
un precipicio guajiro, de insondables profundidades, por tal sarta de
irresponsables?